Europa

 

¿Por qué hay disturbios en Francia?

Por Henri Astier
BBC News, 04/11/05

Varios días de disturbios en distintos suburbios de París, son una muestra del descontento que reina entre muchos jóvenes franceses cuyo origen proviene del norte de África. Henri Astier de la BBC, aborda el tema de la discriminación, la principal causa de frustración en los ghettos de Francia.

Sadek recientemente dejó su trabajo repartiendo verduras cerca de Saint-Denis, justo al norte de París. El joven estaba cansado de subir escaleras cargando bolsas muy pesadas. Sadek, que tiene 31 años, culminó la educación secundaria y por ello aspira a obtener un trabajo mucho mejor.

Sin embargo, él sabe que sus opciones son limitadas.

"Con un nombre como el mío, no puedo conseguir un empleo en ventas", dice.

El trabajo en telemercadeo puede ser una posibilidad. La gente, como no lo vería, ignoraría que tiene raíces árabes. Sin embargo, para ello tendría que trabajar utilizando un nombre falso.

La historia de Sadek resume las posibilidades de empleo que tienen los hijos y nietos de los inmigrantes musulmanes en Francia.

Puede que ellos tengan papeles que los identifican como franceses, pero estos jóvenes saben que Alí y Rachid progresarán mucho menos en comparación con quienes se llamen Alain o Richard.

La discriminación racial está prohibida en Francia, pero una mirada rápida a la gente que trabaja en cualquier tienda u oficina sugiere que es una práctica generalizada en el país.

Y las estadísticas oficiales confirman la impresión que se percibe en las calles.

El desempleo entre la gente de origen francés es de 9,2%. Entre aquellos de origen extranjero, la cifra es de 14%, aún después de los ajustes relacionados a la educación recibida por este segmento de la población.

Puertas cerradas

El grupo de presión SOS Racisme a menudo denuncia casos de empleadores que descartan a aspirantes que han aplicado a un puesto de trabajo porque tienen nombres extranjeros.

Se dice que la discriminación es particularmente elevada en las industrias de hotelería y ventas a minoristas, pero también se evidencia en aquellos empleos que no involucran contacto con el público.

"Algunas compañías creen que para ser responsable del mercadeo de una empresa tienes que tener origen francés y eso incluye con varias generaciones de familia francesa, para poder entender las actitudes del consumidor de Francia", señala un reciente informe de SOS Racisme.

"Las puertas están cerradas cuando eres árabe", indica Yazid Sabeg, un escritor y hombre de negocios.

Para muchos jóvenes, la primera vez que experimentan la exclusión es cuando tratan de ingresar a un club nocturno o discoteca.

"La primera vez que el vigilante en la entrada te dice: 'tú no entras', lo aceptas", dice Nadir Dendoune, un periodista de Saint-Denis.

"Pero luego de dos o tres veces, te regresas a casa cargando un bolso de odio sobre tus hombros."

Y cuando no puedes conseguir empleo, Dendoune señala que el abatimiento se convierte en paranoia.

"Cada rechazo -incluso aquel que no tiene motivaciones raciales- afecta tu autoestima. Sientes que nunca conseguirás empleo porque eres árabe."

Intento fallido

Francia tiene innumerables organizaciones dedicadas a ayudar a los inmigrantes. Un Alto Consejo para la Integración, un Directorio para las Poblaciones y Migraciones, varias comisiones regionales para la inserción de inmigrantes, entre otras.

A pesar de ello, la política de integración de Francia ha fracasado, según concluyó el año pasado la organización de control gubernamental, Tribunal de Cuentas.

La situación podría provocar "serias tensiones sociales y raciales", advirtió la organización proféticamente.

De acuerdo con algunos, el concepto de integración en sí mismo está viciado.

"La gente siempre habla de la necesidad de integrar a los musulmanes, pero los jóvenes son franceses. ¿Por qué necesitan integrarse?", pregunta Samia Amara, de 23 años, una joven trabajadora en los alrededores de París.

Sabeg concuerda con que el concepto de "integración" es algo muy vago.

"¿Qué significa? ¿Quiere decir que algunos franceses deben integrar y otros ser integrados?", expresa.

Algunos políticos sostienen que Francia debe admitir su fracaso e intentar algo nuevo.

Manuel Valls, un miembro del Parlamento y alcalde de Evry, una población al sur de París donde la mitad de sus habitantes tienen raíces extranjeras, dice que Francia " no puede decirle qué hacer al Reino Unido o a Estados Unidos", cuando se trata de políticas migratorias.

Francia, según expresa, no tiene presentadores de televisión de origen árabe o negros. Además todos los miembros del Parlamento de Francia, excluyendo departamentos de ultramar, son blancos.

Valls cree firmemente en la "discriminación positiva", un concepto que comienza a ganar aceptación.

La idea general es conseguir ayuda extra sobre la base de criterios geográficos y sociales, pero no raciales.

El alcalde de Evry se refiere a un ejemplo de esta acción dentro de su propia circunscripción.

El liceo Robert Doisneau es una escuela secundaria rodeada -para algunos- de las peores soluciones habitacionales del país, donde el desempleo es mayor al 30%.

Aproximadamente el 70% de los alumnos tienen padres o abuelos extranjeros.

A pesar del desafío, la escuela ofrece una manera de salir del ghetto.

"Los estudiantes vienen a estudiar y a ser exitosos", dice la directora, Genevieve Piniau.

Ella ha sido pionera de las asociaciones con escuelas élites, cuyos estudiantes destacados preparan a los alumnos locales para que desarrollen sus aspiraciones.

La escuela también forma parte de un esquema llevado a cabo por el Instituto de Ciencias Políticas de París, que otorga acceso especial a estudiantes de áreas pobres.

El resultado es de 89% de éxito en los exámenes de ingreso a la universidad, un índice muy superior al promedio nacional, y un récord de éxito a nivel universitario para antiguos estudiantes.

Un sueño distante

Por supuesto que los jóvenes de los suburbios pobres necesitan más que educación, requieren empleos.

Se están haciendo esfuerzos para incentivar a los empleadores para que contraten a estos jóvenes.

En esta oportunidad y a diferencia del intento legislativo, el énfasis está en las promesas voluntarias hechas por los empleadores.

Sabeg es uno de los patrocinadores de esta iniciativa que busca motivar a las compañías para que "reflejen la diversidad de la sociedad francesa" a través de la contratación de personal francés calificado de origen extranjero.

Aún queda por ver cómo será implementado el programa.

Sabeg busca inspiración y se da cuenta que el jefe de Vodafone, una de las compañías más grandes de Europa es un indio, Arun Sarin.

"Cuando esto pase aquí, sabremos entonces que Francia ha cambiado", dice.

Entretanto, en Saint-Denis, Sadek se postulará a un trabajo temporal en la oficina de correos, aunque obtener el puesto aún es un sueño distante.

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