Reunión del G-8

 

El inconfundible olor de la revuelta

100.000 manifestantes plantan cara al G–8

Por Jacobo Rivero
Diagonal, junio de 2007

Comienzan las protestas en contra del encuentro del G–8 (los siete países más industrializados y Rusia), que se reúne del 6 al 8 de junio en Heiligendamm. La contracumbre de Rostock devuelve la energía a las movilizaciones por Otro Mundo Posible.

La Cumbre del G–8 en Alemania parece que vuelve a poner a los movimientos antiglobalización en primera línea del foco mediático. Tras las protestas por la cumbre de Génova en 2001, en las que fue asesinado por los carabinieri el manifestante Carlo Giuliani, parecía que no habría nuevas convocatorias masivas de rechazo a las políticas globales. En buena parte porque las reuniones de los ‘dirigentes’ del mundo se organizaban en enclaves cada vez más aislados y blindados a las protestas. Fue el caso de las cumbres en Kananaskis (Canadá, 2002) o Sea Island (EE UU, 2004).

La elección de Alemania era arriesgada. Se buscó un lugar apartado, un balneario fundado en 1793 por el duque Federico Francisco I de Mecklenburgo y que ha sido punto de encuentro de ‘ilustres’ visitantes desde entonces, entre ellos Adolf Hitler, que apreciaban la tranquilidad de sus bosques de hayas y un microclima propenso a los tranquilos baños marinos. Sin embargo, hasta allí se han desplazado miles de activistas de todo el mundo. Algunos, los más ‘violentos’, reconocibles incluso por su olor, según la policía, que ha tomado muestras de sospechosos, como ha denunciado el vicepresidente del Parlamento Federal alemán (Bundestag), el socialdemócrata Wolfgang Thierse.

Una medida insólita que forma parte de la histeria represiva que va a proteger el encuentro: 13.000 policías enviados a la zona, centros de internamiento para poner en prisión preventiva a sospechosos de planear acciones violentas, 13 km. de valla alrededor del hotel del encuentro, cierre del espacio europeo Schengen, redadas en locales de izquierda, prohibición de manifestaciones, negación de acreditaciones a periodistas, etc. Todo vale para intentar tener una apacible reunión de trabajo entre colegas.

El sábado 2 de junio era la primera convocatoria masiva. Casi 100.000 personas en dos manifestaciones que finalizaban en un mismo punto, la zona portuaria de la ciudad de Rostock. Una de ellas empezaba su recorrido en las afueras convocada bajo el lema de ‘Otro mundo es posible’ y era apoyada por más de 300 organizaciones de todo tipo, la otra era organizada por la Red Dissent!, la Izquierda Intervencionista y otros grupos (ver DIAGONAL nº 54).

En el punto de encuentro de las dos convocatorias, un sector importante de los manifestantes se enfrentó a la policía y comenzó así una batalla de cargas policiales, con botes de humo, gases y cañones de agua, frente a pedradas, barricadas y cocktails molotov. Según fuentes del Ministerio del Interior alemán, 146 policías resultaron heridos y más de cien manifestantes, detenidos.

La convocatoria contra una marcha neonazi (que finalmente no se celebró) supuso la detención de otros 120 antifascistas esa misma mañana. Queda por delante una semana de bloqueos, acciones descentralizadas, nuevas manifestaciones y la Cumbre Alternativa de los grupos que apuestan por una globalización de las resistencias y las luchas locales.

En palabras de un activista madrileño, “esto es sólo el principio, vamos a demostrar que las políticas que afectan a la mayor parte del planeta no pueden ser decididas por los países más ricos en función de sus intereses económicos”. No parece que el encuentro de Merkel, Bush, Sarkozy, Putin y compañía vaya a ser todo lo tranquilo que un lujoso balneario del norte de Alemania podría ofrecer.

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Miles de manifestantes alcanzan la valla de seguridad de la cumbre

La policía los le con cañones de agua y gases

Por Eliseo Oliveras

Enviado especial a Kühlungsborn

El Periódico, 07/06/07

Todo el despliegue policial y la multitud de controles en las carreras no impidieron ayer a los militantes altermundistas alcanzar la valla de seguridad de casi 12 kilómetros que rodea la localidad alemana de Heiligendamm, donde se desarrolla la cumbre del grupo de las ocho grandes potencias mundiales (G–8).

