Rusia

 

El auge petrolero y de inversión transforma a 
la economía rusa

Por Guy Chazan
The Wall Street Journal, 14/03/07

Bor, Rusia.– En la ultramoderna línea de producción de Bor Glassworks, empleados en overoles azules producen en masa parabrisas para modelos de Ford y Renault fabricados en Rusia. Su actividad ofrece un vistazo al auge de la inversión que está transformando el panorama industrial del país.

El fabricante de vidrio llegó a una situación tan desesperada que no le quedó más remedio que pagarle a sus empleados con máquinas de coser y otros bienes transables. Ahora, tras una inyección de US$ 100 millones por parte de inversionistas belgas, Bor fabrica una participación creciente de las ventanas los autos occidentales ensamblados en suelo ruso. "Tenemos un gran futuro por delante", dice Valery Tarbeyev, presidente ejecutivo de Bor. "Algunas personas esperan hasta seis meses por un Ford Focus."

A lo largo y ancho de Rusia, las empresas están invirtiendo miles de millones de dólares en la modernización de sus instalaciones y expansión de su capacidad, en medio de un esfuerzo por satisfacer el auge en la demanda de los consumidores. Se trata de la etapa más reciente en una transformación económica que ha producido siete años de crecimiento robusto. Impulsado por un vasto sector energético pero con un alcance mucho más amplio, este boom es una de las principales razones detrás del mayor protagonismo de Moscú en el escenario internacional.

La recuperación del país, que coincide más o menos con la elección de Vladimir Putin en 2000, también es una de las razones principales que explican la enorme popularidad del presidente. Bajo su batuta, el Producto Interno Bruto per cápita de Rusia se ha cuadruplicado hasta alcanzar casi US$ 7000 y cerca de 20 millones de personas han salido de la pobreza.

Según los sondeos de opinión, por primera vez desde la caída de la Unión Soviética, más gente asegura ser optimista sobre su futuro que la que dice ser pesimista. Esta confianza se refleja en los altos índices de aprobación de Putin, los cuales superan el 70 por ciento.

La recuperación de Rusia comenzó después de la crisis financiera de 1998. La caída del rublo permitió a los productores domésticos competir en mejores condiciones contra las importaciones. Las fábricas paralizadas reanudaron sus operaciones y la producción aumentó. Luego, con el alza en los precios del crudo, el país experimentó un enorme flujo de dinero, impulsando aún más el crecimiento.

Los ingresos petroleros estimularon la demanda doméstica y las importaciones empezaron a despegar. Las empresas se dieron cuenta que debían invertir en tecnología más eficiente si querían mantener su competitividad.

Al mismo tiempo, los bancos rusos apuntalaron sus créditos a la industria, mientras que una menor inflación redujo el costo de los préstamos. Asimismo, la estabilidad política bajo Putin le dio a las compañías la confianza de invertir en su futuro.

Las empresas ahora están reinvirtiendo sus ganancias en capital fijo, activos como maquinaria y nuevas instalaciones. El año pasado, la inversión creció un 13,5% frente al año previo, una de las tasas más altas desde el colapso soviético. Las compañías ligadas a los recursos naturales solían ser las que más invertían, pero los procesadores de alimentos y las automotrices también están contribuyendo al crecimiento.

De todos modos, la tasa de inversión todavía está bastante por debajo de la de otras economías florecientes, alcanzando un 18% del PIB, frente al 40% de China. A algunos les preocupa que esto no sea suficiente para mantener la economía a flote en caso de que los precios del petróleo se desplomen. Mientras tanto, problemas políticos como la corrupción y el estilo autocrático de gobierno de Putin podrían afectar el actual auge. "Con la creciente participación del Estado, no se ve en Rusia el mismo nivel de dinamismo empresarial que se ve en Estados Unidos y China", dice John Litwack, economista líder de la oficina en Moscú del Banco Mundial.

Bor Glassworks ha sido uno de los grandes ganadores. La única empresa rusa que fabrica limpiaparabrisas de calidad internacional es una de las principales proveedoras de los gigantes occidentales que ensamblan autos en el país. Sus ventas se han más que duplicado desde 1997, para llegar a los US$ 205 millones y Toyota podría sumarse a su lista de clientes. "Los signos de un boom son evidentes, no sólo para las automotrices, sino para los fabricantes de partes como nosotros", dice Tarbeyev.