Irak resiste

 

Iraq: El pantano de arena para la ocupación yanqui

¿El regreso del “síndrome de Vietnam”?

Por Mario Rafiq
Socialismo o Barbarie, periódico, 07/07/05

Bush y los altos funcionarios yanquis se encuentran con dos problemas para continuar sus arengas triunfalistas sobre la ocupación en Iraq. El primero, que la credulidad de la población estadounidense viene bajando. Y el segundo es que aparecen voces discordantes en las propias filas del imperialismo. No sólo los demócratas, sino sectores de la inteligencia, los altos mandos militares y el ala moderado de los republicanos se quejan cada vez más fuerte de que la expedición en Iraq ha perdido la brújula. La resistencia no sólo no retrocede sino que intensifica su accionar, las bajas crecen y la situación político-militar se sale de control. Bush está en una encrucijada: iniciar un plan concreto de retirada definitiva de Iraq o redoblar la presencia de tropas. Pero las dos opciones ofrecen más problemas que soluciones.

El 28 de junio, desde la base militar de Fort Bragg, George W. Bush, en un discurso emitido a todo el país, intentó convencer al pueblo norteamericano de que los “esfuerzos” de la ocupación yanqui están dando sus frutos, que la causa de la “libertad” avanza, que la insurgencia iraquí se está debilitando y que no es momento de pensar en retirar las tropas de allí. Pero como los argumentos sonaban demasiado a hueco, se vio en la obligación de recordar seis veces a Osama Bin Laden y el 11 de septiembre, intentando fusionar ese tema con la guerra en Iraq. Ese recurso al cuco solía dar buenos réditos (Bin Laden “reapareció” poco antes de las elecciones presidenciales yanquis), pero ya está un poco gastado y su efectividad disminuye.

La realidad es que la opinión pública yanqui se inclina cada vez más a pensar que el acertijo de Iraq no tiene solución. Y esa convicción se empieza a filtrar en la misma administración Bush, donde se profundiza la disputa acerca de qué rumbo tomar. Mientras los altos funcionarios de la Casa Blanca insisten en pintar un mundo de rosado optimismo –ya les toman el pelo diciendo que hablan de “Fantasilandia”–, la CIA y sobre todo el Ejército dan una versión mucho más oscura de lo que pasa en Iraq.

En el fondo, se hace evidente que a la administración Bush no le quedan más que dos opciones: una deshonrosa retirada –con enormes costos políticos que pagar y explicaciones para dar– o prepararse para instalarse en Iraq por mucho más tiempo del previsto y deseado. La de Iraq se está convirtiendo así en una guerra que EEUU no puede ganar ni tampoco abandonar.

Encuestas que dan mal

A pesar de que los medios yanquis no se caracterizan precisamente por su oposición salvaje a la ocupación iraquí, no pueden menos que hacer constar los crecientes problemas de EEUU allí. Y esto tiene consecuencias  en la percepción popular de la política de Bush. Según Andy Kohout, director del Pew Research Centre for the People & the Press,  “el constante goteo de noticias negativas de Iraq está minando significativamente el apoyo a las operaciones militares de EEUU allí”. [1]

Esto se refleja en toda una serie de encuestas de opinión que invariablemente muestran un incremento no espectacular pero sí sostenido de la oposición a la política de Bush, junto con una creciente desconfianza y escepticismo hacia los mensajes de la Casa Blanca. Por ejemplo, según un sondeo publicado en el New York Times y la cadena CBS, el 59% desaprueba la manera en que Bush maneja la situación en Iraq.

Igual de preocupantes para el imperialismo son las cifras de una encuesta publicada por el Washington Post y ABC News: más de la mitad cree que la invasión no hizo a EEUU más seguro, un 40%  cree que la situación es análoga a Vietnam, un 46% está a favor de una retirada de Iraq y un 53% opina que no valió la pena iniciar la ocupación. A eso se agregan los cargos morales: para el 52% Bush engañó deliberadamente a la población acerca de la “amenaza” iraquí. ¿El balance? Para el 62%, EEUU se encuentra empantanado en Iraq.

