Irak resiste

 

Designado el sucesor de Negroponte en Bagdad

Lo que el nombramiento Jalilzad revela sobre los planes
de EEUU para Iraq y para el mundo

Por Larry Everest (*)
Znet, 07/04/05 / IraqSolidaridad, 14/04/05
Traducido para IraqSolidaridad por Beatriz Morale
s

¿Quién es Zalmay Jalilzad y qué nos indica su nombramiento como embajador de EEUU en Iraq en sustitución de John Negroponte acera de los planes de Bush para Iraq y el mundo?

La historia de Jalilzad -desde asesor de Paul Wolfowitz en los ochenta a teórico del neocolonialismo en los noventa, a alto funcionario con George W. Bush- es la historia del ascenso de un grupo de estrategas imperialistas, con una sórdida historia empapada en sangre, decididos a afirmar, profundizar y extender la dominación global de EEUU por cualquier medio que sea necesario. La suya es una coherente estrategia global que está dirigiendo ahora las acciones del régimen de Bush II. Entender esta agenda es clave para entender las verdaderas razones que sustentaron la invasión de Iraq de 2003 (una pista: no fue el 11 de septiembre [2001] o el terrorismo) y los acontecimientos que se están desarrollando rápidamente en Oriente Medio, incluyendo las amenazas estadounidenses a Siria y las demandas de reforma a Egipto y Arabia Saudí, así como las acciones de Estado Unidos por todo el planeta.

El nombramiento de Jalilzad (tiene que ser ratificado ahora por el Senado) pone de relieve tanto la importancia de Iraq en esta agenda como la determinación imperialista de seguir adelante con sus planes globales, a pesar de las enormes dificultades [que tiene] en Iraq y las posibilidades de una mayor aún agitación en el futuro. Para EEUU están en juego el lugar de su sistema en el mundo y su supervivencia a largo plazo.

Jalilzad es considerado un protegido de Wolfowitz y del vicepresidente Dick Cheney. Nació en Afganistán, emigró a EEUU, fue educado en la Universidad de Chicago (un semillero de la teoría de Strauss). En 1984 empezó a trabajar en el departamento de Estado durante la Administración Reagan a las órdenes del ahora subsecretario de Defensa y notorio halcón de la guerra, Wolfowitz. Durante este periodo ayudó a organizar el armamento de los luchadores afganos (incluido Osama ben Laden) entonces en guerra contra la Unión Soviética, por entonces el principal rival imperialista de EEUU, que había invadido Afganistán en 1979. Como resultado de la invasión soviética y de la subsiguiente guerra alentada por EEUU murieron más de un millón de afganos, un tercio de la población afgana fue llevada a campos de refugiados y Afganistán quedó en ruinas.

Hegemonía global: el "Protocolo del Plan de Defensa"

Tras el desmoronamiento de la Unión Soviética en 1991, la Administración de Bush padre empezó a formular una estrategia global para mantener el estatuto de EEUU como la única superpotencia imperialista. Esto fue articulado por primera vez en 1992 en el "Protocolo del Plan de Defensa", que fue esbozado por Jalilzad bajo la dirección de Wolfowitz y del entonces secretario de Defensa, Dick Cheney.

Como informaba el New York Times, el Protocolo del Plan de Defensa exigía asegurar "[...] que no se permite la emergencia de ninguna superpotencia rival en Europa del Este, Asia o en el territorio de la antigua Unión Soviética". El Protocolo de Defensa llamaba a esto "[...] la consideración dominante subyacente en la nueva estrategia de defensa regional y requiere que intentemos por todos los medios impedir que cualquier poder hostil domine una región cuyos recursos pueden ser suficientes para generar, bajo control consolidado, poder global. Estas regiones incluyen el este de Europa, el este de Asia, el territorio de la Antigua Unión Soviética y el sudeste de Asia".

El documento estratégico también ponía especial interés en el Golfo Pérsico: "[] En Oriente Medio y Sudeste de Asia nuestro objetivo global es seguir siendo el poder exterior predominante en la región y preservar el acceso de EEUU y de Occidente al petróleo de la región". El Protocolo preveía alcanzar estos trascendentales objetivos por medio del ataque preventivo a rivales o Estados buscando armas de destrucción masiva, fortaleciendo el control estadounidense del Golfo Pérsico y negándose a permitir que coaliciones o leyes internacionales inhibieran la libertad de acción de EEUU.

