Irak resiste

 

Deshaciendo Iraq

Un proceso constitucional directo al fracaso

Internacional Crisis Group
Rebelión, 11/10/05
Traducido por Sinfo Fernández

I. Perspectiva

En lugar de tratar de mitigar las crecientes divisiones entre las tres principales comunidades de Iraq –chiítas, kurdos y árabes sunnitas–, el desarrollo de un precipitado proceso constitucional ha profundizado desencuentros y endurecido sentimientos. Sin una iniciativa clara dirigida por EEUU que calmara las preocupaciones de los árabes sunnitas, es probable que la constitución consiga incendiar, más que apagar, la resistencia, así como fomentar la violencia sectaria y étnica y acelerar la desintegración violenta del país.

Cuando comenzó, en junio–julio del presente año, el proceso de redacción, la inclusión de los árabes sunnitas fue la prueba fundamental de la capacidad estadounidense e iraquí para tratar de derrotar a la resistencia a través de una estrategia política. Cuando EEUU incorporó a quince dirigentes políticos árabes sunnitas al Comité Constitucional, aumentaron las esperanzas de que si se lograba un todo compacto entre las comunidades, quizá se alcanzara un punto de partida que pudiera estabilizar el país. Lamentablemente, la administración Bush escogió sacrificar la integración en aras de una fecha tope arbitraria, con la esperanza, aparentemente, de preparar el terreno para una reducción militar significativa en 2006. Como resultado, el proceso de elaboración de la constitución se convirtió en un peligro más en la batalla política en lugar de erigirse en instrumento de resolución.

Al precipitar la elaboración de la constitución se produjeron dos bajas más. La primera fue el consenso. Los árabes sunnitas se sintieron cada vez más marginados de las negociaciones que empezaron a principios de agosto cuando se les trasladó del Comité Constitucional a un foro informal de dirigentes kurdos y chiítas, rechazando firmar varios proyectos que les fueron mostrando desde ese momento. Desde su punto de vista, el texto que fue aceptado en septiembre por la Asamblea Nacional Transitoria amenaza sus intereses vitales, ya que facilita implícitamente la disolución del país, dejándoles acorralados y desprovistos de recursos.

La segunda baja fue el contenido del texto en sí. Pasajes claves, como los que referían a la descentralización y a la responsabilidad en el control del sistema de impuestos, están redactados de forma vaga y ambigua y conllevan las semillas de futuras discordias. Muchas áreas vitales han quedado pendientes de leyes futuras, que les darán una categoría menor a la de la Constitución, que serán más vulnerables ante posibles enmiendas y que conllevarán la huella sectaria de la comunidad chiíta, dado su más que seguro dominio en futuras legislaciones.

El 15 de octubre de 2005, se le pedirá al pueblo iraquí, en un referéndum lleno de incertidumbres, que acepte un endeble documento que carece de consenso. En lo que puede ser el peor resultado posible, es probable que sea aprobado, a pesar de la abrumadora oposición de los árabes sunnitas. Los partidos kurdos y el Gran Ayatollah Ali al–Sistani tienen una probada habilidad para sacar a la calle a sus partidarios y, en cuanto a los árabes sunnitas, no es probable que superen el umbral de las dos terceras partes necesarias para invalidarla. Un resultado tal conseguiría dividir a Iraq, que se convertiría en presa fácil tanto para insurgentes como para tensiones sectarias, que han aumentado de forma dramática desde el pasado año.

EEUU ha afirmado repetidamente que tiene interés estratégico en que Iraq mantenga su integridad territorial [?] pero la situación actual parece llevar de cabeza hacia la partición de facto y hacia una guerra civil a gran escala. Las oportunidades para salvar la situación se van agotando sucesivamente. Por desgracia, ahora es ya demasiado tarde para volver a negociar el documento actual antes del referéndum constitucional del 15 de octubre o para rechazarlo del todo, retrasar el referéndum y empezar de nuevo todo el proceso con un parlamento nuevo más representativo tras unas nuevas elecciones legislativas. La menos mala de las opciones se ha evaporado, todo lo que puede hacerse es que EEUU se embarque y queme el último cartucho y se responsabilice en lograr un compromiso auténtico entre chiítas, kurdos y árabes sunnitas que tenga en cuenta las preocupaciones fundamentales de los árabes sunnitas sin que se lleguen a cruzar las líneas rojas chiítas o kurdas. Esto requeriría que:

EEUU patrocinara negociaciones para poder alcanzar un acuerdo político antes del 15 de octubre y que las partes se comprometieran a dar una serie de pasos una vez tengan lugar las elecciones de diciembre, a través de legislación o de enmiendas constitucionales. Si tal acuerdo llegara a conseguirse, su cumplimiento debería ser garantizado por EEUU;

Las partes deben estar de acuerdo, como fundamento de este proceso, en limitar a cuatro el número de gobernorados (I) que podrían convertirse en región mediante fusiones, de ese modo se calmarían los temores de los árabes sunnitas acerca de una super–región chiíta en el Sur;

Las partes deben también ponerse de acuerdo para que los iraquíes que eran miembros normales del Partido Baaz no sean excluidos de puestos públicos o administrativos.

Con las posiciones cada vez más polarizadas y enrocadas, hay razones firmes para dudar de que una estrategia de ese cariz pueda tener éxito. Pero teniendo en cuenta los riesgos, EEUU no puede permitirse no intentarlo.

II. Redactando la Constitución

El 28 de agosto de 2005, el Comité Constitucional de Iraq presentó su proyecto de constitución permanente a la Asamblea Nacional Transitoria (ANT), declarando que habían finalizado sus trabajos. La asamblea aceptó el proyecto sin someterlo a votación y requirió que se hicieran preparativos para celebrar un referéndum popular que debería tener lugar, a más tardar, el 15 de octubre, para que se mantuviera el calendario establecido por la Ley Administrativa Transitoria (LAT), la constitución interina adoptada en marzo de 2004 (1).

El proceso de elaboración del borrador no se había desarrollado completamente según lo planeado. La intención de los redactores fue la de completar su trabajo para el 15 de agosto, fecha límite de la LAT. Pero como no consiguieron un consenso, en la misma tarde de ese día, pidieron, y recibieron, una prórroga de una semana de la ANT, que de forma precipitada se reunió una hora antes de la medianoche. Al final de esa semana, pidieron una nueva ampliación de tres días, y cuando ese tiempo también transcurrió, continuaron las deliberaciones, aparentemente sin una base legal (2). El 28 de agosto, el liderazgo de las comunidades chiítas y kurdas decidió que no podía llegarse a un acuerdo con los árabes sunnitas y presentaron el borrador a la ANT como desenlace de las últimas objeciones conflictivas. Pero incluso entonces, las negociaciones continuaron como si no hubiera un proyecto final. El proceso alcanzó un nuevo desenlace el 13 de septiembre, cuando se presentó a la ANT otro borrador “final” (3).

El proceso de redacción fue excepcionalmente corto (4). Tras las elecciones del 30 de enero de 2005, llevó tres meses enteros formar gobierno y un mes más para que la ANT estableciera un comité que redactara la constitución (5). Necesitaron menos de tres meses para completar el borrador. Como las negociaciones estaban teniendo lugar sólo entre legisladores kurdos y chiítas, aumentaron las presiones sobre el comité para que acomodaran en él a la comunidad árabe sunnita. Los árabes sunnitas habían estado ausentes mayoritariamente de las elecciones de enero –bien de forma voluntaria o porque creían que el proceso era ilegítimo, o bien por temor a los actos violentos– pero, aun lamentando su ausencia en el parlamento, ahora estaban expresando su disposición para incorporarse a las negociaciones para elaborar una constitución permanente. El principal dirigente religioso chiíta, el Gran Ayatola Ali Sistani, insistió en la necesidad de un proceso que incluyera a todas las comunidades, y EEUU consideró que devolver a los árabes sunnitas al redil fortalecería los esfuerzos para combatir una resistencia que se alimentaba del descontento omnipresente con el nuevo orden dentro de esa comunidad.

Así, el 5 de julio, quince representantes árabes sunnitas se sumaron a los 55 miembros del Comité Constitucional como miembros con voto, junto a un representante de la pequeña minoría sabeana (6). Ha habido controversia acerca de si los árabes sunnitas representaban de forma adecuada a su comunidad, con algunos grupos argumentando que los ex baazistas que no iban aceptar comprometerse aparecían sobredimensionados (7). De hecho, y muy al contrario, precisamente debido a que representaban equitativamente a su comunidad y eran sensibles a sus preocupaciones fue lo que hizo que las negociaciones se estancaran. Aunque no habían sido elegidos, los quince parecían disfrutar al menos del apoyo tácito de su comunidad (8).

El 13 de julio, cuando llegaron al Centro de Convenciones en Bagdad para unirse a los redactores, se les mostraron textos con secciones que ya habían sido acordadas por los subcomités temáticos del Comité Constitucional. Media hora antes de que le llenaran de plomo, Mijbel Sheij Issa, uno de los nuevos miembros árabes sunnitas, dijo a Crisis Group:

Nuestros hermanos kurdos y chiítas están intentando imponer su noción de federalismo sin consultarnos. Ya han tomado sus propias decisiones. Los sunnitas nos hemos unido al comité demasiado tarde. Pensaban que habían escogido a unos sunnitas que no les discutirían nada. Pensaban que vendríamos y firmaríamos cualquier papel que nos pusieran delante. No esperaban que les respondiéramos y que hiciéramos comentarios. Se sorprendieron cuando leyeron todas las objeciones que pusimos a sus borradores (9).

Aunque los árabes sunnitas que se integraron parecían esforzarse de buena fe en participar (10), se quejaban repetida y amargamente de que no siempre se les incluía en negociaciones que se celebraban por detrás. Esta situación se agravó después del 1 de agosto, cuando los redactores, bajo las fuertes presiones de EEUU para que terminaran el trabajo (11), renunciaron a la oportunidad de pedir una prórroga de seis meses y trasladaron las negociaciones del Comité Constitucional a un informal consejo de dirigentes chiítas y kurdos. Lo hicieron así para acelerar el proceso y con la implícita seguridad de que el poder real para tomar decisiones duraderas recaía en los dirigentes de esas dos comunidades.

