El atolladero de
EEUU en Iraq

 

EEUU: El debate sobre la crisis de la ocupación – I

“Grupo de Estudio de Iraq”: Ni irse ni quedarse

El Partido Demócrata y la Administración Bush buscan un consenso sobre la continuidad en Iraq

Por Peter Grier (*)
'The Christian Science Monitor', 14/11/06
IraqSolidaridad, 28/11/06
Traducido por Beatriz Morales

"Como partido, los demócratas siguen divididos acerca de hasta qué punto todavía se podría salvar Iraq, así como respecto a la naturaleza de cualquier fecha límite para la retirada de tropas. [...] Dada su naturaleza, parece poco probable que el Grupo de Estudio de Iraq presente un informe que pida o bien la continuidad de la actual política o bien una inmediata y rápida retirada de las fuerzas estadounidenses en Iraq."

[Tras el triunfo demócrata en las elecciones legislativas de noviembre], para el equipo bipartidista de lumbreras conocido como Grupo de Estudio de Iraq, lo más importante ahora podría ser negociar un marco de convivencia en Washington [entre el Partido Demócrata y la Administración republicana de Bush], en lugar de esbozar nuevas listas de opciones para la política estadounidense respecto a Iraq. Al fin y al cabo, a pesar de todo lo que Washington habla sobre cooperación desde las elecciones de la semana pasada, entre muchos demócratas y republicanos, así como entre ambos partidos, siguen existiendo profundas diferencias acerca del camino que hay por delante [1]. Sin embargo, todas las partes afirman que están deseando escuchar a las demás y buscar un terreno común.

Veamos [lo que opina] el Grupo de Estudio de Iraq, dirigido por el ex secretario de Estado James Baker III y el ex congresista demócrata Lee Hamilton. El momento –más la naturaleza de sus miembros– podía haber adjudicado al grupo un papel central en el que quizá sea el debate político más importante al que ahora se enfrenta la nación. "Quizá un grupo ajeno sea capaz de crear una política que puedan aceptar ambos lados, aunque no quiera asumir la responsabilidad de elaborarla", afirma William Martel, un profesor adjunto de Estudios de Seguridad en el Fletcher School de la Universidad Tufts en Medford, Massachussets.

El Grupo de Estudio de Iraq formado por diez miembros [2] lo creó el Congreso la pasada primavera. En aquel momento la medida suscitó poca atención, aparte de una ingente actividad entre los expertos estrategas de Washington deseosos de servir como asesores al Grupo. Ahora Washington espera con ansiedad su informe final, que se prevé para antes de finales de año.

El pasado lunes [13 de noviembre], miembros del Grupo se reunieron con altos cargos de la Casa Blanca, lo que incluye al presidente Bush y al vicepresidente Dick Cheney. El jueves se entrevistaron con el primer ministro británico Tony Blair mediante videoconferencia. En cuanto a la intervención de Bush ante el grupo, el portavoz presidencial Tony Snow la definió como una conversación en la que ambas partes compartieron puntos de vista. "No es una declaración", afirmó Snow. El propio Bush afirmó que no estaba seguro de lo que el informe del Grupo de Estudio de Iraq diría, pero que estaba deseando verlo: "[...] No voy a emitir un juicio anticipado" del trabajo del grupo.

El equipo completo del Grupo de Estudio de Iraq ha esperado a comenzar sus reuniones a la semana posterior al Día de Acción de Gracias [el cuarto jueves del mes de noviembre en EEUU] para iniciar el polémico proceso de redacción de las recomendaciones finales. Baker y Hamilton no querían presentar ninguna lista [de recomendaciones] antes de las elecciones, la cual se podría haber filtrado para obtener rédito político.

El candidato de Bush para sustituir al secretario de Defensa Donald Rumsfeld, el ex director de Inteligencia Robert Gates, era un miembro del equipo. El viernes pasado Baker y Hamilton anunciaron que Gates había dimitido del Grupo y había sido sustituido por el ex–secretario de Estado Lawrence Eagleburger. El equipo sigue compuesto por cinco demócratas y cinco republicanos.

Ni irse ni quedarse

Dada su naturaleza, parece poco probable que el Grupo de Estudio de Iraq presente un informe que pida o bien la continuidad de la actual política o bien una inmediata y rápida retirada de las fuerzas estadounidenses en Iraq. Baker, por su parte, en sus apariciones públicas para promocionar su último libro ha sido un tanto crítico con la lentitud del gobierno estadounidense para reaccionar ante la intensificación de la violencia en Iraq. Cuando Baker era secretario de Estado estaba abierto a hablar incluso con los enemigos de EEUU, hasta el punto de soportar largas arengas del difunto dirigente sirio Hafez al–Assad. Como copresidente del Grupo, Baker ya se ha reunido con Javad Zarif, embajador de Irán en EEUU.

