Reino Unido

 

Los primeros resultados sugieren una victoria agridulce de Blair y un recorte sustancial de la mayoría laborista

Por Rafael Ramos, corresponsal en Londres
La Vanguardia, Barcelona, 06/05/2005

Londres. Tony Blair va camino de convertirse en el primer líder laborista que gana tres elecciones consecutivas pero con una mayoría drásticamente reducida a 66 escaños, según los sondeos a pie de urna publicados por las cadenas de televisión BBC y ITV coincidiendo con el cierre de los colegios electorales a las diez de la noche hora británica.

El primer resultado oficial se conoció cuarenta y cinco minutos más tarde, cuando el laborista Chris Mullin conservó el escaño de Sunderland South pero con bastantes menos votos de lo que esperaba, un motivo de preocupación para Blair y un posible indicio de que los sondeos iban bien encaminados. Lo mismo ocurrió poco después en Sunderland North, donde el candidato laborista triunfó con un ocho por ciento menos de apoyo que en el 2001. La Cámara de los Comunes se halla integrada por 646 diputados, y hacen falta 324 para obtener mayoría.

Si se cumplen los primeros indicios, el laborismo obtendrá alrededor de un 37 por ciento de los votos, los ‘tories’ un 33 por ciento, y los liberal demócratas un 22 por ciento. Y Tony Blair se quedará con un sabor de boca agridulce tras las últimas elecciones que disputa (ha garantizado que no se presentará a las próximas).

Por un lado hará historia con tres triunfos en las urnas, la invención del ‘nuevo laborismo’ y su conversión en partido natural del poder en el Reino Unido, pero por otro habrá sacrificado las carreras de cien diputados como resultado de la guerra de Iraq, el desgaste de ocho años de poder y la creciente hostilidad que los votantes han desarrollado hacia su figura. Aquel primer ministro juvenil que llegó a Downing Street en 1997 parece cosa de la prehistoria, y ha sido reemplazado por un político maduro, con ‘gravitas’ pero deshonesto, carismático y manipulador a la vez, que en cuestiones fundamentales de seguridad nacional ha estirado tanto la verdad hasta que la goma ha estado a punto de romperse.

El ‘Labour’ era el favorito frente a una oposición desprestigiada y que no encuentra su lugar en el planeta político británico, pero la gran cuestión es cuándo se producirá el traspaso de la batuta de Blair a Gordon Brown, canciller del Exchequer y heredero extraoficial del trono. El resultado que sugerían los sondeos podría precipitar el desenlace, pero no sería ideal ni para el uno ni para el otro. El sucesor desearía haberse hecho con el timón con el mar en calma, sin que la nave zozobrara y los tiburones ‘tories’ empezasen a oler sangre.

El pronóstico de la BBC y la ITV tras el cierre de los colegios electorales fue realizada en base a las respuestas de 19.200 electores en 120 circunscripciones representativas del país. Pero las dimensiones finales de la aparente victoria del ‘Labour’ dependen de los resultados en varias decenas de batallas a tres bandas entre el gobierno, los ‘tories’ y los liberal demócratas, donde el voto táctico puede ser decisivo.

Si efectivamente la mayoría laborista queda sustancialmente recortada, el análisis más común será que Blair ha pagado el precio por sus excesos de los últimos años, la total supeditación a George Bush, el apoyo incondicional a la guerra de Iraq, la manipulación de los informes de inteligencia a fin de justificar el ataque, el engaño al parlamento y la opinión pública, el desprecio a las libertades civiles, su obsesión por el control y un estilo de gobierno autoritario, en torno a un pequeño grupo de ‘mandarines’ y amiguetes como su antiguo jefe de comunicaciones Alastair Campbell o el comisario europeo Peter Mandelson, personajes de considerable relativismo moral. El ala izquierda del partido se sentirá reivindicada y pedirá cuentas.

La próxima fecha de referencia en el calendario político británico es el 29 de Mayo, cuando Francia se pronunciará sobre la constitución europea. Si sale el ‘sí’, Blair no tendrá más remedio que cumplir su promesa de celebrar un referéndum similar en el segundo semestre del año que viene que muy bien podría constituir su epitafio político, triunfalmente en caso de victoria y por la puerta trasera en caso de derrota.

A lo más que aspiraban los ‘tories’ en estas elecciones era a salvar los muebles, y pegar una dentellada de más de cincuenta escaños al ‘Labour’ sería considerado un éxito relativo, y una buena plataforma para el ataque definitivo en el 2009 o 2010. Michael Howard salvaría el pellejo y tal vez tendría una segunda oportunidad. Para los liberal demócratas, si se confirma la predicción en torno a un 22 por ciento de los votos, se tratará de un resultado digno pero que no abre la brecha esperada por culpa de un sistema mayoritario que juega en su contra y le pone un techo muy bajo.

Tony Blair ha robado el centro político a los conservadores con su versión humanizada del thatcherismo y puesto patas arriba la política británica, pero el triunfo que pronosticaban anoche los sondeos a pie de urna es en el fondo raquítico para un gobierno con una oposición desmoralizada y en un clima de bonanza económica. Ha pagado en votos y escaños el precio de la guerra.

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