Desde ese momento, las negociaciones clave tuvieron lugar en los hogares o en las oficinas del presidente de Iraq, el kurdo Jalal Talabani, el presidente del poderoso Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq (SCIRI), Abd–al–Aziz al–Hakim, y –cuando llegó del norte para unirse a las conversaciones poco antes de la fecha límite primera del 15 de agosto– el presidente de la región del Kurdistán, Masud Barzani. Se reunieron con otros dirigentes iraquíes, así como con el embajador de EEUU Zalmay Jalilzad y con Peter Galbraith, un antiguo embajador estadounidense que trabajaba como consejero de los kurdos, y –una vez que chiítas y kurdos hubieron logrado un acuerdo básico entre ellos– con los redactores árabes sunnitas (12).

Otros miembros del Comité Constitucional se quejaron también de que habían sido excluidos. Por ejemplo, Hunein Fado, miembro de la Alianza Unida Iraquí (AUI), que representa a la minoritaria comunidad Shabak, se lamentaba: “No sabemos lo que está pasando. Los dirigentes políticos se están encontrando a escondidas. Pueden estar cambiando el borrador, pero no sabemos en qué aspectos. Esto no va bien; sólo traerá inestabilidad. Es muy mala señal” (13).

Los retrasos que se produjeron después del 15 de agosto estuvieron motivados por el intento de llegar a un compromiso aceptable para los árabes sunnitas, porque todas las partes, incluido EEUU, comprendían la importancia de tenerlos a bordo. Sin embargo, se mostraron poco inclinados a llegar a compromisos significativos (14).

Finalmente, el 28 de agosto, los participantes árabes sunnitas se retiraron de las negociaciones, acusando a sus socios chiítas y kurdos de tratar de imponer un documento desfavorable para sus intereses comunitarios. “Durante las últimas semanas”, se quejó Tareq al–Hashimi, secretario general del Partido Islámico Iraquí, “hemos luchado para participar en la redacción, pero nuestro papel se reducía, como mucho, al de asesores. Nos sentimos muy frustrados y disgustados” (15). Sin consenso, los bloques chiítas y kurdos presentaron el borrador a la ANT, donde fue leído en voz alta y aceptado sin ser sometido a votación (16).

Las secuelas inmediatas de esa situación hicieron que en vez de un texto único y firme, estuvieran circulando al menos, con ligeras variantes, tres borradores. Esto hizo imposible que Naciones Unidas pudiera avanzar en su compromiso de promover la educación pública basándose en el proyecto de constitución, pero se siguió adelante con la idea del referéndum, imprimiendo cinco millones de copias para distribuirlas por todos los rincones de Iraq. Se quiso dar mucha importancia a esa acción porque los dos meses del período de redacción se habían caracterizado por un casi nulo interés [gubernativo] en informar y hacer partícipe al pueblo (17).

Tan pronto como la constitución se presentó ante la asamblea nacional el 28 de agosto, el embajador Jalilzad sugirió que podría, después de todo, no ser la versión definitiva (18). El período posterior presenció una renovación de esfuerzos para alcanzar un compromiso que los representantes de las tres comunidades pudieran aceptar. Fue una especie de bombardeo, con los negociadores kurdos y chiítas intentando simplemente endulzarles un poco el mal trago a los árabes sunnitas, como, por ejemplo, tratando de camuflar las palabras federalismo, desbaazificación e identidad nacional (19). Al no morder los sunnitas el anzuelo, los dirigentes del Comité Constitucional los excluyeron, sometiendo un nuevo proyecto “final” a la ANT el 13 de septiembre; se incluyeron cuatro enmiendas relativamente insignificantes y el proyecto fue aprobado el 18 de septiembre.

Durante el período posterior al 15 de agosto, la política de EEUU parecía confusa. La administración Bush había entrado en el proceso de redacción con dos políticas imperativas: que el proyecto incluyera a las tres comunidades principales y que se llegara a un documento basado en un consenso amplio; y que el calendario de la LAT se respetara estrictamente (21). Como el proceso de redacción llegó a su segundo desenlace el 13 de septiembre, quedó claro que la administración había sacrificado el principio de inclusión en aras de un calendario arbitrario impuesto por las preocupaciones domésticas de EEUU (22). Durante todo el año 2005, las presiones en EEUU para sacar a las tropas han ido aumentando ante el aumento de bajas, las crecientes dificultades que las fuerzas de EEUU han tenido que enfrentar en todas partes y las escasas evidencias de avances sobre el terreno (23). En ausencia de otros indicadores positivos, poner fechas límite se ha convertido en el sustituto de un progreso genuino.

Si bien la fecha tope del 15 de agosto podía ser flexible, el calendario completo, incluyendo las elecciones a la asamblea de finales de año, parecía inmutable. “Los estadounidenses”, afirmó un informado observador jordano, “están más preocupados con su calendario que con estabilizar Iraq. Quieren desengancharse a nivel político y hacerse menos visibles a nivel militar” (26). Sin embargo, el resultado de precipitar el proceso político, ante la ausencia de un bloque compacto nacional estable, ha hecho que las desavenencias inter–comunitarias se hayan profundizado, metiendo al país en el sendero hacia la guerra civil o la desintegración (27).

Otro observador iraquí independiente culpó a los dirigentes políticos religiosos chiítas de emplear una estrategia de triunfadores exclusivos a la hora de redactar la constitución, utilizando las diferencias sectarias para conseguir más apoyo popular, una estrategia propicia, opinaba, para conducir hacia una guerra civil: “Cuando los hombres religiosos empiecen a gobernar Iraq, nos meteremos en una situación peligrosa. Esa gente piensa que tienen la solución correcta en sus manos porque han sido autorizados por Dios” (28). “Puede que ahora ya sea difícil evitar la guerra civil y la partición de Iraq “, se lamentó Ghassan Attiyah, un observador iraquí independiente, se preguntaba con incredulidad: “¿Es eso lo que quieren los estadounidenses?” (29).

De forma clara, el proceso constitucional ha enrocado aún más las identidades étnico–sectarias, de modo y manera que soplan malos vientos para el futuro del país. En efecto, el amplio uso ahora en Iraq de términos como “chiítas” y “árabes sunnitas” revela la extensión de este fenómeno, ya que en forma alguna son comunidades homogéneas sino que forman amalgamas inciertas cuyos componentes siguen a líderes distintos. Los chiítas, por ejemplo, están integrados en general tanto por individuos laicos como religiosos. Entre éstos últimos, hay algunos que defienden un papel importante para los clérigos en la política, mientras que otros aborrecen la idea. Los chiítas pueden tener también varios antecedentes étnicos –árabes, kurdos, turcomanos, shabak– y esto, asimismo, puede determinar su orientación política.

Un problema similar existe con la designación de “árabes sunnitas”. El término de “sunnitas” incorporaría a los kurdos, con la mayor parte de los mismos adheridos al Islam sunnita; el término “árabes sunnitas”, a su vez, excluye por definición no sólo a los kurdos sino también a los turcomanos, que también son sunnitas y que, en algunas partes como Kirkuk, pueden tener un punto de vista similar al de sus correligionarios árabes. Sin embargo, en la actualidad, estos términos han llegado a ser de uso común a un nivel muy alarmante incluso entre iraquíes que hasta ahora nunca estuvieron de acuerdo con esas simplificaciones de la identidad. Como Adnan Dulaimi, portavoz de la “Conferencia de Sunnitas” declaró en un evento celebrado en julio, “si asistimos a esta conferencia en nombre de los sunnitas, esto no significa que nos suscribimos al sectarismo… Estamos simplemente reflejando una realidad que se está produciendo” (30).

III. Principales cuestiones en discusión

Se suponía que el proceso constitucional resolvería los crecientes conflictos entre las comunidades iraquíes, produciendo un documento consensuado que se convertiría en el pilar político de la nación y, como tal, ayudaría a socavar el apoyo a la insurgencia por parte de los árabes sunnitas. En lugar de ser así, el proceso convirtió el texto en algo general e impreciso, y escurridizo a la hora de establecer compromisos con los árabes sunnitas. Y peor aún, al sacar a la luz diferencias que no pudieron superarse, las negociaciones endurecieron los sentimientos de todas las partes y profundizaron la polarización sectaria.

El proyecto de constitución publicado el 29 de agosto, y ligeramente enmendado el 13 de septiembre, revela un conjunto compacto entre chiítas y kurdos, ganadores de las elecciones del 30 de enero (31). Y el texto resulta más notable aún por lo que olvida que por lo que contiene, posponiendo muchas decisiones críticas para una asamblea nacional que se elegiría en el futuro. Por ejemplo, el proyecto no incluye ni el procedimiento ni las prerrogativas del futuro Consejo de la Federación (la cámara asamblearia superior), ni habla sobre los diputados presidenciales, el Consejo Judicial Supremo o el Tribunal Supremo Federal, y deja sin resolver estipulaciones fundamentales de la futura estructura federal, en particular las que se refieren al proceso a través del cual se podrían ir formando regiones (además de la kurda) (32). Estas omisiones pueden explicarse, en parte, por la naturaleza precipitada del proceso constitucional y por la dificultad de alcanzar un compromiso sobre principios, sin entrar en detalles. Pero un tercer factor igualmente importante puede ser, como ha señalado Nathan Brown, un experto en constitucionalismo árabe, la seguridad anticipada de los redactores chiítas de que su comunidad, en función de su mayoría demográfica, dominará cualquier legislatura y podrá así tener un papel decisivo en la elaboración de las leyes (33).

Otro rasgo llamativo del proyecto de constitución es el grado en el que se descentraliza el sistema político. Cualquier gobernorado, que no sea Bagdad, podrá unirse con otro(s) para crear una región, y dos o más regiones pueden unirse para convertirse en una nueva región (34). Las regiones y los gobernarados disfrutarán de una autonomía considerable, quedando sólo la defensa, la política exterior y fiscal (35) y la política de aduanas bajo control exclusivo del gobierno central (36), aunque compartiendo otras responsabilidades, como las de sanidad, educación, infraestructura y administración de aduanas, y asumiendo el control absoluto en otras áreas, que incluyen la organización de las fuerzas de seguridad internas y la preparación de presupuestos regionales anuales.

Además, el proyecto estipula que un gobierno regional podrá enmendar cualquier ley federal que considere que entra en colisión con su propia legislación, si la materia en cuestión no entra dentro de las competencias exclusivas del gobierno federal; en las áreas de responsabilidad compartida, la prioridad se concede de forma clara a la ley regional en caso de disputa. Significativamente, las regiones son responsables de su seguridad interna mediante la “policía y guardias regionales y de seguridad”, un endoso de hecho de la práctica de fuerzas militares locales (formadas típicamente con partisanos y grupos étnicos y sectarios) que existen ya por todo el país.

