Fracaso en Iraq
y crisis en EEUU

 

La aventura colonial de Bush en Iraq comienza a ser insostenible

¿El principio del fin?

Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 26/10/06

En abril de 2003, EEUU festejaba su fácil “victoria” sobre el ejército de Sadam Husein. La ocupación de Bagdad dio lugar a un grotesco show hollywoodense de “clase B”: un puñado de mercenarios traídos de EEUU representó ante las cámaras el papel de “pueblo iraquí”, que recibía con flores a los marines y derribaba la estatua del “dictador”.

Días después, el 1º de mayo, George W. Bush, disfrazado de militar –el traje que más le gusta después de haber eludido servir en Vietnam–, gritaba a bordo de un portaaviones: “¡tarea cumplida!”

¡La guerra de Iraq había terminado en menos de un mes! Lo que más se discutía en Washington era si el país sería gobernado por un general estadounidense durante diez o (mejor) veinte años. El otro gran tema era el próximo lugar a invadir, para echar las bases del “Nuevo Siglo Norteamericano”.

En esos mismos días, en este periódico, hacíamos un análisis y un pronóstico opuestos (como también lo hacían los analistas serios del resto del mundo). Decíamos que la ocupación de Iraq sólo era “el fin del principio” de la guerra: “en efecto, ha finalizado el primer episodio. Pero aunque el libreto no está escrito en ninguna parte, hay algo seguro: aquí no termina la película... el segundo episodio ya ha comenzado” (“El fin del principio”, 17-4-03).

Efectivamente, en varias ciudades de Iraq se habían iniciado manifestaciones de masas –generalmente pacíficas y desarmadas– pidiendo el retiro de las tropas angloyanquis. La respuesta en la mayor parte de los casos fue ametrallar a la gente... Comenzaba así el “segundo episodio”, la guerra del pueblo de Iraq contra la ocupación colonial.

Ahora, pareciera que se ha iniciado un nuevo episodio... que se podría titular: “El principio del fin” o “¡Rajemos!”

Derrota en Iraq, crisis en Washington y Londres

Uno de los más serios diarios británicos, The Guardian, encabeza así la nota principal de su edición del domingo pasado: “Durante meses la dudas sobre Iraq han ido creciendo a medida que el precio en muertes ha ido aumentando. La última semana se alcanzó el punto culminante y los líderes políticos en Washington y Londres comienzan abiertamente a pensar lo impensable: la guerra está perdida  (The Guardian-The Observer, 22-10-06)

Pero aún más dañinas en las esferas políticas parecen haber sido las opiniones de analistas como Richard Haass, presidente del Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores), que edita la revista Foreign Affairs. Éste es un espacio donde tradicionalmente políticos, funcionarios del Departamento de Estado, universitarios y militares debaten el rumbo de la política exterior del imperialismo yanqui. Haass y el Council fueron de los partidarios más delirantes de las guerras de Bush y la invasión a Iraq. Ahora Haass descubre que “EEUU –e Israel en Líbano– ha aprendido a gran costo en Iraq que la fuerza militar no es una panacea”. (Haass, Foreign Affairs, noviembre 2006). Y que, en el caso de Iraq, “no hay virtualmente chance alguna de tener éxito” (The Guardian-The Observer, 22-10-06)

Tanto éste como otros artículos de la prensa internacional de la última semana motivaron una ola de solemnes desmentidos de ambos gobiernos. Bush en persona ya había salido al cruce, ratificando que “nuestro objetivo en Iraq sigue siendo claro y sin cambios: ¡nuestro objetivo es la victoria!” (Le Monde, 21-10-06) Pero como la credibilidad de Bush (y Blair) está por los suelos, esto no hizo más que agravar la atmósfera de crisis y la convicción de que, ciertamente, lo que se está discutiendo en la trastienda de ambas capitales es cómo cerrar el ruinoso negocio de la invasión de Iraq con las menores pérdidas posibles.

El mismo Bush, días antes, había cometido el imperdonable blooper de comparar por la televisión la actual situación de Iraq con la de Vietnam después de la ofensiva del Tet (1968), que fue el principio del fin para esa otra invasión estadounidense fracasada. La torpeza fue doblemente grave porque ya la mayoría de la opinión pública de EEUU estaba convencida que lo de Iraq es la remake de la derrota de Vietnam. ¡Y ahora el mismo Bush venía a ratificar la semejanza!

Sin embargo las señales más importantes que anunciaban el mencionado “punto culminante”, vinieron curiosamente de otros sectores: de los militares imperialistas involucrados en la guerra. Y nadie mejor que ellos para saber cómo van las cosas...

