Irak resiste

 

Los desaparecidos de Iraq

Las familias buscan a sus allegados en las cárceles secretas de EEUU

Por Imán Ahmad Jamas (*)
IraqSolidaridad, 17/05/05
Traducción de Sinfo Fernández

Uno de los mayores problemas con que se enfrentan las familias iraquíes tras dos años de ocupación, un problema que casi nunca se menciona en los medios de comunicación, es el de la situación de los desaparecidos durante la invasión estadounidense de 2003 o durante la posterior etapa de ocupación, particularmente la de aquellos sobre los cuales las autoridades de EEUU se niegan a dar información alguna porque les consideran peligrosos o porque han sido calificados como "prisioneros por motivos de seguridad" en las cárceles bajo su control [1].

Todas las ONG nacionales e internacionales que trabajan en Iraq están muy familiarizadas con el tipo de respuesta que obtienen siempre en las bases militares estadounidenses o en los centros de información cuando van a preguntar acerca de algún detenido que fue arrestado o que sencillamente desapareció durante el período del 20 de marzo al 1 de mayo de 2003 [2]: "No existe información sobre los arrestados antes del 1 de mayo de 2003", ni hay indemnizaciones, ni hay receptividad ante queja alguna: no hay nada. Es también imposible averiguar algo sobre los calificados como "prisioneros por razones de seguridad", porque creen que ese tema es responsabilidad exclusiva del ejército estadounidense, según indicó Chuck Ryan, oficial estadounidense responsable de las prisiones iraquíes, a finales de 2003.

Los desaparecidos pueden ser bien militares, bien fedayines (combatientes, en árabe) o simples civiles que estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado, aunque todo Iraq devino un lugar equivocado durante la invasión. Pero, según el Derecho Internacional [3], incluso aquellos que estuvieron implicados en operaciones militares, así como sus familias, tienen derechos humanos, aunque fueran arrestados, hechos desaparecer, heridos o asesinados. Durante dos años, esas familias han sido víctimas de chantaje, ansiedad, sospechas y búsqueda constante por los centros de información estadounidenses, organizaciones de derechos humanos, ministerios iraquíes, etc., siguiendo cualquier resquicio de esperanza para tratar de averiguar algo sobre sus bienamados. Una madre, estaba tan desesperada que cuando oyó que un amigo de su hijo había soñado que su hijo estaba enterrado en un determinado sitio, fue al lugar, estuvo cavando en las sepulturas para no encontrar nada.

'Sólo queremos saber'

Hablar con estas familias supone hundirte en un mar de lagrimas con las madres, esposas y niños. "Sólo queremos saber. Ellos [los estadounidenses] pueden retener a nuestros hijos el tiempo que quieran, pero que nos digan al menos si están vivos y dónde están", esta es la frase que escuchas de labios de todos los que buscan a un ser querido. "Lo daría todo, todo lo que poseo, a cualquiera que me dijera algo de Rafid", dice Ghazza A. Jamil, Um Rafid, Madre de Rafid, una mujer de mediana edad que es madre de un joven que desapareció el 7 de abril de 2003.

Rafid, de 19 años, salió de casa a las 8:20 de la mañana, una vez que se había levantado el toque de queda, para ir a la casa de su abuelo; tenía que cruzar el puente colgante que lleva al Palacio de la Republica, ahora en la Zona Verde [4]. Una hora más tarde, su familia oyó que el Palacio había sido asaltado, por eso su padre corrió a buscarle por el puente. No pudo cruzarlo debido al intenso bombardeo. Vio muchos vehículos ardiendo sobre el puente. "Recemos para que Rafid no fuera por el puente", dijo a la madre. Al día siguiente, cogió una manta (por si encontraba el cuerpo de Rafid) y se fue caminando y, en el lugar de los hechos, le pidió a una oficial estadounidense que le permitiera buscar a su hijo. Ella se lo permitió. Buscó entre todos los cuerpos que había en el suelo, en los coches y en los autobuses que habían sido destruidos o quemados sobre el puente, en las calles, en las plazas al otro lado del puente, pero no había ni rastro de Rafid. Buscaron durante días en los hospitales, en las cámaras frigoríficas donde se guardaban los cadáveres, en las tumbas, en las morgues, en las oficinas de policía, en las bases estadounidenses, en los Centros Militares de Información a los Civiles (CIMCS, en sus siglas en inglés) y en las prisiones. En ese momento había ficheros en todas las organizaciones de Derechos Humanos, en el Ministerio de Derechos Humanos, en el Comité Internacional de la Cruz Roja, en el Creciente Rojo, etc., pusieron un anuncio en los periódicos y en la televisión: Pero ni rastro de Rafid.

