Matanza en la Universidad de Virginia

 

Virginia fue una tragedia, Bagdad será
una estadística

Por Roberto Bardini
Bambú Press, 20/04/07

El lunes 16 de abril, 33 personas fueron acribilladas a tiros en la Universidad Tecnológica de Virginia por Cho Seung–Hui, de 23 años, un desequilibrado estudiante coreano de literatura inglesa. Las imágenes del rescate de las víctimas en el campus universitario dieron la vuelta al mundo. Se ve a obesos policías que llegaron tarde al lugar, muy agitados, mientras cargan con dificultad cuerpos de muertos y heridos.

El presidente George W. Bush se manifestó “horrorizado” por la matanza y en una breve conferencia de prensa dijo: “Hoy nuestra nación llora por aquellos que perdieron a seres queridos. Le pedimos a la Providencia que lleve consuelo a los que están sufriendo”. La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, afirmó que el mandatario sentía una “profunda preocupación por las familias de las víctimas, las propias víctimas, los estudiantes, los profesores y todos los residentes en Virginia que han hecho frente a este terrible incidente”. Por orden del presidente, las banderas fueron izadas a media asta en todo el país en señal de duelo nacional.

El miércoles 18 las explosiones de cinco coches–bomba en Bagdad mataron a casi 200 personas en el peor atentado desde la invasión multinacional de marzo de 2003. Los ataques ocurrieron pocas horas después de que el módico primer ministro iraquí Hurí al Maliki declarara que su gobierno tomaría el control de la seguridad en el país, que hasta ahora está en manos de 150 mil soldados estadounidenses y británicos. “La calle se convirtió en una piscina de sangre”, dijo a la prensa el comerciante Ahmed Hameed.

Cerca de 650 mil civiles iraquíes murieron luego de la invasión estadounidense al país árabe, según cálculos de expertos norteamericanos y de la universidad de Bagdad publicados por la revista médica británica The Lancet en octubre de 2006. Esa cantidad equivale al 2.5 por ciento de la población de Irak, que tiene 27 millones de habitantes. El diario The Washington Post apuntó que era una cifra 20 veces mayor que la de 30 mil muertes de civiles iraquíes que el George W. Bush había mencionado en un discurso de diciembre del año pasado y más de diez veces los 50 mil muertos civiles contabilizados por el grupo de investigación británico Iraq Body Count. La tasa de mortalidad bruta saltó de 5.5 por mil habitantes, antes de la ocupación estadounidense, a 13.3 por mil actualmente.

A esto hay que agregar que casi siete de cada diez pacientes heridos de gravedad por la violencia en Irak mueren en las unidades de urgencias y cuidados intensivos por la falta de médicos, así como por la carencia de medicamentos y equipamiento, de acuerdo con datos divulgados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra.

La OMS indicó que el 80 por ciento de la población no recibe una atención médica efectiva, el 70 por ciento tiene problemas de abastecimiento de agua potable y sólo el 60 por ciento tiene acceso al sistema público de distribución de alimentos. Para agravar la situación, aumentan los casos de diarrea e infecciones respiratorias en los niños, agudizados por los altos niveles de malnutrición y se convirtieron en la causa de muerte de las dos terceras partes de niños menores de cinco años. La agencia de la ONU estima que el 21 por ciento de niños sufre, además, desnutrición crónica aguda.

La invasión estadounidense y la violencia entre grupos rivales iraquíes tienen más consecuencias. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), indicó que hay dos millones 300 mil refugiados en diferentes países de Medio Oriente, sobre todo en Siria y Jordania, y casi dos millones de desplazados dentro de Irak. Son muy pocas las imágenes que dan vuelta al mundo y muestran el drama que vive Irak.

La masacre en la Universidad de Virginia ocupó el primer lugar en diarios, radios y canales de televisión de casi todo el mundo; fue una tragedia. Los muertos del último atentado en Bagdad –seis veces más que en Virginia– en pocos días más serán números para las estadísticas.


