Ucrania

 

Pugna de muchas trastiendas

Por Gabriel Ezkurdia (*)
Gara, Euskal Herria, 26/11/04

Ucrania juega un papel crucial desde el punto de vista geopolítico. se trata de un Estado clave en las ambiciones "neoimperiales" del presidente de Rusia, Vladimir Putin, mientras que para la "expansiva" Unión Europea (UE) y la OTAN es un país determinante en su política hacia Moscú, además de un interesante y potencial mercado.

La crisis política que vive Ucrania tras las elecciones presidenciales del pasado domingo no puede entenderse desde una simple interpretación electoral. La existencia de un fraude electoral no es nada nuevo, ni en Ucrania, ni en el resto de repúblicas ex soviéticas eslavas, Rusia y Bielorrusia, es más, la poca diferencia entre candidatos es síntoma de que el pucherazo no ha sido de proporciones galácticas, como viene siendo habitual en las más "democráticas" votocracias instauradas desde 1990.

Desde la disolución de la URSS y el fin del bipolarismo como eje de interpretación de las Relaciones Internacionales, Ucrania tiene un papel crucial desde una perspectiva geopolítica. Su situación es determinante para la Unión Europea y la OTAN respecto a Rusia. Ni que decir que para Rusia es clave, más aún vistas las ambiciones "neoimperiales" de Putin, su ambición de volver a ser "potencia". Tiene un valor añadido a medio plazo para la expansiva UE, y sobre todo un potencial mercado, excelente si tenemos en cuenta que la economía Ucrania, pese a estar tocada de modo estructural por los mismo males que afectan a las economías de su entorno, no ha visto degradarse el ámbito social como en Rusia o Bielorrusia.

La historia se repite, solo que la situación internacional ha evolucionado. El presidente saliente Kutchma fue el "candidato de Occidente" en su momento. Incapaz de deshacerse de los males estructurales que paralizaban todo intento por ahondar en reformas cruciales, dilapidó gracias a la corrupción y al dinosáurico sistema burocrático los fondos estructurales que a modo de crédito les había concedido el FMI. Para neutralizar su ineficacia respecto a sus mentores occidentales, ahondó en política exterior por erigirse como fiel peón de la OTAN en el área, desafiando así a Rusia. Tampoco funcionó. Diversos incidentes diplomáticos y militares fueron minando su figura "respecto a Occidente". Kutchma pasaba de ser el "hombre de Occidente" a un importante aliado de Rusia.

La mejora de sus relaciones con Rusia, no solo vino derivada de su alejamiento de Occidente. Rusia siempre ha tenido un dominio vital sobre Ucrania: el suministro de gas y petróleo. Sin gas, la obsoleta economía Ucrania no puede producir, sin gas no hay calefacción, sin gas Ucrania no puede vivir. Durante el conflicto de Crimea en los 90, es el ejemplo paradigmático, Rusia cerro "el grifo" del gas, ¡y conflicto terminado! (Chernomirdin, entonces primer ministro ruso era a su vez consejero presidente de la Corporación monopolística rusa Gazprom).

Además, Ucrania tiene una fuerte minoría rusofona en su tercio oriental y es histórico el enfrentamiento entre los ucranianos nacionalistas y los ucranianos rusofilos, por lo que la mejora de relaciones con la "metrópoli eslava", Moscú, neutralizaba toda convulsión de tipo nacional y permitía centrar los esfuerzos del gobierno en ir asentando el modelo autoritario, tan común en el ámbito ex soviético.

Hoy Rusia, Bielorrusia y Ucrania, con evidentes matizaciones, tienen un modelo similar de autoritarismo presidencialista, salpicado de escándalos y "siniestros" acontecimientos también comunes (asesinatos de opositores y periodistas "molestos", por ejemplo).

La evolución de Kutchma hacia Rusia, manteniendo el modelo de "burocracia capitalista", entroncada de modo paralelo con "economía de mercado negra" y atada con un ferreo "autoritarismo votocrático" era lo que "su candidato" Yanukóvich debía garantizar. No es casualidad, que a pesar del romance EEUU-Rusia en torno a la "guerra preventiva", Rusia está siendo rodeada en toda su periferia ex soviética por los EEUU de modo físico. Ucrania no podía ser también un país que desandara el camino hecho por Kuttchma en los últimos años, por lo que era perentorio para el Kremlin que Yanukóvich "ganara las elecciones" "a la rusa". Pero el candidato alternativo de este paripé votocrático ha salido respondón.

Yúshenko, el actual "hombre de Occidente" fue un joven colaborador de Kutchma. Llegó a ser primer ministro, caído en desgracia, que pretende, consciente de los nuevos factores internacionales, reorientar la política Ucrania. Bueno, eso en el programa electoral, ya que luego en la práctica ya hemos visto como el poder fáctico de Moscú sobre Ucrania es lo suficientemente determinante como para que estas propuestas no sean tan fáciles de cumplir. Pero además, las diferencias esenciales entre candidatos respecto a modelo son ínfimas. Si Yanukóvich es el hombre de la minoría rusófila, en toda lógica, Yúshenko es el de los ucranios nacionalistas más occidentales. Si el primero mantiene su hegemonía gracias a la coerción de los aparatos del estado y el clientelismo mafioso del "estado paralelo", el segundo es popular entre las élites más occidentalistas y los sectores, también "paralelos", que abogan por teóricos "cambios radicales". Lo cierto es que tanto uno como otro, tienen vínculos con los sectores capitalistas vinculados a la mafia, un pasado muy parecido y unos condicionantes similares, lo que no permite esperar grandes cambios en el caso de que Yúshenko ganase la pugna.

Ninguno de los dos candidatos ha planteado una política soberana respecto a las potencias que tratan de controlar el país, ya que en estos instantes son meros peones de dichas potencias. Solo Bielorrusia y Rusia han aceptado los resultados, mientras que la UE y EEUU han sorprendido por el grado de "implicación" que han adoptado ante unos comicios "fraudulentos" de "baja intensidad" que como en otros precedentes "podían haber sido homologados". Rusia como la UE o EEUU tratan de garantizar que "sus peones" controlen una gestión totalmente dependiente de factores exógenos e intereses de terceros, por lo que la solución a la crisis está más en el Kremlin en Bruselas y la Casa Blanca que en las calles de Kiev.

El enconamiento de la situación es más mediático que otra cosa, ya que no existen movimientos por el país que puedan hacer pensar en estos momentos un conflicto civil, extremo improbable. Repetir los comicios, reprimir las manifestaciones y el llamamiento a la Huelga General, esperar la sentencias de los recursos o cronificar las protestas, son los ejes sobre los que se ha de solucionar la crisis, todos posibles, siempre en función de la correlación de fuerzas y sobre todo la influencia externa.

(*) Gabriel Ezkurdia: Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).

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