Iraq resiste

 

Iraq-EEUU:

Derrota de Bush en el Congreso

Por Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 16/02/07

Washington. La Cámara de Representantes de Estados Unidos rechazó este viernes, por 246 votos a 182, el pedido del presidente George W. Bush de sumar unos 30.000 soldados a los 140.000 ya desplegados en Iraq.

Setenta legisladores del gobernante Partido Republicano se unieron a la mayoría del opositor Partido Demócrata para propinar esta importante derrota legislativa a la Casa Blanca.

La deliberación al respecto insumió 48 horas de sesión en los últimos cuatro días. Se trata del primer pronunciamiento del Congreso legislativo sobre la política de Bush en Iraq desde que los demócratas se alzaron con la mayoría del Congreso tras las elecciones de noviembre.

Los representantes esgrimieron encuestas según las cuales dos de cada tres entrevistados estadounidenses se oponían al plan de Bush. Los demócratas ya preparan condiciones y restricciones para atacar la propuesta presidencial, pero con efectos prácticos.

De ser aprobadas, será mucho más difícil para el Poder Ejecutivo elevar el número de soldados hoy en Iraq.

Se prevé que el Senado estadounidense se reúna este sábado, un día muy inusual para una sesión legislativa en este país, con el fin de aprobar una resolución similar a la de este viernes en la Cámara Baja.

Aunque una mayoría clara de senadores --entre ellos, según varios informes periodísticos, al menos 12 republicanos-- se oponen al plan de Bush, es muy posible que los más leales a la Casa Blanca usen chicanas de procedimiento para retrasar la votación.

El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Read, tendrá que concitar la voluntad de 60 de sus pares, entre los que deberán figurar al menos 11 republicanos, para impedir esos retrasos, lo cual no logró hace apenas una semana, cuando en su cámara se puso a consideración un proyecto mucho más detallado.

Pero desde entonces se conocieron varias encuestas según las cuales el público estadounidense acusaba a los legisladores republicanos de bloquear, contra la voluntad de sus votantes, una resolución contra el plan de Bush.

Reid confía en que ahora sí le será posible obtener el voto de suficientes republicanos, en especial aquellos que tuvieron dificultades en lograr la reelección en las elecciones de noviembre.

"Este es un proceso en el que vamos paso a paso para presionar al presidente y a sus correligionarios republicanos en la Cámara de Representantes y en el Senado con el fin de obligarlos a hacer lo que el pueblo estadounidense desea", dijo el senador demócrata Chuck Schumer.

La resolución aprobada este viernes es de carácter declarativo y no obliga al presidente Bush a nada, pero marca un repudio sin precedentes a su política, que nunca debió soportar un desafío serio en el periodo en que los republicanos concentraban la mayoría en ambas cámaras del Congreso legislativo.

El triunfo demócrata en las elecciones legislativas de mitad de periodo en noviembre, combinado con las incesantes malas noticias procedentes de Iraq, modificaron radicalmente el paisaje político.

Los demócratas, que, según las encuestas, le deben la victoria al desencanto de la ciudadanía con la guerra más que a ningún otro factor, actuaron con mayor agresividad de la que muchos analistas preveían.

La votación de la Cámara de Representantes marcó el primer paso en ese proceso. "El Congreso debe ejercer ahora su responsabilidad constitucional e imponer condiciones al financiamiento" de la guerra, opinó el analista Jim Cason, de la organización antibélica Comité de Amigos sobre Legislación Nacional.

"Una nueva política debe acompañar las nuevas fuentes de financiamiento", sostuvo Cason.

Un abanderado de esa postura es el representante John Murtha, un condecorado veterano de la infantería de marina que goza de estrechos vínculos con militares en actividad.

Murtha era uno de los demócratas conservadores que apoyaban la guerra en Iraq, pero rompió filas con el gobierno a fines de 2005, cuando comenzó a exigir una rápida retirada de las tropas de ese país del golfo Pérsico o Arábigo.

El legislador aseguró que usará toda su influencia para lograr la aprobación de condicionamientos al financiamiento del esfuerzo bélico. Eso le dificultará a Bush añadir soldados al contingente apostado en Iraq.

"El gobierno sabe que de ese modo no podrá elevar las tropas en Iraq. No lo podrá sostener si la Cámara de Representantes y el Senado aprueban estas restricciones. El presidente siempre podrá vetarlas, pero entonces no tendría dinero" para financiar la guerra, explicó Murtha.

El legislador anunció que también pretende el cierre de la prisión de supuestos terroristas en la base naval estadounidense en Guantánamo, Cuba, prohibir cualquier gasto en la instalación de bases militares permanentes en Iraq e impedir un ataque contra Irán sin aprobación del Congreso.