En noviembre de 2003, el abogado que estaba ayudándoles les dijo que había encontrado el nombre de Rafid, que había estado arrestado en el aeropuerto y que el 16 de mayo de 2003 había sido trasladado al Camp Bucca, en Un Qasr, al sur de Basora. Cuando el padre llegó hasta la prisión le dijeron que el nombre de Rafid no estaba en el listado que tenían.

El abogado les había dicho que había obtenido la información del comandante Coleman, en el Centro de Asistencia Iraquí. Fueron a ver Coleman, quien miró en las listas del ordenador, encontró el nombre y les dijo que volvieran después de una semana. Lo hicieron así, pero esa vez les envió fuera diciendo que ya les llamaría para que volvieran. No les llamó, pero cuando volvieron de nuevo, les dijo que el nombre de Rafid no figuraba allí. Un prisionero liberado de Abu Ghraib contó a la familia que Rafid estuvo con él hasta febrero de 2004. (Muchos prisioneros han informado que habían sido trasladados de Camp Bucca a Abu Ghraib y que habían vuelto de nuevo a Camp Bucca a comienzos de 2004.)

Hubo un testigo más, una mujer de la vecindad, que creía haber visto a Rafid en la comisaría de Kut. Dijo que tenía las manos atadas y que intentó comunicarse con ella en silencio, que incluso trató de echarse encima de ella muchas veces pero que un soldado estadounidense le golpeó. Otro testigo, un prisionero, dijo a la familia que Rafid estaba arrestado en un sótano y que había guardias estadounidenses muy estrictos en esa prisión. Dijo también que Rafid estaba herido en una pierna. En uno de los Centros de Información estadounidenses en Bagdad, en el de Jadriya, le dijeron a la madre que Rafid era un fedayín [5]. "Yo les dije que no lo era y que aunque lo fuera no significaba que a los fedayines no les iban a poner en libertad". Ellos le dijeron que sí.

¿Qué les contó el abogado sobre el motivo de la acusación?, le pregunto. Um Rafia contesta: "Que no iba documentado".

Um Rafid estaba ansiosa por enviar un mensaje. Le dijimos que no éramos la televisión, pero insistió en que alguien que leyera la historia podría ayudarla a buscar a Rafid, y también a otros dos jóvenes. Uno se llama Firas Sami Gatti'e, nacido en 1982, que envió un mensaje a su madre en una caja de cigarrillos; y el otro Seif, que envió un mensaje en su pantalón.

La madre de Rafid no paró de llorar amargamente durante toda la entrevista. Actualmente está al borde de una crisis nerviosa. "Hablo hasta con el pavimento de la calle, le pregunto si Rafid pasó caminando por allí. Por favor, ayúdenme, su padre se está muriendo", nos dice.