Los esfuerzos de Bush por unir Iraq con Al-Qaeda surten cada vez menos efecto. Por primera vez desde el inicio de la intervención en Iraq, los que perciben a la guerra en el Golfo como separada de la guerra contra el “terrorismo” superan a los que ven ambos temas como indisociables: 50% contra el 47%, según una encuesta de la firma Gallup. Para ese mismo estudio, un 61% cree que Bush no tiene un plan claro en Iraq. [2]

Se viene un ejército de voluntarios... a la fuerza

EEUU tiene apostados en Iraq 140.000 soldados, a los que se agregan otros 20.000 de los aliados. El problema es que, mientras parte de la burguesía dice que ya es hora de empezar a retirarse, otros quieren subir la apuesta y piden todavía más tropas. ¿Qué dice Bush? Por ahora, ni retirada ni más tropas; dejar todo como está. Ya veremos que aun si quisiera mandar más soldados no le sería tan fácil.

Por lo pronto, las tropas iraquíes cipayas no ayudan mucho que digamos: según el propio Pentágono, de los 107 batallones de operaciones militares de la Guardia Nacional y la policía iraquí, sólo 3 serían capaces de actuar independientemente del apoyo de las fuerzas de ocupación yanquis. [3]

Esta situación de estancamiento no conforma a nadie. Pero no hay mucho lugar para el debate democrático: las voces críticas que vienen del mismo Ejército son calladas de inmediato. Algunos de los que reclamaron más tropas para que la ocupación tenga sentido fueron Erik Shinsheiki, ex jefe de personal del Ejército, y el general John Riggs. Ambos fueron obligados a jubilarse. El general del cuerpo de marines Anthony Zinni tuvo que esperar su retiro para despacharse contra Rumsfeld.

Las perspectivas de reemplazo o de aumento de las tropas existentes no son las mejores. Para el teniente general James Helmly, la Reserva del Ejército (200.000 hombres y mujeres a tiempo parcial) degenera rápidamente hacia una fuerza ineficaz sin utilidad operativa. De modo que se impone una agresiva política de incorporación de nuevos soldados.

Pero justamente las fuerzas armadas no logran cumplir las metas mensuales de reclutamiento, por primera vez desde 1999. En consecuencia, “el Pentágono está creando una base de datos de 30 millones de jóvenes entre 16 y 25 años, con información sobre sus calificaciones, número de seguro social, e-mail y teléfono”. [4] Aunque el proyecto lleva tres años, el Pentágono hizo la notificación pública obligatoria recién en mayo pasado, según informaron el Washington Post y el New York Times.

Mentes suspicaces dirían que el objetivo del proyecto es que las fuerzas armadas puedan comunicarse directamente con los jóvenes, sin conocimiento ni permiso de sus padres, para enrolarlos como combatientes en Iraq. Claro que no es tan fácil, porque el miedo no es zonzo. De hecho, hay un desplazamiento de los reclutamientos de las fuerzas de tierra a fuerzas que parecen menos peligrosas, la marina y la fuerza aérea. Como resume el analista de defensa Loren Thompson, del Instituto Lexington, “hay un punto esencial en el debate del reclutamiento: la gente no quiere morir”. [5]

La necesidad de nuevas tropas resulta tan difícil de cubrir que hay quienes aventuran la posibilidad de que vuelva el servicio militar obligatorio, abolido tras Vietnam.

