Europa

 

Hungría

Los manifestantes forjan una plataforma contra el Gobierno

Por Antonio Baquero
Enviado especial a Budapest
El Periodico, 21/09/06

"El primer ministro nos ha insultado; lo que ha hecho es como escupirnos a la cara", clamó ayer Katarina, una mujer húngara, afanándose en buscar para el periodista una expresión capaz de transmitir de un golpe la enorme humillación que sentía. A su lado, Làzsló, un veterinario con unas gafas y un nudo de corbata enormes, no se aguantó y gritó: "Ferenc Gyurcsany nos ha tratado como a unos idiotas y ha hecho de los húngaros el hazmerreír de Europa".

El domingo, el primer ministro socialdemócrata reconoció la autenticidad de una grabación en la que se le oye decir que había engañado a los ciudadanos para ganar las elecciones. Desde entonces, ese profundo sentimiento de haber sido humillados por Gyurcsany es lo único en lo que los húngaros están de acuerdo en estas jornadas convulsas, en las que el país está dividido entre los que quieren que el primer ministro dimita y los que no; y entre la minoría que va a las manifestaciones en la plaza del Parlamento y la mayoría silenciosa que piensa que eso solo conducirá a la nación al caos.

"Le voté y quizá le votaría de nuevo, porque soy de izquierdas, pero lo que Gyurcsany ha hecho a su pueblo no tiene nombre", comenta María, una estudiante que decidió no ir a la protesta que desde el domingo tiene lugar ante el Parlamento.

El ejemplo de Ucrania

Allí acuden los más decididos, los que creen que hacen el mismo tipo de revuelta que cambió los regímenes de Ucrania y Georgia. "Estoy aquí para echar al primer ministro, porque nos ha mentido y tiene el deber moral de dimitir", comentó Andraz, de 22 años, con greñas y sudadera. Curiosamente, no habla inglés ni francés, pero sí italiano. "La lógica es simple: alguien que reconoce que miente no puede dirigir este país", manifestó.

Anoche, 10.000 manifestantes volvieron a congregarse. El lunes fueron 3.000 y el martes, 10.000. Los dos días hubo incidentes. Los del martes se saldaron con 69 heridos, entre ellos cuatro policías que se encontraban en estado grave.

Convencidos de que el movimiento va a crecer cada día que pasa, el heterogéneo grupo que se ha puesto al frente de estas protestas, formado por neoliberales, antiguos disidentes del comunismo y políticos de ultraderecha, estaba ayer en conversaciones cara a crear una plataforma política para vehicular las protestas.

"Necesitamos organizarnos y elegir a un núcleo dirigente con el que expulsaremos del Gobierno a Gyurcsany", explicó Sebestien Gorka, director del Instituto para la Transición Democrática, un centro de estudios de perfil neoliberal.

Cuestión de días

"La dimisión de Gyurcsany es cuestión de días", avanzó convencido este intelectual, que aseguró: "Ya que la oposición el partido derechista Fidesz, capitaneado por Viktor Orban no asume su responsabilidad en estos días, nosotros sí que la asumimos y por eso nos constituimos políticamente". "Un liderazgo claro evitará que los violentos cometan actos vandálicos que rechazamos", agregó Gorka.

El vuelo del turul

Las banderas con el ave mitológica magiar, símbolo nacionalista, ondean entre la multitud. El turul es el ave mitológica con cuerpo de águila que, según la leyenda, guió a las tribus magiares –de las que proceden los húngaros– desde la cordillera de los Urales hasta la actual Hungría.

Desde el domingo, el turul sobrevuela de nuevo Budapest. Su vuelo es inquietante pues ese ave, con una espada entre sus garras, y estampada sobre un fondo de barras rojas y blancas, es el emblema de los ultranacionalistas húngaros y, se ve en muchas banderas de manifestantes reunidos ante el Parlamento para hacer dimitir a Gyurcsany.

La multitud, que crece conforme avanza el crepúsculo, es inagotable en su variedad. Neoliberales de traje y móvil comparten la plaza Kossuth con ultranacionalistas vestidos a la magiar –con trajes semejantes al del guerrero mongol–, jubilados, vagabundos, estudiantes e hinchas de fútbol, a quienes se acusa de los enfrentamientos con la policía.

Por en medio pululan amas de casa que llevan fotos del primer ministro con una nariz muy, muy larga. De hecho, Pinocho es uno de los símbolos que más se repiten para caricaturizar a Gyurcsany.

Otros optan por un toque más funerario y han colocado un ataúd con el epitafio: "Estamos aquí para enterrar a Gyurcsany".