Es posible que el Grupo de Estudio de Iraq pudiera urgir a algún tipo de encuentro regional sobre el futuro de Iraq que incluya a Irán y Siria, una recomendación a la que anteriormente la Casa Blanca se había opuesto [3]. El ex embajador [estadounidense] ante Naciones Unidas, Richard Holbrooke, un demócrata, afirmó recientemente que una conferencia regional similar a la que él utilizó para elaborar un final para la guerra de Bosnia en 1995 podría ser útil. "[...] Esta guerra la están llevando a cabo sobre el terreno fuerzas despiadadas, las cuales no estarán necesariamente muy interesadas en lo que dicen los actores regionales e internacionales", ha afirmado Holbrooke, "[...] [pero] aún así, creo que vale la pena intentarlo".

Sin calendario de retirada

Por supuesto, dada la presencia de Baker y de otros veteranos republicanos en el grupo, es también poco probable que el Grupo de Estudio pida con insistencia algún tipo de calendario para una retirada de tropas, ni siquiera uno poco definido –algo que a los demócratas les costaría, sin embargo, aceptar.

Respecto a posibles soluciones a medio plazo, se dice que el equipo de expertos ha estado sopesando una solución llamada "Primero, Estabilidad" [4] que enfatiza la retirada de las tropas estadounidenses de la mayor parte del país para centrar todos los esfuerzos en la estabilización de Bagdad. Una opción complementaria sería la llamada "Reubicar y Contener", que supondría la retirada de la mayoría de las fuerzas estadounidenses a las naciones vecinas donde servirían como reserva móvil para las fuerzas nacionales iraquíes.

Hamilton ha manifestado que es posible que su equipo no sea capaz de llegar a un consenso. Como partido, los demócratas siguen divididos acerca de hasta qué punto todavía se podría salvar Iraq, así como respecto a la naturaleza de cualquier fecha límite para la retirada de tropas. No es que el Partido Republicano, como partido, sea ahora por el contrario un frente unificado. El senador John McCain por Arizona (republicano) ha afirmado que lo que se necesita en este momento es un incremento de las fuerzas estadounidenses en Iraq, al menos durante un tiempo.

Por lo que se refiere al diálogo entre los partidos, mientras que senadores demócratas clave han hecho promesa de presionar para [que se apruebe] una resolución que exigiría la retirada de las tropas en cuestión de meses, parece que un calendario de retirada sigue siendo un anatema para la Casa Blanca. "[...] No creo que seamos receptivos a la idea de que haya un calendario fijo según el cual nos retiremos automáticamente", declaró el jefe de personal de Bush, Joshua Bolten, en una entrevista en un programa de fin de semana [5].


(*) Peter Grier es redactor del 'The Christian Science Monitor'.

Notas de IraqSolidaridad:

1. Véase en IraqSolidaridad: Joe Kay: Demócratas y republicanos: Mantener la ocupación de Iraq. Antes que una retirada o reducción de tropas, se prevé un incremento de hasta 30.000 efectivos

2. El Grupo de Estudio de Iraq, que lleva trabajando desde abril, está compuesto por: [2] copresidentes James Baker III, ex–secretario de Estado del gobierno de George H.W. Bush, y Lee Hamilton, ex–congresista (demócrata) por Indiana; [y 8 miembros] Lawrence Eagleburger, ex–secretario de Estado de la Administración de George H.W. Bush; Vernon Jordan, abogado, consejero presidencial de Clinton; Edwin Meese, ex–fiscal general del Estado del gobierno Reagan; Sandra Day O'Connor, ex magistrada del Tribunal Supremo; Leon Panetta, ex–jefe de personal de la Casa Blanca con la Administración Clinton; William Perry, ex–secretario de Defensa con el gobierno Clinton; Chuck Robb, ex–gobernador demócrata de Virginia; y Alan Simpson, ex –senado (republicano) por Wyoming.

