Estados Unidos

 

Renuncia Rumsfeld

Pero Bush aclara que eso no cambia la guerra en Irak

Por David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 09/11/06

Washington amaneció transformada de una capital de partido único a una donde los demócratas aparentemente conquistaron el control de ambas cámaras del Congreso en lo que el presidente George W. Bush consideró "una paliza".

El día comenzó con el suspenso sobre el resultado de una sola elección senatorial para definir el balance de poder en la cámara alta, continuó con la dramática renuncia de Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, y acabó con proyecciones de una derrota total de los republicanos en ambas cámaras, en lo que fue un golpe tal vez mortal al mesianismo neoconservador sin límites que ha imperado aquí durante los últimos seis años.

Aunque todo cambió, tal vez nada cambiará. Nadie tiene una solución a la guerra de Irak y el caos que ha provocado la política bélica estadounidense en Medio Oriente, y nadie ha demostrado voluntad política para promover una verdadera reforma de combate a la corrupción del sistema político estadounidense, ni de su muy deteriorado sistema electoral. Pocos esperan grandes cambios en la política económica, ambiental o de seguridad nacional en el corto plazo, entre otros temas urgentes, y la mejor esperanza por ahora es que no empeorarán las cosas.

Los líderes del triunfante Partido Demócrata y el de los derrotados republicanos (el presidente) iniciaron el día hablando de conciliación, cooperación y "terreno común", y aconsejaron dejar atrás todas las acusaciones, condenas, mentadas de madre y más que se habían proferido durante las campañas. Así, después de advertir que una victoria electoral de los demócratas implicaría un triunfo para los "terroristas", el presidente Bush estará comiendo este jueves con los líderes legislativos de los demócratas Nancy Pelosi (la próxima presidenta de la Cámara de Representantes) y el senador Harry Reid; algo impensable hace sólo 48 horas.

La renuncia del Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, fue un sacrificio político obligado ante los resultados, ya que el mensaje principal de los electores fue su reprobación a la guerra en Irak. También fue un intento para desviar la atención sobre el comandante en jefe como responsable de la política bélica. Un veterano observador de Washington indicó a La Jornada que la maniobra también tiene el efecto de hacer de Rumsfeld el tema del día, y no la derrota política de la Casa Blanca.

Pero al renunciarlo, el presidente Bush aclaró que eso no implicaba ningún cambio en su compromiso para lograr la "victoria" en Irak. Reconoció que el voto fue, en parte, en contra de la guerra y que "la gente está frustrada" con la falta de progreso, pero que "es una lucha dura" que "sólo perderemos si nos vamos antes de completar la tarea". En comentarios en la Casa Blanca el presidente aseguró que podrá trabajar con los demócratas para "ganar este aspecto de la guerra contra el terror". No sólo eso, sino que buscará "institucionalizar hasta donde se pueda los pasos necesarios para asegurar que futuros presidente puedan llevar a cabo esta guerra, ya que Irak es sólo una parte de la lucha antiterrorista", insistiendo así en que esta es una guerra de largo plazo.

Pero si Bush cambia a algunos miembros de la tripulación, insistió en que él sigue como capitán del barco y el rumbo se mantiene igual. Señaló que está dispuesto a cambiar tácticas y hasta estrategias en Irak, pero no objetivos y el compromiso de llevarla hasta un fin exitoso.

Sin embargo, el sacrificio de Rumsfeld es real y representa el daño que la elección ya ha cobrado para la Casa Blanca. Bob Woodward, el famoso periodista del Washington Post, dijo en una entrevista reciente con CBS News que Rumsfeld era el predilecto de Bush, y que "Cheney había comentado a uno de sus asesores que si Rumsfeld saliera, lo próximo sería que estarían buscando la salida de Cheney". Hoy en la conferencia de prensa se le preguntó a Bush al respecto, y respondió que su vicepresidente estará con él hasta el fin de su presidencia (lo mismo que dijo sobre Rumsfeld hace una semana).

Para remplazar a Rumsfeld, el presidente nombró a Robert Gates, director de la CIA durante la presidencia de Bush padre. Una vez más, en una crisis, Bush recurre al veterano equipo de su padre y con ello sustituye a una figura clave de los neoconservadores con la vieja guardia "realpolitik" de su partido.