Tiempo de masacre

Por Roberto Bardini
Bambú Press, 20/04/07

Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, el tema de seguridad interior tiene prioridad uno en Estados Unidos. Las Fuerzas Armadas –compuestas por ejército, marina, fuerza aérea, Cuerpo de Marines, Guardia Nacional y Guardacostas– poseen un millón y medio de efectivos, disponen de un presupuesto de casi 500 mil millones de dólares y están consideradas las segundas más poderosas del mundo, después de China. Cuentan con el más sofisticado armamento de tierra, aire y mar con apoyo satelital, y tienen la capacidad de intervenir en cualquier parte del mundo en poco tiempo.

En Estados Unidos existen distintas corporaciones policiales: la Policía Federal, que incluye al FBI, la DEA, el United States Marshall Service y el Servicio Secreto; la Policía Estatal, conocida como State Troopers o Highway Patrol; la Policía de Condado (sheriffs y alguaciles) y la policía para vigilancia de parques, lugares públicos, escuelas y fábricas. A esto se suma el Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN) y la Patrulla Fronteriza.

Fuera de las fuerzas de seguridad existen entre 220 y 230 millones de armas de fuego en poder de particulares, según datos del FBI. Un 33 por ciento de las familias norteamericanas posee al menos un arma de fuego en su casa y al alcance de cualquiera de sus miembros, incluidos los niños. Según estadísticas, 32 mil personas mueren cada año en Estados Unidos por herida de bala, entre los que se incluyen 5 mil niños.

La Asociación Nacional del Rifle, creada en 1871, posee 50 mil instructores de tiro, 14 mil clubes distribuidos en todo el país y la revista The American Rifleman. En 2000, manejaba un presupuesto anual de 80 millones de dólares. Un vicepresidente de la organización, Wayne LaPierre, declaró: “En este país hay 35 millones de aficionados al tiro al blanco, más que al béisbol o al fútbol americano”. La asociación tiene lemas muy edificantes: “Menos leyes y más pistolas” y “Los revólveres salvan vidas”.

Estados Unidos es el único país del continente donde existe la pena de muerte. Se aplica en 38 de los 50 estados de la Unión Americana.

Luego del ataque aéreo a las Torres Gemelas de Nueva York, se creó la Dirección de Inteligencia Nacional, que agrupa a 16 agencias –entre las que figuran la CIA, el FBI y la Agencia de Seguridad Nacional– que intensificaron la vigilancia interior y consumen el 85 por ciento del presupuesto asignado al espionaje en el país.

El 16 de enero de 2006, el ex vicepresidente Al Gore dio un discurso invitado por la American Constitution Society y la Liberty Coalition en el que denunció el espionaje interno a “un número impresionante de ciudadanos” y el monitoreo secreto de “un gran número de comunicaciones telefónicas y mensajes de correo electrónico dentro de Estados Unidos”.

Pero nada de esto parece ser suficiente para evitar fronteras adentro otro flagelo tan fuerte como el “terrorismo internacional”: las matanzas colectivas que, como un padecimiento crónico e incurable, cada cierto tiempo conmueven a los ciudadanos de a pie.

El lunes 16 de abril, 33 personas fueron acribilladas a tiros en la Universidad Tecnológica de Virginia por Cho Seung–Hui, un coreano de 23 años y estudiante de literatura inglesa, quien dejó una nota en su dormitorio en la cual criticaba a los “chicos ricos”, la “degeneración” y los “charlatanes mentirosos” de la universidad.

Fue la peor masacre en la historia de Estados Unidos desde que el 1 agosto de 1966 un francotirador asesinó a 15 personas e hirió a 31 en el campus de la Universidad de Texas, en Austin.

El nuevo ataque también superó la escabechina del Instituto Columbine del 20 de abril de 1999, en la que murieron 12 personas y resultaron heridas otras 24 antes de que los dos asesinos, de 17 y 18 años de edad, se suicidaran.

La matanza en la Universidad Tecnológica de Virginia es el atentado número 23 de este tipo desde mayo de 1992. Estados Unidos figura en el puesto mundial número uno del tétrico ranking. Las causas que originan esta clase de comportamiento patológico hay que buscarlas adentro y no en las cuevas afganas donde se oculta Al Qaeda. Están ahí, en la tierra promisoria, en el país de las grandes oportunidades, y también forman parte del american way of life.