Así, el 19 de octubre, en Bagdad, el portavoz del ejército estadounidense, general William Caldwell, daba una conferencia de prensa donde –palabra más, palabra menos–  el mando militar de EEUU reconocía su fracaso frente a la resistencia iraquí, que ese mes había aumentado un 23% sus ataques en la capital. (Iraq Operational Update Briefing, 20-10-06 y www.socialismo-o-barbarie.org, edición del 22-10-06–)

“Más preocupante aun –comenta The Guardian acerca de estas declaraciones oficiales– es la valoración de que los movimientos nacionales de resistencia han alcanzado el nivel de estar «coordinados/consolidados», lo que [en términos militares] significa que son capaces de responder a las ofensivas de las fuerzas multinacionales con su propia capacidad de contraataque...” (The Guardian-The Observer, 22-10-06)

Pero la expresión más resonante de la opinión militar se produjo en Londres. El general Sir Richard Dannatt, flamante jefe del Ejército Británico, inauguró su gestión con una entrevista a la prensa diciendo que la guerra había sido un error del principio al fin, y que “es preciso que los 7.000 soldados que el Reino Unido tiene destacados en aquel país se retiren pronto... para evitar consecuencias aún más graves que las sufridas hasta ahora tanto por los iraquíes como por la sociedad británica... Como extranjero, puedes sentirte bienvenido si eres invitado a un país, pero a nosotros no nos invitó nadie en Irak... Estamos en un país musulmán, y las opiniones de los musulmanes acerca de la presencia de extranjeros en su país es bastante clara” (www.socialismo-o-barbarie.org, edición del 15-10-06).

Una encuesta reservada realizada posteriormente en el Ejército reveló que casi el 80% de sus efectivos apoya las opiniones de Sir Richard Dannatt... y sobre todo la exigencia de irse cuanto antes.

Para entender la gravedad de este hecho, hay que saber que el Reino Unido no es una republiqueta bananera, donde sea habitual que los generales en actividad hagan declaraciones políticas, critiquen al gobierno y digan que la guerra en curso se ha perdido y que hay que retirarse ya. Un periódico europeo decía que, desde los tiempos de Oliver Cromwell (que dirigió en el siglo XVII la revolución que le costó la cabeza al rey Carlos I), no se conocía el caso de jefes militares británicos que hicieran declaraciones políticas... y además contra sus propios gobiernos. Aunque esto es algo exagerado, pinta bien lo excepcional de la situación y la crisis militar y política que refleja.

Todos los comentaristas coinciden que en las fuerzas armadas estadounidenses el descontento no es menor que en las británicas. Pero hasta ahora esto se manifestaba en formas menos resonantes, como declaraciones críticas de oficiales retirados y un pequeñísimo número de soldados que se niegan a combatir, van a la cárcel y afrontan graves penas en tribunales militares. Otra expresión más amplia, a la que se ha puesto sordina, es que varios miles han “votado con los pies”: se calcula que por lo menos 10.000 soldados han “desaparecido”... pero no en acción sino fugados de sus regimientos para no ir a Iraq o Afganistán. (Aaron Glantz, “Cada vez más soldados desertores”, IPS, en www.socialismo-o-barbarie.org, edición 8-10-06)

Pero ahora se agrega una nueva expresión de descontento: aprovechando vericuetos legales, “65 militares en servicio activo llaman públicamente a finalizar la ocupación de Iraq. Por primera vez desde la invasión, miembros en servicio de las fuerzas armadas se dirigen formalmente al Congreso pidiendo terminar con la ocupación y traer las tropas de vuelta”. (Democracy Now, 24-10-06) Esta presentación es el inicio de una campaña pública de recolección de firmas dentro de las fuerzas armadas por la retirada. El sargento Liam Madden, que la encabeza, dijo que espera recolectar varios miles de adhesiones.

¿Cómo retirarse “salvando la ropa”?

A partir de esta situación, el debate en curso en las dos capitales imperialistas, es cómo irse cuanto antes pero “salvando la ropa”. Un rompecabezas difícil de resolver...

Esto implica varios aspectos. Por un lado, se trata de evitar una retirada “incondicional” o, lo peor, una estampida vergonzosa como se produjo en los últimos días de EEUU en Saigón, con trompadas para subirse a los últimos helicópteros que despegaban desde el techo de la Embajada yanqui.

Por otro lado, EEUU desearía “retirarse” dejando en el actual territorio de Iraq uno o varios “estados” que en mayor o menor medida sean sus vasallos y, sobre todo, que permitan a sus corporaciones continuar con el saqueo del petróleo iraquí. Sin embargo, esto es más fácil decirlo que hacerlo.

Entre ambos extremos –desde la huida estilo Saigón hasta intentar constituir un estado (o estados) vasallo(s)– hay un abanico de escenarios posibles. El problema es que cada uno de ellos presenta problemas difíciles de resolver y/o contradicciones explosivas.

