Europa

 

La Constitución europea:

Las 15 razones falsas del PSOE

Por Enric Rodrigo
En Lucha, febrero 2005

Desde su llegada al gobierno, el PSOE ha intentado reorientar la política exterior del Gobierno del Estado español. Dos apuestas han marcado esta reorientación.

La primera, la retirada de las tropas españolas de Irak, como respuesta a un movimiento de masas que logró derrotar al Gobierno del PP tras los atentados del 11-M.

La segunda, el tratado constitucional europeo, que ofrece al PSOE la oportunidad de desmarcarse de lo que Zapatero llama “la política de ultimátum de Estados Unidos”.

¿Se trata realmente de una verdadera alternativa a la política de guerra preventiva de EEUU? ¿A quién beneficiará la Constitución europea? ¿En qué medida avanzará en la defensa de los derechos civiles, sociales, nacionales y políticos? Éstas son preguntas que todos deberíamos ser capaces de responder para poder ir a votar el próximo día 20.

Sin embargo, el Gobierno de Zapatero está negando la posibilidad de un debate abierto sobre la Constitución europea. El talante democrático y el diálogo prometido han sido substituidos por un manifiesto del PSOE donde aparecen 15 falsas razones para ratificar el tratado constitucional.

De las 15 razones publicadas por El País el pasado 3 de enero, hemos seleccionado las que nos parecen las más descaradas. Hagamos un repaso para analizar exactamente en qué consisten.

1 “Por su propio modelo constitucional define un modelo político de libertad y solidaridad.”

Libertad ¿para quién? y solidaridad ¿entre quiénes?, deberíamos preguntarle al PSOE. Y deberíamos ser contundentes al responder.

No estamos ante una verdadera constitución surgida de una asamblea constituyente y sometida a sufragio universal directo. Estamos frente a un tratado internacional multilateral al servicio de determinados intereses muy específicos. La carencia democrática del proceso con el que se ha elaborado este tratado constitucional debería ser la primera objeción para todos aquellos que creemos en otra Europa posible.

2 “Sitúa los valores y los objetivos de la UE (…) incluyendo la paz, la libertad, la democracia, los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres, la justicia, la solidaridad, la economía social de mercado, el pleno empleo, el desarrollo sostenible, la no discriminación por ningún motivo de género, raza, creencia, orientación sexual o cualquier otro, y la erradicación de la pobreza.”

Muy bonito a simple vista, pero poco real.

Hay palabras que pesan más que otras y, cuando sopla el viento, algunas se pierden por el camino.

El artículo 35 de la propia Constitución española reconoce también “el derecho al trabajo (…) sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”. Sin embargo, un estudio del Ministerio de Hacienda sobre los salarios durante el año 2003 revelaba que el salario medio anual de los hombres era un 45% más alto que el de las mujeres, aumentando en 960 euros respecto a la diferencia de 2002.

La Constitución europea no establece los mecanismos necesarios para lograr esos objetivos. Por el contrario, sí los establece para garantizar la economía social de mercado, a la que pone a un “supuesto” mismo nivel que los derechos humanos. Eso sí, una economía de mercado “altamente competitiva” y enmarcada en “un mercado único donde la competencia sea libre”— como dicta el artículo 3 del tratado constitucional.

Y decimos “supuesto” porque, al equiparar al libre mercado con los derechos humanos, éstos quedarán subyugados al desarrollo económico de la Unión Europea. Legitimar las privatizaciones, las deslocalizaciones o el aumento de la precariedad laboral, sin duda, es contrario al desarrollo de la igualdad y la justicia.

Ni igualdad, ni justicia, ni solidaridad. Sólo los más fuertes, los más competitivos, los más salvajes van a salir ganando. Y éstos tienen un nombre, el de las grandes corporaciones europeas.

3 “Refuerza las capacidades de la Unión en política exterior y defensa, consagra el multilateralismo, respeto al derecho internacional, la legitimidad de la ONU y la solución negociada de los conflictos.”

Zapatero está centrando su campaña alrededor de este argumento. En la posibilidad de construir una Europa pacífica que constituya una alternativa a Estados Unidos. Sin embargo, nada nos ha hablado del artículo 41 por el cual la Unión Europea “creará una agencia en el ámbito del desarrollo de las capacidades de defensa, la investigación, la adquisición y el armamento para reforzar la base industrial y tecnológica del sector de la defensa.”

La clase dirigente europea lo tiene muy claro, para construir Europa necesita de un ejército poderoso. Según ellos para prevenir el terrorismo en los estados miembros, pero también para “recurrir a dichos medios en misiones fuera de la Unión”, como señala el mismo artículo 41.