Mientras, en el Senado, el presidente del Comité de Relaciones Internacionales, Joseph Biden, propone leyes que anulen la resolución que en 2002 autorizó a Bush a atacar Iraq, y que redefinirían la misión de las tropas allí apostadas.

"Necesitamos un cambio radical en Iraq. Si el presidente no actúa, el Congreso deberá hacer el intento", sostuvo el senador republicano.

Otro factor que influyó en el cambio entre los legisladores fueron las recomendaciones del Grupo de Estudio sobre Iraq, que creó el propio Congreso y que copresidieron una destacada figura del Partido Republicano, el ex secretario de Estado (canciller) James Baker, y otra del Demócrata, el ex representante Lee Hamilton.

El Grupo propuso en diciembre un repliegue gradual de la mayoría de las tropas de combate estadounidenses hoy en Iraq para los próximos 14 meses y una intensificación de los esfuerzos diplomáticos para que Irán y Siria, entre otros países vecinos, se comprometan en la estabilización de Iráq.

Pero Bush rechazó esas recomendaciones, no en las palabras de encomio al Grupo pero sí en sus acciones, lo que colmó la paciencia de correligionarios clave como el senador John Warner, otro legislador con contactos permanentes con militares en actividad.


Por primera vez los legisladores elaboran medidas para "imponer límites" a Bush

Repudia la Cámara de Representantes estadounidense el plan bélico para Irak

El Senado sesiona hoy para iniciar el debate sobre la guerra del presidente contra el terror

Por David Brooks, corresponsal
La Jornada, 17/02/07

Nueva York, 16 de febrero. La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó una resolución simbólica (por ser no vinculante, o sea, no tiene fuerza de ley) que expresa su "desaprobación" con el plan del presidente George W. Bush para aumentar el número de soldados en Irak en más de 20 mil, y a la vez expresó su apoyo a las tropas que ya se encuentran en ese país.

Fue la primera reprobación legislativa oficial contra la política bélica de George W. Bush desde que éste asumió la presidencia, hace seis años.

Poco antes de ser aprobada, la presidenta de la Cámara, la demócrata Nancy Pelosi, advirtió que es sólo un primer paso. "La aprobación de esta legislación es la señal de un cambio de dirección que llevará a un fin del combate y al regreso a casa de nuestras tropas", afirmó.

El vocero del presidente republicano emitió esta noche un comunicado en respuesta a la aprobación de la resolución. Bush, dijo, promovió su plan como solución a la situación "inaceptable" en Irak y reiteró que "el presidente cree que el Congreso debe proveer el pleno financiamiento y flexibilidad que necesitan nuestras fuerzas armadas para alcanzar el éxito en su misión de proteger nuestro país".

Por su parte, líderes del Senado anunciaron abruptamente que realizarán una sesión sabatina poco usual para intentar romper el estancamiento sobre la sanción de una resolución paralela a la aprobada hoy por la Cámara de Representantes.

Durante toda esta semana, legisladores fieles al presidente han argumentado que no tiene sentido una resolución que simplemente expresa por un lado "apoyo" a las tropas estadounidenses y por el otro "desacuerdo" con la estrategia de la llamada "oleada", ya que no tiene peso alguno y, como es una resolución "no vinculante", no tiene "dientes" y, por tanto, no vale nada.

Pero al mismo tiempo critican la medida como algo que otorgará "confort" al enemigo, dañará la moral entre los soldados y tendrá serias consecuencias para la seguridad nacional del país.

Nadie entre los que apoyan al presidente Bush ha podido explicar cómo la medida puede ser al mismo tiempo tan insignificante y tan demoledora.

Los promotores de la medida también se muestran algo ambiguos, e insisten en que la resolución es una expresión del sentir de la mayoría del pueblo estadounidense en contra de la "oleada" y envía un mensaje firme al presidente sobre la falta de confianza en su nueva estrategia.

Sin embargo, al expresar su oposición la palabra más dura que emplearon fue "desaprobación" al plan bélico, pese a que casi todo el mundo entiende que se está hablando de un desastre.

Con todo, algunos legisladores demócratas ya elaboran medidas que buscarán "imponer límites" al manejo de la guerra por el presidente Bush.

"Este país necesita un cambio dramático de dirección en Irak y es responsabilidad de este Congreso consumar ese cambio", afirmó el representante demócrata conservador John Murtha, uno de los protagonistas en la ofensiva para provocar el debate contra la política bélica del presidente.

Murtha está preparando un proyecto de ley que establecería condiciones a los despliegues de tropa y otras medidas, que tienen como objetivo imposibilitar el plan estratégico de Bush de incrementar y mantener las tropas en Irak.

De hecho, el debate en esta capital ahora se trata no sólo de Irak, sino sobre los límites que debe tener la autoridad presidencial en torno a los asuntos de guerra.

