Europa

 

Villepin choca con el descontento social. La jornada de protesta convocada por los sindicatos y partidos de izquierda franceses contra la política económica y laboral del Gobierno Villepin se saldó con un indiscutible, e indiscutido, éxito. Centenares de miles de personas expresaron su descontento en la calle.

Centenares de miles de franceses salen a la calle contra la política económica

El miedo al paro, la precariedad laboral y el alto coste de la vida inquietan a amplias capas de la sociedad francesa

Por Lluís Uría
Corresponsal en París
La Vanguardia, 05/10/05

La tregua ha durado bien poco, apenas cinco meses. Si Dominique de Villepin había pensado que podía hacer la travesía hasta las elecciones presidenciales del 2007 al frente del Gobierno sin despeinarse, pronto ha podido comprobar que era una quimera. Y que el descontento social expresado en el referéndum europeo del 29 de mayo -que le costó el cargo a su predecesor, Jean-Pierre Raffarin- está firmemente arraigado. El primer ministro francés, en tono humilde, se mostró ayer mismo receptivo ante la Asamblea Nacional a las demandas de los ciudadanos: "Escucho el mensaje que nos dirigen los franceses. Queremos responder a sus inquietudes y aspiraciones", manifestó. Mientras, el presidente Jacques Chirac hacía mutis por el foro.

Los franceses secundaron masivamente la jornada de protesta convocada por las cinco confederaciones sindicales y los partidos de izquierda contra la política económica del Gobierno, y en defensa del empleo y del poder adquisitivo. Cientos de miles de personas -1.039.000 según los sindicatos, 440.000 según la policía- se manifestaron en unas 150 ciudades de todo el país, mientras los paros afectaban por igual al sector público y al sector privado. De nuevo, los transportes públicos fueron los más afectados por la huelga, aunque en esta ocasión y merced a los compromisos adquiridos por las compañías SNCF y RATP el pasado mes de junio, los servicios mínimos permitieron la movilidad de los ciudadanos, sin graves perturbaciones, en París y sus alrededores. No así en otras ciudades.

Los nuevos tipos de contrato laboral aprobados por el Gobierno Villepin para fomentar la creación de empleo -y que otorgan facilidades de despido durante los dos primeros años a las pequeñas empresas- son una de las principales causas de la ira de los sindicatos. Pero el problema va más allá. El temor al paro, la precariedad en el empleo y el coste de la vida están en el centro de la profunda inquietud que recorre amplias capas de la sociedad francesa. No sólo los obreros, también las clases medias, que ven cómo día a día su situación se vuelve más precaria. Detrás del no a la política económica del Gobierno, lo mismo que detrás del no a la Constitución europea, hay personas que han pasado de poder ahorrar para pagar los estudios de los hijos o comprarse un coche nuevo -no ya una casa, algo casi imposible con los precios estratosféricos que se piden- a tener que pedir crédito para llegar a fin de mes.

Los estudios de opinión persisten en dibujar un panorama sombrío. Uno de los últimos, el barómetro mensual realizado por el instituto BVA y difundido ayer por el diario económico Les Echos,revela un fuerte rechazo a la política económica del Gobierno (62%) y un apoyo incontestable a la jornada de protesta de ayer (72%), mientras constata un notable pesimismo sobre la evolución de la economía y el empleo (que el 75% espera negativa).

Si es cierto que no ha habido primer ministro en Francia que no se haya enfrentado a protestas sindicales como la de ayer -casi una tradición-, también lo es que viene a romper el apacible arranque que había tenido Villepin en Matignon. Ni su carisma y probada capacidad de seducción, ni su discurso social, le han servido para convencer a sus conciudadanos de la bondad de su política. Tampoco los datos esperanzadores del paro (por primera vez por debajo del 10%) ni de otros indicadores económicos. "Pido ser juzgado por mis resultados", clamó la semana pasada, mientras prometía dar la vuelta a la situación en los 19 meses que tiene por delante.