El caso de Abdul Qadir

Abdul Qadir Mohsin Mehdi, nacido en 1948, es un ingeniero jefe del ministerio del Petróleo. El 7 de abril de 2003 salió de casa temprano por la mañana para ir a trabajar, le habían dicho que tenía que distribuir el fuel en las estaciones de Bagdad. Nunca volvió. Testigos presenciales manifestaron que esa mañana fue hasta la refinería de Daura y que de allí salió alrededor del mediodía para ir a la estación de Shalchiya, cerca de la mezquita Buratha. Hubo un bombardeo muy intenso, por lo que abandonó del coche y se resguardó en la gasolinera más cercana, junto con otros dos hombres, un empleado de la estación y otro hombre que murió víctima del bombardeo. Diez minutos después los dos hombres supervivientes se fueron. Según el otro hombre, a Abdul Qadir le dispararon y se lo llevaron dos soldados estadounidenses en un vehículo blindado.

La familia le buscó por todas partes, preguntó en todas las organizaciones y ministerios importantes. Preguntó por él a las autoridades estadounidenses en los ministerios de Petróleo, de Justicia y de Derechos Humanos, pero siempre obtenía la misma respuesta: "No hay información sobre los desaparecidos en abril de 2003".

"Si está muerto, queremos su cuerpo. Si está vivo, queremos saberlo. Eso es todo", dice su mujer, y añade:

"Durante las Navidades un sacerdote apareció hablando en la BBC, decía: 'Nosotros estamos aquí con nuestras celebraciones mientras que hay muchos prisioneros en Iraq sobre los que sus familias no saben nada'. Sabemos el número, sabemos que son entre 5.000 y 15.000. Se habla mucho de fosas comunes para los muertos, pero los prisioneros están enterrados en vida y esas prisiones son fosas comunes para vivos. Tuvimos que esperar 23 años para encontrar los huesos de las fosas comunes de Sadam [Husein]. No queremos esperar tanto tiempo para encontrar esas nuevas fosas comunes. ¡Queremos sus huesos ahora! Somos creyentes, sabemos que todos vamos a morir, pero necesitamos saber. El no tuvo que ver nada con política, nunca perteneció a partido alguno, nunca tuvo una pistola, sólo estaba haciendo su trabajo".

Un testigo presencial vio a Abdul Qadir en Camp Bucca, tienda 9, campo 9. Había 650 prisioneros en esa tienda. El hombre dijo que hasta julio de 2003 estuvieron en la prisión del aeropuerto [de la capital] y que hasta marzo de 2004 su marido estaba bien". La familia preguntó en Camp Bucca pero no obtuvo respuesta positiva alguna.

La familia formó un equipo de parientes para buscar a Abdul Qadir. Durante las dos semanas que siguieron a su desaparición buscaron por todos los sitios en Bagdad. En el hospital, en las tumbas nuevas que se habían cavado en esa época a los lados de las calles. Su hijo Seif, un estudiante de Informática, habla de los montones de cuerpos de hombres, mujeres y niños entre los que tuvo que buscar y que yacían acumulados en los jardines de los hospitales.

En octubre de 2003, la esposa fue a ver a Nebil Juri, un representante del Departamento de Estado estadounidense, después de que aquél hubiera aparecido en TV recibiendo llamadas de la gente. En la oficina de Juri les dio todos los datos de que disponía. Prometieron llamarla, como a otras muchas familias. Hasta el momento actual, aún no lo han hecho. La esposa dice que hay al menos 6.000 antiguos desaparecidos, incluso algunos fedayines, que han sido liberados, ¿por qué no le liberan a él?

La esposa de Abdul Qadir piensa que todos los demás problemas no son prioritarios; el agua, la electricidad, el gobierno, todo eso se resolverá, pero para una familia que está esperando noticias de un padre o de un hijo, esa es la única prioridad.