La política de guerra preventiva de la Administración Bush no dista mucho de la que podría seguir la Unión Europea en el caso de que viera peligrar sus intereses dentro o fuera de los estados que configuran la Unión Europea.

4 “Amplía la cooperación entre los países que deseen ir más lejos y más deprisa.”

La alta competitividad defendida por la Unión Europea no permite quedarse rezagado. Como si de una carrera se tratase, esta apuesta por una Europa a múltiples velocidades tan sólo servirá para profundizar en las divergencias ya existentes entre los Estados miembros. ¿Dónde se ha escondido la solidaridad ahora?

5 “Extiende el uso de la mayoría cualificada, definiéndola con el doble criterio de población y número de Estados, reduciendo la paralizante unanimidad.”

Es cierto, se amplia la mayoría cualificada para la adopción de políticas económicas, tales como la liberalización de los servicios.

Dicha mayoría cualificada establecida por el artículo 44 supone el “55% de los miembros del Consejo que represente a Estados miembros que reúnan como mínimo al 65% de la población de dichos Estados”, favoreciendo a los países más fuertes como Inglaterra, Francia o Alemania.

Pero mantiene la unanimidad como criterio para la adopción de políticas fiscales y sociales. Justamente las que deberían ir en dirección hacia la igualdad real de género, el desarrollo sostenible o la no discriminación. Valores supuestamente defendidos por la Constitución, supeditados ahora al libre mercado.

En otras palabras, mientras será excesivamente complicada la adopción por unanimidad de políticas sociales progresistas, será relativamente fácil para los países miembros más poderosos impulsar la privatización de los servicios públicos, tales como las pensiones o la sanidad.

6 “Aumenta la participación de los parlamentos nacionales en las decisiones de la Unión.”

El PSOE miente. Las directrices dictadas por la Unión Europea no podrán ser rechazadas por los parlamentos de los Estados miembros.

El artículo 33 del tratado constitucional sobre el ejercicio de competencias de la Unión establece tres instrumentos jurídicos para su cumplimiento: la ley europea, la ley marco europea y el reglamento europeo. “La ley europea es un acto legislativo de alcance general. Será obligatoria en todos sus miembros y directamente aplicable en cada Estado miembro. La ley marco europea es un acto legislativo que obliga al Estado miembro destinatario en cuanto al resultado que deba conseguirse, dejando, sin embargo, a las autoridades nacionales la competencia de elegir la forma y los medios.”

O sea, con la Constitución europea habrá dos tipos de leyes. Unas de cumplimiento obligatorio a todos sus miembros, y otras de cumplimiento también obligatorio, pero destinadas a uno o más de sus Estados miembros.

Por cuanto al reglamento europeo se trata sólo de un trámite, no legislativo, para la creación de leyes europeas y leyes marco europeas. Ésas deben cumplirse obligatoriamente, algo que al parecer el PSOE ha leído del revés.

7 “Institucionaliza la Convención como método representativo y transparente en el proceso de reforma constitucional.”

El texto constitucional declara que será necesaria la unanimidad de los 25 Estados miembros para la ratificación de su reforma. Esto pone de relieve la enorme dificultad para su reforma. Imposibilidad casi, si pensamos en una reforma progresista en defensa de los derechos sociales.

El Gobierno del PSOE se dedica a pintar con los más bonitos colores una Europa totalmente gris. La Europa de las privatizaciones, los recortes sociales y la militarización.

Lejos de defender los intereses de los trabajadores y trabajadoras que a diario crean la riqueza del viejo continente, el PSOE legitima y hace ley suprema el neoliberalismo salvaje que ha destruido un Estado del Bienestar que la gran mayoría de nosotros ya considerábamos insuficiente.

Movilizar por el NO

La Europa neoliberal ha tenido, y seguirá teniendo, una fuerte oposición en las calles. Ya en 1991, con la firma del Tratado de Maastricht, miles de personas denunciaron el proyecto europeo actual.

El Tratado de Maastricht tenía como eje central la creación de la moneda única, concretándose el 1 de enero de 1993 con la creación del mercado único interior.

Ya entonces se establecían las primeras disposiciones relativas a la política exterior y de seguridad común. Estas disposiciones fueron ampliadas en el Tratado de Ámsterdam, y ahora con el tratado constitucional europeo con la creación de una “agencia en el ámbito del desarrollo de las capacidades de defensa”.

Coincidiendo con el 50 aniversario del FMI y del BM, que se celebró en Madrid en 1994, y con las acampadas por el 0’7% nacía el Movimiento contra la Europa de Maastricht y la Globalización Económica. Reunía a un gran abanico de organizaciones de izquierdas que participarían en el foro “las otras voces del planeta” y en las primeras movilizaciones contra la presidencia española de la Unión Europea en 1995.