Bush destacó el papel de Gates en la guerra clandestina estadounidense para derrocar al gobierno pro soviético de Afganistán.

A la vez, Gates fue involucrado en las relaciones con Irak e Irán en la década dse los años 80 durante el escándalo conocido como Irán–contra, asunto por el cual fue investigado por un posible delito.

Irónicamente, los "guerrilleros" fundamentalistas islámicos que Washington apoyaba en esos tiempos son los mismos que ahora son considerados amenazas mortales para este país.

Decepción en la Casa Blanca

"Nos dieron una paliza", admitió el presidente. "Obviamente estoy decepcionado con el resultado de la elección, y como jefe del Partido Republicano comparto gran parte de la responsabilidad", declaró Bush en sus primeros comentarios realizados hoy en la Casa Blanca.

"Les dije a los líderes de mi partido que ahora es nuestro deber dejar atrás las elecciones y trabajar conjuntamente con los demócratas y los independientes en los grandes temas que enfrenta este país", agregó el mandatario republicano.

Dijo que habló por teléfono esta mañana con los líderes demócratas para felicitarlos e invitarlos a trabajar juntos durante los próximos dos años. Ese mensaje lo repitió una y otra vez, e insistió en que se necesita encontrar "terreno común".

Bush agregó que "el mensaje de ayer (martes) fue claro: el pueblo estadounidense quiere que sus líderes pongan de lado sus diferencias partidistas, nos comportemos de manera ética y trabajemos juntos para abordar los desafíos que enfrenta nuestra nación".

Por su lado, Nancy Pelosi, quien será la próxima presidenta de la Cámara ­y con ello se convertirá no sólo en la primera mujer en el puesto, sino la más poderosa de la historia del país (tercera en la línea de sucesión)­, habló en los mismos términos de cooperación y bipartidismo.

Aunque subrayó que el mensaje electoral fue "por un cambio" y en particular "un cambio de dirección en Irak", no ofreció propuestas de qué implicaría eso.

Con tanto bipartidismo y cooperación, parece que el mensaje de cambio enviado por los votantes se está traduciendo en más de lo mismo, con algunos cambios de personal y tal vez de retórica. Sin embargo, el drama aún no concluye y la derrota republicana podría ser todavía más seria.

Fracaso en la Cámara alta

Aunque durante semanas antes de las elecciones había claros indicios de que los demócratas podrían recuperar la mayoría ­y por tanto el control­ de la Cámara de Representantes, pocos pronosticaban lo mismo para el Senado.

La noche del martes anterior, tres escaños estaban por decidirse para determinar si los republicanos mantenían su mayoría o si los demócratas recuperaban el poder. Este miércoles, todo giraba en torno a uno solo: el estado de Virginia.

Esta noche, varios de los principales medios de comunicación proyectaron el triunfo del demócrata James Webb en Virginia, y con ello la derrota de la mayoría republicana, aunque el resultado aún no ha sido confirmado oficialmente ni aceptado por el supuesto perdedor.

Si como todos pronostican este resultado es el final, el margen entre los dos partidos en la Cámara alta ahora es de 49 republicanos y 51 demócratas (número que incluye a dos independientes), comparado con 55 republicanos y 45 demócratas antes de la elección.

La competencia electoral en Virginia por el Senado culminó con una diferencia de menos de 0.5 por ciento (con el candidato demócrata gozando de una ventaja de poco más de 7 mil votos).

Un recuento inicial en las casillas electorales comenzó a partir de esta mañana y, a menos de que uno de los dos decida conceder su derrota, el proceso podría seguir durante por lo menos dos semanas y hasta más de un mes.

Sin embargo, NBC News, CBS News y la agencia Ap ya proclamaron el triunfo del demócrata, y todo indica que no habrá un cambio en el resultado aun si es sujeto a un recuento total.

Con el casi seguro triunfo de los demócratas en ambas cámaras del Congreso, la agenda legislativa del republicano Bush durante sus últimos dos años como presidente quedará casi anulada.

Con su nuevo Poder Legislativo, los demócratas también podrían empezar a imponer límites a la expansión del poder presidencial logrado durante los últimos seis años, y ampliarán sus oportunidades políticas con miras a las elecciones presidenciales de 2008.