3. Miembros de la Administración Bush y máximos dirigentes iraníes ya habían avanzado la posibilidad de abrir un diálogo bilateral sobre la estabilización de Iraq, reiterada en estos días. Véase al respecto en IraqSolidaridad: Carlos Varea: EEUU e Irán, dispuestos a negociar sobre Iraq – La operación 'Swarmer' en Samarra, cortina de humo del fracaso militar estadounidense en Iraq | EEUU e Irán negociarán sobre Iraq una vez formado el nuevo gobierno de al–Maliki | Gareth Porter: Bush busca la ayuda de sus enemigos en Iraq | Gareth Porter: Los ocupantes, as–Sáder e Irán. EEUU depende de Irán y de sus aliados shiíes iraquíes para mantener la ocupación de Iraq | Pedro Rojo y Carlos Varea: ¿Está jugando Irán a la 'resistencia' en Basora? | Gareth Porter: La crisis de la ocupación de Iraq y la negociación EEUU–Irán – ¿Hacia un condominio de Estados Unidos e Irán sobre Iraq?. Por su parte, Siria ha reestablecido relaciones diplomáticas con Iraq este mes, una medida que supone por parte del régimen sirio la aceptación del marco de la ocupación de Iraq y debe interpretarse como un gesto hacia EEUU.

4. La opción más probable que presentará el Grupo de Estudios sobre Iraq (demócrata–republicano), coincidente con la de otro grupo militar de evaluación creado por la Junta de Jefes de Estado Mayor, sería la de incrementar inicialmente en entre 20.000 y 30.000 efectivos estadounidenses los más de 140.000 actuales, para reducirlos posteriormente a 60.000 (The Washington Post, 20 de noviembre, 2006). Con este incremento se pretende asegurar el control de Bagdad y desplegarse en otras zonas del país, particularmente en la provincia occidental de al–Anbar, de muy fuerte presencia guerrillera. De hecho, el Pentágono ya ha enviado a esta zona la semana pasada a 2.200 marines más (Associated Press, 25 de noviembre de 2006).

5. El general John Abizaid, comandante en jefe del Comando Central de EEUU para Oriente Medio y Asia Central, descartó, en una comparecencia realizada ante el Senado en noviembre, la imposición de un calendario de salida de las tropas de Iraq, así como su reducción.


EEUU: El debate sobre la crisis de la ocupación – II

Demócratas y republicanos: Mantener la ocupación de Iraq

Antes que una retirada o reducción de tropas, se prevé un incremento de hasta 30.000 efectivos

Por Joe Kay
World Socialist Web Site, 20/11/06
IraqSolidaridad, 2811/06
Traducido por Paloma Valverde

"Los demócratas están claramente aplazando la cuestión de la retirada de las tropas a un futuro lejano, al tiempo que la tarea inmediata es la 'estabilización', es decir, un nuevo baño de sangre contra las organizaciones hostiles a la presencia de EEUU en Iraq."

Los dirigentes demócratas se han comprometido con entusiasmo a trabajar estrechamente con el gobierno de Bush para fraguar una política bipartidista con el fin de continuar la ocupación de Iraq y han anunciado su apoyo a un aumento significativo en el presupuesto de las Fuerzas Armadas y en el reclutamiento de más tropas para el ejército. Estos comentarios surgen en medio de un intenso debate dentro de los círculos de poder sobre cómo salvar la ocupación de Iraq y preservar los intereses del imperialismo estadounidense en Oriente Medio. Mientras se barajan varias opciones, la posibilidad de una retirada inmediata de parte o de la totalidad de las tropas (la postura apoyada por la gran mayoría de aquellos que votaron por los candidatos demócratas en las elecciones celebradas hace menos de dos semanas) ha quedado fuera de las conversaciones [1].

Steny Hoyer, el congresista de Maryland que fue elegido la semana pasada por el Comité Ejecutivo demócrata para ser el nuevo líder de la mayoría en el Congreso, estableció la línea del Partido Demócrata en una entrevista en [el programa] "Esta Semana con George Stephanopoulos", en las noticias del domingo de la [cadena televisiva] ABC. Stephanopoulos pidió a Hoyer que respondiera a la consideración del senador republicano por Arizona, John McCain, de que se deben enviar más tropas estadounidenses a Iraq. [Stephanopoulos] recordó además que una de las opciones que se están considerando en el bipartidista [demócrata–republicano] Grupo de Estudio de Iraq [2] era aumentar el poder militar de EEUU para apoyar el aplastamiento de las milicias que operan en Bagdad. "[...] Si ese aumento temporal [de tropas] es compatible con un plan de transición y de redespliegue de las tropas estadounidenses", afirma Hoyer, entonces [John McCain] debería estar preparado para llevarlo a cabo. Hoyer además repitió la postura de muchos demócratas y de sectores de la jerarquía militar de que el problema fundamental en la Administración Bush con la política en Iraq ha sido, para empezar, que no se han enviado suficientes tropas.

