Francia

 

Cuando la "vanguardia revolucionaria" sermonea a los indígenas

Por Laurent Lévy
Les mots sont importants, Francia, marzo 2005

Laurent Lévy analiza aquí las grandes líneas de un texto publicado por el Buró Político de la LCR (Liga Comunista Revolucionaria) en reacción al "Llamamiento de los indígenas de la República" (ver en esta edición de Socialismo o Barbarie). El colectivo “Les mots sont importants” se asocia al autor para denunciar la arrogancia y el paternalismo de este texto que hará historia, si la LCR mantiene esa posición, como el símbolo especialmente odioso de una unidad frustrada entre la extrema izquierda francesa y la juventud de la inmigración post colonial. A los miembros del secretariado de la LCR, que exigen a los "indígenas" y sus amigos que "se rectifiquen", nosotros les aconsejamos: ¡cálmense! (Colectivo Les mots sont importants)

"No habrá nunca bastantes voces para denunciar el racismo y las discriminaciones ", declara la dirección del LCR en la respuesta que dan al Llamamiento de los indígenas de la República. Curiosa entrada en materia cuando se trata de atacar frontalmente una iniciativa cuyo objeto es ése, precisamente.

¿Por qué este ataque frontal? Es muy simple:

"Porque no podemos limitarnos a denunciar, es necesario combatir. Y por lo tanto, para construir las movilizaciones, no podemos compartir la problemática de la que es portador el 'Llamado para el Encuentro (Assises) del Anticolonialismo Postcolonial'..." [1]

¡Ah, como si nos contentáramos con denunciar! Si, por ejemplo, nosotros propusiéramos movilizaciones, entonces, no habría problema. Pero el día del Encuentro, no queremos perder a Columbo en la tele. Y el 8 de mayo, convocamos a un baile. [2]

Es necesario para ser totalmente honestos reconocer que vienen a continuación explicaciones más sofisticadas: Se nos acusa, por ejemplo, de denunciar los progresos ideológicos de las fuerzas reaccionarias, y la adhesión de algunos sectores de la izquierda a temas que vuelven la espalda a sus tradiciones: la teoría del "choque de las civilizaciones". Se habría podido imaginar, por ejemplo, que criticasen nuestro análisis, o incluso –y eso nos habría gustado– que hubieran logrado demostrar que nos habíamos equivocado. Pero nada de eso. Para la dirección del LCR, lo que hacemos es "una criminalización de divergencias que existen en las fuerzas progresistas". [3]

¡Nada menos! De donde se puede concluir –puesto que no se niega que estas "divergencias" existen–, que para estos revolucionarios se puede seguir siendo "progresista" calzando los zapatos de George Bush.

Nuestros críticos no vacilan delante de las figuras retóricas. Nos reprochan de esgrimir de manera esquemática los conceptos de "Francia" y de "República", mientras que precisamente, al contrario tratamos, con cuidado, de evitar la retórica de la República en sí, de la República soñada, es decir de la República desencarnada, para hablar de la República real, la que, precisamente, se personificó desde su origen en las políticas coloniales y post coloniales que denunciamos.

Recurren sin vacilar a la simple mentira. Se nos acusa por ejemplo, de ignorar los combates anticolonialistas de una parte de la izquierda, pero nuestro Llamamiento dice bien claro:

“Somos los herederos de esos franceses que resistieron la crueldad nazi y de todos los que se comprometieron con los oprimidos, demostrando, por su compromiso y sus sacrificios, que la lucha anticolonial es indisociable del combate por la igualdad social, la justicia y la ciudadanía.”

Otro ejemplo. Se nos acusa de “reducir todo" a la dimensión post colonial, mientras que un subtítulo del Llamado de los indígenas enuncia expresamente que "el tratamiento de las poblaciones producto de la colonización prolonga –sin reducirse a eso– la política colonial”

Pero todo se explica en la continuación de la "respuesta" de nuestros dirigentes de la LCR. Por supuesto, nunca habrá demasiado voces para denunciar las discriminaciones. Pero es necesario aun que estas voces digan y repitan hasta la saciedad que: “La realidad del mundo actual, más aún que en el pasado, debe comprenderse" a partir de los conceptos de capitalismo e imperialismo”. [4] Fuera de esta afirmación –esquemática también– no hay salvación revolucionaria.

Uno se pregunta por qué no se nos imputa esta idea –perfectamente compatible con nuestro discurso– , cuando al mismo tiempo no se hacen problemas para atribuirnos conceptos que no sostenemos de ninguna manera, o incluso que negamos.

