Estados Unidos

 

Activistas y veteranos de EEUU intensifican campaña contra la guerra en Irak

Por David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 30/01/07

Nueva York, 29 de enero. Cientos de activistas realizaron hoy una intensa campaña de cabildeo visitando las oficinas de más de 250 legisladores, mientras veteranos de la guerra de Irak comenzaron un esfuerzo nacional para intensificar la presión sobre la legislatura, todo con el objetivo de demandar el fin de la guerra y detener la política bélica de George W. Bush.

Todo esto coincide con el debate legislativo sobre diversos proyectos de ley en torno a la guerra, casi todos expresando oposición a la "nueva estrategia" de Bush que incluye el envío de más de 20 mil tropas adicionales a Irak. Pero algunas de estas iniciativas se limitan a reprobar esta estrategia y por lo tanto sólo expresan "el sentir" del Congreso; otras buscan establecer límites y condiciones sobre el futuro de la participación militar estadounidense en el conflicto.

Algunos legisladores que buscan distanciarse del presidente (entre ellos, varios republicanos), pero que no desean expresar su oposición a la guerra, sólo intentan hacer un pronunciamiento de desacuerdo con la nueva estrategia. Otros desean expresar su repudio a la guerra y afirmar que es hora de buscar fórmulas para un retiro de las tropas estadounidenses. Algunos más buscan un punto intermedio. El hecho es que casi todos los políticos desean buscar una salida de Irak (hasta Bush ha dicho que su estrategia de una "oleada" de 20 mil tropas más tiene el mismo objetivo de llevar esta guerra a su conclusión), pero nadie sabe exactamente cómo lograrlo sin ser culpado por "perder" en Irak y retroceder ante la amenaza "terrorista".

Los líderes del Senado han estado buscando un consenso que atraiga el apoyo de por lo menos algunos de sus colegas republicanos. Por lo tanto, están dispuestos a aceptar ­y limitar su acción­ a sólo una declaración tibia sin condiciones o limitaciones reales a la política bélica de Bush. El líder del Senado Harry Reid ha declarado estar dispuesto a tal "consenso", ya que eso evita que los legisladores demócratas asuman mayor responsabilidad en una guerra que sólo promete mayores desastres en Irak y costos políticos en casa, informó a La Jornada un activista antiguerra que participa en el debate interno entre demócratas en el Capitolio.

Es frente a esto que activistas, veteranos y hasta algunos militares en activo están realizando lo que algunos califican de una "contra–oleada" para insistir en que los legisladores promuevan iniciativas para poner un fin a la guerra, detener el incremento de tropas y prevenir que el conflicto sea ampliado ahora contra Irán. "A ver si podemos enderezarles la columna vertebral a algunos de estos políticos", dijo un participante.

Enviarán mensaje por TV

Tal vez el esfuerzo más notable es el encabezado por VoteVets.org, organización de veteranos de la guerra en Irak que hoy iniciaron un gira de dos días para viajar a siete estados donde se reunirán con otros veteranos, y estrenarán un anuncio de televisión nacional con un mensaje contra el incremento de tropas dirigido a los senadores. El anuncio presenta a un veterano de Irak que dice: "Cuando se trata de Irak, América está dividida. Por un lado uno tiene a dos tercios del pueblo estadounidense, una mayoría bipartidista en el Congreso, el Grupo de Estudio de Irak, y veteranos como nosotros, todos opuestos al incremento (de tropas)". La pantalla se amplia para mostrar que el veterano ha perdido un brazo. Y continúa: "Por el otro lado, está Bush, quien apoya un incremento". Concluye: "si usted apoya un incremento, usted no apoya a las tropas", y el veterano sale de vista de la cámara, pero en la pantalla se lee: "Póngase al lado de las tropas. Alto al incremento".

La organización está encabezada por dos ex capitanes del ejército: Jon Soltz y Jonathan Powers, entre otros veteranos de las guerras del golfo y en Afganistán (más información, www.noiraqescalation.org y www.votevets.org).

A la vez, unos 800 activistas contra la guerra procedentes de 47 estados realizaron hoy un día de cabildeo con el objetivo de llevar su mensaje de poner un alto a la guerra directamente a las oficinas de unos 270 legisladores en Washington, informó la coalición nacional antiguerra United for Peace & Justice. La acción forma parte de las actividades iniciadas el sábado con la marcha y manifestación masiva donde más de 100 mil participantes rodearon el Capitolio para exigir el fin de la política bélica de Bush y el regreso de las tropas a casa.

El único personaje en Washington que insiste en que todo va bastante bien en Irak es el vicepresidente Dick Cheney. "Aunque sin duda Cheney permanece como el vicepresidente más poderoso jamás visto por esta nación, se vuelve cada vez menos claro si cualquiera fuera de la Casa Blanca le cree lo que dice", comenta hoy Dan Froomkin, quien escribe el blog sobre política en el Washingtonpost.com. Sin embargo, la voz optimista aún parece definir la política de Bush.

Esto implica que cualquier medida legislativa que sea aprobada por el Congreso contra la guerra, a menos de que incluya limitaciones al gasto militar para la guerra e imponga condiciones concretas sobre las operaciones militares en Irak, no tendrá ningún efecto más que intensificar el debate nacional sobre la guerra. Bush insiste en que a pesar de la oposición en el Congreso a su plan, "yo he tomado mi decisión y vamos a proceder".

Pero hay precedentes históricos en que el Congreso sí ha condicionado los términos de enfrentamientos militares, y de hecho la Constitución, mientras nombra al presidente como "comandante en jefe", otorga el poder de declarar guerras y de establecer sus dimensiones al Poder Legislativo. Uno de los redactores de la Constitución, James Madison, advirtió que la razón de otorgar al Congreso poderes para limitar las acciones militares del presidente es precisamente porque "el Ejecutivo es la rama de poder más interesada en guerra, y la más propensa a ella", según recuerda hoy el New York Times en una columna editorial.

El gobierno de Bush ha argumentado que si el Congreso insiste en manejar la guerra, debilitará al comandante en jefe y pone en riesgo la seguridad nacional, y además ha repetido que la Constitución otorga al presidente el poder supremo para ser quien decide las cosas en materia de guerra (lo cual no es cierto, por lo establecido por Madison y otros autores de la Constitución).

Por lo tanto, si la presión pública (incluidos los militares) continúa obligando a los legisladores a adoptar mayor autoridad sobre el manejo de esta guerra, podría culminar en un enfrentamiento entre los dos poderes provocando una crisis constitucional.