Mientras, entre los jóvenes, algunos llegan con más pinta de hacer un botellón que de lanzarse a la revolución. Aparecen con mochilas llenas de latas de cerveza y botellas de alcohol, con lo que, conforme avanza el crepúsculo, la concentración se va calentando. "Este régimen poscomunista no solo ha saqueado el país sino que a los que expresamos nuestro desacuerdo nos llama ultras y ¡yo no soy un ultra!", exclama Levente, un joven, antes de pegar un trago a una lata de cerveza.


Político post–guerra fría

Ferenc Gyurcsány, primer ministro “socialista” y multimillonario de Hungría

IAR–Noticias 21/09/06

En una grabación divulgada por la radio pública Magyar Radio, Gyurcsan admitió que mintió sobre la situación económica para ganar las elecciones. Y luego agregó que la economía se mantuvo a flote por "la divina providencia" y "cientos de engaños".

En Hungría la crisis se disparó después de conocerse las declaraciones del primer ministro, Ferenc Gyurcsány, diciendo que había "mentido por la mañana y por la noche" a lo largo de los cuatro años de su mandato entre 2002–2006 y no habían logrado nada salvo ganar las elecciones de abril.

La violencia ganó las calles de Budapest después que se supo que el primer ministro mintió para ganar las elecciones, admitió que la economía se mantiene por la "divina providencia", y causó un nuevo estallido social al negarse a renunciar.

En una grabación divulgada por la radio pública Magyar Radio, Gyurcsan admitió que mintió sobre la situación económica para ganar las elecciones. Y luego agregó que la economía se mantuvo a flote por "la divina providencia" y "cientos de engaños".

"Lo hicimos todo en secreto para que no se publicara nada antes de las elecciones", dice el mandatario en la grabación. El primer ministro húngaro, Ferenc Gyurcsány, nacido en 1961, militó en su juventud en movimientos comunistas, lo que no le ha impedido amasar una gran fortuna con negocios inmobiliarios.

La política económica de privatizaciones que siguió al derrumbe del Muro de Berlín propició la aparición de nuevos millonarios, como Gyurcsány.

Su carrera política empezó como consejero en 2002, para ser posteriormente elegido ministro de Deportes en un Gobierno socialista. En septiembre de 2004 fue elegido por el Parlamento primer ministro, después de una crisis de gobierno.

Revalidó luego el cargo en las elecciones celebradas en abril de 2006, en las que lideró una coalición entre los socialistas y el partido Demócratas Libres.

El potentado de 45 años desarrolló una intensa y prolífica relación con los medios de comunicación, y es un experto capaz de convocar hasta a cuatro conferencias de prensa en un día, además de contar con su propio blog en Internet.

La oposición conservadora lo critica por su vida entregada al lujo, y vive en una gran mansión junto a su tercera esposa –Klara Dobrev, nieta de un antiguo líder comunista– y sus cuatro hijos.

A veces adopta la metodología de los halcones norteamericanos como cuando, recientemente, llamó "terroristas" a los miembros del equipo de fútbol de Arabia Saudí.

No obstante su personalidad identificada claramente con los más condenable del "capitalismo salvaje" Gyurcsány detenta un férreo liderazgo en el partido socialista, donde, por ahora, no tiene competidores que le hagan sombra.

El martes, Ferenc Gyurcsany desafió las presiones para dimitir después de que 150 personas resultaran heridas en unos disturbios antigubernamentales que calificó de "la noche más larga y más negra de la república".

"Pasé tres minutos el domingo por la noche pensando en si debería o no dimitir o si tenía o no razones para dimitir, y a la conclusión a la que llegué es absolutamente no", dijo Gyurcsany a la agencia Reuters en una entrevista.

El primer ministro recibió el respaldo de los miembros socialistas del parlamento húngaro, que el lunes votaron unánimemente a favor de apoyarlo.

No obstante, el presidente de Hungría, Laszlo Solyom, declaró que Gyurcsany ha creado una "crisis moral", y los partidos de la oposición pidieron su renuncia.

El derechista partido Fidesz, el principal opositor, indicó que boicoteará las sesiones del Parlamento de este martes. Por su parte, el gabinete gubernamental se encuentra reunido de emergencia.

El principal partido de la oposición, Fidesz, instó al primer ministro a renunciar en medio de lo que calificó de "crisis moral" mientras que Ibolya David, líder del Foro Democrático Húngaro, más pequeño, dijo a la MTV que "el primer ministro debería abandonar la vida pública.

Según la policía húngara los principales responsables de los disturbios contra Gyurcsany, con centenares de heridos y contusos, en Budapest son miembros de extrema derecha y "elementos ultras" de algunos equipos de fútbol.

Hemos arrestado hasta ahora a 137 personas y estamos tratando de localizar a otras 42. La mayoría de ellos jóvenes que podrían estar vinculados a grupos de seguidores ultras de equipos de fútbol", aseguró el subdirector de la policía húngara, Arpad Szabadfi.

Una información que evidentemente favorece al ex comunista, devenido multimillonario, primer ministro Gyurcsany.