Los comentarios de Hoyer fueron una señal inequívoca a la Administración Bush de que los demócratas apoyarían un aumento de tropas si [tal incremento] se pudiera presentar como un paso hacia una posterior retirada. Para recalcar este punto, Hoyer afirmó, hacia el final de la entrevista, que las tropas estadounidenses estaban en peligro no porque estuvieran obligadas a luchar en Iraq, sino porque "[...] su falta de efectivos les expone a diario al peligro y a la muerte."

El nuevo líder de la mayoría en el Congreso también dejó claro que los demócratas no considerarían cortar la financiación para la ocupación de Iraq. "[...] No vamos a dejar sin fondos a las tropas en el campo de batalla, punto", añade. El poder para suprimir los gastos en una guerra es la última competencia esgrimida por el Congreso para obligar al poder ejecutivo a modificar su política exterior. Rechazó de plano que eso signifique que la Administración Bush pueda continuar la guerra en Iraq, como Bush había prometido, hasta el final de su mandato, el 20 de enero de 2009.

Esas declaraciones resaltan el significado del voto demócrata del Congreso la semana pasada por Hoyer frente a John Murtha, el candidato apoyado por la portavoz entrante en el Congreso, Nacy Pelosi. Murtha, que tiene estrechas relaciones con sectores del ejército y que durante décadas formó parte del ala derechista de la dirección del partido Demócrata, fue objeto de la atención pública hace casi un año cuando pidió en el Congreso una retirada inmediata de las tropas estadounidenses de Iraq. La semana pasada, durante la campaña para votar por el dirigente de la mayoría [en el Congreso], Murtha sufrió el ataque de los medios de comunicación y de compañeros demócratas en relación con su implicación en el escándalo de sobornos de Abscam [3], hace casi un cuarto de siglo. [El escándalo] Abscam resucitó como una manera de vilipendiar a Pelosi y a Murtha, pero la verdadera cuestión era la postura de Murtha sobre la guerra.

No a una retirada inmediata

Mientras que Murtha resultó útil para atraer el voto [del movimiento] contra la guerra, el 7 de noviembre [de 2006, día de las elecciones], hacia los candidatos demócratas al Congreso, no existe un apoyo significativo a la postura de una retirada inmediata de las tropas, ni en la dirección del Partido Demócrata, ni en la elite dirigente estadounidense en su conjunto. Aunque los asuntos políticos, los intereses regionales, incluso la idiosincrasia personal afectaron indudablemente al voto secreto a puerta cerrada, la guerra en Iraq se sitúa por encima de cualquier cuestión. Los demócratas decidieron por una abrumadora mayoría de votos (149 a 86) que no querían entrar en el nuevo Congreso con un líder absolutamente identificado por el público con la retirada de las tropas [de Iraq].

La declaración de Hoyer se hizo pública un día después de las observaciones hechas por el dirigente demócrata del Senado, Harry Reid, durante las alocuciones semanales demócratas por radio. Reid apeló a un "[...] cambio en el curso de los acontecimientos", y afirmó que estaba "[...] animado de que el presidente [Bush] finalmente escuche a los expertos independientes y a los miembros del Congreso", una referencia en concreto al Grupo de Estudio de Iraq. "[...] Trabajar unidos" afirmó Reid, "[...] [para] crear una nueva vía hacia el futuro, una vía que permita estabilizar Iraq y que nuestras tropas inicien la retirada. Respecto a Iraq, y a cualquier otra parte, los demócratas rezamos para que el presidente trabaje con nosotros, porque estamos preparados para trabajar con él."

La semana pasada Reid afirmó que una de sus prioridades fundamentales en el Senado será la aportación de un fondo adicional para el ejército de 75 mil millones de dólares, específicamente para reconstruir el Ejército de Tierra y el Cuerpo de Marines, seriamente minados por las pérdidas tanto de efectivos humanos como de equipamiento en Iraq y Afganistán [4]. La invasión y la ocupación de Iraq ya ha alcanzado un coste aproximado de 350 mil millones de dólares.

Los demócratas están claramente aplazando la cuestión de la retirada de las tropas a un futuro lejano, al tiempo que la tarea inmediata es la estabilización, es decir, un nuevo baño de sangre contra las organizaciones hostiles a la presencia de EEUU en Iraq. El ejército estadounidense lleva mucho tiempo planificando operaciones importantes contra las milicias shiíes en Bagdad, especialmente las controladas por Moqtada as–Sáder [5].