Aunque sí se ha incluido el principio de descentralización, no se han detallado bien todos sus aspectos, y su imprecisión y ambigüedad son semillas de potenciales conflictos futuros. En cuanto a la región kurda, cuya existencia se reconoce, el proceso para formar regiones se pospone para el próximo parlamento. Hay otros temas muy serios en juego aún, como son los relativos a los impuestos y a la distribución de los ingresos. Sobre los impuestos, la ausencia de referencias específicas en la constitución ha permitido a Peter Galbraith –un asesor de la delegación kurda que refleja probablemente sus puntos de vista– argumentar, de forma inverosímil, que su regulación es competencia de la autoridad de las regiones (37). Asimismo, en un articulo expresado ambiguamente, el petróleo y el gas son considerados “propiedad de todo el pueblo iraquí en todas las regiones y provincias”. El añadido de “en todas las regiones y provincias” parece redundante si la intención de los redactores era la de garantizarle al pueblo iraquí la propiedad del gas y del petróleo. El lenguaje deja abierta la posibilidad de que el pueblo de cada región tenga la propiedad del gas y del petróleo que se encuentre en ella.

Sobre los ingresos provenientes de la explotación, el texto estipula que “el gobierno federal administrará el petróleo y el gas extraídos de los campos actuales en cooperación con los gobiernos de las regiones y provincias productoras, a condición de que los ingresos se repartan equitativamente con la distribución de la población en todo el país” – con un cupo provisional para las regiones que a nivel oficial estuvieron abandonadas en el pasado, “a fin de asegurar un desarrollo equilibrado”. La ambigüedad más importante afecta a la producción no cubierta por la frase “extraídos de los campos actuales”, que saldría de los campos conocidos en la actualidad que están pendientes de explotación y de cualquier campo que se encuentre en el futuro; al no mencionar esa producción de forma explícita, los kurdos tienen la opinión de que, por definición, no recae dentro de los poderes exclusivos del gobierno federal, sino que es responsabilidad de las regiones. Como explicó un negociador kurdo, por ejemplo, en el caso de Kirkuk, la producción de los campos conocidos actualmente pero que aún no están siendo explotados recaería bajo el control exclusivo de la región, que en su opinión sería la región del Kurdistán (una vez que se produzca la esperada incorporación de Kirkuk tras el referéndum que se celebrará en 2007) (38).

El compromiso inherente en ese artículo, según nuestras fuentes, tiene su origen en la insistencia del Ayatola Sistani en que las riquezas naturales –tanto las disponibles en la actualidad como las que provengan de futuras exploraciones– sean compartidas con equidad por todos los iraquíes, ante el propósito kurdo de quedarse con la mayor parte de los ingresos por petróleo de la región y por el empeño de los kurdos en que la palabra “futuro” no aparezca en el texto (39). El supuesto entre los consejeros políticos de EEUU ha sido que si la distribución de esos ingresos permanece dentro de los poderes exclusivos del gobierno federal, el apetito de los kurdos por Kirkuk –y su deseo de incorporarlo a la región kurda– podría disminuir, y con él la posibilidad de llegar a la secesión (40). La ambigüedad en la redacción de la constitución puede ser usada por una futura mayoría chiíta en el Parlamento nacional para reafirmar el control federal sobre los recursos claves iraquíes, o por el liderazgo kurdo para intentar establecer un Kurdistán independiente.

Los árabes sunnitas serán los obvios perdedores si se adopta el documento actual. Como los nuevos desposeídos tras décadas (algunos dirían siglos) de disfrutar de la supremacía (41), no están en situación de presentar su agenda. Lo que ellos tienen son sólo unas líneas rojas y, en su opinión, han sido ya cruzadas tres:

Nueva estructura federal de Iraq. Al principio de las negociaciones, los árabes sunnitas rechazaron cualquier idea de federalismo, equiparándolo a la desintegración del país. Sin embargo, según las negociaciones fueron avanzando, indicaron que se habían convencido de la idea de una región kurda pero dejaron claro que tendría que estar dentro de las fronteras que existían el 19 de marzo de 2003, cuando comenzó la guerra (la denominada Línea Verde). Expresaron una preferencia clara por un estado central fuerte, pero estaban dispuestos a considerar un cierto grado de descentralización basado en los quince gobernorados existentes.

Los desarrollos siguientes hicieron que sonaran las alarmas. En respuesta aparente a las demandas kurdas de amplios poderes para su región, algunos negociadores chiítas introdujeron la noción de que se podrían también establecer otras regiones sin poner límites al numero de gobernorados que podrían unirse, dejando abierta la posibilidad de una “super” región con nueve gobernorados predominantemente chiitas. Los árabes sunnitas vieron esto como un complot sectario para dividir Iraq, que les dejaría aislados en una región central sin recursos significativos (44). En el proyecto actual, el principio de regiones múltiples ha sido contemplado, pero la decisión sobre el mecanismo por el cual las regiones se constituirán ha sido aplazado para un parlamento futuro (45). Aunque los negociadores árabes sunnitas pidieron tal aplazamiento (46), esta disposición les proporcionó pocas alegrías, debido a la certeza de que serán minoría en el próximo parlamento con posibilidad, como mucho, de enmendar, y no de bloquear, las iniciativas legislativas chiitas.

El Partido Baaz. El borrador ilegaliza el “Baaz de Sadam” (47). El texto es una ampliación del decreto de desbaazificación indiscriminada de mayo de 2003 de la Autoridad Provisional de la Coalición, que juzgaba a los iraquíes no por su conducta en el pasado sino por su pertenencia al partido. Los árabes sunnitas protestaron de que esta prohibición absoluta podría ser utilizada de forma arbitraria o para castigarles, con la desbaazificación convirtiéndose en “des–sunnificación”, en palabras de un comentarista (48). Sin embargo, la desconfianza de los árabes sunnitas era tan grande que sus demandas podrían ser convenientemente rechazadas al considerarlas como la defensa del último cartucho que el ancien régime disparaba.

Identidad nacional. Iraq, dice el borrador del 28 de agosto, es parte del mundo islámico, “y su pueblo árabe es parte de la nación árabe”. Esta redacción refleja la desgana kurda para aceptar el lenguaje de anteriores constituciones iraquíes –y de las constituciones de otros países árabes– que definen el país como “una nación árabe”. De forma predecible, eso enfureció a los árabes sunnitas (y también a algunos chiítas), que lo consideraron una negación de la identidad de Iraq y, de ese modo, la ratificación de un futuro desmembramiento del país. Bajo presiones de la Liga Arabe, el proyecto del 13 de septiembre corrigió esto expresando que Iraq es “un miembro fundador de la Liga Arabe y está sometido a su Carta”. Esta concesión a los estados árabes apenas logró, sin embargo, satisfacer a los árabes sunnitas de Iraq, quienes todavía lo ven como una negación de lo que consideran como la “auténtica” identidad, i.e. árabe, de Iraq.

Los árabes sunnitas también objetaron algunos puntos de menor entidad, pero lo que es virtualmente cierto es que si estas cuestiones no se abordan de alguna forma antes del 15 de octubre, movilizarán a su comunidad para que vote en contra de la constitución en el referéndum. Son posibles varios resultados, y ninguno es positivo: una mayoría que vote la constitución, pero los árabes sunnitas recogerán los dos tercios necesarios de votos con el “no” en tres provincias para poder rechazarla y todo el proceso tendría que empezar desde cero; una mayoría que vote la constitución, los árabes sunnitas tendrán votos suficientes para rechazarla, pero a los chiitas y kurdos se les oiría gritar y considerar que, de una forma u otra, ha sido aprobada; o (lo más probable en este punto) que una mayoría vote sí a la constitución, y entonces la mayoría de árabes sunnitas se opondrán, pero no en número suficiente como para poder rechazarla. En cualquiera de estas circunstancias, Iraq o carecerá de constitución o tendrá una constitución que carece de apoyo por parte de los árabes sunnitas y de muchos iraquíes corrientes, que bien podrían seguir el llamamiento de sus dirigentes para votar “sí” pero que han observado el proceso de redacción de la constitución con desinterés si no con desprecio.

IV. ¿Es posible llegar a un entendimiento?

Un compromiso estable y viable, aunque improbable, puede ser aún posible pero no sin fuertes presiones exteriores. Los constituyentes iraquíes han demostrado que carecen de incentivo, capacidad o madurez política para alcanzar un texto aceptable de compromiso. Los EEUU pueden bien ser el único actor capaz de jugar un papel mediador.

En el mejor de los casos, EEUU se embarcaría ahora en un esfuerzo a gran escala para llegar a un compromiso constitucional antes del referéndum del 15 de octubre o, si esto falla, poner todo el peso en la decisión de retrasar ese referéndum hasta después de las elecciones parlamentarias de diciembre. Con esta última opción, el nuevo parlamento recogería la tarea de renegociar el lenguaje constitucional; los árabes sunnitas tendrían otros incentivos para participar en las elecciones parlamentarias y, con mayor representación en la asamblea, tendrían una voz más legitimada y fuerte en la redacción constitucional. Esa decisión podría ser contemplada como un gesto de buena voluntad por parte de los árabes sunnitas, cuya fe en el proceso político global podría por ello aumentar (49).

Sin embargo, en el punto en el que nos encontramos, ambas opciones se han vuelto imposibles. El texto se ha dado por terminado, se siguen los preparativos para el referéndum, y EEUU ha demostrado ser inflexible con su oposición a cualquier ampliación del calendario político. Con el referéndum sólo a tres semanas vista, tendrá que llegar un acuerdo bajo la forma de un pacto político entre representantes de las tres comunidades principales, apoyado por EEUU y concluido antes del 15 de octubre. Esto podría conseguirse a través de un compromiso público de todos los partidos principales, garantizado por Washington, dando los pasos necesarios a través de legislación o de enmiendas constitucionales tras las elecciones parlamentarias, a fin de calmar ciertas preocupaciones específicas de los árabes sunnitas.