Adel tiene número y documento

Adel Abbas Lieby, de 30 años, era oficial administrativo en el ejército. El 3 de abril de 2003 iba a entregar los salarios en una unidad militar en Yusifiya cuando le dispararon tropas estadounidenses, hiriéndole. Su amigo Hasan lo vio y le llevó al hospital al–Yarmuk [de Bagdad]. Hasan recogió todos los papeles y documentos de Adel y se los dio a su familia cuando fue a contarles lo sucedido. Pero Adel desapareció entonces. "Pregunté en una comisaría y el oficial estadounidense me dijo que volviera después de unos días. Regresé a los tres días; me dijo que mi hijo estaba en la prisión del aeropuerto". La madre de Adel prosigue:

"Conocíamos a un traductor en el aeropuerto y fuimos a verle para preguntarle por Adel. Después de unos cuantos días nos dijo que le había visto junto a Huda Ammash [6] y que estaba herido, que yacía en una cama del hospital con muchos tubos conectados a su cuerpo. Otra persona llamó y dijo que había visto a Adel, y que éste le había dado nuestro número para que nos telefoneara. Un joven llamado Ala'a vino a nuestra casa y nos pidió diez millones de dinares para que dejaran libre a Adel. Nos dijo que estaba acusado de pertenecer a la Mujabarat (Servicio de Inteligencia) de Sadam Husein. Pero mi yerno creyó que Ala'a era un estafador. Finalmente, un médico de la Cruz Roja nos pidió tres millones de dinares y nos dio un documento de las tropas estadounidenses en el que decía que habían encontrado a Adel y que tenía el número 905.853. Nos dio su localización exacta en la prisión de Camp Bucca y nos urgió a pedir la liberación de Adel porque era inocente".

Pero no importó cuantas veces fueron hasta allí: nunca consiguieron una respuesta positiva. Incluso una de las veces un soldado estadounidense amenazó a la madre con arrestarla y ponerle una capucha negra en la cabeza si no se marchaba. El soldado dijo que su madre tampoco le veía a él desde hacía seis meses. De nuevo la familia le buscó por todos los ministerios y las organizaciones de Derechos Humanos. "Quiero ver a mi hijo, eso es todo", concluye su anciana madre.

El coche de Dhia

Dhia Mahdi Ali Baqir al–Sindy, nacido en 1945, era general de Brigada en el ejército iraquí, en la Oficina de Veteranos. El 7 de abril de 2003 iba conduciendo su coche cerca de la autopista del aeropuerto para ver a su hijo en el distrito de al–Aamil, pero nunca regresó. Salió de casa después de las 08:00 de la mañana, tras levantarse el toque de queda.

La familia no pudo llegar hasta la zona de la autopista del aeropuerto porque los estadounidenses la tuvieron cerrada durante diez días. El 18 de abril la familia comenzó la búsqueda. Encontraron el coche; parecía que Dhia lo había abandonado debido al terrible bombardeo. La gente de la zona les dijo que habían encontrado el coche vacío. La familia no encontró ninguno de los documentos que Dhia llevaba en él. Un joven de por allí que enterró a los muertos dijo que todos los heridos habían sido evacuados de la escena con helicópteros estadounidenses. La familia, a lo largo de un tramo de un kilómetro, estuvo cavando en la cuneta de la autopista del aeropuerto. Encontraron los cuerpos de cientos de hombres y de algunas mujeres, incluso encontraron un autobús lleno de cuerpos amontonados en uno de los lados de la autopista.

"¿Te estás refiriendo a fosas comunes?", preguntamos a su mujer. "Sí, había un cargamento de cuerpos enterrados a los lados de la carretera, había muchas tumbas provisionales con señales encima o cerca, como un rama de árbol o una prenda de ropa. La gente que enterró esos cuerpos puso mucho cuidado en recoger objetos de los muertos para que pudieran ser reconocidos fácilmente después. No vieron a Dhia entre ellos", contesta la esposa de Dhia.

"Seguí buscando por todas partes, en las bases militares, en las comisarías, en las cárceles, hasta que el sheij M., de la Asociación Tribal de Sheijs Independientes, me dijo que habían encontrado su nombre, pero no me dijo dónde estaba. En febrero de 2004, un prisionero de guerra, el teniente Leiz Abdul Mayid, de 30 años, me dijo que Dhia estaba arrestado en una base militar estadounidense en Qatar, y que los oficiales de alto rango estaban arrestados en Kuwait [7]. Ambos fueron reunidos en Camp Bucca en noviembre de 2004, presumiblemente para ponerles en libertad, Leiz fue liberado, pero entonces empezó el ataque a Faluya y se paró todo."