En 1997, la presidencia de la Unión Europea volvía a Holanda, país que había visto nacer el Tratado de Maastricht. Y qué mejor forma de celebrarlo que ampliarlo, elaborando el Tratado de Ámsterdam. Lo que nadie debía imaginar fue la participación de más de 1.000 personas, todo un éxito en aquel entonces, en el Foro Alternativo organizado en Ámsterdam, del 12 al 17 de junio, por organizaciones sociales y sindicales europeas bajo el lema “por una Europa diferente”.

Tampoco esperaban la llegada progresiva de más de 50.000 personas a la capital holandesa procedentes de toda Europa —Italia, Austria, Finlandia, Escocia, Estado español, Grecia…—. Gentes que habían partido de tan diversos lugares, creando las Marchas europeas contra el paro, la precariedad y la exclusión social, ahora conocidas como Euromarchas.

Desde el día de su partida, el 14 de abril de 1997, sus críticas a la Europa neoliberal y militarista de Maastricht recorrieron todo el continente.

Si el Tratado de Maastricht suponía las bases económicas de la presente Unión Europea, el Tratado de Ámsterdam hacía lo propio con la política exterior y de seguridad, tímidamente presentada con anterioridad.

En Ámsterdam se creó la figura del Alto Representante para la Política Exterior y la Seguridad Común, quien a la vez sería Secretario General del Consejo Europeo. El primero en ocupar tal cargo fue el ex secretario general de la OTAN, Javier Solana, antiguo ministro del PSOE.

La creciente militarización de la Unión Europea y la aparición del movimiento anticapitalista a finales de 1999 aumentarían el ritmo y el tamaño de las movilizaciones contra el proyecto neoliberal europeo.

En diciembre de 2000, más de 80.000 sindicalistas se manifestaron en Niza ante la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la UE. Éstos pretendían firmar una Carta de Derechos Fundamentales Europeos que no recogía entre otros el derecho al trabajo, a la vivienda o el acceso a los servicios públicos.

Protestas

El descontento contra la agenda de construcción europea, sin duda ha ido en aumento. A pesar del apretado calendario, las protestas ocuparon los seis primeros meses de 2002, cuando el Gobierno español tenía la presidencia de la UE.

La presidencia europea acabó para Aznar siendo una pesadilla. Medio millón de personas se manifestaron en Barcelona el 16 de marzo, y en Sevilla 100.000 personas protestaron contra la UE el 22 de junio, celebrando a su vez el éxito de la huelga general del 20-J.

A pesar de la historia de las movilizaciones contra la Europa neoliberal, entre la izquierda hay a quien le pesa tanto el pesimismo que no quiere ver las posibilidades reales de movilizar por otra Europa posible.

Los partidos nacionalistas de izquierdas, tanto en Euskadi como en Catalunya, donde el No puede ser significativo debido, principalmente, a la cuestión nacional, mantienen una posición contraria a la Constitución. Todo y participar en la campaña unitaria en Catalunya, Esquerra Republicana está poniendo el énfasis en una campaña propia con actos y vallas publicitarias, en lugar de movilizar para los actos conjuntos.

Por su parte, Izquierda Unida no se posicionó formalmente por el No hasta el pasado 17 de enero. Pese a que se anima a los militantes de IU a participar en las campañas en marcha, es previsible que la campaña oficial de IU, anunciada por Llamazares, sea de marcado acento institucional.

Los sindicatos, CCOO y UGT, están apostando por un “sí crítico” de terribles consecuencias para los trabajadores que ven en ellos a su instrumento de lucha más básico.

El rechazo de los sindicatos mayoritarios y la actitud de la izquierda institucional, que apuesta poco por el trabajo de base, es un factor que facilita la más que probable victoria del sí el próximo 20 de febrero.

Posibilidades

Sin embargo, los 10 años de movilizaciones contra el proyecto europeo deben hacerse notar. Siendo conscientes de las posibilidades, conseguir un NO lo más amplio posible debería ser el objetivo de la campaña.

Para lograrlo, hay que tomar como prioridad las movilizaciones. La manifestación del 12 de febrero en Barcelona, ante la cumbre de Zapatero, Chirac y Schröder, será fundamental para visualizar el rechazo al tratado constitucional que será sometido a referéndum ocho días más tarde.

Construir una gran movilización para el 12 de febrero puede marcar la diferencia. No sólo en el resultado del referéndum el día 20, sino también como dinamizador de las luchas que, aprobada o no la Constitución europea, aún están por venir.

Diversas campañas a lo largo del año van a sucederse por toda Europa contra la Constitución del capital y la guerra.

Nuestro rechazo a la Europa neoliberal puede ser también su inspiración.

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