En diferentes columnas coordinadas, a través de los bosques y de los campos y cruzando ríos a pie, decenas de miles de manifestantes lograron sortear las diferentes barreras policiales para llegar el perímetro de seguridad de Heiligendamm y consiguieron bloquear distintas rutas de acceso al complejo donde se desarrolla la cumbre. Esto perturbó la llegada de los séquitos de las delegaciones, de los intérpretes y de la prensa. La policía, con su equipo pesado y sus vehículos blindados, no pudo seguir a los altermundistas a través de los bosques y los campos.

Cerco simbólico

Bajo la atenta vigilancia de la policía, numerosos grupos de manifestantes decidieron mantener su asedio simbólico a la cumbre y permanecer toda la noche junto a la imponente valla de acero de 2,5 metros de altura y coronada por una espiral de alambre de espino. Los manifestantes quieren expresar así su rechazo a la política del G– 8, "en nombre de todas las víctimas de este sistema injusto".

Los militantes altermundistas también cortaron la vía del tren de vapor que debían utilizar los periodistas y fotógrafos para acudir a los actos en Heiligendamm, y la policía no se atrevió a desalojarlos por temor a que utilizaran el balasto, las piedras de la vía, como armas arrojadizas. Por ello, los desplazamientos de la prensa tuvieron que realizarse en barco. El único incidente grave de la jornada se produjo cuando un grupo de manifestantes intentaron forzar la valla y la policía les repelió con el uso de cañones de agua, porras y gases lacrimógenos.

Condenas de cárcel

El tribunal administrativo de Rostock, ciudad próxima a Heiligendamm, prosiguió ayer los juicios rápidos contra los manifestantes detenidos durante los violentos incidentes del pasado fin de semana. Dos españoles, cuya identidad no fue revelada, un alemán y un polaco fueron condenados a penas de hasta diez meses de cárcel por arrojar piedras a la policía y causar heridas graves a agentes. El mismo tribunal ya ha condenado a penas similares a otros dos alemanes, un ucraniano y una belga. Al mismo tiempo, en Rostock continuó la contracumbre, en la que diferentes organismos internacionales denunciaron las consecuencias de la política del G–8 para la población de los países en desarrollo.

Pese al despliegue policial más grande que se recuerda en Alemania, los manifestantes asedian la valla de seguridad del balneario de Heiligendamm, donde hoy comienza con una cena informal la cumbre de jefes de Estado y Gobierno del G–8.

La policía alemana ha utilizado cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que más se aproximaban a la valla en los puntos donde se sitúan los dos únicos accesos por carretera al balneario, aunque los activistas violentos solo son una pequeña minoría.

Mientras la cancillera alemana, Angela Merkel, saludaba al presidente estadounidense, George Bush, antes de almorzar juntos para tratar de resolver diferencias sobre la lucha contra el cambio climático, la policía alemana trataba de frenar las columnas de manifestantes que han logrado alcanzar la valla en distintos puntos.

El asedio se está produciendo, sin embargo, en un ambiente predominantemente festivo y de manera pacífica, con grupos de cientos de manifestantes en permanente movimiento, que mantienen en jaque a los agentes.

Dado que los distintos grupos de manifestantes marchan campo a través o cruzando bosques, la policía tiene dificultades para seguirles con sus vehículos o para correr tras ellos, ya que los agentes están pertrechados con todo tipo de protectores que dificultan su capacidad de movimiento.

Las columnas de activistas han conseguido también cortar una de las dos carreteras de acceso directo al balneario, amenazan con bloquear la segunda, y han paralizado el tráfico en la autopista que conduce al aeródromo de Rostock–Laage, al que llegan los dirigentes de las siete naciones más industrializadas del planeta más Rusia.

Bloqueo de la vía férrea

Los altermundistas incluso han logrado bloquear la vía férrea que une la población de Kühlungsborn, donde se encuentra el centro internacional de prensa, con Heiligendamm.

El tren de vapor que circula por esa vía era el único medio de transporte que los periodistas podían utilizar para llegar a Heiligendamm. Ante el bloqueo, algunos informadores han sido trasladados hasta el balneario por mar a bordo de botes, lo que ha causado estupor entre los enviados especiales.

Mientras tanto, el Tribunal Constitucional alemán ha confirmado esta mañana una sentencia del Tribunal Superior Administrativo de Greifswald que prohíbe manifestarse a una distancia de entre cinco y diez kilómetros de la valla de seguridad que rodea Heiligendamm.