Estados Unidos

 

Pacifistas de derecha en Estados Unidos

Bush: ¿un conservador o un idiota?

Por Jeremy Brecher y Brendan Smith [1]
Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, octubre 2006
Traducción de Mariana Saúl

Tanto en Estados Unidos como en Europa, el movimiento por la paz suele asociarse con la izquierda. De Corea a Irak, pasando por Vietnam, el conservadurismo casi siempre ha sido sinónimo de apoyo al nacionalismo, al militarismo, al imperialismo y a la guerra. Pero la existencia de una tradición opuesta, semejante a un delgado hilo de agua, invalida esta categorización. El fracaso catastrófico de la guerra en Irak está transformando este arroyito en un río crecido. El fenómeno puede amenazar la hegemonía de los conservadores en la política estadounidense.

Durante la Guerra Fría, la mayoría de los estadounidenses compartía un amplio consenso a favor de la carrera armamentística y de la confrontación con el comunismo.

Los defensores más encarnizados de esta política eran los conservadores, como el senador Barry Goldwater, candidato presidencial en las elecciones de 1964 y partidario, en su momento, de la intensificación de la guerra de Vietnam. Pero también "liberales" como John F. Kennedy, asesinado en noviembre de 1963, y Lyndon Johnson, presidente de noviembre de 1963 a enero de 1969 (fecha en la que el republicano Richard Nixon lo sucedió en la Casa Blanca), manejaban los asuntos de Estado de una manera igualmente belicista.

Cuando se confirmó el fiasco estadounidense en Vietnam, el movimiento antibélico asumió la dirección del Partido Demócrata. Los conservadores atribuyeron la responsabilidad de la derrota al "puñal por la espalda" que les habían clavado el movimiento pacifista y los progresistas.

Cuando la administración Bush decidió atacar Irak, contó con el apasionado apoyo de los republicanos. En cambio, más de la mitad de los diputados demócratas del Congreso votaron contra la resolución que autorizaba la guerra (1).

Ya entonces, una ínfima minoría de los conservadores se unió a la oposición. Patrick Buchanan, candidato a la presidencia en 1992 y en 2000, autor de los discursos de Richard Nixon, anunció: "El movimiento republicano se desvió y se convirtió en una ideología de fronteras abiertas, mundialista e intervencionista; ya no es más el movimiento conservador con el que yo crecí" (2). Y advirtió: “Pronto lanzaremos una guerra imperial contra Irak, con la misma bravuconería con la que los veteranos franceses e ingleses se separaron al grito de «A Berlín»' en agosto de 1914.”

Una vez vencido Saddam Hussein –anunció–, "los neoconservadores que ansían una «Cuarta Guerra Mundial» (la Tercera habría sido la lucha contra el comunismo), librarán guerras breves y quirúrgicas en Siria y en Irán". (3) El diputado ultraliberal Ron Paul votó contra la resolución sobre la guerra de Irak (también es partidario de la retirada estadounidense de la Organización de las Naciones Unidas).

De libertarios a generales

Entre los conservadores que se oponen a la guerra, los más interesantes son los que tienen el sitio de internet Antiwar (4), "abocado a la causa de la no intervención y a la oposición al imperialismo". Promotor de una política libertaria (o anarcocapitalista), este grupo se inspira en las concepciones de Randolph Boume, un opositor a la Primera Guerra Mundial para quien "el Estado prospera gracias a la guerra", y en el autor conservador Garet Garrett, opositor a la Guerra Fría porque "existe una enemistad mortal entre el gobierno en sentido republicano, es decir constitucional, representativo, y el Imperio".

El sitio, que consultan muchos activistas de izquierda, constituye una vitrina muy detallada y constantemente actualizada de novedades sobre las intervenciones militares estadounidenses en el mundo. Enemigos implacables de las "alas" republicana y demócrata de lo que llaman "Partido de la Guerra", los responsables del sitio alientan a cooperar a todos los adversarios del militarismo y del imperialismo, tanto de izquierda como de derecha.

Nadie apoyó la invasión a Irak con más fervor que el muy cristiano diputado conservador por Carólina del Norte Walter Jones.

Cuando Francia se declaró en contra del ataque estadounidense, Jones lanzó una campaña para obligar a las cafeterías del Congreso a reemplazar en sus menús las french fries (papas a la francesa, como se llama a las papas fritas en Estados Unidos) por freedam fries (papas de la libertad).

Dos meses después, el mismo diputado asistió, en su circunscripción, al entierro de un joven infante de marina asesinado en Nasiriyah. Estalló en lágrimas con la lectura de una de las últimas cartas del soldado, que fue leída por su viuda. Poco después se encontró con James Bamford, autor del libro antibélico A pretext for War, con varios generales retirados opuestos a la invasión a Irak e incluso con la militante pacifista Cindy Sheehan. (5) Finalmente, presentó una resolución exigiéndole a la administración Bush un calendario de retirada de Irak (6). Afirmó no temer ninguna represalia política: "Quiero hacer lo que creo que el Señor quiere que haga".