Pero de momento, le está costando. Según un sondeo de Sofres publicado el fin de semana por Le Figaro Magazine,un 49% de los franceses le tiene poca o ninguna confianza, frente al 44% que le muestra su apoyo. Pero no todo es negativo para el primer ministro: por primera vez en una encuesta aventaja en popularidad a su ministro del Interior y principal rival en la carrera hacia el Elíseo, Nicolas Sarkozy.


Casi tres de cada cuatro franceses estiman justificado el movimiento social

La Vanguardia, 04/10/05

París. (Agencias). La jornada de huelga convocada por los sindicatos en defensa del empleo y del poder adquisitivo y que tiene el respaldo de los franceses pese a los trastornos ocasionados a los usuarios, es la primera gran prueba social para el Gobierno conservador de Dominique de Villepin.

Las huelgas, acompañadas de unas 150 manifestaciones en todo el país, incluido un desfile emblemático convocado esta tarde en París, convierten la jornada en un día negro en los transportes públicos.

Esta mañana había retrasos de entre casi dos horas y media hora en los aeropuertos parisinos de Orly y Roissy-Charles de Gaulle, respectivamente, en los que la Dirección General de Aviación Civil preveía la anulación respectiva de 175 y 212 vuelos.

Iberia ha cancelado 11 trayectos entre España y Francia en la jornada de hoy, mientras que los vuelos Air Europa con destino París están sufriendo retrasos de hasta dos horas.

En la empresa nacional de ferrocarriles, SNCF, la huelga era secundada por el 32,3 por ciento de los trabajadores esta mañana, según la dirección. El tráfico de los trenes internacionales era prácticamente normal, mientras que en torno al 60 por ciento de los trenes de alta velocidad circulaban y el 40 por ciento de los regionales.

El transporte urbano -metro, autobuses y trenes de cercanías- en París y otras ciudades estaba afectado, y el grado de parálisis dependía de las regiones. En la región de París, donde afrontaba su primer test el acuerdo de "servicio garantizado" suscrito entre las autoridades municipales y las direcciones de la SNCF y la empresa municipal de transporte urbano, RATP, había alteraciones en ocho de las 14 líneas del metro y en varias líneas de trenes de cercanías, mientras que dos de cada tres autobuses y tres de cada cuatro tranvías transitaban.

Muchas escuelas estaban cerradas; en Correos era del 15 por ciento a primera hora, pero también había paros en hospitales, las empresas eléctrica y gasista estatales, y en el sector privado los sindicatos proclamaban un alto número de convocatorias de paros.

La movilización será "más importante" que la del pasado 10 de marzo, con más de un millón de personas en las calles, vaticinó el líder del CGT, Bernard Thibault, confiado en el "éxito" de la jornada que tiene el apoyo mayoritario de la población.

Casi tres de cada cuatro franceses estiman justificado el movimiento social, el 62 por ciento considera "mala" la política económica del Gobierno y un 75 por ciento se declara menos confiado en el futuro, según un sondeo del instituto BVA divulgado hoy. Thibault dijo que esta jornada de movilización tendrá consecuencias si el Gobierno "no aporta las respuestas apropiadas", mientras su colega de Fuerza Obrera (FO), Jean-Claude Mailly, afirmaba que "no daremos quince días" al Ejecutivo de Villepin para responder a las reivindicaciones.

Los trabajadores "responden bien" a esta movilización porque "su descontento es real", señaló Mailly, y recalcó que el fuerte apoyo de la opinión pública muestra que hay "un verdadero malestar social". Cuatro meses después de su nombramiento al frente del Gobierno tras el rechazo de la Constitución europea en el referéndum de mayo, en el que el descontento y angustia social tuvieron un papel, Villepin afronta, pues, su primera prueba social de gran envergadura.

