Europa

 

Grandes desafíos a los que se deben enfrentar en el norte irlandés

Gara, 30/07/05

La apuesta del IRA por una vía exclusivamente política para lograr sus objetivos y su compromiso de concluir el decomiso de su armamento abre la puerta a analizar otras cuestiones claves en el proceso de paz que requieren la atención de los políticos norirlandeses y las administraciones de Londres y Dublín.

Unionistas: a pesar del recibimiento que la declaración del IRA ha tenido nacional e internacionalmente, los políticos unionistas siguen dudando de su compromiso y han advertido de que necesitarán meses para aceptar que las palabras del IRA se han transformado en acciones. Es por ello que se espera que los unionistas continúen con su política de oposición al proceso de paz y obstaculicen en lo posible cualquier avance inmediato en el proceso político o en la implementación del Acuerdo de Viernes Santo.

Se comenta que no será posible iniciar una negociación con posibilidad real de acuerdo hasta el próximo año. Los unionistas basarán su decisión en los informes de la Comisión de Monitoreo, que emite resoluciones basadas en informaciones policiales. Sinn Féin ha denunciado en incontables ocasiones la parcialidad de la información y, consecuentemente, de los informes producidos hasta la fecha. El secretario de Estado británico, Peter Hain, anunció ayer que la Comisión producirá dos informes en los próximos meses, en octubre y enero.

Paramilitares lealistas

Durante años la atención mediática y política se ha centrado en las actividades del IRA e ignorado los crecientes niveles de violencia creados por grupos paramilitares lealistas con los enfrentamientos entre las diferentes secciones del lealismo y sus ataques contra nacionalistas y republicanos. En estos momentos, UVF y LVF se encuentran enfrentados en barriadas de Belfast y sus alrededores, y éstos enfrentamientos se ha saldado con la muerte de dos hombres y el éxodo forzado de familias protestantes.

Que todos los grupos paramilitares lealistas ­especialmente el LVF y UDA­ están involucrados en actividades criminales como proxenetismo y tráfico de drogas es sabido tanto en el ámbito comunitario como político. Sin embargo, la acción policial en contra de grupos paramilitares lealistas ha sido muy limitada, así como las condenas por parte de políticos lealistas.

En su comunicado, el IRA mencionaba la preocupación por parte de sus voluntarios de que las comunidades nacionalistas y republicanas se transformen en foco de los ataques lealistas ahora que el IRA no actuará para defenderlas. Si ello ocurriera y no se produce una reacción inmediata por parte de Londres y las fuerzas de seguridad, los grupos disidentes republicanos opuestos al Acuerdo de Viernes Santo podrían ganar adeptos y desequilibrar el proceso de paz.

Desmilitarizacion

El Gobierno británico mantiene alrededor de 15.000 soldados en el norte de Irlanda, el doble de los efectivos presentes en la ocupada Irak. Así, el sur de Armagh continúa siendo el área más militarizada de Europa, con presencia militar en torretas de vigilancia y cuarteles militares.

El pasado mes de diciembre, el compromiso del Gobierno británico era el de «normalizar» la situación y reducir el número de tropas a 5.000 efectivos. Los republicanos quieren la salida de todos los soldados británicos de Irlanda.

Sin embargo, cualquier plan de desmilitarización inmediato contará con la oposición unionista hasta que estos consideren que se ha demostrado que el IRA ha cumplido con su palabra. Por otra parte, unionistas y británicos podrían usar la excusa de las actividades de grupos disidentes republicanos para retrasar la retirada de tropas.

Policia

El tema de la fuerza policial presenta un desafío tanto para el Gobierno británico como para Sinn Féin. Unionistas y Londres exigen a los republicanos su participación en el Consejo Policial. Esta organización supervisa las actividades de la Policía norirlandesa y a la vez la provee de un halo de aprobación por parte de las comunidades y el estamento político. Sin embargo, Sinn Féin mantiene que, para que ello ocurra, el Gobierno británico deberá cumplir totalmente su compromiso de reforma policial, aguado por las concesiones a los unionistas, que se oponen a cualquier cambio en las estructuras.

Para Sinn Féin, las recomendaciones contenidas en el informe del ahora comisario europeo, Chris Patten, son la base de un compromiso y, por ello, exige que, tal y como se recoge en ese documento, se disuelvan los servicios secretos y de inteligencia policiales, finalice el uso de las balas de goma y que las actuaciones policiales sean más transparentes.

A ello se suma el deseo de Sinn Féin de que se transfiera el control de las fuerzas de seguridad, que ahora controla Londres, a la Asamblea legislativa de Belfast.

Transferencias

El Acuerdo de Viernes Santo establece áreas particulares de responsabilidad para el Gobierno autónomo norirlandés y áreas de cooperación entre los gobiernos de Dublín y Belfast. Sin embargo, las competencias de las fuerzas de seguridad en el norte de Irlanda y la justicia permanecen en manos británicas.

En los últimos encuentros negociadores, Sinn Féin ha planteado la necesidad de una revisión de la transferencia de poderes de Londres a Belfast, y ha exigido que tanto la Policía como las estructuras de justicia pasen a las manos del Gobierno autonómico. Desde el punto de vista de la judicatura, los republicanos podrían considerar que su independencia es dudosa cuando todos los jueces norirlandeses son obligados a jurar lealtad a la reina británica.