Líderes demócratas ya han indicado que Bush no cuenta con la autoridad para iniciar otra agresión, ahora en Irán, y que habrá nuevas condiciones para el manejo de la guerra en Irak y otros lugares.

El debate se ha llevado a cabo con gran retórica (unos 375 legisladores de los 434 tomaron la palabra) durante cuatro días y no han faltado citas de casi todas las figuras heroicas del país -desde los "padres fundadores" a los presidentes Franklin Delano Roosevelt, John Kennedy, Lyndon B. Johnson y Ronald Reagan.

Se han hecho referencias a conflagraciones del pasado, por supuesto a la Segunda Guerra Mundial, y hasta curiosamente a la confrontación bélica contra México, cuando un legislador opuesto a la medida intentó usar el caso de El Alamo para ilustrar su argumento.

Dijo que si Davy Crockett hubiera recibido un mensaje en su Blackberry desde Washington informándole que el Congreso los apoyaba pero se oponía a enviar tropas para reforzarlo en su enfrentamiento con el enemigo (los mexicanos), "¿cómo se hubiera sentido Davy Crockett?", declaró.

No mencionó que Washington nunca envió tropas de refuerzo y que todos los "defensores" de El Alamo murieron.

La grandilocuencia se extendió durante días y la Cámara, con su mayoría demócrata y un número importante de disidentes del partido del presidente, aprobó la resolución por un votación de 246 a 182 (con el apoyo de 17 republicanos).

Mientras tanto, una versión parecida se estancó en el Senado, y ayer el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, anunció que convocará a una poco usual sesión este sábado para retomar el asunto.

Los líderes del Senado apuestan a que durante los últimos días de creciente presión pública para actuar sobre tan delicado asunto convencería a suficientes republicanos a sumarse a los demócratas y obtener los 60 votos necesarios para abrir el debate sobre la resolución.

El senador Reid declaró que desea celebrar una votación lo más pronto posible -que los republicanos descarrilaron hace una semana-, ya que "estamos decididos a ofrecer a nuestra tropas y al pueblo estadounidense el debate que se merecen".

Sin embargo, la sesión de este sábado no servirá para arrancar ese debate, sino sólo para celebrar el voto de procedimiento que establecen los parámetros del debate.

En la cuerda floja

Varios senadores republicanos que caminan en la cuerda floja entre lealtad al presidente y la obvia oposición pública, se han sumado al llamado a un debate y no pocos han indicado su apoyo a la resolución, pero bajo ciertas condiciones.

Todo lo anterior es resultado de la mayoritaria oposición pública a la guerra, y los esfuerzos de organizaciones políticas, pacifistas, veteranos de guerra, religiosas, sindicales y más que han conformado coaliciones y recaudado millones de dólares para sofisticadas campañas publicitarias combinadas con tradicionales expresiones de protesta: manifestaciones, vigilias, actos de desobediencia civil y el envío de millones de mensajes a políticos.

En la encuesta nacional más reciente, emitida hoy, más de la mitad de los estadounidenses opina que la guerra en Irak es una "causa sin esperanza".

Según la encuesta de Ap-Ipsos, 38 por ciento de los consultados desea que el Congreso no otorgue los fondos para las tropas adicionales que Bush desea enviar a Irak, y 29 por ciento desea que se suspenda todo financiamiento para la guerra.

Ante la lentitud de la acción en Washington, varios gobiernos estatales y municipales han realizado sus propios debates políticos y han aprobado resoluciones o mensajes oficiales sobre la guerra de Bush en Irak y Afganistán.

Hasta la fecha, resoluciones contra el plan del presidente se han aprobado en tres legislaturas estatales, Vermont, California y Iowa, mientras la Asamblea General de Maryland envió una carta a sus delegación legislativa federal instando a que se oponga al plan de enviar más tropas a Irak.

Este tipo de iniciativas estatales se están elaborando y promoviendo en por lo menos otros 19 estados, reportó por su parte el periódico The New York Times.

"El fin de esta guerra tiene que empezar en algún momento y en algún lugar. Y detener la expansión de estas tropas tiene que suceder ahora mismo", afirmó el presidente del Senado del estado de Iowa, el demócrata John Kibble.

Mientras tanto, en medio de estas expresiones de reprobación, el comandante en jefe decidió ahora alertar al pueblo de Estados Unidos de que las cosas están al borde de una crisis en el país que hasta hace poco fue mostrado como uno de los grandes éxitos de la llamada "guerra contra el terror": Afganistán.

El mandatario advirtió el pasado jueves que espera "combates feroces" esta primavera en esa nación asiática.

El debate sobre las guerras estadounidenses, al parecer, apenas empieza casi cinco años después del estreno de la "guerra contra el terrorismo".