Los votantes expresaron su repudio a las políticas bélicas y el rumbo del país, pero aún no tienen asegurado que esa expresión se traduzca en hechos por una cúpula política que parece estar más interesada en cooperar entre sí que en implementar un cambio real en la política interna y exterior de Estados Unidos.

Por ahora, los demócratas celebran su incremento de por lo menos 28 escaños en la Cámara de Representantes (el margen ahora es de 230 contra 196) para tomar el control de esa dependencia del Congreso, y las botellas de champaña están por ser descorchadas en el Senado.


El mandatario comió con Nancy Pelosi y Steny Hoyer, quienes antes eran un “peligro para el país”, según Bush

Trabajar "por el bien de EEUU", acuerdan Bush y demócratas

Por David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 10/11/06

Washington.– El presidente George W. Bush seguramente sufría de indigestión al comer hoy con los nuevos líderes demócratas de la Cámara de Representantes, y para el postre se confirmó que el Senado había caído en manos de sus contrincantes.Comieron seleccionando de la carta del comedor de la Casa Blanca, y como todos los jueves la especialidad era comida tex–mex. Sentados a la mesa de Bush estaban la próxima presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, el representante Steny Hoyer y el vicepresidente Dick Cheney; éstos, hasta hace 72 horas enemigos que intercambiaban acusaciones de ser traidores a la patria, irresponsables y peligro para la nación, expresaron hoy su voluntad de trabajar de manera civil y bipartidista por el bien del país.

"Sostuvimos una... la llamaría conversación constructiva y muy amistosa", dijo Bush a la prensa al término de la sesión gastronómica. Agregó que "ambos de nosotros reconocemos, o digo todos los tres reconocemos, que cuando uno gana uno tiene una responsabilidad para hacer lo mejor que se pueda por el país", pero no explicó a cuál de los cuatro reunidos estaba contando como presentes.

"Vamos a trabajar juntos", aseguró el mandatario, y aunque reconoció que "no vamos a estar de acuerdo sobre todo tema, sí estamos de acuerdo en que amamos a América igualmente..."

Pocas horas después, el candidato republicano George Allen concedió su derrota ante el demócrata James Webb, en Virginia; con ello confirmó la mayoría demócrata en el Senado y la conquista de todo el Congreso en la pasada elección. Ahora el amor tendrá que ser más generoso.

La Casa Blanca intenta digerir la derrota, habla en público de "cooperación bipartidista" con el nuevo liderazgo legislativo demócrata y en privado elabora estrategias sobre cómo sobrevivirá sus últimos dos años de presidencia.

De hecho, con la conclusión de los comicios, la elección presidencial de 2008 acaba de arrancar y de aquí en adelante ambos partidos determinarán cada paso político calculado con eso en mente.

Mientras tanto, el giro dramático de poder en Washington ya se está manifestando. A diferencia de México y otros países donde hay una distribución relativa del poder parlamentario entre los partidos, aquí la bancada de mayoría no sólo controla la jerarquía de las cámaras, sino que asume la presidencia de todos los comités, controla el avance o no de todo proyecto de ley e impone sus reglas en el procedimiento legislativo desde cómo y cuándo se realizan audiencias e investigaciones oficiales hasta cómo se gobierna al interior de la institución.

De repente, figuras que durante años estuvieron reducidas a ofrecer grandes denuncias y discursos, ahora tendrán poder para implementar medidas e iniciativas de su agenda política y podrán limitar el poder del Ejecutivo, que gozaba de un casi apoyo total legislativo en los últimos seis años.

Primero, estará Nancy Pelosi, la primera mujer en el puesto más poderoso de Washington después del presidente y el vicepresidente, como presidenta de la Cámara de Representantes, una figura política acusada durante las elecciones por el propio Bush y los republicanos de ser un "peligro" para la seguridad y los "valores" del país por su posición liberal.

Junto con ella, uno de dos críticos de la guerra en Irak y otras políticas republicanas, Steny Hoyer o John Murtha, ocupará el puesto de líder de la mayoría demócrata.

Al comenzar las sesiones el nuevo Congreso a principios de 2007, figuras como el representante John Conyers, quien ha llamado a la destitución del presidente y realizó una investigación a fondo de las irregularidades y fraudes en las elecciones presidenciales en Ohio, está por ser el presidente del poderoso Comité Judicial de la Cámara.