Igualdad y DDHH

Sinn Féin exige que la legalidad y las actuaciones oficiales norirlandesas tengan una clara base igualitaria y de respeto a los derechos de los ciudadanos. Es por ello que exige mayores recursos, compromisos así como salvaguardas para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos norirlandeses.

Una vez más, los unionistas se oponen a esta agenda, que consideran favorecerá a los republicanos como históricamente la desigualdad les ha favorecido a ellos.

Una Irlanda Unida

Este es el desafío para el Gobierno irlandés: demostrar su voluntad de transformar una aspiración histórica en una realidad. Sin embargo, no todos los políticos irlandeses hacen suya la idea de una Irlanda unida. A muchos les preocupan más las implicaciones económicas de esta unidad que la lucha de sus antepasados. Incluso para presentar un documento de discusión, el partido mayoritario en la coalición de Gobierno, Fianna Fail, podría tener problemas con su socio minoritario, que en la figura del ministro de justicia, Michael McDowell, representa una postura claramente anti-republicana y neoliberal que no casa con el concepto de ideales o aspiraciones nacionales, y que no ha dudado en repetidas ocasiones en minar los esfuerzos y declaraciones del primer ministro irlandés, Bertie Ahern, durante los procesos negociadores.

Reinstaurar instituciones

A pesar de que a Londres, Dublín y Sinn Féin les gustaría un retorno inmediato a las instituciones, ello tendrá que esperar. Los unionistas ya apuntaban en los pasados meses que en el caso de que el IRA respondiera positivamente a la propuesta de Adams, les podría llevar meses estar lo suficientemente seguros de la veracidad de sus acciones, y aceptar compartir las instituciones con Sinn Féin.

A los unionistas se les exige el compromiso de que no utilizarán la estabilidad del Gobierno irlandés como moneda de cambio para conseguir sus exigencias. El Gobierno británico retirará la legislación que le permite suspender las instituciones de forma unilateral.

Desarrollo

Tras años de conflicto e inestabilidad, el norte de Irlanda no ha vivido el boom económico que se ha manifestado en la República irlandesa. Los niveles de desempleo, pobreza y marginación son preocupantes en Belfast. Sinn Féin ha exigido a Londres y a Dublín un compromiso financiero que ayudaría a desarrollar las infraestructuras y las capacidades de la fuerza laboral para asegurar un crecimiento económico que favorezca al proceso de paz.

Preocupación y optimismo para católicos y protestantes

En el norte de Irlanda la declaración del IRA era esperada con ansiedad por distintas razones. Para quienes aún sufren la violencia lealista y la complacencia policial a diario, el anuncio del IRA se siente como una traición. Sin embargo, para la mayoría, el contenido del comunicado era el esperado. El voto republicano en áreas el norte y oeste de Belfast es una clara muestra del apoyo a la estrategia de Sinn Féin, y once años de alto el fuego han «normalizado» las vidas de muchos activistas republicanos.

Sin embargo, en las comunidades la preocupación es saber cómo se llenará el vacío creado con la marcha del IRA. Muchos temen que podrían transformarse en objetivo seguro de los lealistas, que ahora no temerán acciones de defensa por parte del IRA en zonas fronterizas entre comunidades nacionalistas y lealistas. A otros les preocupa el impacto que ello tendrá en actividades criminales y venta de drogas en sus barrios, ahora que los cacos y camellos no temerán la larga sombra del IRA, que antes limitaba su aparición en el Belfast nacionalista.

Los temores y sospechas de los nacionalistas hacen más evidente la necesidad de que la acción del IRA tenga una respuesta inmediata en aspectos políticos importantes, como son la reforma policial y en la voluntad política de unionistas y británicos, para que sea sostenible a nivel de base.

Al otro lado del llamado «muro de la paz», en el oeste de Belfast, los vecinos de Shankill aún no terminan de creerse lo que les dicen los periódicos y las imágenes televisivas. Se mantiene la sospecha, pero el optimismo ha invadido las calles protestantes. Sin embargo, también quedan momentos para la reflexión y el dolor. Porque esta comunidad también sufrió a consecuencia de las acciones del IRA de la misma manera que sus vecinos nacionalistas de Falls Road lo hicieron a manos lealistas.

Con la declaración del IRA, en las barriadas protestantes de Belfast se acaba con un miedo ya un tanto distante desde la declaración de alto el fuego de la organización republicana en 1994, pero que se mantiene debido a la tensión provocada por los enfrentamientos entre sectores del lealismo que son, en estos momentos, el peor enemigo de sus comunidades. Para muchos, es deseable que UDA, UVF y LVF sigan un camino similar al del IRA.

La percepción del IRA como un peligro para los vecinos de Shankill no era una realidad diaria, mientras que los desplazamientos forzados, los tiroteos y los ataques diarios entre las facciones unionistas son el pan de cada día. Y con cada acción violencia, las diferencias entre los organizaciones armadas lealistas se acentúan, con lo que el deseo de paz de las comunidades protestantes a día de hoy, a pesar de la declaración del IRA, se siente un tanto inalcanzable.

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