Europa

 

Se abre una crisis política en Francia y la Unión Europea

El pueblo francés dijo NO al capitalismo neoliberal

“Los franceses, ciertamente, han condenado la política social. Pero, más en general, la derrota del SÍ es la derrota de todas las estructuras de encuadramiento de la sociedad, tanto políticas como mediáticas o sociales. Todas ellas hicieron campaña por el SÍ y no fueron escuchadas. Esta fractura entre la «Francia de abajo» y la «Francia de arriba» se revelaba ya en todos los sondeos.” (Jérôme Sainte-Marie, politólogo del lnstitut BVA, 20 Minutes.fr, 30/05/05 )

“Entramos en un período extremadamente difícil.” (Michèle Alliot-Marie, ministra de Defensa)

Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 03/06/05

El domingo pasado se realizó el referéndum sobre el Tratado Constitucional europeo. El rotundo rechazo al esperpento neoliberal denominado “Constitución Europea”, abrió una doble crisis política: a nivel de Francia, en primer término, pero también a nivel de toda la UE. Días después, su derrota aun más categórica en Holanda profundizó más la crisis.

En relación a Francia, esta crisis política se ve potenciada porque, como señala el politólogo citado, tanto el oficialismo del presidente Chirac y su premier Raffarin, como la principal fuerza de “oposición”, el Partido Socialista, se habían jugado por el SÍ. Y no estaban solos. Con ellos se alinearon todos los diarios importantes –desde el derechista Le Figaro, hasta el “progre” Le Monde–, todos los canales de televisión con sus legiones de especialistas en moldear (y embaucar) a la “opinión pública”, toda la gran patronal organizada en la poderosa MEDEF (que amenazaba con el apocalipsis económico si ganaba el NO), y también una parte no despeciable de la burocracia sindical.

Además, cuando las encuestas comenzaron a volverse sombrías, se volcaron al referéndum francés los principales políticos europeos. Una horda encabezada por el canciller de Alemania y el presidente Zapatero de España impulsó desde todos los puntos de Europa una campaña de argumentos terroríficos, como por ejemplo que volverían otra vez las guerras europeas si ganaba el NO. Más “finos” en las formas pero no el contenido estuvieron sectores de la intelectualidad supuestamente “progres”, como el filósofo Jürgen Habermas y el escritor Günter Grass, que exhortaban a los “amigos franceses” a aprobar la Constitución. También acudió al galope la misma Condolezza Rice, que sermoneó a los remisos franceses acerca de la necesidad de que Europa “se siga unificando”, para sostener debidamente a la OTAN y adoptar “una política exterior común” con EEUU.

Los derrotados constituyen, entonces, un amplísimo sector de la dirigencia política, mediática, asociativa, sindical e intelectual... y no sólo de Francia sino de toda Europa. En Francia, Chirac y Raffarin han perdido su legitimidad. Pero lo mismo sucede con la Asamblea Nacional, que habría aprobado la Constitución con más del 90% de los votos de sus diputados si la aprobación hubiese sido por vía parlamentaria. El “recambio” del oficialismo, el Partido Socialista, no ha quedado en mejores condiciones. La mayoría de la dirección apoyó la Constitución y el PS se partió al medio. La segunda figura del PS, Laurent Fabius, rompió la disciplina partidaria y fue una de las cabezas de la campaña por el NO.

En el resto de Europa, las consecuencias no son menores. En esta misma semana, influida por la votación francesa, otro referéndum en Holanda rechazó también la Constitución. Y en Bélgica, cuya capital, Bruselas, es la sede de la Unión Europea, la oposición también se estima mayoritaria.

De todos modos, aunque el Tratado Constitucional fuese aprobado por la mayoría de los países miembros de la UE (los más “prudentes” han evitado hacer referéndums y la están votando calladamente en sus parlamentos), sin Francia no hay Constitución Europea. 

La extrema derecha de Le Pen también se había pronunciado por el rechazo, pero la campaña por el NO fue principalmente patrimonio de la izquierda. El “NO de izquierda” fue impulsado por un abanico heterogéneo de fuerzas políticas, desde las organizaciones de la extrema izquierda, como la Liga Comunista Revolucionaria y Lutte Ouvrière, hasta el Partido Comunista Francés y el ala disidente del PS, encabezada por Fabius. Asimismo, en el “No de izquierda” jugaron un papel importante sectores de luchadores sindicales, asociativos y de la intelectualidad, como los que se expresan en ATTAC y Le Monde diplomatique.

Sin embargo, las fuerzas políticas, sindicales y asociativas que se movilizaron por el  “No de izquierda”, difícilmente, con sus solas fuerzas, hubieran podido vencer al bloque del SI, superando el monopolio casi total de la gran prensa y la TV, que “normalmente” logran encauzar la mayoría del voto popular. Lo decisivo parece haber sido un visceral sentimiento de rechazo y protesta de las masas trabajadoras y populares, de la “Francia de abajo”, que esta vez no se dejó llevar de las narices.

En estos días, en la prensa mundial han podido leerse un millón de tonterías sobre las causas de esta repulsa de la “Francia  de abajo”, que desoyó a sus guías tradicionales. “Decisión irracional”, “xenofobia”, “chovinismo”, “ignorancia”, “irresponsabilidad”, “aislamiento insensato”, “traidores a Europa” son algunos entre la montaña de adjetivos utilizados por la prensa europea y mundial para calificar el voto mayoritario. Sin embargo, pocas veces una votación en los espejismos de la democracia burguesa, la democracia de los ricos, ha sido tan lúcida y racional.