Otros "liberales" que ocuparán importantes puestos incluyen a Barney Frank, uno de los representantes más talentosos y críticos de los conservadores, ocupará la presidencia del Comité de Servicios Financieros, mientras Henry Waxman podría ser el titular del Comité de Reforma Gubernamental que supervisa las prácticas, quien fue crítico feroz de las maniobras y engaños oficiales para justificar la guerra en Irak.

Charles Rangel ha sido crítico de la guerra y de las políticas conservadoras y podría ocupar la presidencia de otro influyente comité.

A la vez, varios demócratas conservadores serán elevados a puestos clave, como Collin Peterson (antiaborto, pro libertad de portar armas) en la presidencia del Comité de Agricultura, Ike Skelton (pro militar) en el Comité de Fuerzas Armadas y Tom Lantos ­ferviente defensor de Israel­ en el Comité de Relaciones Exteriores.

En el Senado, el centrista Harry Reid se convertirá en líder de la mayoría. Pero a su lado habrá figuras poco apetentes para Bush y los líderes republicanos, incluyendo a Edward Kennedy como probable presidente del Comité de Asuntos de Salud, Educación y Laborales; Joe Biden, en el Comité de Relaciones Exteriores; Carl Levin como jefe del Comité de Servicios Armados y Patrick Leahy ­feroz crítico de la legalización de la tortura y la anulación del habeas corpus para los llamados "combatientes enemigos"­ en el cargo de presidente del Comité Judicial.

Nuevo balance de poder

Pero qué tan grave será este nuevo balance de poder dependerá de si los demócratas podrán superar su falta de consenso interno y posiciones fragmentadas y hasta contradictorias para enfrentar el Ejecutivo; y, a la inversa, qué tan hábil será la Casa Blanca en negociar (y mantener divididos) con los demócratas. Cada lado ya está promoviendo sus agendas inmediatas.

Los demócratas han indicado que un incremento del salario mínimo nacional de 5.15 a 7.25 dólares la hora será una de las primeras medidas que promoverá el nuevo Congreso. Junto con ello, se han mencionado los temas de la independencia energética, reducción del costo de las medicinas y otras medidas domésticas.

Por su parte, la Casa Blanca buscará acelerar la aprobación de medidas de seguridad e inteligencia, más fondos para la guerra y otras prioridades el próximo mes antes de concluir esta legislatura.

Pero esta elección giró sobre la guerra y ese será el tema central del debate político, aunque no queda claro qué cambiará como resultado de la nueva correlación de fuerzas políticas. Harry Reid, el nuevo líder del Senado, reiteró hoy que "en Irak y aquí en casa los estadounidenses dejaron claro que están cansados de los fracasos de los últimos seis años".

Por su parte, Bush reconoció las implicaciones del voto, pero intenta reinterpretarlas a su modo en torno a la guerra. En comentarios al salir de la primera reunión de su gabinete después de la elección, dijo que "el pueblo estadounidense ha tomado su decisión; yo respeto los resultados como también mi gabinete".

Agregó que es hora de poner detrás las elecciones y trabajar conjuntamente al ennumerar varias prioridades. Pero reiteró que la "guerra contra el terror" e Irak como "frente central" de la confrontación es asunto que "sin importar de cuál partido somos, todos tenemos una responsabilidad de asegurar que estas tropas tienen los recursos y apoyo que requieren para prevalecer". Señaló: "estoy abierto a cualquier idea o sugerencia que nos ayude a lograr nuestras metas de derrotar a los terroristas y asegurar que el gobierno democrático de Irak sea exitoso".

Fue notable la ausencia del encargado de esa guerra en la reunión del gabinete, el despedido secretario de Defensa Donald Rumsfeld. El presidente informó que el jefe del Pentágono estaba ofreciendo un discurso en Kansas llamado Landon Lecture, pero no comentó que Landon fue el candidato presidencial republicano que compitió por la Casa Blanca contra Franklin Delano Roosevelt y sufrió una derrota abrumadora al ganar sólo dos estados de la unión.