Los oficiales del ejército estadounidense son conservadores, votan a los republicanos en su inmensa mayoría, apoyan a sus superiores y –lo que no tiene nada de sorprendente– creen en el uso de la fuerza militar. Sin embargo, son ellos quienes están al frente de una poderosa corriente de oposición conservadora al intervencionismo unilateral de George W Bush.

Actualmente retirado, el general del cuerpo de marínes Anthony Zínni, que comandó las fuerzas armadas estadounidenses en Medío Oríente durante cuatro años, se opuso desde el principio a la guerra en Irak. Allí, afirma, "se nos considera una potencia colonial, sobre todo desde el momento en que venimos sin permiso de la ONU". Según él, todos los que tenían algo de experiencia en la región "sabían que sería un desastre". (7)

También en ese punto, el hecho de que la administración Bush haya hecho caso omiso del antiguo compromiso estadounidense con las Convenciones de Ginebra suscitó una oposición particularmente viva.

Cuando se supo que él asesor jurídico de Bush en la Casa Blanca, Alberto Gonzáles, era el arquitecto de esta política, doce altos mandos retirados del ejército estadounidense se pronunciaron contra su postulación para el puesto de ministro de Justicia.

Las iniciativas de la administración relativas a eventuales ataques militares contra Irán no fueron mejor recibidas. El Pentágono parece oponerse vehementemente a ellas. Y Seymour Hersh informó en The New Yorker que los jefes de Estado Mayor de los ejércitos "habían convenido entregar al presidente Bush una recomendación formal en la que dejaban constancia de su oposición categórica a la perspectiva de la opción nuclear en Irán". (8)

El apoyo de los intelectuales conservadores a la administración Bush también se desmorona. Prueba de ello es la espectacular deserción de Francis Fukuyama, autor de El fin de la historia y el último hombre (9). Aunque en 1997 firmó una carta donde llamaba a Estados Unidos a derrocar a Saddam Hussein, a principios de este año escribía en The New York Times Magazine:

"Cuando la guerra en Irak entra en su tercer año, parece altamente improbable que la historia vaya a juzgar con benevolencia la intervención en sí misma o las ideas que la inspiraron". Y agregaba: "Dicha doctrina Bush, que definía el cuadro del primer mandato de la administración Bush, hoy en día ofrece un espectáculo desolador". (10)

El fantasma de Vietnam

Está afectado el corazón mismo del establishment conservador. Según William Buckley Jr., uno de los fundadores del conservadurismo estadounidense modemo, "no hay dudas de que el objetivo estadounidense en Irak no se alcanzó". (11) Tras la guerra del Líbano, el célebre cronista conservador George Will se burló de la voluntad de los neoconservadores de reinventar el mapa de la región: "Los «realistas» de la política exterior consideran que el objetivo impuesto es la estabilidad en Medio Oriente. Los críticos de estos realistas, que le reprochan al realismo su falta de ambición, consideraban que el problema era la estabilidad. Este problema se resolvió." (12) Tanto William Buckley como George Will afirmaron que, para ellos, Bush no es conservador. (13)

Gran parte de su descontento proviene de la extensión de una "presidencia imperial" y del desprecio de la administración Bush a las limitaciones al poder ejecutivo impuestas por la Constitución.

El grupo de reflexión libertario más notorio, el Cato Institute, acaba de publicar un informe, "Power Surge: The Constitutional Record of George W. Bush" (Aumento de poder: antecedentes constitucionales de George W. Bush), que plantea esta inquietud en un lenguaje cercano al de los "libertarios" progresistas. Este informe denuncia una serie de infracciones: denegación del habeas corpus, violación de las convenciones internacionales sobre la tortura, violación del derecho a un juicio ante un jurado y de las limitaciones impuestas al Presidente en materia de conducción del conflicto.

Según el Cato Institute, la Casa Blanca estima que "en tiempos de guerra todo está permitido y que el Presidente decide cuándo estamos en guerra". Una concepción semejante, que debiera "inquietar a todo el tablero político", desemboca en ''un Presidente que puede declarar guerras a su antojo y que ninguna restricción puede impedirle ordenar que se cometan crímenes de guerra, si esto le place".

En estos últimos meses, este malestar conservador irrumpió en la escena política.

Después de asistir a la derrota en las internas demócratas del senador de Connecticut Joseph Lieberman, partidario de la guerra en Irak, el diputado republicano Chris Shays, defensor empedernido de la invasión, propuso un calendario de retirada de las tropas estadounidenses del país. (14)

Por su parte, el senador republicano y candidato a la presidencia Chuck Hagel clama que "(su) trayectoria es tan conservadora como la de cualquier republicano conservador en Estados Unidos". Los acontecimientos iraquíes le parecen una "reedición absoluta de Vietnam". La conclusión es evidente: el futuro del país "estará determinado por el pueblo iraquí, tal como sucedió con Vietnam". Hagel preconiza un comienzo de la retirada militar para principios del año que viene. (15)

El mito del puñal por la espalda

Al mismo tiempo, otros conservadores reprochan a la administración su falta de vigor. Para ellos, Irán está haciendo tiempo para dotarse de una capacidad nuclear; Corea del Norte actúa a misilazos con total impunidad; Hezbollah avanza en todo Medio Oriente.