No obstante, con kurdos y chiitas alcanzando un amplio acuerdo sobre las coordenadas del nuevo Iraq, la clave en este punto recae en acomodar las preocupaciones fundamentales de los árabes sunnitas sin cruzar las líneas rojas chiitas o kurdas. Divididos internamente y obligados a caminar por una fina cuerda entre el temor de ser marginados por el monstruo kurdo–chiita o de ser asesinados por insurgentes si consideran que se han involucrado mucho en el proceso político –como le sucedió a uno de ellos (50)– los árabes sunnitas han negociado desde una posición de debilidad extrema, obligados a rechazar lo que se les ofrecía e incapaces de proponer alternativas viables. Ahora se requiere la intervención de EEUU (II) para equilibrar las cosas y producir un acuerdo post–constitucional que pudiera aliviar los temores de los árabes sunnitas de que futuras legislaturas, dominadas por los chiítas, elaboren leyes que amenacen la viabilidad del estado iraquí y sus derechos como comunidad minoritaria.

La cuestión más conflictiva es, sin duda alguna, la del federalismo. Todavía sería posible llegar a un compromiso aceptable para los árabes sunnitas, teniendo en cuenta las profundas diferencias entre chiítas sobre la descentralización de un Iraq no kurdo según los gobernadorados existentes o nuevas regiones. Entre los chiítas, el “federalismo en el sur” es altamente controvertido, y ha sido adoptado por el SCIRI aparentemente por razones tácticas, aunque se oponen a él con firmeza Muqtada al–Sadr y gran parte de sus seguidores (que se concentran en Bagdad, no en el sur). Baha al–Araji, un miembro de la AUI del comité de redacción que apoya a Muqtada al–Sadr, expresó serias dudas sobre la idea del federalismo en la zona sur del país, argumentando que fomentaría el sectarismo teniendo en cuenta las presentes circunstancias. Dijo que el pueblo iraquí no había tenido tiempo para llegar a entender la noción del federalismo en general y, por tanto, no lo apoyaría y por eso proponía aplazar la cuestión de organizar una región en el sur. Muchos otros religiosos y dirigentes chiítas, según nuestras fuentes, se muestran muy escépticos ante la idea; después de todo su ambición era gobernar Iraq, no sólo las regiones dominadas por ellos.

El compromiso al que llegaron fue aceptar la noción de regiones múltiples mientras dejaban para una futura asamblea las decisiones sobre las posibles modalidades. A fin de aliviar las preocupaciones de los árabes sunnitas, los kurdos y chiítas pudieron acordar

–adelantándose al referéndum constitucional– apoyar la legislación con la que la nueva asamblea especificará que el sistema federal se organizará según los gobernorados existentes, con la posibilidad de establecer regiones que no agrupen a más de cuatro gobernorados – protegiendo de este modo el núcleo de los intereses kurdos (la posibilidad de incorporarse Kirkuk) sin fomentar el espectro de una región super–chiíta en el sur (53).

Sobre la cuestión del partido Baaz, es de nuevo el SCIRI quien fijó el tono, pretendiendo su eliminación total (Art. 7A del borrador de constitución) y manteniendo en su sitio la Comisión Nacional de Desbaazificación constituida por la Autoridad Provisional de la Coalición en mayo de 2003. En este tema han encontrado aliados bien dispuestos entre otros chiítas, así como entre los kurdos, víctimas todos del anterior régimen. Aun cuando la preocupación principal de estas comunidades victimizadas es la de que los autores, dependiendo de la magnitud de sus crímenes, sean o castigados o excluidos de puestos de administración y oficinas públicas –una postura a la que ni siquiera los árabes sunnitas podrían legítimamente oponerse (54)– un compromiso aceptable consistiría en aclarar qué miembros del anterior partido Baaz, o incluso cualquier iraquí (55), debería ser juzgado por su conducta en el pasado, no por ser un simple miembro de una determinada organización.

De nuevo, esto debería hacerse antes del 15 de octubre, con el compromiso de que se integre en la legislación o que enmiende la constitución, a la vez que refleje un principio básico. Lo más probable es que kurdos y chiítas no cedan en la prohibición del partido (aunque con el criterio anterior en marcha y fortalecido, la continuación de la existencia del partido Baaz, reformado para excluir ideales racistas o similares, no ofrecería mayor problema, al estilo de los partidos comunistas reformados en la Europa del Este). A cambio de la concesión de juzgar a los miembros del partido Baaz, los árabes sunnitas tendrían que aceptar la redacción del art. 7A tal como está.

La cuestión final se refiere a la identidad nacional iraquí. Probablemente, uno de los principales fallos del proyecto de constitución es la ausencia de definición de una identidad aceptable para todas las comunidades, reduciendo el país a un patchwork multicultural cuyas costuras están empezando a deshilacharse. El único elemento unificador es el pasado del país, contenido en una grandiosa referencia en el preámbulo “Nosotros, los hijos de Mesopotamia”. Por otra parte, en reverencia a los ascendientes conservadores islámicos, los cimientos de la sociedad se colocan sobre la familia, no sobre el ciudadano; la ciudadanía se menciona sólo en relación con el derecho a disponer de pasaporte (56). Se aplaza la definición de símbolos unificadores como la bandera, el emblema y el himno.

Lamentablemente, el texto puede sencillamente reflejar la realidad dominante, en la cual los iraquíes han empezado a definirse a sí mismos como comunidad en vez de cómo nación, o incluso como naciones separadas – un proceso puesto en marcha tanto por las decisiones tomadas (II) inmediatamente después de la ocupación y acelerado por las elecciones de enero de 2005, como por el proceso constitucional seguido [forzado, asimismo, por EEUU] (57). Los kurdos, por ejemplo, que han pedido y luchado desde hace tiempo por su independencia, querían inicialmente hablar de que si los árabes de Iraq son parte de la nación árabe, sus kurdos serían declarados parte de la nación kurda (58), una frase que habría hecho sonar las alarmas en Turquía, Irán y Siria. En este tema sería sencillamente muy difícil llegar a un compromiso, y los árabes sunnitas quizá tengan que aceptar lo que ya ha sido redactado.

En resumen, EEUU debería esforzarse ahora por lograr un acuerdo político firmado por los dirigentes de las tres comunidades y que Washington garantice a los árabes sunnitas que el número de gobernorados que pueden fusionarse para conformar una región se limitará a cuatro, y que los iraquíes no serán excluidos de puestos públicos o administrativos tan sólo por ser meros miembros del partido Baaz.

V. Conclusión

El proceso de redacción de la constitución ha revelado –incluso exacerbado– profundas realidades sobre la situación actual de la política y sociedad iraquíes. En primer lugar, la forma de gobierno está marcada por un sectarismo étnico creciente, en la cual los iraquíes se identifican estrictamente con su propia, preferida y bien definida comunidad e interpretan las situaciones exclusivamente a través de la lente étnico–sectaria (III). Como en el caso de las elecciones del 30 de enero, el precipitado proceso constitucional alentó dicha polarización en cuanto que los iraquíes buscaron maximizar sus beneficios políticos sobre la base de su identidad grupal. De ese modo, el proceso político se ha convertido en un peligroso proceso sociológico de afirmación de una identidad étnico–sectaria (VI). Los kurdos constituyen el ejemplo principal, ya que buscan aumentar al máximo la posibilidad de una ulterior secesión (59). Pero no sólo ellos. Los partidos políticos chiítas están también tratando de extremar sus ventajas sin importarles nada la viabilidad del futuro estado iraquí, y los árabes sunnitas están inmersos en una reflexiva actitud “anti–todo” para proteger lo que han perdido. En gran medida, han fracasado las iniciativas que trataban de establecer partidos o movimientos políticos de carácter no sectario. El único movimiento con ese carácter de alguna importancia actualmente es la muy informal y puramente táctica alianza entre los seguidores Muqtada al–Sadr y algunos segmentos de la comunidad árabe sunnita (61).

Una segunda realidad es que la dispar clase de antiguos exilados y expatriados que ha venido gobernando Iraq desde que empezó la guerra y que ha redactado tanto la LAT como la constitución actual han perdido virtualmente contacto con los sentimientos populares, como ocurrió en abril de 2003 (62). Algunos de ellos son vistos, con cierta justificación, como aventureros políticos foráneos que intentan capitalizar las habilidades aprendidas en el exilio (63). Otros han demostrado que son incapaces de tender puentes en el gran vacío abierto entre sus puntos de vista y los de la mayoría de los iraquíes, que nunca han dispuesto de oportunidad para expresarse con libertad, desarrollar sus puntos de vista políticos y viajar fuera del país. El feroz nacionalismo de Muqtada al Sadr se alimenta en parte del resentimiento que muchos iraquíes sienten hacia esos intrusos, que llegaron para tomar el poder aupados en los talones de una intervención militar extranjera que muchos han vivido como liberadora y humillante en igual medida.

Lo que se está sugiriendo es que las heridas que están desgarrando el cuerpo político de Iraq pueden ser ya demasiado profundas como para poder cicatrizar, y no precisamente a través de un proceso tan conflictivo como la elaboración de una constitución. Ese proceso y su producto final nunca fueron considerados suficientes en sí mismos para calmar a las comunidades enfrentadas. Desgraciadamente, la forma en la que se ha elaborado el borrador no ha hecho más que exacerbar, en vez de pacificar, la situación (64). Sin embargo, en este punto, sin un consenso nacional que pudiera encarnarse en una constitución permanente, hay pocas cosas que puedan detener el deslizamiento hacia la guerra civil, el caos y la desmembramiento. Elaborar una constitución basada en el compromiso y en el consenso podría haber sido el buen primer paso de un proceso curativo. En lugar de eso, se sigue caminando por un proceso que no va a ofrecer salidas.

En la actualidad, sólo una determinada intervención política de EEUU (IV) podría crear un complicado consenso político que podría ayudar a impedir un desmembramiento violento del país. Sólo Washington puede tener la influencia necesaria para sentar a las partes en la mesa a fin de forjar un bloque duradero, como los dirigentes de las tres comunidades saben. Si EEUU lo intenta, debería sugerir un lenguaje que tendiera puentes sobre los vacíos existentes. Las cuestiones sobre federalismo y sobre los componentes del partido Baaz deberán abordarse de frente. La administración debería empujar a los dirigentes de las tres comunidades a continuar las negociaciones, no sobre enmiendas a la constitución, sino sobre un acuerdo político que sirviera como garantía de que legislaturas futuras no amenacen los intereses existenciales de una de las principales comunidades de Iraq.

Por último, mientras que una negociación que logre un acuerdo asumido por chiítas, kurdos y árabes sunnitas puede ayudar a estabilizar Iraq, no hay ninguna garantía de que finalmente sea así. Debería ir acompañada de una serie de pasos concertados para combatir las diferencias sectarias y perseguir una solución que sea aceptable a nivel amplio sobre la cuestión de Kirkuk, cuyo estatuto no resuelto puede incendiar una guerra entre árabes y kurdos.

