Europa

 

Una pseudo Constitución imposible de modificar y que consagra el neoliberalismo como norma constitucional

Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 03/06/05

El Tratado con 448 artículos que se quiso hacer pasar como “Constitución Europea”, tiene el primer inconveniente de que no es realmente una “Constitución”. Y no lo es en varios sentidos.

En el terreno mismo de la democracia burguesa más consecuente, una “Constitución” o “ley fundamental” de un estado, emana de un “poder constituyente” que se supone que reside en el “pueblo soberano” integrado por “ciudadanos libres e iguales”. La voluntad del “pueblo soberano” se expresaría a través de “representantes” que, reunidos en Asamblea Constituyente, establecen esa “ley fundamental” de la nación. Con algunas excepciones, ésa ha sido la “norma” democrático-burguesa por excelencia.

Por supuesto, hay una enorme cuota de ficción en todo esto, ya que si el “pueblo” está dividido en clases sociales –explotadores y explotados, dominantes y dominados, ricos y pobres–, y por lo tanto los “ciudadanos” no son verdaderamente “iguales”, en la realidad son los intereses de las clases dominantes las que tienden a consagrarse en los textos constitucionales. Por eso, el artículo fundamental de todas las constituciones burguesas es el que establece que la propiedad privada capitalista es inviolable.

Sin embargo, la “Constitución Europea”, no cumple ni siquiera los requisitos mínimos de “legitimidad” desde los limitados puntos de vista democrático-burgueses. No ha habido ninguna “Asamblea Constituyente Europea”. La pretendida “Constitución” ha sido elaborada en oscuras negociaciones a puertas cerradas entre los gobiernos, la burocracia de Bruselas –sede de la Unión Europea– y los “expertos” de los monopolios. En la mayoría de los países va a ser silenciosamente aprobada en los respectivos parlamentos. Sin embargo, esta “Constitución”, tan fácil de aprobar, es al mismo tiempo prácticamente imposible de modificar. Para cambiar algo, se necesitaría la unanimidad de los países de la Unión. Pero mucho más grave que esta ilegitimidad “de forma” es el contenido de la pretendida “Constitución”.

Un texto constitucional “normal” es un breve conjunto de normas generales que establecen los derechos, garantías y obligaciones de los ciudadanos y trazan los grandes rasgos del régimen político y sus instituciones (por ejemplo, si es presidencialista o parlamentario, federal o centralista, qué poderes y cómo se eligen, etc.).

Como ya dijimos, las Constituciones burguesas “normales” son burguesas; o sea, consagran el “derecho” a la propiedad privada de los “medios de producción” (fábricas, tierras, comercios, etc.). Pero no establecen la políticas concretas que deben seguir los gobiernos. En teoría, en los mismos marcos del capitalismo, puede haber gobiernos burgueses con políticas relativamente diferentes.

Por ejemplo, a nivel de la política económica, puede haber gobiernos neoliberales que privatizan todo, liquidan las “leyes sociales” que protegen algunos derechos del trabajador, destruyen los sistemas estatales de retiro (jubilación), salud, educación y terminan con los subsidios de desempleo, y dan “piedra librea” al canibalismo de los monopolios. También, teóricamente, puede haber gobiernos igualmente burgueses que, por distintos motivos, establecen ciertos límites a la voracidad insaciable del capital, mantiene estatizados distintos servicios públicos, dan concesiones a la clase trabajadora, etc. También en teoría, el “pueblo soberano” mediante el voto puede cambiar la política general, cambiando a los gobiernos que la aplican.

Lo “genial” de la fallida “Constitución Europea” es que no se limita a establecer algunas normas generales como hacen todas las constituciones. En sus 448 artículos legisla minuciosamente sobre las más variadas materias, especialmente en el plano económico, donde adopta las más crudas normas neoliberales. De esa forma, las políticas económicas neoliberales se convierte en normas constitucionales, de cumplimiento obligatorio para todos los países de la Unión, cualquiera sea su gobierno y el programa con que haya sido votado por el “pueblo (supuestamente) soberano”.

Si a eso agregamos que la Constitución es prácticamente imposible de modificar, se entiende el interés del capital monopolista europeo por aprobarla: ¡neoliberalismo salvaje de aquí a la eternidad!