Un prisionero dijo que Dhia está en Camp Bucca, que fue herido en el abdomen pero que ahora está bien, describiéndole con mucha precisión y proporcionando a la familia unos detalles sobre él que nadie más conocería. "Incluso nos dio un número, el 116.224, pero cuando fuimos a comprobarlo no era él".

"¿Qué quieres decir?", le pregunto. Su mujer, una empleada jubilada del ministerio de Planificación, explica:

"No se encontró su cadáver; está arrestado por los estadounidenses porque muchos testigos dijeron que los heridos fueron sacados en helicópteros. Pido a las autoridades estadounidenses que nos proporcionen su número, y si es que hay alguna acusación en su contra, estamos preparados para cualquier procedimiento legal. Si se prueba que es culpable de cualquier cargo, puede ser sentenciado pero, si es inocente, tendrán que liberarlo de forma inmediata".

Los testigos de Yasir

"Yasir es mi sobrino", dijo Abu Amjad, "es uno de los detenidos más antiguos, fue arrestado al principio de la ocupación, hace ya más de dos años. Hasta ahora no tenemos ninguna información sobre él o sobre su paradero. La única información que tenemos la hemos conseguidos de antiguos prisioneros que han sido liberados, hemos ido a todas partes, a la Cruz Roja, al Creciente Rojo, a las bases militares estadounidenses, a las morgues con cuerpos pero no hemos conseguido respuesta o información oficial alguna".

¿Cuántas veces hemos escuchado la misma frase? Casi todas las familias de los desaparecidos dicen lo mismo.

Yasir nació en 1975. Fue arrestado en Radhwaniya, al sur de Bagdad, cerca de la fábrica de detergentes; iba conduciendo con su amigo Salah y se dirigían, el 4 de abril de 2004, a la casa de éste. Al pasar cerca de un grupo de soldados estadounidenses, éstos les dispararon. Testigos presenciales de la zona dijeron que Yasir fue herido en el brazo izquierdo y en la pierna, mientras que a Salah le hirieron en la cabeza y en el brazo. Las tropas estadounidenses les prestaron primeros auxilios a ambos y se los llevaron en un vehículo blindado. Salah dijo que fueron conducidos en helicóptero hasta una base militar, que podría estar en Yusifiya. Salah estuvo inconsciente durante doce días. Cuando se recuperó se encontraba en un hospital militar en Nasiriya, en una base militar llamada al–Imam, en el sur de Iraq. Preguntó por su amigo Yasir de inmediato pero no obtuvo respuesta. Desde ese momento hasta ahora no hay noticias oficiales de Yasir:

"Un joven llamado Jamis Sami vino a visitarnos. Había estado arrestado con Yasir en Camp Bucca y nos confirmó que estaba allí. Pero cuando fuimos hasta el lugar las autoridades estadounidenses lo negaron. Había muchas familias, alrededor de un millar, preguntando allí por sus hijos. En junio de 2003 sacaron una lista con 30 prisioneros. Dijeron que esos prisioneros estaban en Camp Bucca y que sus familias podían visitarles. Entre los nombres estaba el de Aisar Abbass Hneihin, un oficial de la Guardia Republicana. Su padre continúa aún buscándole.

"Durante los dos últimos años, hemos buscado a Yasir en casi todas las bases militares estadounidenses y en todos los centros de información. En muchas ocasiones las familias consiguieron información, como la familia de Jasim Husein Sultan al–Abidy, pero otras veces se la negaban.

"El año pasado un hombre llamado Abdul Sattar Abdul Jabbar vino de Basora a visitarnos diciendo que tenía un mensaje de Yasir. Este hombre dijo que, tras la ocupación, estuvieron arrestados durante dos meses en la prisión del aeropuerto y que entonces fueron llevados a Qatar, donde les tuvieron hasta comienzos de 2004. Después fueron traídos de nuevo a Iraq y encarcelados en una prisión cercana a Basora.