Si EEUU fracasa en coger el bastón de mando, Iraq puede enfrentar un escenario en el que la constitución se apruebe el 15 de octubre y se elija un gobierno el 15 de diciembre que carecerán de una unidad política fuerte que apuntale su legitimidad. En ese caso, el país se deslizará hacia la guerra civil y la desintegración, con expulsiones masivas en zonas en que la población está mezclada (incluyendo a Bagdad, Basora, Mosul y Kirkuk) podría llegar a convertirse en una realidad.

Se ha sugerido que el 15 de octubre podría rechazarse la constitución, abriendo el camino para nuevas elecciones (unas elecciones en las que se presume que los árabes sunnitas abandonarían su boicot y participarían en gran número), para una nueva asamblea nacional y para renovar esfuerzos a fin de redactar otra constitución en el plazo de un año. Esto asume la capacidad de los árabes sunnitas para llamar a una mayoría de dos terceras partes en los tres gobernorados o, en alianza con otros elementos descontentos, una mayoría simple a nivel nacional (65). Aunque se piensa que los árabes sunnitas constituyen la mayoría demográfica de cuatro gobernorados (al–Anbar, Niniveh, Salah al–Din y Diyala), la comunidad está probablemente dividida –entre votar, y por tanto legitimar el proceso, o quedarse en casa y aguantar una constitución lesiva para sus intereses– para poder movilizar a suficientes votantes que salgan a la calle. Y aunque otros iraquíes se oponen a la constitución, como potencialmente podrían hacer los seguidores de Muqtada Sadr (66), pueden salir en masa a votar “no”, pero están ampliamente ausentes de los gobernorados predominantemente árabes sunnitas, y junto con éstos no es probable que puedan superar el umbral del 50 % necesario para derrotar la constitución por toda la nación.

En medio de este ambiente deprimente hay dos lugares luminosos. Primero, los dirigentes árabes sunnitas saben ahora que su boicot a las elecciones de enero de 2005 fue un error estratégico, un error que no piensan repetir en diciembre (67); segundo, el 12 de septiembre se aprobó una nueva ley electoral que construye un sistema de representación proporcional basado en el distrito dentro de los dieciocho gobernorados y, de esa forma, automáticamente aparta a un lado una cierto número de escaños para los árabes sunnitas (particularmente en los cuatro gobernorados mencionados anteriormente), sin importar si participan el día de las elecciones (68). Esa es la razón más poderosa para asegurar que los árabes sunnitas participen en las elecciones y que lo hagan así sobre la base de un amplio e inclusivo acuerdo político.

Ammán/Bruselas, 26 de septiembre de 2005


Notas del Informe de ICG:

(1) Para consultar el texto (original) en inglés de la LAT, véase: <http://www.cpa–iraq.org/government/TAL.html>.

(2) Los dirigentes árabes sunnitas han desafiado la legalidad de cualquier prórroga más allá del 15 de agosto, declarando que la LAT no permite una ampliación en ese punto. La LAT afirma (Art. 61A) que, “la Asamblea Nacional redactará el borrador de constitución permanente no más tarde del 15 de agosto de 2005”. “Si fuera necesario”, el presidente de la ANT, con el acuerdo de la mayoría de los miembros de la asamblea, puede “certificar al Consejo de la Presidencia, en fecha no posterior a la del 1 de agosto de 2005, que se necesita un tiempo adicional para completar la redacción del proyecto de constitución. El Consejo Presidencial ampliará entonces la fecha límite para redactar la constitución por un período no superior a seis meses” (Art. 61F). Los redactores no aprovecharon esta posibilidad, dicen los árabes sunnitas, por eso cualquier intento de ampliar la fecha límite del 15 de agosto va en violación de la LAT, por tanto es ilegal, y provocaría inmediatamente la disolución de la asamblea y nuevas elecciones. El Art. 61G afirma explícitamente: “Si la Asamblea Nacional no ha completado el 15 de agosto de 2005 la redacción del borrador de constitución permanente y no ha solicitado la ampliación de la fecha límite como señala el artículo 61F mencionado anteriormente, se aplicarán las disposiciones del Art. 61E mencionado arriba”. El Art. 61E postula la disolución de la ANT si no se aprueba en referéndum el proyecto de constitución. La misma LAT puede enmendarse por una mayoría de tres cuartos en la ANT y la aprobación unánime del Consejo Presidencial (Art. 3A), pero estos pasos no se han dado.

(3) Para mayores detalles sobre los desarrollos del 13 de septiembre, véase Robert F. Worth: The New York Times, 14 de septiembre de 2005: “75 killed in Bagdad blast; atended charter approved”.

(4) Para analizar las trampas potenciales de apresurar la constitución, véase Crisis Group Middle East Report nº 42: Iraq: Don’t Rush the Constitution, 8 de junio de 2005.

(5) El gobierno del Primer Ministro Ibrahim al–Ja’fari prestó juramente el 3 de mayo de 2005. Los 55 miembros del Comité Constitucional fueron nombrados una semana después, el 10 de mayo, pero el presidente y el vicepresidente lo fueron el 24 de mayo, y hasta esa fecha el comité no pudo empezar a trabajar.

(6) Los sabean, o sabean–mandeans, que se llaman a sí mismos “sabe’a manda’iyoun” son una pequeña minoría que viven predominantemente en Bagdad y los gobernorados del Sur. Seguidores de Juan el Bautista, no se consideran baptistas o cristianos, adhiriéndose a una religión separada. Hablan mandeo, un dialecto del arameo. Declaran que hay 25.000 miembros de su comunidad en Iraq, no tenían representación en la ANT. Otros grupos minoritarios habían situado a sus representantes en varias listas más amplias para las elecciones de enero de 2005. Por ejemplo, los kurdos Fayli –de etnia kurda y religión chiita– tomaron parte con la lista kurdas o la principal lista chiíta, la Alianza Unida Iraquí (AUI). Dirigentes del Shabak, un pequeño grupo étnico en el gobernorado de Ninive que son predominantemente chiítas, se unieron a la AUI. Los Yazidíes, no musulmanes que son predominantemente kurdos (con unos rasgos árabes), iban en la lista kurda. Representantes de las comunidades cristianas–asirias–caldeas–siriacas, predominantes en el norte, o iban en sus propias (pequeñas) listas o se unieron a los kurdos. Los turcomanos sunnitas tenían su propia lista, mientras que los turcomanos chiítas se unieron a la AUI. Minorías más pequeñas, como los bahais y los judíos, no estaban representadas. Entrevistas de Crisis Group con representantes de grupos minoritarios de Iraq en Jordania el 17 de julio de 2005.

(7) El ministro de defensa iraquí, Sa’doun al–Dulaimi, un árabe sunnita de Ramadi que retornó a Iraq en 2003 tras un largo exilio, criticó la elección de los quince miembros árabes sunnitas para el comité en una entrevista mantenida en agosto de 2005, casi dos meses después de su selección. “Quienes les eligieron cometieron un gran error”, dijo, “porque representan la ideología del Partido Baaz, no los intereses sunnitas”. Citado en el artículo de James Glanz “Sunnis on constitution panel: determined but impugned”, The New York Times, 5 de agosto de 2005. Peter Galbraith, un antiguo embajador estadounidense que formó parte del equipo kurdo que ayudó a redactar la constitución, también declaró que los miembros árabes sunnitas “en su mayoría” no eran representativos de su comunidad. Véase Peter W. Galbraith, “Last chance for Iraq”, The New York Review of Books, vol. 52, nº. 15, 6 de octubre de 2005.

(8) No hubo protestas públicas por su selección. Su participación, más que su representatividad, fue denunciada, sin embargo, por los insurgentes. Uno de los quince, Mijbel Sheij Issa, fue asesinado en Bagdad, junto con una persona de su confianza, el 19 de julio de 2005. No se encontró a los autores, se asumió que habían sido insurgentes árabes sunnitas.

(9) Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 19 de julio de 2005.

(10) Sin embargo, este no es el punto de vista kurdo. Por ejemplo, un miembro kurdo del equipo de negociaciones acusó a los árabes sunnitas de ir “en contra de todo. Eran anti–chiitas, anti–kurdos, anti–mujeres, y nunca dijeron qué es lo que querían exactamente”. Entrevista de Crisis Group, Salah al–Din, 19 de septiembre e 2005.

(11) Aunque las presiones de EEUU eran fuertes, algunos dirigentes iraquíes deseaban el estricto cumplimiento del calendario fijado por la LAT. Véase Crisis Group Report, Iraq: Don’t Rush the Constitution, op.cit.pp.8–9.

(12) A finales de agosto, algunos redactores árabes sunnitas invitados a la sede del Partido Democrático del Kurdistán se quejaron de que los negociadores chiitas les estaban ofendiendo, por lo que preferían comunicarse con ellos a través de mensajes. Esto enfadó a los negociadores árabes sunnitas que abandonaron la reunión. Entrevista de Crisis Group con Saleh Mutlaq, que fue uno de los negociadores que estaba presente esa tarde, Bagdad, 27 de agosto de 2005. En ese momento, los kurdos, que habían introducido en las negociaciones sus demandas básicas con los chiitas, estaban actuando como mediadores entre los chiitas y los árabes sunnitas. Véase Galbraith, op.cit.

(13) Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 25 de agosto de 2005. Numerosos ciudadanos iraquíes, incluidos representantes de organizaciones no gubernamentales, grupos de mujeres y partidos políticos, rechazaron el proceso que seguía el comité constitucional al no sentirse incluidos en el mismo.

(14) Por ejemplo, Laith Kubba, portavoz del Primer Ministro Ibrahim al–Jafaari, declaró: “El borrador que fue presentado (el 22 de agosto) es, más o menos, el borrador que se considerará válido”. Cita en “Iraq faces rage over draft”, Internacional Herald Tribune, 24 de agosto de 2005.