El sacrificio de Rumsfeld es un intento para cambiar de canal y remover una de las figuras más polémicas y responsables del desastre en Irak, como también para abrir el paso al retorno de algunos de los políticos veteranos del gobierno de Bush padre para tratar de rescatar al presidente.

Como escribió hoy la columnista Maureen Dowd, del New York Times, "Papi Bush y James Baker le dieron a hijito la presidencia para que jugara con ella, pero la rompió. Entonces ahora se la están quitando", al comentar sobre el anuncio de que Robert Gates será el sustituto del renunciado Rumsfeld, quien también es del equipo de asesores íntimos de George Bush padre.

Para algunos, ese sacrificio no es suficiente. Cindy Sheehan, la figura más conocida del movimiento contra la guerra (arrestada anoche una vez más frente a la Casa Blanca), dijo hoy que "no es suficiente que Bush esté sacrificando la carrera de Rumsfeld para intentar pacificar la demanda de rendir cuentas. Bush también sacrificó la vida de mi hijo y continúa sacrificando a nuestros hijos y al pueblo iraquí para una guerra basada en mentiras, y no estamos dispuestos a fingir que eso esté bien".

Pero aunque todos registran que la votación fue en buena medida de repudio a la guerra, pocos tienen propuestas sobre qué hacer. Por lo tanto, no se esperan cambios drásticos por el momento, y dirigentes de ambos partidos desean evitar a todo costo acusaciones de ser los que "perdieron Irak".

Lo que está causando la indigestión es que con esta elección sí se acabó la era Bush. David Gergen, analista y ex alto funcionario en presidencias de ambos partidos políticos, dijo a una cadena de noticias: "esta elección marcó el fin de la larga era de política conservadora en este país... y eso es resultado de la guerra en Irak". Añadió que se trató más de un voto de protesta contra la política de Bush y sus aliados republicanos que en favor de los demócratas.

Por eso ambos partidos son percibidos por la ciudadanía con cierto escepticismo y sospecha. Es evidente que los republicanos sufrieron una grave derrota, pero aún no está claro si los demócratas pueden cantar victoria. El voto fue por "un cambio" aceptan ambos, pero falta ver si son capaces de cumplir con los deseos del pueblo o si una vez más reducen lo que llaman democracia a una obra de teatro.


Rechazo a la guerra en Irak y escándalos determinan la derrota conservadora

Por David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 08/11/06

Washington.– El Partido Demócrata recuperó hoy el control de la Cámara de Representantes y estaba batallando por hacer lo mismo en el Senado en una elección que marcó el principio del fin de la presidencia de George W. Bush y del monopolio político republicano en el gobierno federal.

Las derrotas del Partido Republicano en las elecciones legislativas nacionales celebradas hoy implican severas limitaciones para la agenda política de la presidencia de Bush en sus últimos dos años.

A la vez, la elección manifestó sobre todo el creciente rechazo popular a la política actual en Irak. Los resultados también son consecuencia de los escándalos políticos que han imperado en lo que algunos consideran como uno de los congresos más corruptos en la historia reciente del país.

Los resultados de esta elección ofrecen nuevas oportunidades a quienes se oponen a la guerra y a los promotores de una reforma migratoria, entre otras cosas. Sin embargo, vale recordar que no hay un consenso entre los demócratas sobre estos temas, y que los políticos en este país no sólo no han demostrado voluntad para promover cambios significativos en estos asuntos. Por ejemplo, el nuevo superestrella del Partido Demócrata, el senador Barack Obama, votó en favor del muro fronterizo. Por otro lado, la senadora Hillary Clinton votó por la guerra en Irak y muchos de sus colegas demócratas aún no se atreven a expresar una oposición, y no han presentado una contrapropuesta sobre la llamada "guerra contra el terror" y su frente iraquí.

Pero el hecho de que los demócratas hayan recuperado la mayoría ­y por lo tanto el control­ de la Cámara baja por primera vez en 12 años cambiará la dinámica política dentro de este país.