La resistencia que Rumsfeld mata goza de buena salud

A pesar del afán de Washington –Bush, Condoleeza Rice, Donald Rumsfeld y Cía.– por demostrar que la resistencia iraquí “tiende a desaparecer” (textual del vicepresidente Dick Cheney), el ejército y la CIA, que  conocen el terreno de primera mano, son mucho más pesimistas. Un buen resumen hizo el teniente coronel Frederick Wellman en el New York Times: “Cuando mato a uno creo a tres [insurgentes]”. Como la mítica hidra de Lerna, por cada cabeza que se corta surgen varias prontas a reemplazarla. Un concepto parecido al del general George Casey, el más alto mando militar yanqui en Iraq, que admite que presionar a la resistencia en una zona sólo consigue que reaparezca en otra. [6]

Estas malas noticias para los ocupantes pueden cuantificarse. En mayo de 2004, la resistencia promediaba 52 ataques por día, y en todo el mes, 42 soldados yanquis muertos y 584 heridos. En mayo de 2005, los ataques subieron a 70 ataques por día, y en el mes hubo 77 muertos y 616 heridos. Los soldados yanquis muertos desde el comienzo de la invasión suman ya 1.730.

Ante este estado de cosas, el mismo Rumsfeld, interrogado por la BBC, tuvo que reconocer el 14 de junio que la situación del ejército yanqui empeora. El aumento en las bajas yanquis se debe al perfeccionamiento de la resistencia en la fabricación de artefactos explosivos caseros (improvised explosive devices). Sólo en mayo se computaron 700 ataques con bombas de fabricación manual. Los atentados con coches bomba, que habían sido 18 en junio de 2004, treparon hasta 135 en mayo de 2005. [7] La resistencia está adquiriendo técnicas de conflicto urbano como ataques simultáneos y tácticas de asesinato selectivo de figuras políticas y militares. [8] Esto contrasta vivamente con la imagen de “terrorismo indiscriminado” que venden los medios, cubriendo hechos que muchas veces no son de la verdadera resistencia sino de origen dudoso.

Para el general John Abizaid, máximo responsable militar en Iraq, la resistencia ha crecido en número y capacidad operativa, y “hay más combatientes extranjeros en Iraq que hace seis meses”. Otros jefes militares de la coalición reconocieron en la propia prensa yanqui que la actividad de la resistencia no disminuye. Y el jefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas de EEUU, Richard Myers, informó al Senado en mayo que la resistencia iraquí mantiene intacta su capacidad de atacar. Cuatro diputados, dos demócratas (incluido en precandidato a la presidencia en 2004 Dennis Kucinich) y dos republicanos, propusieron un plan de retiro de tropas de Iraq para octubre de 2006. [9]

Lo más irónico para los yanquis es que, contra todo lo planeado y declamado, la propia CIA reconoce que la ocupación ha logrado convertir a Iraq en algo que no era: un centro de reclutamiento y entrenamiento de terroristas, al estilo de Afganistán en los 80. Y según el director de la CIA, Porter Goss, esos terroristas serán potencialmente más peligrosos si la situación política se estabiliza y puedan abandonar Iraq. [10]

La conclusión la aportan el descorazonado Rumsfeld, que súbitamente advirtió que la resistencia podría seguir actuando “por 12 años más”. Lo que no dijo es por qué antes daban a la resistencia por “agonizante” y, sobre todo, cómo hizo el cálculo para que el plazo se agote en el año 12 y no en el 30 ó 40.

Si no puedes vencer al enemigo... negocia con él

La época de las bravatas al estilo de “no tenemos nada que hablar con terroristas y asesinos” va quedando atrás. Por diversos canales oficiales y extraoficiales de EEUU, Gran Bretaña e Iraq, se confirma que existen canales de comunicación entre el gobierno iraquí títere y el ejército de ocupación, por un lado, y ciertos sectores de la resistencia armada iraquí, incluidos los islámicos radicales. [11]

Más allá de que información de ese tipo deba tomarse con pinzas, algo parece, si no cierto, plausible: que los líderes de la resistencia presentes en las reuniones exigían de manera categórica “un plan claro y una fecha precisa de las tropas estadounidenses”. Allí se cita a un especialista en temas de defensa, que leyó el encuentro como “una evidencia de que las tropas de EEUU saben que no pueden ganar esta guerra sin acabar con buena parte de la población iraquí, y que necesitan llegar a algún tipo de negociación”. Habrían estado presentes representantes del Ejército, de la CIA, del Congreso y de la embajada yanqui en Iraq. Por su parte, los rebeldes iraquíes habrían pedido la presencia de un representante de la ONU para la siguiente reunión. [12]