Por supuesto aquí es imposible hacer un análisis de un texto cuyo tamaño se acerca más al de una guía telefónica que al de una Constitución. [1] Digamos solamente que está estructurado alrededor de la norma neoliberal pura y dura de “competencia libre y no falseada”, concepto central con el que se machaca a lo largo del texto. A partir de allí se despliega la parafernalia neoliberal más extrema: privatización y liberalización de los servicios incluso “más allá de lo necesario” (¡textual!), prohibición de subvenciones públicas por motivos sociales, librecambismo desenfrenado, rechazo a cualquier tipo de armonización social o fiscal en relación a los países pobres recién ingresados, independencia absoluta del Banco Central Europeo que lleva adelante una política monetarista dictada por el capital financiero del continente, etc.

A nivel político, las cosas no son mejores. La Constitución consagra a la Unión Europea como un aparato semi-estatal antidemocrático, colocado por encima de los pueblos del continente. No hay mecanismo institucional alguno de tipo democrático-burgués, por el cual los pueblos europeos puedan influir en la UE y sus decisiones. En un continente donde la norma son los regímenes parlamentarios, el llamado “Parlamento Europeo” –único organismo de elección popular– es un circo deliberativo y consultivo, sin poder real.

Por último, digamos que los partidarios del “SI de izquierda”, el PS y sus acólitos “progres” de Francia y el resto de Europa, tenían como uno de sus grandes argumentos, que la Constitución permitiría tener una política exterior y de defensa común, contrapuesta a las aventuras militares de Washington. Pero este tema finalmente se les volvió en contra. Es que el texto mismo de la Constitución establece que cualquier política de seguridad y defensa común deberá ser “compatible” con la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), estatutariamente comandada por un general de EEUU que recibe sus órdenes de Washington.


Nota:

1.- Un buen análisis del texto puede leerse en el artículo de Bernard Cassen, “Cinco puntos clave del Tratado Constitucional”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, mayo 2005, reproducido en la Edición del 15/05/05 de Socialismo o Barbarie, revista internacional en la web ( www.socialismo-o-barbarie.org ).


Unión Europea: fechas y datos

* Estados miembros: Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos (Holanda), Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa y Suecia.

* En trámite de ingreso: Bulgaria, Croacia, Rumania y Turquía.

* Inicios: En 1950 el Ministro de Asuntos Exteriores francés, Robert Schuman, propuso integrar las industrias del carbón y el acero de Europa Occidental. Como resultado de esa propuesta, surgió en 1951 la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), con seis miembros: Bélgica, Alemania Occidental, Luxemburgo, Francia, Italia y los Países Bajos.

* Los Tratados de Roma y la CEE: Luego de unos años, estos mismos seis países decidieron avanzar e integrar otros sectores de sus economías. En 1957 firmaron los Tratados de Roma por los que se crearon la Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euratom) y la Comunidad Económica Europea (CEE). Los estados miembros querían así eliminar las barreras comerciales entre ellos y crear un "mercado común".

* Fusión de las tres comunidades: En 1967 se fusionaron las instituciones de las tres comunidades europeas. A partir de entonces sólo existió una única Comisión y un único Consejo de Ministros, así como el Parlamento Europeo (en 1979 se celebraron las primeras elecciones directas a ese parlamento).

* Maastricht y la creación de la Unión Europea: El Tratado de Maastricht (1992) introdujo nuevas formas de cooperación entre los gobiernos de los estados miembros, por ejemplo en defensa y en justicia e interior. Al añadir esta cooperación intergubernamental al sistema "comunitario" existente, el Tratado de Maastricht creó la Unión Europea (UE).

* La moneda única, el euro: En 1992 la UE inició una unión económica y monetaria (UEM) que supondría la introducción de una moneda europea única gestionada por un Banco Central Europeo. La moneda única (el euro) se hizo realidad el 1 de enero del 2002 y reemplazó a las monedas nacionales en 12 de los 15 países de la Unión (Bélgica, Alemania, Grecia, España, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Austria, Portugal y Finlandia).

* Expansión: A los seis integrantes iniciales de la Comunidad Económica Europea se fueron sumando otros países que hoy componen la Unión Europea. Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido se unieron en 1973, seguidos por Grecia en 1981, España y Portugal en 1986 y Austria, Finlandia y Suecia en 1995. La Unión Europea acoge a diez nuevos países en 2004: Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y la República Checa. Bulgaria y Rumania esperan unirse en 2007 y Croacia y Turquía comienzan las negociaciones de adhesión en 2005.

* El Tratado de Niza: El Tratado de Niza, que entró en vigor el 1 de febrero del 2003, fijó nuevas normas sobre las instituciones de la UE y su forma de trabajo. Este Tratado de Niza iba a ser reemplazado en el 2006 por la Constitución de la Unión Europea, que fue rechazada por el referéndum francés.

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