Así, pues, estaríamos apostando a la "división". Consideraríamos que hay una división irreductible entre "colonizados" dedicados al resentimiento, y "colonizadores" dedicados a la culpabilidad:

"Si seguimos el ‘Llamamiento’, habría una especie de herencia hereditaria de la opresión sufrida (y, de contragolpe, de culpabilidad de los opresores) [5]." [6]

De dónde las damas y caballeros de la dirección del LCR sacaron esta "herencia hereditaria" y su extraña "repercusión", es un misterio. Es que si queda claro que los descendientes de esclavos y de colonizados son hoy víctimas de toda clase de discriminaciones (lo que reconocen amablemente estos señores y estas damas), queda igualmente claro que no es por herencia (lo que nadie pretende, pero que nos imputan). Lo que decimos, es que es el efecto de una continuidad de prácticas políticas y relaciones sociales, porque la descolonización no puso fin en su conjunto a cada una de las características de que constituía el hecho colonial. En cuanto a la culpabilidad... ¿de qué habla exactamente? ¿Culpabilidad de quien? Nadie pretende que los descendientes de las personas que viven en un país ex esclavista o colonizador son culpables de estos crímenes.

Más adelante, uno cree soñar:

"Los buenos sentimientos pueden conducir a una muy mala política. Tal es el caso de la que condena por principio toda idea de ley común, decidida democráticamente por el conjunto del pueblo, respetando a todos sus componentes, políticos, sociales, étnicos, religiosos." [7]

Esto suscita dos comentarios. El primero, es que nada en nuestro Llamamiento  condena, (ni menos "por principio") la idea de una ley decidida democráticamente. El segundo –más descarnado, más grave– es que hace mucho tiempo que ninguna ley ha sido "decidida" (sic) "por el conjunto del pueblo, respetando a todos sus componentes...". La idea de que las leyes de la República obedecerían a este criterio es especialmente extraña en la pluma de militantes revolucionarios de tradición marxista. Nunca se habían visto militantes revolucionarios hacer así una virtud de la sumisión a la ley. [8]

Es que de eso se trata, y el ejemplo sobre el cual curiosamente se extienden, vuelve la idea más extraña aun, tanto por su elección como por la manera en que se lo trata. Por supuesto, el ejemplo es la ley antivelo [9] –con respecto a la cual la LCR se ha desgarrado tanto internamente, que parece que su dirección quedó traumatizada–. La paradoja es la siguiente: nuestros dirigentes revolucionarios recuerdan que ellos han "condenado" esta ley como "discriminatoria". Pero ellos nos reprochan calificarla de racista y sexista. Si las discriminaciones de esta ley –que afectan exclusivamente a muchachas musulmanas (y a unos pocos jóvenes sikhs considerados como “daños colaterales”)– no son ni racistas ni sexistas, uno se pregunta de qué discriminaciones habla la LCR. Esperemos que el debate no se refieran a la calificación de la islamofobia como "racista". Entonces tendrían que enfrentar no sólo a  los "indígenas", sino a la casi totalidad del movimiento antirracista en todo el mundo.

Pero nuestros detractores van más lejos, ya que la cuestión de la ley antivelo evidentemente les interesa bastante poco. Es público, por otra parte, que la mayoría de ellos, rechazaba esa ley en cuanto al método, no en cuanto al objetivo perseguido. Consideraban preferible excluir las liceístas con “voile” sin una ley especial. Uno de los autores de la “Respuesta”, dirigente de primer plano de la LCR, dio el ejemplo montando un proceso de caza de brujas contra una de sus alumnas que llevaba “velo” para lograr –antes de la ley y, por lo tanto, fuera de la ley– su expulsión del sistema escolar –y su regreso al espacio doméstico y comunitario–. Lo que les interesa, no es la ley antivelo, incluso la califican correctamente de discriminatoria. Es el propio “velo”. El significado (necesariamente abominable) del velo. Y es a este respecto, y no a la ley, que ellos se indignan:

"Sin embargo no abdicamos de nuestra caracterización de la portación del velo como símbolo de opresión de las mujeres. Hay en la izquierda un debate perfectamente legítimo con respecto a cuestiones como la laicidad, y aun más sobre el significado que toma el llevar el velo presentado como traducción incuestionable de una obligación religiosa. Cómo admitir, sin embargo, el regreso de esas prácticas tan detestables que asimilan como formando parte del enemigo (aquí, el racismo colonial) a los que no comparten en esta materia el análisis del ‘Llamamiento de los indígenas’." [10]