El capital monopolista europeo necesita acabar con lo que resta del “Estado de bienestar” de posguerra

En verdad, para explicar su voto, no hay que poner al pueblo francés en el diván del psicoanalista, como ha hecho la mayoría de los escribas de la prensa burguesa mundial, aquí especialmente los del diario La Nación. Bastan dos datos para ver de dónde viene la cosa.

Por un lado, en los meses previos al referéndum viene creciendo vertiginosamente el desempleo, que a principios de año rompió el techo del 10% (oficial). Y esta cifra, como sucede con las estadísticas de desocupación en todos los países, no refleja completamente ni la magnitud ni los dramas del trabajo. A ello se agrega el avance del empleo “interimaire” (precario), la creciente imposibilidad de los jóvenes de lograr un primer empleo, la no menor imposibilidad de volver a conseguir trabajo para el desocupado de mediana edad, etc., etc.

Por otro lado, mientras la desocupación crece de mes en mes y se amplia el empleo precario, el salario real cae al mismo ritmo. Esta caída de los salarios reales, tanto en Francia como en el promedio de la UE, es una tendencia que lleva años, pero se ha acentuado con el estancamiento en que están las economías francesa, alemana y del conjunto de la UE.

En síntesis, el paraíso neoliberal en marcha: cada vez más desempleo, cada vez menos salario y, como frutilla del postre, un recorte generalizado de gastos sociales en materia de salud, desempleo, vivienda, educación, etc. Éste es el panorama no sólo de Francia sino de todo el continente.

El texto sometido a referéndum venía a dar status constitucional a este estado de cosas. ¿Quién se puede asombrar de su rechazo?

El problema de fondo es que el gran capital europeo continental –con centro en Alemania y Francia– necesita desesperadamente –para reestablecer su competitividad a nivel mundial– dar un salto en la liquidación de las concesiones que debió otorgar después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

El “pacto social” que se estableció en esos años, permitió al capitalismo sobrevivir a la amenaza de la revolución obrera y el “comunismo”, pero eso no fue gratuito. Debió pagar el precio de importantes concesiones a los trabajadores. Pero los 30 años de boom económico mundial le permitieron hacerlo.

Al cambiar el ciclo largo mundial, esas concesiones se han hecho cada vez más “anacrónicas” desde el punto de vista capitalista. En los años 80 y a principios de los 90, se desarrolló un primer ataque generalizado del capital, con avances disímiles. Mientras en Gran Bretaña la Thatcher aplastó a la clase obrera, en el continente todo fue mucho más desigual. Desde 1995, Francia ha sido el centro europeo de la resistencia a la ofensiva del capital.

Ahora, acicateados por una dificultosa situación económica mundial que aquí no tenemos espacio para explicar, [1] los monopolios europeos y sus gobiernos han desatado una “segunda ola” de ataques. En Alemania, el gobierno socialdemócrata ha liquidado conquistas históricas de los trabajadores en varios órdenes, como en el seguro de desempleo. Pero esto ha desatado una crisis política que puede terminar con la división de la socialdemocracia alemana en dos partidos.

En Francia, la ofensiva desatada por Chirac y su premier Raffarin –un hombre directo de la MEDEF–, después de obtener también ciertos triunfos, ha desembocado en la actual crisis política.

Se votó contra el neoliberalismo... ¿pero es posible otro capitalismo?

Lo más probable, es que el escenario de la política francesa no va a ser el mismo que antes del referéndum. El sombrío pronóstico de la ministra de Defensa de Chirac, que citamos al principio –Entramos en un período extremadamente difícil”–, seguramente se va a cumplir.

En este cuadro, las responsabilidades políticas de la extrema izquierda, que jugó un papel de primera línea en el impulso al “No de izquierda”, serán muy grandes.

Por supuesto, el voto de rechazo a la Constitución no implica en su gran mayoría un voto conscientemente anticapitalista, ni menos por una sociedad socialista. Pero su indudable sentido anti neoliberal plantea, tanto a las masas como a todas las corrientes políticas, una gran contradicción objetiva.

Las masas, en protesta por el desastre social y en defensa de lo que resta de las conquistas de posguerra, votaron fundamentalmente contra el neoliberalismo. Pero aquí se plantea la pregunta del millón: ¿Hoy es posible otra forma de capitalismo que no sea la neoliberal salvaje? En síntesis: ¿es posible “otro capitalismo”, un capitalismo de “bienestar social” como fue el de posguerra?

Y aquí, entre los que hicieron campaña por el “No de izquierda”, se dividen las aguas. Por supuesto, Laurent Fabius y el importante sector del Partido Socialista que votó NO, contestan afirmativamente esa pregunta. En el mismo sentido, el PCF viene sosteniendo el proyecto de “otro capitalismo es posible”. La mayoría de los intelectuales de ATTAC y Le Monde diplomatique, están en lo mismo.

Posiblemente la extrema izquierda en general –y la LCR en especial– van a estar tensionadas, entonces, entre dos políticas posibles: ser el “ala izquierda” de una gran coalición “antineoliberal” que inevitablemente será hegemonizada por los Fabius o sostener una política de clase independiente, que trate de apoyarse en las luchas obreras, estudiantiles y asociativas que muy posiblemente se van a desarrollar alentadas por la derrota y la crisis política de la “Francia de arriba”.


Nota:

[1].- Las tensiones de la actual situación económica mundial, y en especial del capitalismo europeo, son sintéticamente analizadas por Michel Husson en “La economía mundial desequilibrada” (edición del 13/02/05 de Socialismo o Barbarie Internacional – www.socialismo-o-barbarie.org )

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