Un test que coincide con los problemas del Gobierno ante el explosivo conflicto generado por el plan de privatización de la naviera SNCM y su impacto en la situación en la isla de Córcega. Villepin, que se proclama como el apóstol del "crecimiento social" frente a la estrategia de "ruptura" preconizado por su rival y número dos del Gobierno, Nicolas Sarkozy, deberá mostrar su capacidad para responder, cuando apenas tiene márgenes de maniobra por el mal estado de las finanzas públicas y el escaso crecimiento.

El Gobierno, resuelto a no repetir el error de su predecesor de minimizar la amplitud de la movilización, recalca que está "a la escucha" para "analizar y comprender el mensaje". A pesar de ello, el primer ministro considera que los mensajes lanzados hoy se dirigen también a las empresas, al ser reivindicaciones sobre el empleo y el poder adquisitivo.

Pero la medida estrella del plan de urgencia de Villepin por el empleo, el llamado contrato de nueva contratación que permite a empresas de hasta 20 trabajadores despedir al empleado durante dos años sin justificación, ha concitado la oposición unánime de los sindicatos y de la oposición de izquierdas.


El Gobierno francés ha tenido que emplear de nuevo a las fuerzas del orden para poner coto a las acciones de los huelguistas de la naviera estatal SNCM, que mantenían bloqueados todos los puertos de Córcega. La policía intervino para abrir una vía de escape para los 15.000 turistas retenidos en la isla durante tres días.

La tensión baja en Córcega tras la liberación de los secuestradores del buque ´Pascal Paoli´

Los trabajadores de la naviera SNCM mantienen la huelga y exigen que el Estado se mantenga como accionista mayoritario

Por Lluís Uria
Corresponsal en París
La Vanguardia. 02/10/05

Las fuerzas de seguridad francesas volvieron a actuar ayer contra los huelguistas de la naviera estatal SNCM para romper el aislamiento marítimo de Córcega. Un grupo de 150 gendarmes y agentes de las CRS (antidisturbios) tomó a primera hora de la mañana el control del puerto de Ajaccio, capital de la isla, para abrir una brecha en el bloqueo de los puertos a manos de los trabajadores de la naviera y los militantes del Sindicato de Trabajadores Corsos (STC), que ha mantenido retenidos en la isla desde el miércoles a unos 15.000 turistas y 7.000 vehículos.

En el Continente, la policía intervino también, en este caso por orden judicial, para poner fin al bloqueo de las terminales petroleras del puerto de Marsella (Fos-sur-Mer y Lavéra), paralizado asimismo desde la noche del lunes.

El prefecto de Córcega, Pierre-René Lemas, justificó la intervención policial en Ajaccio para garantizar el derecho de libre circulación de las personas y por motivos de salud pública (reabastecimiento de medicamentos y otros artículos de primera necesidad). Lemas lamentó el perjuicio que se está causando a miles de turistas, franceses y extranjeros, y consideró que la situación en la que se encuentran algunas familias afectadas es "intolerable". En cuanto se conoció la acción policial, miles de personas se dirigieron hacia el puerto de Ajaccio a la espera de poder partir. El primer barco - el Girolata,de la compañía La Méridionale, con 600 pasajeros a bordo- no partió hasta la tarde. La policía no tenía, en principio, orden de actuar en los demás puertos de la isla. Numerosos turistas se concentraron en la ensenada del puerto de Bastia, en el norte de la isla, reclamando del Gobierno que ponga los medios necesarios para su "repatriación" si el conflicto persiste. A falta de plazas en los hoteles, algunos han tenido que dormir en camastros del ejército en un gimnasio. Donde no había problemas era en el aire. Los aeropuertos de Ajaccio y Bastia, que la víspera habían sido bloqueados también por sindicalistas del STC pertenecientes al personal de tierra y los bomberos, volvieron ayer a operar con normalidad.