El libro de James Mann, Rise of the Vulcano. The History of Bush's War Cabinet, nos da una idea del tipo de debates que se producían aquellos días entre los círculos de la clase dirigente. Según Mann, Lewis Libby (que entonces era otro funcionario del departamento de Defensa y ahora es principal ayudante del vicepresidente Cheney) consideraba que la postura de Jalilzad en este informe no iba suficientemente lejos. Desde el punto de vista de Lewis no bastaba con evitar que aparecieran rivales, sino que el objetivo debía ser hacer a EEUU tan poderoso que ningún país considerara siquiera desafiarlo (pp. 208-215).

"De la Contención al Liderazgo Mundial"

Cuando Bill Clinton llegó a la presidencia en 1992, Jalilzad y su cohorte fueron echados de los despachos, pero no dejaron de hacer campaña en favor de una postura global de EEUU más agresiva (y de una acción militar contra Iraq). Denominados como neoconservadores o neocolonialistas, trabajaron por medio de una hueste de gabinetes estratégicos de derecha y de prominentes publicaciones como Wall Street Journal y Weekly Standard, fundado por el monopolizador de los media, Rupert Murdoch. Durante una década produjeron incansablemente toda una corriente de comentarios, informes estratégicos, artículos y libros -y ayudaron a organizar la campaña para derrocar a Clinton.

Para Cheney, Wolfowitz, Jalilzad y otros pensadores imperialistas, las cosas estaban yendo en la dirección equivocada, y Clinton y su equipo estaban dilapidando la preeminencia estadounidense. Como lo expresa Bob Avakian, pensaban que EEUU "[] no estaba sacando partido realmente de la victoria en la Guerra Fría.'No "nos mostramos" ante el mundo entero como podíamos habernos mostrado, y [como] deberíamos [mostrarnos]'" [1].

En 1995 Jalilzad explicó detalladamente todo esto en su obra sobre hegemonía global estadounidense: De la Contención al Liderazgo Mundial [2]. Su libro insistía en que tras el desmoronamiento de la Unión Soviéticas EEUU se enfrentaba tanto a oportunidades como a nuevos peligros y que tenía que actuar con decisión para fortalecer y extender su imperio por todo el mundo.

Entre los nuevos peligros que se oponía al imperialismo estadounidense, Jalilzad incluía las posibilidades de "[...] importantes conflictos regionales, atentados contra la hegemonía regional y proliferación de armas de destrucción masiva", así como "[...] caos y fragmentación dentro de los Estados" y posibilidades que iban desde "[...] un creciente número de guerras menores" hasta " [...] la reimperialización de Rusia y la expansión china". Jalilzad indicaba que "[...] el crecimiento económico en curso en Asia [...] producirá importantes cambios en el poder económico relativo -con posibles implicaciones geopolíticas y militares de importancia" e "[...] intensificará la competencia económica internacional". Jalilzad consideraba a China "el candidato más probable" como rival global:

"A largo plazo -en los próximos veinte años- existe la posibilidad real de que haya intentos por parte de China o Rusia, o de una coalición de Estados, de contrarrestar el poder de EEUU y de sus aliados." [3].

Jalilzad se quejaba de que "[...] a pesar de los esfuerzos tanto de la Administración Bush [I] como de la de Clinton todavía no ha cuajado una gran estrategia y no hay consenso respecto a la forma de alcanzar los objetivos de seguridad nacional Parece que el país todavía está tratando de definir sus pautas estratégicas". Jalilzad escribía que no había un "concepto unificado" en la visión global de Clinton y que su estrategia "no aborda algunos de los aspectos difíciles. [...] Tampoco ofrece un claro sentido de prioridades".

Jalilzad argumentaba que EEUU debía centrarse en impedir que otros obtengan "[...] hegemonía en regiones críticas", incluyendo el Golfo Pérsico, y concluía:

"EEUU también tiene que decidir mantener su posición de liderazgo global e impedir que surja otro rival mundial en futuro indefinido. Es una oportunidad que puede que la nación no vuelva a ver nunca." [4].

Apuntando a Iraq (años antes del 11-S) y trabajando para UNOCAL

Al mismo tiempo que pedía una acción más agresiva globalmente, Jalilzad y otros neocolonialistas también exigían una acción más contundente contra Iraq. Por ejemplo, en 1998, el Project for a New American Century publicó una carta abierta a Clinton advirtiéndole de que "[...] la política de contención [5] de Sadam Husein se ha ido erosionando de forma continuada" y "[...] ya no podemos depender de nuestros socios de la coalición de la Guerra del Golfo para mantener las sanciones". Estos acontecimientos ponen en peligro "[...] a nuestros amigos y aliados como Israel y otros Estados árabes moderados, y a un importante porción del suministro mundial de petróleo".

