Historia e
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Una gran experiencia obrera

Las Coordinadoras de 1975

Por Oscar Alba
Socialismo o Barbarie, periódico, 06/07/06

Las Coordinadoras fabriles surgidas durante la movilización contra el plan económico del gobierno peronista de Isabel Perón fueron centralmente organismos de lucha  que promovió la vanguardia obrera que había ganado un espacio importante en la dirección de la clase obrera industrial. También en sectores como bancarios y  del transporte.

Con Perón aún en el gobierno los trabajadores sufrieron una ofensiva, centrada fundamentalmente en los gremios combativos como el SMATA y Luz y Fuerza de Córdoba, la Federación Gráfica o la UOM de Villa Constitución. Estos habían sido intervenidos y sus dirigentes encarcelados o perseguidos. Raimundo Ongaro (gráficos) y Alberto Picinini (Villa Constitución) estaban presos, y otros, como Agustín Tosco, debieron pasar a la clandestinidad. Las bandas fascistas habían comenzado a cobrarse sus primeras víctimas [1] y alrededor de un millar de militantes políticos estaban en la cárcel.[2] Pero si bien esta situación quitaba espacio en la superestructura de los sindicatos, por otro lado se fue ampliando la influencia de la vanguardia antiburocrática y antipatronal en los organismos de base de los trabajadores, como eran las comisiones internas y los cuerpos de delegados.[3] En fábricas como Ford, TENSA, La Hidrófila, General Motors, Grafa, Indiel, De Carlo, Laboratorios Squibb y Centenera, entre otras, se fueron imponiendo direcciones combativas. Por lo general estas direcciones se imponían no tanto por elecciones sino a través de duras peleas contra la burocracia y la patronal. Por eso muchas veces surgían como comisiones provisorias de reclamos. En Grafa (textil), por ejemplo, surgió una nueva dirección luego de 21 días de huelga  por el reconocimiento de la patronal y el sindicato.

El 27 de junio, cuando la burocracia decreta el paro y la movilización, hubo una gran discusión en la vanguardia. La lógica y sana desconfianza hacia la burocracia en muchos casos hacía perder de vista dónde estaba el enemigo principal en ese momento. En un primer momento, los compañeros de la Juventud Trabajadora Peronista, plantearon en muchos lados que “no había que hacerle el juego a la burocracia”. Pero rápidamente se dieron cuenta del problema y cambiaron. Impulsaron con gran fuerza el desarrollo de las coordinadoras. También otras organizaciones de la izquierda tuvieron un papel destacado en este proceso [4], aunque no fue el caso del Partido Comunista Revolucionario (hoy CCC), que desde un primer momento apoyó a Isabel, López Rega y su banda, planteando en su delirio maoísta que los sindicatos y “el socialimperialismo soviético” querían voltear al gobierno de Isabel. De esta manera, llamaron a carnerear la huelga general e instaban a los trabajadores a volver a sus lugares de trabajo.

Las coordinadoras fueron el producto de un proceso que fueron haciendo los trabajadores desde finales de los años 60, con flujos y reflujos, pero con una tendencia creciente de las luchas. La huelga general contra el plan Rodrigo fue una lucha política y se dio contra un gobierno peronista. Desde este punto de vista, las coordinadoras fue también un movimiento de creciente politización de los trabajadores. La ligazón entra la vanguardia clasista de aquellos días con sectores de masas del movimiento obrero le dieron una fuerza impresionante, lo cual permitió derrotar la política del  gobierno.

Si bien la movilización obrera de junio-julio del 75 tuvo su cuota de espontaneidad frente al zarpazo que arrojaba el gobierno, se pudo canalizar a partir de la existencia de estas nuevas direcciones de base y, como todo movimiento de magnitud política importante, tuvo en el seno de las coordinadoras a distintas corrientes de izquierda que motorizaron su desarrollo.

Con respecto a esto, Eduardo Lucita dice que “las condiciones se van constituyendo con el devenir del movimiento real, tanto social como político. No surge de ninguna cabeza iluminada ni de ningún CC, es el propio movimiento con todas sus contradicciones, el que va sacando sus conclusiones, en un proceso molecular que de pronto estalla”.[5] Nosotros creemos que no se puede despreciar tan livianamente la actividad militante de los partidos al interior de la clase obrera. Sin dudas las coordinadoras tuvieron sus propias contradicciones y límites, pero hay que reconocer que la gran mayoría de quienes las dirigían eran militantes de organizaciones de izquierda. ¿Se olvida Lucita que el principal dirigente de Indiel, que fue la fábrica que impulso la creación de la coordinadora de La Matanza, era Afatatto, militante del POR (T)? ¿O que Apaza, principal dirigente de De Carlo de la coordinadora de Zona Norte, era del PST? [6] Tiene que recordar también a Miguel Bampini, dirigente obrero de Grafa y militante de la Juventud Trabajadora Peronista. Y así podemos dar muchos ejemplos de quienes nutrieron las coordinadoras. El “devenir del movimiento real” del que habla Lucita tiene infinidad de nombres y apellidos, así como siglas partidarias.

La experiencia de las coordinadoras fabriles, finalmente, nos muestra la potencialidad que tienen los asalariados, la dureza para enfrentar a un gobierno antiobrero y la necesidad de terminar con la putrefacta burocracia sindical. Por eso no sólo debemos recordarla sino trabajar cotidianamente para superarla.


Notas:

1. El 29 de mayo de 1974, en el quinto aniversario del Cordobaza, fueron asesinados tres militantes del Partido Socialista de los Trabajadores. Un poco antes había sido asesinado Inocencio Fernández, activista metalúrgico de Cormasa en la zona norte. Al mes siguiente fue muerto el diputado Rodolfo Ortega Peña, defensor de presos políticos y peronista de izquierda.

2. “Pero entre mediados de 1974 y mayo de 1975, ya sea por efecto de la aplicación de la Ley de asociaciones Profesionales, de la Ley de Seguridad o el puro y simple matonaje, no queda en pie casi ningún gremio combativo en el país” (Yolanda Colom y Alicia Salomone, “Las Coordinadoras Interfabriles de Capital Federal y Gran Buenos Aires 1975-1976”, Razón y Revolución nº 4, 1998).

3. Ruth Werner y Facundo Aguirre plantean: “Estas organizaciones expresaban un doble poder fabril basado en las comisiones internas y los cuerpos de delegados que disputaban a la patronal el control del lugar de trabajo y a la burocracia la dirección de un sector del movimiento obrero”(La Verdad Obrera 166). Creemos que es una exageración hablar de doble poder fabril en el caso de las coordinadoras. Si bien había ocupaciones de fábricas y paros muy fuertes, y la vanguardia era esencialmente clasista, tenemos que tener en cuenta que el conjunto de los trabajadores se movilizaba aún por reivindicaciones específicas, como en este caso la defensa de los convenios. Con respecto a la burocracia, sin dudas, las coordinadoras se constituían como la dirección reconocida en un sector importante de los trabajadores.

4. El Partido Socialista de los Trabajadores (PST), de fuerte inserción en la vanguardia obrera, llamó rápidamente a enfrentar el “Rodrigazo” y coordinar las acciones. El GOR (Grupo Obrero Revolucionario), desprendimiento del ERP, también centró su política en desarrollar las coordinadoras.

5. Eduardo Lucita. Entrevista realizada por los estudiantes de Filosofía y Letras, agosto 2005.

6- POR (T): Partido Obrero Revolucionario (Trotskista).