Violentos choques en Hungría; insisten miles en la renuncia del primer ministro

DPA y Reuters, 20/09/06

Budapest.– Cientos de manifestantes sostenían esta madrugada violentos choques con la policía húngara que intentaba dispersarlos de las inmediaciones de la sede del gobernante Partido Socialista en esta capital. Poco antes, unas diez mil personas se manifestaron pacíficamente para exigir la renuncia del primer ministro, Ferenc Gyurcsany, quien sostuvo que no dimitirá y mantendrá su polémico programa de reformas, no obstante el rechazo generado, tras conocerse una cinta en la que dice que mintió durante cuatro años para ganar las elecciones de abril pasado.

Los manifestantes, la mayoría jóvenes, lanzaron objetos contra los policías que respondieron con gas lacrimógeno. Cientos de policías antimotines, algunos de ellos a caballo, otros con perros de combate, protegían la sede del Partido Socialista, que era el blanco de los jóvenes.

Horas antes, mientras se realizaba la segunda protesta consecutiva en demanda de la dimisión de Gyurcsany, el jefe de gobierno aseveró que no renunciará pese a las movilizaciones en esta capital –las más concurridas en desde 1956, cuando tanques soviéticos aplastaron un levantamiento popular contra el régimen comunista– luego que el domingo pasado se reveló una cinta en la que el premier socialista dice que mintió durante cuatro años para ganar las elecciones de abril.

Gyurcsany, un ex comunista que se volvió millonario en la década pasada al amparo del caos generado durante el proceso de privatizaciones que siguió a la caída del comunismo, dijo que la noche del lunes, cuando unas 200 personas resultaron heridas en choques con la policía, fue "la noche más larga y más negra de la república".

"El domingo por la noche pasé tres minutos pensando en si debía o no dimitir, y si tenía o no razones para ello, y mi conclusión fue: absolutamente no", declaró Gyurcsany a Reuters.

Los disturbios de esta madrugada se desataron luego que unas 10 mil personas protestaron nuevamente en Budapest para exigir la renuncia de Ferenc Gyurcsany, en respuesta a la cinta en la que reconoce que "mintió" sobre el verdadero estado de la economía del país.

"En el último año y medio sólo hemos mentido. No hicimos nada de lo que podamos enorgullecernos", se escucha decir al cuestionado primer ministro en una cinta difundida el domingo en la noche por la radio pública, en un discurso que pronunció a puerta cerrada y dirigido a los diputados del Partido Socialista en mayo pasado.

"Hicimos todo por mantener el secreto al terminar la campaña electoral" en abril pasado, dijo Gyurcsany al referirse a la reelección que logró su coalición socialista–liberal frente a la alianza derechista Fidesz, del ex primer ministro Víctor Orban, y al hecho de que ocultó su plan de austeridad, juzgado doloroso pero necesario.

El gobernante confirmó la veracidad de la cinta, en la que señaló que los países europeos no han sido tan descarados, y que ellos obviamente mintieron acerca de la necesidad de medidas de austeridad para detener un creciente déficit antes de los comicios.

Las revelaciones desataron una ola de protestas que derivaron el lunes en una serie de disturbios y enfrentamientos de manifestantes de ultraderecha con la policía frente al Parlamento, donde se ubica también la sede del Poder Ejecutivo. Después la derecha parlamentaria Fidesz les garantizó su total respaldo.

Más tarde unos 3 mil manifestantes se dirigieron hacia el edificio de la televisión nacional, que por un momento lograron ocupar, a la cual saquearon y prendieron fuego. El plan era leer una petición, pero no lograron su objetivo ya que a las 4 de la madrugada de este martes fueron desalojados. El saldo fue de entre 150 y 200 heridos, incluidos unos 102 policías.

Los choques entre cientos de manifestantes y la policía se reanudaron la noche del martes al miércoles cerca del local del Partido Socialista, en Budapest, y continuaban al cierre de esta edición.

El presidente Laszlo Solyom, respetado conservador, se declaró incompetente para destituir al primer ministro, quien ordenó a la policía "utilizar todos los medios para restablecer el orden".

Víctor Orban, el presidente del principal partido opositor, Fidesz, lanzó una especie de ultimátum al jefe de gobierno, al exigir su dimisión si el Partido Socialista pierde las elecciones municipales del 1º de octubre, cuyos últimos sondeos dan a los socialistas 23 por ciento en la intención del voto frente a 34 por ciento del derechista Fidesz.

Luego de convocar al gabinete de seguridad nacional, Gyurcsany afirmó que los disturbios eran "responsabilidad de toda la clase política" y eran provocados por las "mentiras" tanto de la izquierda como de la derecha desde la caída del régimen comunista en 1989.

El jefe de gobierno rechazó la renuncia de su ministro de Justicia, Jozsef Petretei, responsable de la policía.