De igual modo, los demócratas aumentaron su presencia en el Senado con 48 curules aseguradas al cierre de esta edición, y disputaban con márgenes muy cerrados tres puestos (Missouri, Virginia y Montana) que determinarán cuál partido controlará la Cámara alta, algo que hace sólo unas semanas ni se consideraba como posibilidad. Por lo menos una de las contiendas no se definirá esta noche, con la posibilidad de un recuento en el caso de Virginia, donde el margen de diferencia es de unos cuantos miles de votos. Pero gane quien gane la mayoría, ya no garantizará el control pleno de la Cámara alta que hasta ahora gozaban los republicanos, que conquistaron 49 escaños.

De hecho, el Senado podría quedar dividido 50 contra 50. Sin embargo, podría llevar días tener un resultado final.

Nancy Pelosi, líder de los representantes demócratas, ahora está por convertirse en la primera mujer presidenta de la Cámara baja en la historia. "Hoy los estadounidenses votaron por un cambio... y eso es lo que vamos a hacer", declaró ante un público jubiloso de simpatizantes en esta capital. Prometió el Congreso "mas ético, abierto y honesto" de la historia. También declaró que se promoverá "una nueva dirección en Irak" y prometió trabajar por una "economía más justa".

Howard Dean, presidente del Partido Demócrata, declaró que este "es un triunfo muy grande" que "ofrecerá el nuevo rumbo que desea el país", incluida una "nueva dirección" en Irak. Calculó que su partido podría incrementar su presencia en 30 curules en la Cámara baja (necesitaban por lo menos 15 más para ser mayoría).

El representante Rahm Emanuel, coordinador de las campañas demócratas, celebró esta noche la victoria al declarar aquí que "la vieja era de irresponsabilidad se acabó y la de reforma real apenas comienza". Ofreció superar las divisiones entre los partidos para trabajar por los "mejores intereses del país" y "cooperar" con el presidente y su partido en el Congreso para lograrlo.

Aunque la elección no incluyó al presidente, sí giró en torno a George W. Bush y sus políticas bélicas, con noticias cada vez peores desde el frente en Irak, con crecientes voces militares y hasta de conservadores criticando la estrategia de la guerra. Según las encuestas de salida realizadas por un consorcio de las tres principales cadenas nacionales de televisión, 58 por ciento de votantes desaprueban de la gestión de Bush, y 57 por ciento desaprueba de la guerra en Irak.

De hecho, la estrategia de los demócratas a nivel nacional fue convertir la elección en un tipo de referéndum sobre Bush y su guerra (a pesar de que muchos de ellos votaron en favor de la invasión a Irak y aún no se atreven a pronunciarse contra la guerra, sino sólo sobre la manera en que se ha desarrollado).

Varios republicanos, ante un presidente que tiene un índice de aprobación muy bajo, y con una guerra que se ha convertido en una pesadilla política aquí, intentaron distanciarse lo más posible tanto del comandante en jefe como de su guerra. Sólo ayer, Charlie Crist, el candidato republicano a gobernador de Florida (puesto que ahora ocupa el hermano del presidente), decidió de último momento no aparecer junto a George W. Bush en un acto en la entidad, algo que provocó la ira del estratega político presidencial Karl Rove, pero que subrayó la renuencia de varios candidatos a ligar su imagen con la del presidente. Al parecer, según resultados preliminares, Crist tenía razón y ganó su elección.

Hoy estaban en juego las 435 curules de la Cámara baja y un tercio del Senado. En riesgo estaba el monopolio político nacional del Partido Republicano. Aunque técnicamente toda la Cámara baja estaba ante las urnas, en realidad sólo 10 por ciento del total, alrededor de unos 50 escaños, estaban en juego. La estructura particular de las elecciones legislativas estadounidenses casi garantizan la relección de los candidatos en la mayoría del Congreso.

Además de la competencia por el Congreso, se votó para gobernador en 36 entidades y miles de puestos en legislaturas estatales. Junto con ello, los votantes en 37 estados sufragaron sobre iniciativas ciudadanas de toda una gama de temas, incluyendo inmigración, investigaciones científicas, matrimonio gay, aborto y asuntos ambientales, entre decenas de temas más.

Los resultados de lo que fue una de las elecciones nacionales más caras y agresivas en décadas también fueron manchados por miles de quejas de problemas técnicos con las nuevas urnas electrónicas, maniobras de intimidación y supresión de participantes, campañas de desinformación y sospechas de fraude en algunos lugares.

