Europa

 

Referéndum 20-F: balance y perspectivas

En Lucha, febrero 2005

Los resultados del referéndum sobre la Constitución europea no han presentado sorpresas notables con respecto a las expectativas inducidas por las encuestas. El sí ha ganado con el 76,73%, a pesar de la baja participación (42,32%). El No ha llegado al 17,24%, superando en 10 puntos las estimaciones de los barómetros de opinión, pero éste ha sido muy desigual a nivel territorial.

La abstención ha sido un factor decisivo, igual que en todas las convocatorias europeas en el Estado español. En esta ocasión, la cifra de participación ha sido menor a la de las últimas elecciones europeas, en junio del año pasado. El PSOE, a pesar de que se arriesgó a no llegar al 40% de participación ha sabido rentabilizar la abstención. Su campaña por el Sí ha estado cuidada al detalle. La actitud general durante toda la campaña ha estado marcada por un intento consciente de evitar el debate, ha preferido una campaña de mensajes suaves, evitando reconocer la existencia del NO, y fundamentada en tópicos y en una constante idealización de su Europa.

El No ha tenido un impacto sobretodo en Catalunya (28,07%), el País Vasco (33,66%) y Navarra (29,22%). La clave de este hecho diferencial tiene que ver con la reivindicación de los derechos nacionales y la correlación de fuerzas en los dos tripartitos. En Catalunya, ERC e Iniciativa apostaron por el No, a pesar de desarrollar una campaña con un carácter institucional y con un cierto desmarque de la Plataforma unitaria por el No. Ezker Batua (EB-IU) y Eusko Alkartasuna (EA) hicieron una campaña más o menos similar en el País Vasco, desafiando al PNV, que tras acallar las voces críticas de los sectores contrarios dentro del partido, lanzaron una campaña por el Sí, vinculando su europeísmo a la idea del nacionalismo democrático, como contraposición a la izquierda abertzale. En el resto del Estado, en muchas provincias, el No ha bordeado el 10%. En otras, lo ha superado ligeramente. (En Madrid, ha llegado al 19,39%)

El resultado desigual de los resultados es, en parte, producto de una campaña irregular y con dificultades para la movilización social. En Madrid por ejemplo, la campaña juntó a decenas de colectivos, pero a pesar de contar con la inclusión de IU y la CGT, los actos centrales han tenido un seguimiento extremadamente reducido. El papel de IU en el intento de impulsar el No ha sido otra vez contradictorio. Sería injusto y poco responsable achacar los resultados del No a la coalición, pero sí que es verdad que la dirección encabezada por Llamazares se ha sumado a la tendencia de lo “suave”, en este caso desde la oposición, para evitar no despegarse de su dinámica de alianza del gobierno. En este sentido, parece que la dirección, a diferencia de muchos militantes que si que han trabajado sinceramente en las plataformas, ha preferido no desgastarse en una campaña difícil. A pesar de ser conscientes de las limitaciones del No, es importante valorar lo obtenido. El rechazo a la Constitución es mayormente de izquierdas. La falta de una izquierda anticapitalista fuerte hace difícil gestionar ese No y darle forma, pero hay que reconocer que la franja que representa es una opción abiertamente antineoliberal y por una Europa social.

El referéndum, independientemente de que el sí tenga una legitimidad realmente frágil, muestra que no podemos despreciar la capacidad de resolución del PSOE ni su maquinaria institucional. Seguramente, igual como pasó con el referéndum de la OTAN, Zapatero utilizará los resultados para reforzar su gobierno y presentarlo como garantía de un apoyo directo a su gestión. El PP, consciente de ello, ha mantenido un papel de apoyo crítico a la Constitución para provocar el desgaste del gobierno, pero no ha conseguido su objetivo. El PSOE ha sido, desde la caída de la dictadura, la fuerza política central en la integración del Estado español en la dinámica capitalista internacional y el proceso globalizador. Su apuesta por la Constitución europea es una defensa del neoliberalismo y el desmantelamiento del estado del bienestar. En la práctica, está todavía por ver cómo y cuándo se desarrollarán estos ataques a un nivel mayor y a una escala global, pero éstos, seguro que vendrán. La lucha de los astilleros en defensa de sus puestos de trabajo y el proceso de deslocalización de empresas es un anticipo de lo que representan las normativas europeas y la complicidad de Zapatero con ellas.

La resistencia que se vaya construyendo a estas medidas, así como el desarrollo de las luchas en todos los sentidos y del movimiento anticapitalista será clave. La luna de miel de Zapatero y los efectos de ésta sobre su electorado desaparecerán tarde o temprano, sobretodo en aquellos que practicaron el voto útil en el 14-M. Lo fundamental, igual que con el referéndum de la Constitución, es no dejarse arrastrar por el fatalismo y animar constantemente la movilización. La campaña por el No, a pesar de sus insuficiencias, ha tenido la función de relanzar parcialmente el movimiento, que tras la victoria del PSOE y la retirada de las tropas españolas de Irak no había tenido la ocasión de desplegarse. Nuestra oposición a la Constitución debe entenderse dentro de un marco más amplio de oposición al neoliberalismo y la guerra. El 19 de marzo, jornada de movilización contra la ocupación de Irak y Palestina será una nueva oportunidad para movilizarnos por otra Europa y otro mundo.

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