(15) Entrevista realizada por Crisis Group, Bagdad, 5 de septiembre de 2005. En una conferencia de prensa en el Centro de Convenciones de Bagdad el 20 de julio de 2005, el presidente del Comité Constitucional, Humam Hamudi, declaró que “los sunnitas han sido muy activos y cooperativos. Sus puntos de vista se han tenido en cuenta en la redacción”. Tres días antes, había manifestado a Crisis Group: “Hay graves desencuentros con los nuevos miembros sunnitas [del Comité Constitucional]. Los miembros de la Asamblea Nacional serán los jueces finales”. Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 17 de julio de 2005. Teniendo en cuenta que la ANT sólo tiene 17 miembros árabes sunnitas de entre 275, la advertencia de que serían los jueces finales, aunque fuera técnicamente correcta, sólo podía ser interpretada por los árabes sunnitas como una amenaza de que sus propuestas podrían ser fácilmente anuladas.

(16) Veáse Jonathan Finer y Omar Fekeiki, “Iraqis finish draft charter that Sunnis vow to defeat”, The Washington Post, 29 de agosto de 2005.

(17) Robert F. Worth, “75 killed in Baghdad blast; amended charter approved”, The New York Times, 14 de septiembre de 2005. Imprimir tantas copias llevó diez días. El texto fue enviado, según nuestras fuentes, a Nueva York para empezar a imprimirlo sólo tras la sesión de la ANT del 13 de septiembre.

(18) Jalilzad dijo a los corresponsales el 30 de agosto que creía “que no había todavía un proyecto definitivo, o que los editores todavía no lo habían presentado”. Cita en Robert H. Red, “U.S. Envoy: Iraq constitution may change”, Associated Press, 31 de agosto de 2005.

(19) Por ejemplo, se discutió acerca de ampliar el período de tiempo antes de que el Consejo de Representantes que iba a elegirse en diciembre de 2005 pudiera promulgar una ley que definiera los procedimientos para formar regiones en un plazo de seis a dieciocho meses (en el proyecto del 13 de septiembre). Además, los negociadores chiítas y kurdos estuvieron de acuerdo en cambiar el lenguaje sobre la identidad nacional en el borrador del 28 de agosto que definía Iraq como un estado cuyo “pueblo árabe son parte de la nación árabe” para pasar a definirlo como “miembro fundador de la Liga Arabe”. Véase más abajo.

(20) Las cuatro enmiendas se referían a: federal versus control regional sobre los acuíferos internos y externos; la identidad del estado iraquí (véase la nota previa y la posterior); la aplicación de los tratados internacionales de derechos humanos; y la creación de un segundo puesto de viceprimer ministro además del único que se estipulaba en el borrador del 28 de agosto. Sólo la segunda de estas enmiendas recoge las preocupaciones árabes sunnitas y lo hace de forma muy insatisfactoria desde la perspectiva árabe sunnita.

(21) Muchos iraquíes que comprenden la importancia de hacer las cosas bien antes que hacerlas rápido se molestaron por las presiones de EEUU para completar la constitución como fuera, que ellos atribuían a preocupaciones domésticas. Un observador kurdo, por ejemplo, afirmó: “Bush quiere mostrar a su pueblo que todo va bien en Iraq. Pero la constitución es mi futuro y requerirá tiempo elaborarla bien”. Entrevista de Crisis Group con Asos Hardi, editor del periódico independiente kurdo, Hawlati, Ammán, 19 de julio de 2005.

(22) Los funcionarios estadounidenses se empeñaron en que los redactores no aprovecharan la prórroga de seis meses que la LAT permitía. El Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, por ejemplo, declaró a finales de julio: “No queremos retrasos [en el proceso constitucional]. Sencillamente van a tener que cumplir con los compromisos necesarios y mantenerlos”. Citado en Eric Schmitt, “Iraq gets blunt talk from Rumsfeld”, 28 de Julio de 2005. Un redactor independiente kurdo dijo a Crisis Group: “Nosotros, los miembros del Comité Constitucional, pedimos un prórroga de un mes. Pero Human Hamudi [el presidente del comité] dijo que teníamos que terminar a tiempo. Todos los dirigentes políticos querían tenerla a tiempo. Seguían las órdenes de EEUU. Bush, como ves, está esperando al teléfono”. Entrevista de Crisis Group con Mahmud Toman, Bagdad, 15 de agosto de 2005. Otro redactor, Raja Habib Khuza’i, dijo a mediados de julio, justo después de que los árabes sunnitas se unieran al comité redactor, que había una necesidad creciente de ampliar el proceso de redacción, especialmente de los miembros de la AIU: “Fue la primera vez que tantas personas lo solicitaban”. Entrevista de Crisis Group, Bagdad 13 de julio de 2005.

(23) Tanto el Reino Unido como Italia han señalado su intención de retirarse, o reducir de forma importante, sus fuerzas desplegadas en Iraq en 2006. Véase Daniel Williams y Caryle Murphy, “Italia planea sacar las tropas de Iraq”, The Washington Post, 16 de marzo de 2005; y Jimmy Burns y Peter Spiegel, “MoD plans Iraq troop withdrawal”, The Financial Times, 4 de julio de 2005.

(24) Ver Crisis Group Middle East Report nº 34, What can we the US. Do in Iraq?, 22 de diciembre de 2004.

(25) Un factor adicional fue que, al haber fijado el calendario, EE.UU. empezó a hacer planes alrededor de esas fechas, incluyendo una rotación importante de tropas fijada para el período diciembre 2005–enero 2006. La razón fundamental para la rotación en esa época era para tener más fuerzas sobre el terreno que proporcionaran seguridad durante las elecciones del 15 de diciembre, con tropas nuevas llegando antes de las elecciones y tropas que serían reemplazadas y permanecerían durante un período corto.

(26) Entrevista de Crisis Group con Adnan Abu Odeh, un antiguo asesor del Rey Hussein y del Rey Abdullah II, Ammán 8 de septiembre de 2005. Abu Odeh es miembro del consejo de administración de Crisis Group.

(27) Funcionarios estadounidenses han sugerido que la estricta observancia del calendario de la LAT, la creación de un gobierno iraquí que disfrutara del apoyo del pueblo y la transferencia de las responsabilidades acerca de la seguridad a ese gobierno constituyen el mejor modo de luchar contra la insurgencia. La parte superficial de este enfoque es que, en ausencia de un bloque nacional compacto, no habrá gobierno que tenga el apoyo popular. Al contrario, el déficit de legitimidad que ha perseguido a todos los gobiernos de transición iraquíes desde julio de 2003 continuaría afectando a cualquier gobierno que saliera elegido sobre la base de la constitución actual. Una evolución de este tipo sólo jugaría a favor de la insurgencia, que se ha visto alimentada por el descontento ante las condiciones de vida diarias y con los sucesivos gobiernos incapaces de mejorarlas.

(28) Entrevista de Crisis Group con Munqeth Dagher, administrador del Instituto Independiente de Estudios Administrativos y sobre Sociedad Civil, que organiza sondeos de opinión, Bagdad, 30 de agosto de 2005.

(29) Entrevista de Crisis Group, Ammán, 1 de septiembre de 2005.

(30) Sermón del viernes para los fieles en la mezquita de Al–Nida, Bagdad, 14 de julio de 2005.

(31) Se puede consultar el proyecto de constitución en:

<http://www.iraqfoundation.og/projects/constitution/constitutionindez.htm>

(32) El proyecto del 13 de septiembre señala en el artículo 114: “El Consejo de Representantes redactará, en un período que no excederá de seis meses desde la fecha de la primera sesión, una ley que defina los procedimientos ejecutivos para formar regiones, que será aprobada por mayoría simple”. Para comentarios sobre el proyecto final, incluyendo las referencias al federalismo, véase Nathan J. Brown, “The final draft of the Iraqi constitution: analysis and commentary”, en:

<http://www.carnegieendowment.org/files/–FinalDraftSept16.pdf>.

(33) El proyecto de constitución se refiere escasamente al tema de los derechos humanos, incluidos los derechos de las mujeres. Este problema se ve conformado por el hecho de que el texto lo deja a la interpretación y a la puesta en práctica de las autoridades que sean nombradas para una legislatura futura, en la cual los islamistas socialmente conservadores son quienes probablemente ejercerán una influencia mayor. Sobre este punto, véase Nathan J. Brown, “Iraq’s constitucional process plunges ahead”, Carnegie Endowment for International Peace, Policy Outlook, Julio de 2005, en:

<http://www.carnegieendowment.org/files/PO19Brown.pdf>

(34) A diferencia de la LAT, que impide que los gobernorados de Bagdad y Kirkuk formen o se unan a una región, el proyecto actual de constitución menciona a este respecto sólo a Bagdad. Esto deja abierto el estatuto de Kirkuk a los deseos de su población que, según el proyecto, puede decidir por mayoría simple en un referéndum, que se celebrará antes de 2007, si quiere unirse con otra región. Esta disposición representa el botín más importante para los kurdos, ya que la incorporación de Kikurk ha sido su objetivo a largo plazo, y han estado trabajando duro durante los dos últimos años y medio para que retornaran los kurdos desplazados y expulsar a los colonos árabes para poder cambiar el balance de la población. La resolución del estatuto de Kirkuk será materia de un próximo informe de Crisis Group.

(35) La palabra árabe maliya puede ser traducida como “financiero” o “fiscal”. Esto, combinado con la ausencia de cualquier referencia específica a los impuestos, ha obligado a cuestionar si los poderes para fijar impuestos generales se concederán, por parte de la constitución, al centro o a las regiones: ver texto inferior. La mejor traducción de maliya en el presente contexto sería “fiscal”: en el art. 107 (véase punto 36 a continuación) aparece unida a “política aduanera”; además, el artículo se refiere de forma distinta a “política monetaria” normalmente en lo que podría pensarse que es “política financiera”. Sin embargo, hay incluso posibilidad de confusión en temas tan básicos como que la distribución que se hizo de poder confirma la celeridad con que la constitución fue redactada y el potencial para provocar disputas reales. Intercambios por e–mail y conversaciones telefónicas de Crisis Group con Nathan Brown y un antiguo asesor de la Autoridad Provisional de la Coalición, septiembre de 2005.

(36) El art. 107 afirma que será competencia exclusiva de las autoridades de gobierno federales: “Formular la política fiscal y de aduanas en temas como los relativos a la moneda, política comercial reguladora entre regiones y fronteras de los gobernorados en Iraq, elaborar el presupuesto nacional estatal, formular políticas monetarias y establecer y administrar un banco central”.

(37) Galbraith, op.cit. y véase nota 35. Nathan Brown señala otro punto contra Galbraith y sugiere que se supone que las competencias sobre los impuestos generales recaen en el gobierno central, que en todos los países árabes es la wizarat al maliyya –que aquí se traduce invariablemente como “hacienda”– que supervisa la cuestión de los impuestos. Intercambio de E–mails de Crisis Group con Nathan Brown, 20 de septembre de 2005.