La carta, que sacaba a relucir el espectro de la adquisición por parte de Iraq de "armas de destrucción masiva", pero no mencionaba el terrorismo, concluía diciendo que la "[...] única estrategia aceptable" era "[...] derrocar a Sadam Husein y a su régimen. Este tiene que ser ahora el objetivo de la política exterior estadounidense". La carta estaba firmada por Jalilzad y otros prominentes estrategas de derechas, muchos de los cuales iban a convertirse después en altos funcionarios de la Administración Bush II.

Durante los noventa, Jalilzad también fue asesor de UNOCAL (una de las mayores compañías petrolíferas del mundo) cuando ésta estaba tratando de negociar con el gobierno talibán los derechos para la construcción de un oleoducto a través de Afganistán. Durante este periodo, Jalilzad defendió públicamente al régimen talibán. UNOCAL es conocida por apoyar a y hacer negocios brutales con regímenes reaccionarios. Por ejemplo, en 1997 refugiados birmanos llevaron a los tribunales a UNOCOAL por abusos de los derechos humanos cometidos por militares birmanos contratados por esta compañía para proteger sus operaciones.

Actor principal en el régimen de Bush II

Tan pronto como Bush llegó al poder en 2000 llenó su Administración con los estrategas de un predominio global estadounidense más hegemónico. Jalilzad pasó a formar parte del personal del Gabinete de Seguridad Nacional de Bush como asistente especial del presidente para Asuntos de Oriente Próximo, Sudeste Asiático y Norte de África. Poco tiempo antes de la invasión [de Iraq] de 2003 fue nombrado emisario ante la oposición iraquí, las fuerzas proestadounidenses exiliadas (como Ahmad Chalabi) que EEUU ayudó a instalar en el poder.

EN 2003, tras la invasión estadounidense de Afganistán de 2001, Jalilzad había sido nombrado embajador en este país, donde fue responsable de los esfuerzos estadounidenses para afirmar su control del mismo estratégicamente situado -un esfuerzo que él describió como desarrollar una asociación militar y económica a largo plazo entre ambos países. (Lo que esto significa realmente fue revelado recientemente por presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor, el general Myers, que reveló que EEUU estaba pensado establecer bases militares en Afganistán para muchos años.)

Mientras Jalilzad permaneció en Afganistán se disparó la producción de opio y heroína (en diciembre de 2004 un informe secreto estadounidense afirmaba que iba a seguir aumentando la producción de opio, lo que fortalecería el poder de los señores de la guerra) y EEUU orquestó una elecciones para mantener a su favorito, Hamid Karzai, en el poder. Uno de los últimos actos de Jalilzad fue apoyar el que el conocido "señor de la guerra" Abdul Rashid Dostum obtuviera un cargo en el gobierno. Las milicias de Dostum eran responsables de acabar con cientos de supuestos seguidores de los talibanes asfixiándolos en contendores metálicos de barco y de expulsar de sus pueblos a muchos pastunes, muchos de los cuales apoyaban a los talibanes.

El envío de Jalilzad a Bagdad (y lo que se planea que sea la mayor embajada estadounidense en el mundo) pone de relieve la relevancia que sigue teniendo para los planes globales estadounidenses la conquista de Iraq. Y su nombramiento, junto con el de los neocolonialistas de la línea dura John Bolton (como embajador ante Naciones Unidas) y Paul Wolfowitz (como director del Banco Mundial) pone de relieve la determinación de los dirigentes de EEUU de llevar adelante su guerra en todo el mundo por engrandecer el imperio. El pronóstico: más acciones agresivas estadounidenses en el mundo (en muchos frentes diferentes) y aumento potencial tanto de un sufrimiento masivo como de gran agitación económica, social y política.


Notas del autor y de IraqSolidaridad:

1. Bob Avakian, "The New Situation and the Great Challenges," Revolutionary Worker, 17 de marzo de 2002.

2. Zalmay M. Jalilzad, From Containment to Global Leadership (Santa Monica, CA: RAND, 1995), 7-8.

3. Id., 30, 7.

4. Ib., 30, 7.

5. Así llamada la estrategia de prolongación indefinida de las sanciones contra Iraq aprobadas en 1990 tras la invasión iraquí de Kuwait, mantenida hasta la segunda Administración Clinton.

Volver