En ese sentido, basta con mencionar que una de las alternativas en discusión es apelar a los gobiernos de Siria e Irán para que contribuyan a la “estabilización” de Iraq. La idea sería “subcontratar (¡textual!) el problema, pidiendo a Siria, Irán y Arabia Saudita que intervengan”. (“How Iraq came home to haunt America”, The Observer-The Guardian, 22-10-06). Pero, hasta ahora, los gobiernos de Irán y Siria son para Bush miembros del “Eje del Mal” junto con Corea del Norte y, por lo tanto, candidatos a ser bombardeados. ¡Y ahora Washington debería rogarles que le tiren un salvavidas!  Aunque esta “solución” es la que contaría con menos apoyo en Washington, el solo hecho de que se la discuta en serio mide la profundidad de la crisis.

Otra de las ideas (que no es contradictoria con la anterior) es la “balcanización” de Iraq: retirarse dividiendo al país en tres miniestados vasallos o crear una “federación” laxa de tres “regiones”: una en el norte, mayoritariamente de etnia kurda; otra en el centro, predominantemente de confesión sunnita; y otra en el sur, de mayoría chiíta.

Esto no es nuevo. El imperialismo yanqui en Medio Oriente aplica la táctica usada por el Imperio Británico desde siglos atrás: dividir y hacer enfrentarse a los pueblos coloniales según fronteras étnicas y/o religiosas, para mejor dominarlos a todos.

Pero esto, aunque ha tenido un innegable éxito “destructivo” en el caso de Iraq, no es fácil que sirva para construir uno o varios estados con alguna solidez, que liquiden la resistencia, “estabilicen” la situación y aseguren un “puente de plata” para la salida “digna” de las tropas angloyanquis y la permanencia sin problemas de sus petroleras.

Como suele suceder, este tipo de planes funciona mejor en las oficinas de Washington y Londres que en el terreno. Y nos recuerda el famoso “plan de vietnamización” que se aplicó en la etapa previa al derrumbe final en Vietnam. Consistía en ir traspasando al gobierno y ejército títeres de Saigón las tareas de lucha contra la guerrilla y, simultáneamente, ir retirando poco a poco las tropas de EEUU. Esto pareció funcionar... por un tiempo. Pero cuando la retirada yanqui alcanzó un determinado punto, todo el edificio de la “vietnamización” se desplomó en pocos días.

Bush y Blair exigen a sus títeres de Bagdad lo que ellos no pueden lograr

Por supuesto, ni la situación en Iraq ni la del “frente interno” del imperialismo yanqui es exactamente la misma que la de Vietnam y EEUU a principios de los 70. En ese sentido, hay que precaverse de hacer “analogías” poco cuidadosas. Sin embargo, teniendo eso en cuenta, es evidente que en Washington y Londres, por el momento, han decidido impulsar en Iraq un plan parecido a la famosa y (fracasada) “vietnamización”.

La propuesta es que, en el plazo de 12 a 18 meses, el gobierno títere de Bagdad, encabezado por Nuri Al Maliki y Barham Salih, “se haga cargo de la seguridad”, desarmando a las milicias sectarias... y también a la resistencia. ¡Nada menos! Al mismo tiempo, las tropas angloyanquis irían saliendo del país (“US and Iraq - Scuttling to victory”, The Guardian, 23-10-06) En Bagdad, el embajador estadounidense se encargó de presentar al público este genial plan de “iraquización”.

En el papel, está perfecto. Lo que nadie explica es cómo el “ejército” del gobierno títere va a lograr los objetivos que las fuerzas anglonorteamericanas confiesan que no pueden conseguir. Esto explica el tono de desesperación de Nuri Al Maliki y Barham Salih ante estas propuestas y exigencias. El viceprimer ministro, Barham Salih, que viajó de inmediato a Londres a discutir con Blair, estuvo especialmente patético: “¡No salgan rajando!”, imploró ante la prensa británica. (“Do not cut and run - Iraqi deputy PM", The Independent, 23/10/06).

Pero Washington no cree en lágrimas. El primer ministro Maliki ha sido severamente reprendido y amenazado por sus amos. “Tanto las milicias conectadas con el gobierno como las que son parte de la llamada «resistencia» deben ser desarmadas”, le exigió públicamente un vocero del Pentágono. Si no cumple eso en un plazo de 12 a 18 meses, EEUU le aplicará “sanciones”. (“Disarm and take control - White House issues demands to embattled PM”, The Guardian, 23-10-06)

Es difícil tomar en serio este plan de “iraquización”. Aparece más bien como una maniobra para ganar tiempo y hacer frente en EEUU a las elecciones legislativas de noviembre, que los republicanos de Bush corren el peligro de perder abrumadoramente. Alcanzado el “punto culminante” de la crisis en Iraq, ni Bush ni Blair parecen tener hasta ahora un “plan B” creíble para salir del atolladero. Éste es uno de los determinantes fundamentales de la situación mundial y del Medio Oriente.