Atentados en Londres

 

Por qué las bombas

Por Xavier Batalla, 22/07/05
La Vanguardia, Barcelona

Es inevitable que la campaña de atentados que sufre Londres suscite la cuestión del porqué la capital británica ha sido elegida por los terroristas. Desde los trágicos acontecimientos del pasado 7 de julio, Tony Blair se ha esforzado en separar las acciones terroristas de la guerra de Iraq, en la que marcó el paso de Bush. La posición del primer ministro, sin embargo, no es compartida por amplios sectores, como demuestran los sondeos realizados antes de los atentados de ayer. Según una encuesta publicada por The Guardian, dos de cada tres británicos consideran que el 7-J está vinculado con la invasión de Iraq.

Los atentados de ayer culminan una semana nada afortunada para Blair. El Royal Institute of International Affairs, think tank de prestigio internacional y considerado independiente, publicó un informe en el que se afirma que la guerra de Iraq ha favorecido el reclutamiento de terroristas islamistas y la financiación de Al Qaeda. Después, el Centro Conjunto de Análisis Terrorista, que coordina las agencias gubernamentales responde sables de la lucha contra el terrorismo, vinculó la situación en Iraq con el riesgo de atentados. Y, para redondear el asunto, el alcalde de Londres, Ken Livingstone, se despachó a gusto cuando le preguntaron el porqué de los atentados en Londres. El alcalde citó 85 años de intervenciones occidentales en Oriente Medio, desde Lawrence de Arabia hasta las actuales presiones sobre Irán, pasando por la tolerancia occidental ante el arsenal nuclear de Israel. Livingstone recordó que Estados Unidos financió grupos islamistas como el de Ossama Bin Laden en la guerra contra los soviéticos en Afganistán. Y, finalmente, afirmó que las invasiones de Afganistán e Iraq "no habían ayudado". Al día siguiente, después de verse en la primera página de The Daily Telegraph como enemigo de Gran Bretaña y en compañía de dos imanes, el alcalde decidió rectificar el tiro.

Las interpretaciones del terrorismo islamista que han tenido más fortuna hasta ahora cabe distribuirlas en tres grupos distintos. Bernard Lewis, fuente de inspiración neoconservadora, y Samuel Huntington, autor de Choque de civilizaciones (Paidós, 1989), son partidarios de la interpretación religiosa o cultural. Esta visión tiene un inconveniente o una recompensa, según cuál sea la posición del observador. Si se acepta, la recompensa para Occidente es clara, ya que, si la clave es la religión, Occidente queda absuelto de toda responsabilidad.

Oliver Roy no comparte esta interpretación. Para Roy, los ataques terroristas se suceden en Occidente porque la violencia islamista se inspira en la política, no en la religión. Roy ha escrito: "Al Qaeda no ha atentado contra la basílica de San Pedro, sino contra las Torres Gemelas y el Pentágono".

Una tercera interpretación es la histórica, es la que Gilles Kepel defiende. Kepel ha traducido en su obra The war for muslims minds: islam and the west (Cambridge, 2004) una parte del libro del egipcio Ayman Al Zawahiri, mano derecha de Bin Laden. El trabajo de Al Zawahiri, Knights under the profet´s banner, es considerado como el manifiesto de la yihad global, y Kepel, después de analizarlo, ha concluido que el islam yihadista es una consecuencia de las intervenciones occidentales y del apoyo que la Administración Reagan prestó en la guerra de Afganistán al wahabismo, que en la década de 1980 fue elevado a la categoría de teología de la liberación islámica para expulsar a los soviéticos. La yihad se hizo global después porque Al Zawahiri propuso cambiar el objetivo del "enemigo próximo" (mundo árabe) por el "enemigo lejano" (Occidente). Y a aquellos que podían dudar ante la utilización de la violencia, Al Zawahiri les explica en su libro que el terrorismo es legítimo contra gobiernos y poblaciones occidentales porque "sólo conocen el lenguaje del egoísmo apoyado por la fuerza militar". Es decir, parece que el terrorista prefiere la interpretación histórica, incluido Iraq, para atacar en Londres.

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