Si esto requerirá, o no, un aumento de las tropas estadounidenses en Iraq es uno de los temas principales que actualmente se están discutiendo en los círculos dirigentes políticos. El senador demócrata Carl Levin, el presidente entrante del Comité de Servicios Armados del Senado, se manifestó contra un aumento del poder militar en una entrevista para el programa de los domingos "Última Edición" de la CNN. Sin embargo, Levin también dejó clara que su postura –que EEUU debe anunciar que iniciará la retirada de las tropas estadounidenses de Iraq en cuatro o seis meses– no es una petición para poner fin a la ocupación.

Levin subrayó que no abogaba por un calendario concreto para retirar "[...] todas o incluso la mayoría de nuestras tropas", y afirmó que una presencia militar estadounidense importante continuaría indefinidamente. "[...] No planteamos la retirada total" en ninguna de nuestras propuestas, afirmó. La esperanza de Levin es que amenazar al gobierno iraquí con una retirada parcial servirá para presionar a las distintas facciones de la esfera de gobierno en Iraq con el fin de alcanzar algún tipo de acuerdo entre ellas.

Incremento de las Fuerzas Armadas

Un tema en el que están de acuerdo las diversas facciones de los grupos de poder [estadounidenses] es la necesidad de un aumento de los efectivos del ejército estadounidense en su conjunto, lo que se percibe como una precondición imprescindible para aumentar las tropas estadounidenses en Iraq. El domingo [19 de noviembre], el editorial de The New York Times, titulado "El ejército que necesitamos", expresaba el punto de vista de que "[...] hay que aumentar el total de la fuerza militar autorizada que Rumsfeld tenía en mente para los próximos años entre 75.000 y 100.000 efectivos más". The New York Times expresa aquí la postura de los dirigentes demócratas que llevan tiempo presionando para aumentar el número de soldados en el Ejército de Tierra y en el Cuerpo de Marines.

La semana pasada, el general John Abizaid, comandante en jefe del Comando Central de EEUU para Oriente Medio y Asia Central [USCENTCOM], descartó, en una comparecencia realizada ante el Comité de Servicios Armados, reducir las tropas en Iraq, pero afirmó que aumentar la presencia de tropas estadounidenses era inviable debido a la presión que existe sobre el ejército. El momento de esta declaración fue muy significativo por producirse poco después de las elecciones, como si se pretendiera alejar la discusión de cualquier debate sobre la retirada de las fuerzas estadounidenses.

Lo que se esconde en la trastienda de los debates sobre el aumento de la fuerza militar es la cuestión del reclutamiento obligatorio [6]. El demócrata Charles Rancel, presidente entrante del Comité de Medios y Arbitrios del Congreso [7], reiteró en el programa "El estado de la nación" de la CBS su apoyo a la puesta en marcha del reclutamiento obligatorio. "[...] Si estamos desafiando a Irán y a Corea del Norte y algunos piden más tropas en Iraq", afirmó, "[...] no podemos hacerlo" sin el reclutamiento obligatorio. "[...] No entiendo cómo alguien puede apoyar esta guerra y no apoyar el reclutamiento obligatorio" [8]. Rangel prometió que reintroduciría una propuesta de Ley para poner en marcha el reclutamiento obligatorio, una propuesta que ha estado apoyada por muchos estrategas demócratas, como uno de los primeros actos en la nueva sesión del Congreso el año que viene.

El senador republicano Lindsey Graham, que intervino después de Range, declaró que él también apoya un aumento del número de efectivos del ejército, pero que cree que esto se podría hacer con una fuerza de voluntarios. Sin embargo, si esto no es posible, afirmó Graham, "[...] buscaremos otra opción."

En los debates sobre cómo salvaguardar la ocupación de Iraq, los demócratas llevan tiempo cerrando filas en torno al Grupo de Estudio de Iraq, creado por algunos congresistas republicanos para proponer una nueva estrategia estadounidense en Iraq [y compuesto paritariamente por miembros de ambos partidos]. Dentro de este grupo, ocupando un lugar prominente, hay antiguos miembros de la primera Administración Bush y de las de Clinton, que mantienen algunas diferencias tácticas con el actual gobierno de Bush y con personajes como el vicepresidente Cheney y el saliente secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.