La tensión en Córcega ha bajado algunos grados tras la decisión del juez de Marsella, tomada en la noche del viernes, de dejar en libertad a los cuatro sindicalistas detenidos por el secuestro del buque de la SNCM Pascal Paoli,entre los que se encuentran el líder de los marineros del STC, Alain Mosconi, y dos hermanos suyos. Mosconi llegó ayer a Bastia como un héroe, advirtiendo que el combate no ha terminado y que no pararán hasta conseguir que el Estado se mantenga como accionista mayoritario de la naviera, lo mismo que exige el sindicato CGT. Cerca de tres mil personas reclamaron ayer en en Bastia y Marsella que el Gobierno desista de la privatización. La marcha en la ciudad corsa acabó con enfrentamientos entre manifestantes y la policía.

El ministro de Economía, Thierry Breton, entre dos fuegos, insistía ayer en defender el plan presentado el jueves por el primer ministro, Dominique de Villepin, que supone que el Estado mantenga una presencia minoritaria en la naviera con el 25% del capital. Pero nada de esto basta a los empleados de la SNCM, que mantienen la protesta.


Marineros de un sindicato corso toman en Bastia el buque de una naviera en quiebra

Por Montse Capdevila
Corresponsal en París
El Periódico, 29/09/05

Un comando del cuerpo de élite de la Gendarmería francesa puso fin ayer al secuestro de un barco de la Sociedad Nacional Córcega-Mediterráneo (SNCM) por marineros huelguistas, que rechazaban el programa de privatización de esta naviera, al borde de la quiebra. Los barcos de la SNCM cubren las rutas de enlace entre Francia, Córcega y Argelia, y su privatización supondrá la supresión de entre 350 y 400 empleos sobre 2.400 puestos de trabajo, principalmente ocupados por corsos.

La espectacular intervención de unos 50 efectivos del Grupo de Intervención de la Gendarmería (GIGN), que participaron en el asalto del barco Pascal Paoli, apoyados por cinco helicópteros, fue vivamente criticada por los sindicatos y los partidos de izquierda. Los marineros del Sindicato de Trabajadores Corsos (STC), sin ningún tipo de armas, se apoderaron, en la víspera, del transbordador --sin pasajeros-- en Marsella, y convencieron a la tripulación para que pusiese rumbo a Bastia.

"No somos piratas"

Ante la imposibilidad de entrar en el puerto, los marineros se entregaron sin resistencia a los agentes armados y encapuchados que asaltaron el ferry. El jefe del sindicato, Alain Mosconi, había dicho, poco antes del asalto: "No somos piratas, sino padres de familia. Hemos vivido en la dignidad y nos comportaremos con dignidad".

Según periodistas en el barco, los marineros amotinados fueron esposados, y los gendarmes interrogaron a los oficiales de a bordo para identificar a los autores del secuestro y arrestarlos, en virtud de la investigación abierta por la fiscalía de Marsella por secuestro del buque, delito que puede ser castigado con 20 años de prisión. La operación militar, que utilizó las técnicas del contraterrorismo marítimo, fue ordenada personalmente por el primer ministro, Dominique de Villepin, para evitar "cualquier incidente", según destacó el portavoz gubernamental Jean-François Copé.

Símbolo de resistencia

El Pascal Paoli, uno de los barcos más nuevos y de mayor tonelaje de la SNCM, lleva el nombre de uno de los padres de la patria corsa, y fue elegido como el símbolo de la resistencia nacionalista a la decisión del Gobierno de privatizar esta naviera pública, fundamental para las comunicaciones de la isla corsa con el continente. El puerto de Marsella, el más importante de Francia, seguía bloqueado ayer por segundo día consecutivo por una huelga de los trabajadores en solidaridad con sus colegas de la naviera SNCM.

Pero la tensión era palpable, sobre todo en Bastia, que fue escenario de violentos enfrentamientos en la noche del martes y durante todo el día de ayer entre las fuerzas del orden y manifestantes, apoyados por los nacionalistas corsos. El líder nacionalista, Jean-Guy Talamoni, acusó al Gobierno de violar sus compromisos de no intervenir y de rebajar la calificación penal, a cambio de que los marineros huelguistas renunciaran a desembarcar en el puerto corso de Bastia.

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