(38) Entrevista de Crisis Group con Safin Dizayi, director del Departamento de Relaciones Internacionales del Partido Democrático del Kurdistán. Véase también Galbraith, nota anterior.

(39) Entrevista telefónica de Crisis Group con un consejero político iraquí, Ammán, 10 de septiembre de 2005. Al principio de las negociaciones, los kurdos habían pedido que “cada región controlara la extracción de sus propios recursos de gas y petróleo. Los ingresos serían compartidos entre el centro y la región, el 30% para el gobierno federal, el 5% para el gobernorado en el que se localizara el yacimiento, y el 65% a la región en la que se localizara el petróleo. Pero esto es negociable”. Entrevista de Crisis Group con Sa’di Barzinji, persona de confianza de Masud Barzani, del Partido Democrático del Kurdistán, que fue presidente del subcomité sobre federalismo, Bagdad, 18 de julio de 2005. Esta demanda se eliminó en las negociaciones finales. Ya que la mayor parte del petróleo en el norte se encuentra en los gobernorados de Kirkuk, Barzinji y Dizayi, presumen que el gobernorado de Kirkuk se integrará en la región kurda.

(40) Los kurdos se mofaron de esta idea, afirmando que Kirkuk era suyo históricamente y que atribuían una gran importancia simbólica a ese hecho. El petróleo, dicen, no tiene nada que ver con ello. Otros iraquíes acusan a los kurdos de estar motivados precisamente por el deseo de atrapar los importantes recursos petrolíferos de Kirkuk como paso para la secesión. Véase Crisis Group Middle East Report nº 35, Iraq: Allaying Turkey’s Fears Over Kurdish Ambitions, 26 de enero de 2005. Para las conflictivas demandas de las comunidades de Kirkuk, véase Crisis Group Middle East Report nº 26, Iraq’s Kurds: Toward an Historic Compromise?, 8 de abril de 2004.

(41) Los árabes sunnitas y muchos otros iraquíes no consideran que el anterior régimen llevara a cabo una típica represión étnico–sectaria y rechazan la idea de que, como comunidad, han dominado chiitas y kurdos desde la fundación del estado moderno en 1920s. Este argumento disfruta de una cierta legitimidad, ya que el régimen tenía como objetivos todos los que disentían, independientemente de su composición étnica o religiosa. Al mismo tiempo, creció una seria oposición al régimen particularmente entre las comunidades kurdas y chiítas, expresándose respectivamente como nacionalismo kurdo (después de 1961 y, especialmente, durante la guerra Irán–Iraq de 1980–88) y el Islam político. En respuesta, el régimen empezó a atrincherarse dentro de la comunidad árabe sunnita, especialmente entre las tribus árabes sunnitas, y como consecuencia, la represión cada vez más fue tomando un carácter étnico–sectario. En los años 1990, sin embargo, una vez que el régimen puso fin a las rebeliones kurda y chiíta, su represión empezó de nuevo a ser no sectaria, incluida la campaña para debilitar a las tribus árabes sunnitas que antes había aupado, la ejecución de miembros importantes del propio clan de Sadam Husein y la matanza de gente importante de Tikrit, como los descendientes de Maulud Mujlis, a quien el grupo de Tikrit debe sobre todo gran parte de su influencia en las fuerzas armadas.

(42) Un dirigente árabe sunnita, por ejemplo dijo a Crisis Group: “Aceptamos el federalismo para los kurdos, pero sólo para los kurdos y como una excepción. El Kurdistán consistiría en los tres gobernorados de Irbil, Suleimaniya y Dohuk, con las fronteras señaladas en blanco y negro”. Entrevista de Crisis Group con Mijbel Sheik Issa, miembro del Comité Constitucional, Bagdad, 13 de julio de 2005.

(43) Ghassan Attiyah afirma que la iniciativa vino de negociadores del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq (SCIRI, en sus siglas en inglés) como un as para persuadir a los kurdos que no sólo ellos sino que todas las partes tendrían que ceder ciertos poderes. Entrevista de Crisis Group, Ammán, 1 de septiembre de 2005. Si esto constituyó una oferta chiíta para limitar las demandas kurdas de máximos poderes para su región, como varios observadores sugirieron, les salió el tiro por la culata. En lugar de reducir sus demandas, los kurdos vieron la posible aparición de otras regiones como una vindicación poderosa de su propia reclamación de una región kurda. Durante algún tiempo hubo un movimiento “federalista sureño” que se concentró en Basora y estuvo motivado por la comprensión de que el olvido oficial es algo que no se limitó al régimen anterior sino que era una actitud común en todos los gobiernos centrales fuertes. Para asegurar el desarrollo del sur, utilizando las riquezas petrolíferas importantes de la región, una inestable coalición de fuerzas fundamentalmente laicas apeló al establecimiento de una región sureña que tuviera un control considerable sobre sus propios recursos. Entrevistas de Crisis Group con una amplia gama de actores políticos, Basora, 22–27 de marzo de 2005. Véase también Edward Wong, “Secular Cites in Iraq seek autnomy in oil–rich south”, The New York Times, 30 de junio de 2005.

(44) Por ejemplo, Anan Dulaimi, un importante dirigente árabe sunnita, declaró en agosto: “Rechazamos el federalismo para las zonas sur y centro de Iraq, porque no tiene otro fundamento que el sectarismo. Cualquier iraquí honorable se opondría a aquellos que buscan profundizar el sectarismo en Iraq. Iraq permanecerá unido, con Bagdad como su capital”. Discurso en la “Conferencia General de la Ahl al–Sunna en Iraq”, Bagdad, 24 de agsoto de 2005. Nabil Yunes, un profesor árabe sunnita de la Universidad de Bagdad dijo: “Esta constitución va a aumentar las tensiones sectarias. Es un texto sectario que va a dividir el Estado, la tierra y al pueblo”. Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 30 de agosto de 2005.

(45) Esta, aparentemente, fue la concesión a los árabes sunnitas que el Presidente de EEUU George W. Bush pidió a través de una llamada telefónica al dirigente de SCIRI Abd–al–Aziz al–Hakim, el 25 de agosto en la onceava tentativa de salvar el proceso de redacción del colapso total. Entrevista de CG con Ghassan Attiyah, Ammán, 1 de septiembre de 2005.

(46) Por ejemplo, Iyad al–Samarra’i, dirigente del Partido Islámico Iraquí y miembro del comité de redacción, dijo a CG: “Dejaremos las cuestiones conflictivas para el próximo parlamento nacional. La principal es el sistema federal. El parlamento próximo podría estudiar esta cuestión; se daría el tiempo que la gente necesitaría para decir lo que quiere”. Entrevista de CG, Bagdad, 14 de agosto de 2005.

(47) El artículo 7 del proyecto de constitución dice: “Las entidades o tendencias que abracen, instiguen, faciliten, glorifiquen, propaguen o justifiquen el racismo, el terrorismo, las acusaciones de falta de fe [takfir] o limpieza sectaria están prohibidas, especialmente el Partido Baaz de Sadam en Iraq y sus símbolos, bajo cualquier denominación. No se les permitirá formar parte del pluralismo político en Iraq, y estarán fuera de la ley”.

(48) Entrevista de Crisis Group con Nabil Yunes, un árabe sunnita profesor en la Universidad de Bagdad, 30 de agosto de 2005.

(49) Esta opción fue sugerida por el senador estadounidense Joseph Biden, que argumentó que un retraso “animaría el creciente deseo de los sunnitas de participar en el proceso político. Legitimaría a los dirigentes sunnitas que pueden vender la constitución a su comunidad. Y podría separar a la población sunnita de la resistencia y los jihadistas extranjeros”. The Washington Post, 14 de septiembre de 2005.

(50) Como señaló un diplomático occidental, los árabes sunnitas “tienen el temor de ser marginados, pero al mismo tiempo les asustan las presiones de los extremistas de estar participando demasiado”. Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 18 de julio de 2005. Mijbel Sheij Issa fue tiroteado al día siguiente.

(51) Entrevistas de Crisis Group, Bagdad, 13 de julio y 5 de septiembre de 2005.

(52) Entrevista de Crisis Group con un diplomático occidental, Bagdad, 16 de julio de 2005.

(53) Esto es consecuente con el lenguaje de la LAT, que señala (Art. 53C): “Cualquier grupo de gobernorados no mayor a tres que esté fuera de la región del Kurdistán, a excepción de Bagdad y Kirkuk, tendrán derecho a formar regiones entre ellos mismos”. La LAT deja que sea la ANT quien decida el mecanismo para crear las regiones y que sea aprobado en referéndum en los gobernorados pertinentes”.

(54) Como Wamidh Nadhmi señala: “sería injusto despedir a antiguos miembros del partido Baaz, a menos que haya acusaciones legales contra ellos por crímenes tales como corrupción, tortura o asesinato. No puedes juzgar a alguien sólo porque es un ex baazista. Algunas personas fueron obligadas a unirse al Baaz”. Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 6 de septiembre de 2005.

(55) Muchos miembros del partido Baaz nunca cometieron un delito, mientras que muchos de los peores secuaces del régimen anterior se instalaron cómodamente en el aparato de seguridad (como ejecutores e interrogadores), donde no se requería ser miembro del partido Baaz. Además, puede haber más miembros en el sur chiíta que en las zonas árabes sunnitas, porque sobrevivir era particularmente una necesidad y prometer ser miembro un billete para salir de la miseria.

(56) Entrevista de Crisis Group con Ghassan Attiyah, Ammán, 1 de septiembre de 2005. El Artículo 29 del borrador de constitución afirma: “La familia es el fundamento de la sociedad; el estado la protegerá, así como sus valores religiosos, morales y patrióticos”.

(57) El pasado reciente ha visto un uso creciente de referencias a la “nación sabean–mandean” y a la “nación asirio–caldeo–siriaca”, minorías étnicas de las que sus miembros proclaman sus raíces en Mesopotamia, así como la “nación turcomana” y la “nación shabak”. Véase el folleto “Iraqi Minorities’ First Nacional Conference”, Bagdad, julio 2005. La conferencia, que tuvo lugar el 2 de julio de 2005 en Bagdad, estableció el Consejo de las Minorías Iraquíes, con el Dr. Hunein al–Qaddo nombrado presidente fundador.