Muchos prisioneros hablan de una prisión que está cerca de Basora pero que no es Camp Bucca, un lugar a una hora de Basora, probablemente en la frontera entre Kuwait e Iraq, donde se supone que mantienen encerrados entre 3.000 y 4.000 prisioneros. Algunos de ellos eran de la Guardia Especial Republicana y de la Guardia Republicana, o fedayines y civiles de todo Iraq. Sus ojos estaban cubiertos, pero Abdul sabía que el campo era llamado 'Campo cerrado núm. 4 de prisioneros de guerra', [donde estaba el grupo proveniente] de Qatar, y que Yasir estaba en ese campo. Su número [de prisionero] era el 113.453. Cuando miramos en la lista de detenidos no encontramos ese número. A propósito, al mirar los números de serie, hay pocos desaparecidos que tengan los números que empiezan por 111.000 a 115.000: no los encuentras en las listas. Pienso que hay números secretos, porque no les encontramos busquemos donde busquemos."

Muchos de los mensajeros de las prisiones vacilan a la hora de dar información exacta sobre ellos mismos o sus direcciones. Sin embargo, facilitan información muy detallada sobre los prisioneros que les envían con mensajes, lo que no deja lugar a dudas de que estaban con ellos. Obviamente, [las tropas estadounidenses] les dicen que no den información alguna, pero lo hacen porque sienten que así ayudan a las familias.


Notas de la autora y de IraqSolidaridad:

(*) Iraquí, de 49 años, de profesión periodista, traductora y escritora de cuentos, Jamás dirigió desde su creación en junio de 2003 y hasta junio de 2004 el Centro en Bagdad del Observatorio de la Ocupación. Desde el Observatorio y junto a un reducido equipo de profesionales locales ha llevado a cabo la tarea de documentar a través de informes elaborados sobre el terreno los efectos devastadores de la invasión y ocupación estadounidense durante el primer año de la ocupación en diversos sectores de la sociedad iraquí. En la actualidad Jamás participa activamente en el movimiento asociativo de mujeres iraquíes.

1. Véase en IraqSolidaridad: Informe de 'Human Right First' "Tras la alambrada" (y II): Los presos bajo control de EEUU en Iraq: indefinición jurídica y opacidad y EEUU amplia los centros de detención en Iraq ante el incremento de presos acusados de relación con la resistencia

2. Fecha en la que el presidente Bush anunció el final de las operaciones militares en Iraq.

3. Véase en la columna de la derecha el texto del Art. 33 del Protocolo 1 sobre Personas Desaparecidas del Protocolo Adicional a las Convenciones de Ginebra de 12 de agosto de 1949.

4. La margen derecha del Tigris, en la que se situaba la zona presidencial, fue tomada en el transcurso de los días 7 y 8 de abril por las fuerzas estadounidenses.

5. La denominación de fedayín hace aquí referencia a los miembros de las fuerzas no regulares iraquíes creadas antes de la invasión.

6. Bióloga iraquí vinculada por EEUU al programa de armas de destrucción masiva, investigó antes de la invasión los efectos de la contaminación por uranio empobrecido en población iraquí. En paradero desconocida, se la cree asesinada por los estadounidenses.

7. Durante varias entrevistas de la delegación de la CEOSI que visitó Iraq en abril con organizaciones de Derechos Humanos y de abogados, fueron reiteradas las referencias a traslado de presos fuera de Iraq, a Qatar particularmente, además de Kuwait. Véase: Primer mensaje de la delegación de la CEOSI en Iraq: Un país resistente e integrado contra la ocupación, el confesionalismo y el sectarismo y Mantener abierto Iraq a la solidaridad y el compromiso internacional: Una delegación de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq viaja a Iraq

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