Una síntesis adecuada de la situación es que “EEUU no está preparado o equipado para luchar en guerras asimétricas. La máquina militar estadounidense se enorgullece de utilizar una fuerza abrumadoramente superior contra el enemigo. Pero contra luchadores respaldados por el apoyo popular estas tácticas no producen resultados tangibles. Más bien sólo sirven para distanciar a la población de las fuerzas de ocupación. En la batalla de Faluya EEUU utilizó la mayor concentración de arsenal convencional desde la II Guerra Mundial, pero no pudo acabar con la resistencia. En otros lugares de Iraq ha habido batallas similares y los resultados han sido decepcionantes. Los mandos militares saben que el Ejército no puede continuar funcionando así y confían en que la Casa Blanca los saque del apuro. El problema es que también Bush ha agotado las soluciones políticas y ahora se enfrenta a un futuro incierto”.[13]


Notas:

1. “La resistencia iraquí fractura las relaciones de Bush con el Ejército estadounidense”, Abid Mustafa, Al Yazira, 23-6-05.

2. Jim Lobe, IPS, 29-6-05.

3. Washington Post, 10-6-05. El título del artículo es muy significativo: “Construir el ejército iraquí: misión imposible”.

4. David Brooks, La Jornada, México, 28-6-05.

5. Abid Mustafa, cit.

6. Idem.

7. Washington Post, 18-6-05.

8. Informe de la CIA publicado por el New York Times y citado por Manuel freytas, “Bush y la estrategia del terrorismo latente”, IAR Noticias, 1-7-05.

9. “La CIA y los generales niegan el pronóstico ‘optimista’ de Bush sobre Iraq”, IAR Noticias, 24-6-05.

10. Informe de la CIA aparecido en el New York Times, 22-6-05, citado por Vladimir Simonov, RIA Novosti, Moscú, 30-6-05.

11. Así lo consignan Al Jazeera, 23-6-05, Washington Post, 27-6-05 y el diario británico Sunday Times, este último recogido en Clarín, 5-7-05.

12. Clarín, 5-7-05

13. Abid Mustafa, cit.


Conferencia de Bruselas

Europa avala el accionar de EEUU en Iraq

Por Mario Rafiq
Socialismo o Barbarie, periódico, 07/07/05

A pedido del “gobierno iraquí”, EEUU y la Unión Europea organizaron el 21 y 22 de junio una conferencia internacional sobre Iraq. El resultado: declaraciones de apoyo al gobierno títere, a lo actuado por las fuerzas de la coalición bajo el comando de EEUU y a la resolución 1546 de la ONU, que le da un barniz de legitimación internacional a la intervención yanqui y al gobierno fantoche.

Si para algo sirvió la reunión fue para mostrar que entre la UE y EEUU no median las contradicciones insalvables con que sueñan la prensa y los dirigentes “progres”. Por el contrario. Es verdad que la UE y los yanquis tenían un enfrentamiento limitado en cuanto a sus intereses económicos y geopolíticos en Iraq, y que las movilizaciones masivas en Europa contra la guerra fueron un factor de presión real para la actitud de los gobiernos. Pero ante el hecho consumado de la invasión y la ocupación, y sin grandes manifestaciones a la vista sobre el tema, la UE apunta a garantizar la estabilidad del nuevo gobierno y de la situación iraquí en general. Es decir, aceptar el statu quo impuesto a bombazos por los yanquis y rechazado por el pueblo y la resistencia iraquí, con el objeto de participar en los múltiples negocios que presenta la ocupación del país. No tanto el petróleo –eso es coto yanqui y por ahora bastante problemático, porque la resistencia sigue golpeando sobre los centros de producción y los oleoductos– como la “reconstrucción” de lo que siempre estuvo sano hasta que llegaron los invasores.

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