(58) Entrevista de Crisis Group con Sa’di Barzinji, asesor constitucional de Masud Barzani, 18 de julio de 2005. En efecto, los árabes sunníes animaron a los kurdos a añadir referencias sobre el tema, comprendiendo muy bien, como dijo un político kurdo, que Turquía no lo iba a aceptar nunca. Entrevista de Crisis Group con Adnan Mufti, presidente de la Asamblea Nacional del Kurdistán, Irbil, 19 de septiembre de 2005.

(59) Una de las redactoras se quejó de que durante un debate sobre el cupo de mujeres en la Asamblea Nacional, “nadie me apoyó [en una petición que hizo para aumentar el cupo de 25 a 31% con carácter de perpetuidad], si siquiera los kurdos”. Estos, dijo, no parecían estas dispuestos a tomar posición sobre nada excepto sobre las cuestiones referentes al federalismo y al estatuto de Kirkuk. Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 15 de julio de 2005.

(60) Una iniciativa parecida fue encabezada por Ghassan Attiyah, quien se ha ido desmoralizando sobre las posibilidades de políticos no sectarios en Iraq. Iyad Allawi perdió sus credenciales como no sectario, al menos a los ojos de los árabes sunnitas, cuando en noviembre de 2004, como primer ministro del Gobierno Provisional, autorizó el ataque estadounidense sobre Faluya. Entrevistas de Crisis Group, Bagdad, septiembre 2005. Wamidh Nadhmi, un profesor de ciencias políticas en la Universidad de Bagdad, trató de constituir un grupo que se llamara a sí mismo “Corriente Nacional Arabe”, una coalición no sectaria cuyo secretario general, el Ayatollah al–Jalisi, es chiíta. Nadhmi mismo es un árabe sunnita. Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 6 de septiembre de 2005.

(61) Muqtada al–Sadr ha obtenido gran popularidad entre los árabes sunnitas por su fuerte oposición a la presencia de fuerzas militares extranjeras en Iraq y por su condena del asalto estadounidense sobre Faluya en noviembre de 2004. Por ejemplo, Isam Kadhem al–Rawi, miembro de la Asociación de Sabios Musulmanes, dijo “Muqtada es un iraquí y un árabe auténtico. Compartimos los mismos principios básicos: Somos iraquíes y aspiramos a la unidad nacional. El no es como al–Hakim o al–Jafari. Esos chicos son persas. Respeto a Muqtada al–Sadr, y tengo una buena relación con sus seguidores”. Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 28 de agosto de 2005. La popularidad de que gozan los árabes sunnitas ante los ojos de al–Sadr es otra cuestión, teniendo en cuenta el apoyo que muchos de ellos han dado a un régimen acusado de matar, en 1999, al padre y a dos hermanos de al–Sadr y que reprimieron ampliamente a los activistas políticos chiítas durante su reinado de 35 años. Todavía, un miembro del ejército Mehdi de al–Sadr dijo a Crisis Group: “Nos sentimos unidos a los sunnitas. Durante la crisis de Faluya les hemos apoyado con armas y comida. Nos sentimos más cercanos a ellos que a las lista de [chiíta] los 169. El movimiento Sadr es el único, junto con los sunnitas, en rechazar la ocupación”. Entrevista de Crisis Group, Ciudad Sadr en Bagdad, 30 de agosto de 2005.

(62) Los kurdos no se incluyen en este grupo, al haber controlado desde 1991 su territorio.

(63) Los funcionarios del gobierno, miembros de la ANT y redactores de la constitución han sido acusados de emplear muy poco tiempo en trabajar en Bagdad, prefiriendo irse de viaje al extranjero para asistir a conferencias y eso en un esfuerzo para encontrar un respiro a las tensiones y preocupaciones por la seguridad que invaden sus vidas en Iraq. Un diplomático occidental, por ejemplo, señaló con consternación: “Me desagrada el nuevo gobierno. Nunca están allí. Es un gobierno invisible. Están siempre viajando al extranjero. Cuando intento conseguir una entrevista con un funcionario gubernamental, tengo que esperar de forma invariable un mes y medio”. Entrevista de Crisis Group, 18 de julio de 2005.

(64) Peter Galbraith, op.cit., ha argumentado que la constitución proporciona “una fórmula que podría reducir la probabilidad de un conflicto a gran escala… un plan de paz que podría funcionar”, que “lejos de incendiar una guerra civil extendida, la constitución proporciona vías para ir resolviendo las cuestiones que pueden provocar esa guerra: petróleo y territorio”. Lamentablemente, la actual constitución lo que hace precisamente en agravar los motivos que pueden llevar al país a la secesión.

(65) El artículo 61C dice: “El referéndum general tendrá éxito y se ratificará el proyecto de constitución si una mayoría de los votantes en Iraq la aprueba y si las dos terceras partes de los votantes de tres o más gobernorados no la rechazan”. Ha habido discusión sobre qué se quiere significar con “votantes”: aquellos cuyos nombres aparecen en las listas electorales o los que salen de sus casas para dar sus votos. Es en interés de la ANT, dominada por chiítas y kurdos, adherirse a la primera definición, que es más probable –asumiendo que se produzca una presencia considerable de chiítas y kurdos y al menos un boicot parcial por parte de los árabes sunnitas– que impida el rechazo a la constitución en tres gobernorados. Por otra parte, como Nathan Brown señaló en referencia a la necesidad de “una mayoría de votantes” para aprobar la constitución, “no he oído a nadie decir que significa que la constitución tiene que conseguir, para resultar aprobada, la mitad de los votos de todos los votantes registrados”. Intercambio de correos de Crisis Group con Nathan Brown, 20 de septiembre de 2005.

(66) Muqtada al Sadr ha permanecido mudo sobre si apoya la constitución. Las especulaciones han aumentado sobre si la apoyará o la denunciará una vez concluido el borrador final, o permanecerá neutral y permitirá que sus seguidores la voten según sus preferencias. Los dirigentes kurdos dijeron que esperaban que aparte de la posición de Muqtada al Sadr sobre el proyecto de constitución, no estará preparado para contradecir la aprobación anticipada por el Ayatola Sistani, Entrevista de Crisis Group, Irbil y Salah al–Din, 18–19 de septiembre de 2005.

(67) Por ejemplo, en una conferencia celebrada en Bagdad el 14 de julio de 2005, los políticos árabes sunnitas adoptaron la siguiente resolución: “En interés público de todos los iraquíes, deben prepararse para participar en las próximas elecciones registrando sus nombres en los lugares electorales”. Una resolución separada dice: “Rechazamos la ocupación y pedimos un calendario para la retirada de las fuerzas de ocupación”. Es notable que antes de enero de 2005, una mayoría de dirigentes árabes sunnitas insistían en que no podría haber elecciones legítimas durante la ocupación, y en esta ocasión han separado las dos cuestiones.

(68) De los 275 escaños de la Asamblea Nacional, 230 serían elegidos sobre la base de los dieciocho gobernadorados, los 45 restantes deberían reservarse para una denominada lista nacional para que los iraquíes que están fuera del país puedan votar. El beneficio adicional de este sistema es que puede trasladar el peso que en la Asamblea Nacional tienen los antiguos exiliados y expatriados a los iraquíes que nunca se fueron y así conseguir una representación más acertada de los sentimientos e intereses públicos.

Internacional Crisis Group

Policy Briefing

Middle East Briefing nº 19

Texto original en inglés:

<http://www.crisisgroup.org/library/documents/middle_east___north_africa/iraq_iran_gulf/b19_unmaking
_iraq_a_constitutional_process_gone_awry_web.doc>

Notas de la traducción:

(I) “Gobernorado” = entidad subnacional, un término genérico para una región administrativa dentro de un país, que, con un gobierno local, agrupa a varias municipalidades, condados o provincias con un cierto grado de autonomía en una serie de materias.

(II) [por Estados Unidos]

(III) Testimonios de interés sobre esa cuestión ofrecidos en las sesiones del Tribunal Internacional sobre Iraq celebradas en Barcelona del 20 a 22 de mayo de 2005 por la periodista y traductora iraquí Imán Ahmad Jamas: “… pero yo no siento que sea sunnita o chiita, yo siento que soy iraquí. Y lo que digo se podría aplicar también a la mayoría de los iraquíes. Los iraquíes estamos casados sunnitas con chiitas y viceversa y en la misma familia podemos ver personas de las dos religiones. Sucede lo mismo en cuanto a los nacionalismos y hay un millón de kurdos en el norte de Iraq y muchos árabes casados con kurdos y hacen su vida normal. No hubo en la historia de Iraq ninguna guerra civil en el sentido de que la gente se mató porque eran de religiones diferentes, son las autoridades las que imponen determinadas políticas con arreglo a los objetivos que persiguen….”

Y de Yawad Muhammad al Jalisi, Director de la Universidad Escuela Al–Jalisiya, imán de la mezquita Al–Khadimiya (Bagdad), secretario general del Congreso Fundacional Nacional Iraquí: “….El proyecto de EEUU no ayuda a acercar las distintas etnias o religiones sino a dividirlas y a crear conflictos entre ellas. La creación del Consejo de Gobierno sobre bases religiosas, así como la Ley de la Administración del Estado, contienen en su letra pequeña muchas minas que podrían explotar en cualquier momento dentro de la sociedad iraquí. Y lo que hallamos detrás de todo es el objetivo de redibujar el mapa de la zona de Oriente Medio empezando por dividir y debilitar el Estado de Iraq…” “…Desde los años ochenta, EEUU y sus aliados se han venido concentrando en la división de la sociedad iraquí, siempre hablaban de sunníes, shiíes y kurdos, utilizando divisiones sectoriales, étnicas, religiosas. Desde el punto de vista sectorial o étnico, hay turcomanos, kurdos y matrimonios entre un turcomano cristiano y una kurda, y dentro de la confesión musulmana, matrimonios entre shiíes y sunníes. Los kurdos pueden ser shiíes o sunníes, y los shiíes y sunníes en su mayoría son árabes, pero también hay turcomanos sunníes o shiíes. Esa división es la mejor prueba de que EEUU quiere anular el concepto de ciudadano para abrir el camino al plan que está trazando y todo ello al servicio de su aliado estratégico: Israel…”

(IV) Véase en Web de la Campaña Estatal Contra la Ocupación y por la Soberanía deIraq:
www.nodo50.org/iraq/2004–2005/docs.ceosi_4–10–05.<http://www.nodo50.org/iraq/2004–2005/docs.ceosi_4–10–05.html>

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