A pesar de las campañas "negativas", de los obstáculos para votar, de las manipulaciones engañosas del electorado por los políticos, frente a deficiencias estructurales del sistema electoral que ponen en duda lo que se define como "democracia electoral", es casi milagroso que los ciudadanos estadounidenses participaran en este proceso y todo indica que lo hicieron en niveles muy altos comparados con las tendencias históricas en comicios nacionales no presidenciales, como éste.

Pero lo anterior también indica la ira y la reprobación provocadas por los escándalos de corrupción y de comportamiento indebido de legisladores que responden al liderazgo republicano.

Entre los resultados, hoy se registran las derrotas del representante Curt Weldon, recientemete puesto bajo investigación por corrupción, como también la pérdida para los demócratas del puesto antes ocupado por el representante Bob Ney, de Ohio, quien está por ser enjuiciado por su participación en la gran conspiración de corrupción encabezada por el cabildero republicano Jack Abramoff, la cual todavía cobrará más víctimas en el gobierno.

Los republicanos también perdieron la curul del representante Mark Foley, quien recientemente renunció al ser enfrentado con pruebas de sus diálogos cibernéticos sexuales con menores de edad que trabajaban como voluntarios en el Congreso.

¿Cambio o más de lo mismo?

Las encuestas de opinión de los últimos días ya habían registrado que la guerra era el tema principal en esta elección. Los resultados abren nuevas posibilidades para las fuerzas antiguerra en el país. De hecho, Cindy Sheehan, la madre de un soldado muerto que se ha convertido en la cara de la oposición a la guerra, y unos 40 manifestantes, protestaron hoy bajo una llovizna frente a la Casa Blanca en demanda del fin de la guerra en Irak.

Con algunos nuevos aliados en el Congreso ­como el senador electo Sherrod Brown, de Ohio, entre otros­ se podría nutrir el optimismo del movimiento contra la ocupación de Irak y Afganistán.

A la vez, la nueva configuración política en Washington también podría abrir una nueva ventana de oportunidad para la promoción de una reforma migratoria limitada, ya que el liderazgo republicano, que apostó con la carta antinmigrante, ya no estará en control de la Cámara.

La táctica antinmigrante no tuvo el éxito que se esperaba en todos los casos. Aunque algunos antinmigrantes fueron relegidos, como el representante James Sensenbrenner ­famoso por encabezar las fuerzas antinmigrantes de la Cámara baja­, otros que emplearon la carta contra los migrantes como punto central de sus campañas, como fue el caso del representante Clay Shaw, de Florida, y J. D, Hayworth, de Arizona, fueron derrotados.

Gobernaciones

En lo que tal vez es uno de los grandes cambios en el panorama político nacional es el aparente triunfo de candidatos demócratas en las elecciones para gobernador.

Arnold Schwarzennegger, como se esperaba, gano su relección a gobernador de California, aunque las noticias para otros candidatos republicanos en las 36 elecciones no fueron positivas.

De hecho, los candidatos demócratas podrían gozar de hasta una decena de triunfos para gobernador. Entre lo más notable está la derrota del candidato republicano Kenneth Blackwell, quien como secretario de estado de Ohio fue el ingeniero electoral responsable de la controversial y disputada elección presidencial en favor de Bush hace dos años.

Mosaico electoral

Entre los elegidos hoy se encuentra el primer musulmán en la Cámara baja, Keith Ellison, de Minnesotta, y sólo el segundo gobernador negro en la historia –Deval Patrick, de Massachussets–, ambos demócratas. También triunfó, en calidad de candidato independiente, el socialista–demócrata Bernie Sanders, de Vermont.

Pero también perdieron varios políticos republicanos moderados, lo cual podría fortalecer la mano del ala más conservadora del Partido Republicano, mientras que, por otro lado, varios de los demócratas triunfantes resultaron ser del ala conservadora de su partido (antigay, antiaborto, pro militares, etcétera).

O sea, aún no es posible caracterizar los resultados de esta elección más allá de que fue una derrota, aunque no abrumadora, para los republicanos, y sobre todo para Bush y su política belicista.

En la primera elección del demócrata Bill Clinton, el lema famoso de su campaña fue "es la economía, estúpido", para enfocar su estrategia electoral en ese punto. En esta ocasión el lema fue, más bien, "es la guerra, estúpido".