Se leyó bien. Asimilaríamos al racismo colonial a los que no comparten, sobre la cuestión del velo (y no sobre su prohibición) el análisis del Llamamiento de los indígenas. ¡Pero si también se leyó bien el propio Llamamiento –como debieron hacerlo estos revolucionarios que lo comentan detenidamente–, se puede ver que no proponemos ningún análisis de "esta materia"! La única referencia a la cuestión del velo (una frase que podría suprimirse sin que el contenido del Llamamiento varíe) es la crítica a la ley –ley condenada como discriminatoria por la LCR–. Agradecería a los que puedan entenderlo, la explicación de este reproche de “prácticas” detestables de un análisis inexistente. Yo, por mi parte, renuncio.

Después de un golpe similar, el resto pasará más fácilmente. Así pues, este párrafo:

"Es también problemático insinuar, como ha hecho el ‘Llamamiento de los indígenas’, que toda crítica del integrismo y el fundamentalismo religioso obedece necesariamente a una lógica de ‘guerra de las civilizaciones’, y está al servicio del neoconservadurismo estadounidense y de los agentes de Bush.".[11]

¡Lo problemático en esta historia es sobre todo la fórmula "como ha hecho el Llamamiento de los indígenas", puesto qué éste, precisamente, no dice nada de eso! Lo que hace es denunciar los usos abusivos e incontrolados del tema del integrismo, y no denunciar su crítica. Denunciar el hecho de que, sin definir esta palabra, se acusa a todo el mundo y a cualquiera de integrista. Denunciar la forma en que esta palabra es mal utilizada. (Por otra parte, el concepto de "fundamentalismo religioso" está ausente del Llamamiento.)

Para terminar, divirtámonos un poco: se nos acusa, no sin grandilocuencia, "de llevar la desmoralización y la confusión" a las filas de las "fuerzas progresistas y democráticas”. Nos preguntamos si la confusión no existía antes. Pero si lo que se dice es verdad, ellas se desmoralizan muy fácilmente. ¿Pero lo desmoralizante es que un puñado de organizaciones, de militantes hayan lanzado un llamado? ¿O el hecho de denunciar en este llamado cuestiones que estas "fuerzas" se obstinan en ignorar desde hace décadas? ¿O es, también, el eco impresionante que este llamado ha encontrado entre los destinatarios y las victimas de discriminación? ¿Es la perspectiva de la autonomía de sus luchas? "No habrá nunca bastantes voces para denunciar las discriminaciones"; pero para la dirección del LCR, la voz de las víctimas, la voz de los indígenas, manifiestamente, está de más.


Notas:

[1].- Réponse à l'appel post-colonialisme” (Respuesta al Llamamiento postcolonialismo), declaración votada por la mayoría del Buró Político de la LCR, publicada en Rouge, 03/03/05.

[2].- El domingo 8 de mayo se realiza la marcha convocada por los “indígenas de la República”, conmemorando el 50 aniversario de la masacre de Sétif. (Nota de SoB)

[3].- Réponse...”, cit.

[4].- Réponse...”, cit.

[5].- Réponse...”, cit.

[6].- Nota del colectivo "Les mots sont importants” : El comunicado de la mayoría del BP de la LCR, hace un retorcimiento particularmente odioso. ¡Acusa a los “indígenas” de reestablecer así el “derecho de sangre”! En otros términos, el joven negro o árabe que hereda –por su color de piel o su nombre– un estigma que será para él sinónimo de opresión y humillaciones, es comparado al dominante que hereda por la sangre un derecho o un privilegio.

[7].- Réponse...”, cit.

[8].- Nota del colectivo "Les mots sont importants": Recordamos el ejemplo del involucramiento importante –y justificado– de la LCR en el movimiento de desobediencia civil contra las “leyes Drebé” en 1997.

[9].- Nota de SoB: Se refiere a la ley racista e islamofóbica impulsada por el gobierno de Chirac, que expulsa de las escuelas públicas a las jóvenes que lleven “voile”. El “foulard” o “voile” (que se traduce como “velo”), no es un exactamente un velo, sino un gran pañuelo que usan las mujeres de cultura musulmana para cubrirse la cabeza. Ver en Socialismo o Barbarie N° 17/18, “La cuestión del ‘velo’ en Francia: La República imperialista contra los inmigrantes árabes y musulmanes”, por Isidoro Cruz Bernal, con la colaboración de Flor Beltrán, http://www.socialismo–o–barbarie.org/europa/041024_b_lacuestiondelfoulard.htm

[10].- Réponse...”, cit.

[11].- Cit.

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