Atentado en Londres

 

Declaración de la corriente internacional Socialismo o Barbarie

Repudiamos los atentados de Londres

El terrorismo de Al Qaeda aparece justo cuando grandes movilizaciones
de masas protestan contra el G-8

Expresamos nuestra más categórico repudio a los atentados contra líneas del metro y buses de Londres. Como en el caso del 11 de marzo de 2004 en Madrid, se atenta contra transportes públicos y en horas en que viajan principalmente trabajadores, estudiantes y gente común que van a sus empleos o lugares de estudio. ¡Ninguno de los responsables y/o beneficiarios de las atrocidades cometidas en Irak y otros países islámicos por el imperialismo yanqui y su cómplice Tony Blair es afectado por esos ataques!

Queremos entonces expresar, en primer lugar, nuestra solidaridad humanista y de clase con los hermanos trabajadores británicos que han sido víctimas de los atentados.

Pero también esto merece una reflexión sobre el papel nefasto que cumplen las corrientes como Al Qaeda. Al igual que los del 11 de septiembre, los atentados de Londres les hacen el juego a los dirigentes del imperialismo, porque crean en las masas una gran confusión política. ¡Bush no hubiese podido emprender su campaña guerrerista mundial sin el magnífico pretexto que le proporcionaron los atentados del 11 de septiembre de 2001! Le sirvieron en bandeja el justificativo para legitimar la invasión y ocupación de Afganistán e Iraq y el intento –que está fracasando– de hacer de esa región una colonia petrolera.

Los atentados de Londres se producen también en un momento que no podría ser más oportuno para los fabricantes de guerra y miseria que se agrupan en el G-8 y que están reunidos en Gleneagles, Escocia; y sobre todo para el criminal de guerra George W. Bush.

Los presentes en la reunión del G-8 son una pandilla de gobernantes en crisis. El imperialismo yanqui está empantanado en Iraq, sin poder derrotar a la heroica resistencia popular ni estabilizar un gobierno títere. Bush, por ése y otros motivos, enfrenta una crisis política y una pérdida creciente de apoyo. Sobrevive porque en medio de esa crisis aún no ha irrumpido una gran movilización popular contra la guerra. A su principal cómplice, Tony Blair, las cosas no le van mejor, y ya ha debido anunciar su próximo retiro de la vida política. Chirac viene a la reunión del G-8 vapuleado por el masivo NO del referéndum constitucional. Schöreder –canciller de Alemania– y Berlusconi –primer ministro de Italia– son dos cadáveres políticos debido al repudio popular a sus medidas neoliberales.

Los acontecimientos que rodearon a la misma reunión del G-8, reflejaban la situación difícil por la que están pasando los principales gobernantes del imperialismo, así como la crisis de sus políticas. En la lujosa mansión de Gleneagles, estaban rodeados por las movilizaciones de repudio y no podían asomar ni la nariz. Cientos de miles de manifestantes habían desbordado las calles de Edimburgo y otros tenían sitiado el lugar de la reunión. La charlatanerías acerca de la la pobreza en África, la preservación del medio ambiente y otras fábulas con las que trataron de dar un color simpático a la reunión, se estaban viniendo abajo ante los ojos de la opinión pública mundial.

En esos precisos momentos, lo de Londres viene a poner todo al revés. Viene a crear la mayor confusión y a dar credibilidad a la patraña de la “guerra contra el terrorismo”. Viene a hacer que pasen a un segundo plano los más de 100.000 iraquíes asesinados por las tropas de Bush y Blair desde que comenzó la ocupación. Viene a facilitar que se ponga un signo igual entre esos atentados y la heroica resistencia iraquí. Viene a dar combustible a la “islamofobia”, que la burguesía europea utiliza para discriminar y reprimir a la población trabajadora de origen inmigrante. Viene a legitimar el cuento del “choque de civilizaciones”, con el cual el imperialismo yanqui justifica ocupar Medio Oriente... y apoderase de sus reservas petroleras. Viene a legitimar los crímenes de Sharon en Palestina y las torturas de Bush en el campo de concentración de Guantánamo.

En esta situación cabe repetir lo que decíamos en ocasión del atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid:

“Las masas trabajadoras y populares de EEUU y Europa se enfrentan a un grave peligro. Las aventuras coloniales de sus gobiernos imperialistas las están convirtiendo en el blanco inocente de las respuestas terroristas a esas agresiones. Esos gobiernos quieren aprovechar los atentados, como hizo Bush el 11 de septiembre, para ganarlas políticamente e involucrarlas en esa guerra para esclavizar a la mayoría de la humanidad que vive en los países pobres.

“Esta perspectiva sólo promete más sangre y violencia. La única salida de los trabajadores españoles, británicos, estadounidenses y de los otros países involucrados en la falsa ‘guerra contra el terrorismo’, es la lucha contra sus propios gobiernos imperialistas. ¡Fuera el imperialismo de Irak, de Medio Oriente y de todo el Tercer Mundo! Es sólo bajo esta consigna que podrá haber paz, respeto y amistad entre los pueblos, y que los odios raciales y fanatismos religiosos callarán para siempre. Por eso, la tragedia de Madrid [y ahora lo sucedido en Londres] plantea con más fuerza que nunca el dilema de nuestra época: ¡Socialismo o barbarie!

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