Dirigentes demócratas, incluido Reid, ya han declarado también su total apoyo al nuevo nombramiento hecho por Bush de Robert Gates como secretario de Defensa. Gates fue durante mucho tiempo un agente de la CIA con el presidente Reagan y director de la CIA con Bush padre. [Gates] jugó un papel fundamental en el escándalo Irán–Contra [9], y también estuvo implicado en el apoyo estadounidense a los fundamentalistas islámicos en Afganistán, incluido Osama Bin Laden, durante su guerra contra la Unión Soviética en la década de 1980.

Reid ha afirmado que Gates debería ser investido sin problemas en las próximas semanas. Las declaraciones de los demócratas en los últimos días subrayan el hecho fundamental de que no hay sector, dentro de los grupos de poder político opuesto a la guerra, a pesar de que esta es la postura de la mayoría del pueblo estadounidense. Por el contrario, tras las elecciones, los demócratas pretenden formar un nuevo consenso a favor de la guerra para defender los intereses de la elite dominante estadounidense. Mientras la población estadounidense se está desplazando hacia la izquierda, la clase dirigente está respondiendo con un tremendo giro a la derecha.


Notas de IraqSolidaridad:

1. La opción más probable que presentará el Grupo de Estudios sobre Iraq (demócrata–republicano, ver más adelante y el texto referido en nota 2), coincidente con la de otro grupo militar de evaluación creado por la Junta de Jefes de Estado Mayor, es la denominada Go Long, incrementar inicialmente en entre 20.000 y 30.000 efectivos estadounidenses los más de 140.000 actuales, para reducirlos posteriormente a 60.000 (The Washington Post, 20 de noviembre, 2006). Con este incremento se pretende asegurar el control de Bagdad y desplegarse en otras zonas del país, particularmente en la provincia occidental de al–Anbar, de muy fuerte presencia guerrillera. De hecho, el Pentágono ya ha enviado a esta zona la semana pasada a 2.200 marines más (Associated Press, 25 de noviembre de 2006).

2. Véase en IraqSolidaridad: Peter Grier: Grupo de Estudio de Iraq: Ni irse ni quedarse. El Partido Demócrata y la Administración Bush buscan un consenso sobre la continuidad en Iraq

3. El escándalo Abscam, 1980, se produjo cuando se descubrió que varios congresistas aceptaban sobornos a cambio de favores políticos.

4. El Cuerpo de Marines contribuye con 23.000 combatientes a la ocupación de Iraq (Associated Press, 22 de noviembre de 2006) y mantiene la tasa más alta de muertos en combate de las tropas de EEUU desplegadas en Iraq.

5. El clérigo shií Moqtada as–Sáder mantiene una ambigua e interesada postura. Mientras se muestra formalmente contrario a la ocupación, no apoya ni participa en la resistencia armada, ostentando varias carteras en el gobierno colaboracionista de Nuri al–Maliki, del que es ahora su principal sustento interno. Este hecho está determinando la tolerancia que el primer ministro iraquí al–Maliki muestra hacia los escuadrones de la muerte, nutridos por los miembros del Ejército del Mahdi, seguidores de as–Sáder, junto con los milicianos de la Organización Badr (brazo militar del Congreso Supremo de la Revolución islámica en Iraq, CSRII), un motivo permanente de fricción entre los ocupantes y el gobierno iraquí, que no puede o no quiere atender los requerimientos de EEUU de favorecer una estabilización interna de Iraq que permita una disminución de su implicación militar directa.

6. Una nueva propuesta de ley que se introdujo el pasado enero en el Congreso y que establece el servicio militar obligatorio a todos los hombres y mujeres comprendidos entre los 18 y los 42 años de edad.

7. Comité con jurisdicción sobre todas las tasas e impuestos así como de supervisión de algunos programas tales como seguridad social, desempleo, sanidad, etc.

8. Véase en IraqSolidaridad: Will Dunham: El ejército estadounidense muestra síntomas de agotamiento. Cinco años de guerra en Iraq y Afganistán ponen a prueba el ejército voluntario en EEUU y sus enlaces incluidos.

9. Durante la guerra irano–iraquí (1980–1988), EEUU, siguiendo la estrategia denominada de Doble Contención, el debilitamiento de ambos contendientes, Irán e Iraq, suministró información a Bagdad (dado que su armamento era de origen soviético) y suministros militares a Irán (con unas Fuerzas Armadas equipadas por los estadounidenses durante la etapa del Sha) por medio de un trama clandestina en la que intervino el Pentágono y que, con la intermediación de Israel, permitió al tiempo que con el dinero iraní se financiera la contra nicaragüense, de ahí su nombre.