El ex–presidente de la Cámara de Diputados, Newt Gingrich, que por otra parte planea presentarse a las elecciones presidenciales, arremete contra una política de apaciguamiento: "Hemos aceptado este fantasma de diplomático y abogado que ve un progreso en el hecho de negociar mientras Corea del Norte fabrica bombas y misiles, en negociar mientras Irán fabrica bombas y misiles. ¿Cuál será el próximo paso de «Condi» (la secretaria de Estado Condoleezza Rice)? ¿Ir a bailar con Kim Jong Il?” (16)

Aunque no consigan la permanencia indefinida de la presencia militar estadounidense en Irak, estos republicanos preparan el terreno para poder achacar el fracaso de sus políticas a sus adversarios y a todos aquellos que se "pasaron de bando" para unirse a estos últimos. El mito del "puñal en la espalda" ya sirvió para reavivar el militarismo conservador tras la guerra de Vietnam.

¿Hasta dónde llegará la impugnación? Si bien los activistas de Antiwar militan a favor de un rechazo al militarismo y al imperialismo estadounidenses, que muchos en la izquierda podrían compartir, otros opositores de derecha tomaron partido contra la invasión únicamente porque ésta podría terminar mal. En realidad, apoyarían otras expediciones armadas si les pareciera que pueden conducir a la victoria.

Sin embargo, el desmoronamiento del apoyo conservador a la guerra podría tener consecuencias políticas importantes. La estrategia electoral republicana exige en último análisis que la gente vote contra su propio interés –contra programas económicos y sociales que los beneficiarían– y a favor de una política que contribuyó al estancamiento o la degradación del nivel de vida y la protección social de la mayoría de los estadounidenses. Este truco se ve favorecido cuando la derecha logra convencer a los votantes de que sólo su política imperial puede garantizar la seguridad de los habitantes en un mundo peligroso. ¿Cómo puede seguir haciendo creer en este argumento si ni siquiera ella misma cree en él?

El ex–diputado republicano Joe Scarborough actualmente conduce, en horario central, un talk–show que emite el canal MSNBC. En un programa reciente, sus panelistas debatían para saber si "la salud mental de George W Bush resulta perjudicial para la credibilidad de Estados Unidos, tanto en el plano interior como en el extranjero". En la pantalla del televisor, un sobreimpreso preguntaba: "¿Es Bush un imbécil?". Interrogado sobre el terna, Scarborough explicó que mucha gente, incluidos republicanos como él, se preguntaba sobre la capacidad de su Presidente, particularmente en el caso de Irak.

Este diputado republicano apoyó la guerra. Ahora opina que ya ha llegado el momento de encontrar la manera de ponerle fin.


Notas:

1.– Adoptada en octubre de 2002 por 77 votos contra 23 en el Senado y por 296 votos contra 133 en la Cámara de Diputados.

2.– The New York Times, 8–9–02.

3.– Editorial. American Conservative, Arlington (Virginia), septiembre de 2003.

4.– www.antiwar.com

5.– Cindy Sheehan –cuyo hijo Casey, de 24 años, murió en Irak el2 de abril de 2004– lleva adelante una campaña nacional contra la guerra.

6.– Robert Dreyfuss, "The Three Conversations of Walter B. Jones", Mother Jones, San Francisco, enero–febrero de 2006.

7.– "Former Bush envoy, Centcom chief calls lraq a blinder", MSNBC, 25–5–05.

8.– Anatol Lieven, "Los militares y la CIA contra la Casa Blanca", Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, junio de 2006.

9.– Planeta. Barcelona, 1992.

10.– Francis Fukuyama, "After Neoconservatism", The New York Times Magazine, 19–2–06. Ver también Hubert Védrine, "El último libro de Francis Fukuyama", Le Monde diplomatique, edición Cono Sur. septiembre de 2006.

11.– Declaración del 26 –2–06.

12.– Peter Baker, "Pundits Renóunce the President: Among Conservative Voices, Discord", The Washington Post, 208–06.

13.– "The conservative crack–up", The National Catholic Reporter, Kansas City. 1–9–06.

14.– E. J. Dione, "Slowly Sliding to Iraq's Exit", The Washington Post, 29–8–06. Ver también "Un allié du président Bush mord la poussiére", www.mondediplomatique.fr/carnetl2oo6–o8–10–lieberman

15.– Programa "Fox News Sunday", 20–8–06.

16.– www.washingtonpost.com/wp–<jyn/contentiarticle/2oo6/07/18/ AR2oo6071801373.html

[1].– Respectivamente, historiador del movimiento obrero estadounidense y jurista, coautores de “In the Name of Democracy: American War Crimes in Iraq and Beyond”, Metropolitan Books, Nueva York,2005.