Iraq

 

Seis ministros del partido radical chiíta del clérigo Muqtada al Sadr abandonaron el gobierno luego de que éste rechazara poner un calendario a la retirada de
las tropas ocupantes

La salida del bloque de Al Sadr pone en aprietos 
al gobierno de Irak

Por Patrick Cockburn
Corresponsal en Bagdad
The Independent / Página 12, 17/04/07
Traducción de Celita Doyhambéhère

El clérigo chiíta nacionalista Muqtada al Sadr ordenó a sus ministros que abandonaran el gobierno iraquí a causa de su negativa a establecer una fecha para la retirada de las tropas estadounidenses de Irak. Una violenta confrontación entre Estados Unidos y el movimiento sadrista, popular entre la mayoría chiíta, marcaría una nueva etapa en la guerra de cuatro años en Irak, donde Estados Unidos hasta ahora ha estado luchando contra la comunidad de la minoría sunnita. La partida de seis ministros debilitará al primer ministro Nouri al Maliki que confiaba en el apoyo de su movimiento para lograr una mayoría en el Parlamento. Los sadristas acusaron a Al Maliki de “ignorar la voluntad del pueblo” sobre el tema de un calendario para la retirada estadounidense.

Muqtada al Sadr ha estado escondido durante dos meses, pero en las últimas semanas ha exigido ponerle fin a la ocupación. Ha organizado manifestaciones pacíficas a las que asistieron decenas de miles de manifestantes en Najaf durante las cuales agitaban banderas iraquíes. Cantaban “No, no, Estados Unidos/ Váyanse, váyanse, ocupantes” y “Sí a Muqtada, Sí a Irak, Sí a la Liberación”. En lo que parece una amenaza para Estados Unidos, Al Sadr les pidió a la policía y a los soldados iraquíes, muchos de ellos sus partidarios, que se opusieran a la ocupación. Su nueva campaña anti–estadounidense quedó demostrada en una encuesta reciente sobre la opinión iraquí hecha por ABC, BBC, ARD y USA Today. Demostró que el 78 por ciento de los iraquíes se opone a la presencia de las fuerzas estadounidenses en Irak. Más de siete de cada diez chiítas, y casi todos los sunnitas, dicen que la presencia militar de Estados Unidos empeora la seguridad.

Un cambio significativo en la política iraquí en los últimos cuatro años ha sido la creciente hostilidad de los chiítas hacia Estados Unidos. Aunque el gobierno de Al Maliki es en realidad una coalición chiíta–kurda, un 59 por ciento de los iraquíes piensa que Estados Unidos controla las cosas en Irak de acuerdo con las encuestas de opinión. Muchos chiítas consideran que Washington manipula encubiertamente a los que abandonan el poder para poder excluirlos. Por ejemplo, el Servicio Nacional de Inteligencia Iraquí, el principal servicio de seguridad, bajo las órdenes del general Mohammed Shahwani, está financiado totalmente por la CIA a un costo de tres mil millones de dólares desde 2004.

Es improbable que los sadristas se opongan totalmente al gobierno de Al Maliki, porque Muqtada al Sadr trató de evitar la confrontación militar directa con Estados Unidos desde que su milicia del Ejército Mehdi se enfrentó con las fuerzas estadounidenses en 2004. “El primer ministro tiene que expresar la voluntad del pueblo iraquí”, dijo Nasser al Rubaie, el jefe del bloque sadrista, ayer en el Parlamento. “Salieron de a millones pidiendo una fecha para la retirada. Nos dimos cuenta de que la respuesta del primer ministro no expresaba la voluntad del pueblo.”

Las milicias chiítas han mermado las matanzas de sunnitas en Bagdad, pero los grupos insurgentes sunnitas siguieron apuntando a los civiles chiítas en los mercados callejeros, usando grandes vehículos cargados con bombas y terroristas suicidas para causar bajas masivas. La llamada “escalada”, los refuerzos de las fuerzas de Estados Unidos para implementar un plan de seguridad en Bagdad, ha fracasado hasta ahora en evitar tales ataques. Al Sadr ha seguido con el plan y contuvo a sus milicias, un paso que causó divisiones dentro de su propio movimiento.


Con la ida del ministro de Defensa se agravo la crisis en el gabinete de Al Maliki

Siguen las renuncias en el gobierno iraquí

Página 12, 18/04/07

Después de la dimisión de media docena de ministros chiítas seguidores del clérigo Al Sadr esta semana, ayer se sumó la baja del ministro de Defensa, el sunnita Abdul Kader al Obeidi, vinculado con operaciones militares en Falluja. La crisis de gabinete ocurre en medio de otra ola de violencia, que ayer produjo otras 40 muertes en el país.

El gobierno iraquí sigue sumando bajas. Después de la renuncia de los seis ministros chiítas, seguidores del clérigo Muqtada al Sadr, el premier Nuri al Maliki destituyó ayer al titular de Defensa. La figura de Abdul Kader al Obeidi había provocado malestar entre sus propios compañeros sunnitas desde el principio. Lo acusaban de haber participado en operaciones militares contra los insurgentes en Falluja al principio de la guerra. Además de la salida de Al Obeidi, el primer ministro iraquí también anunció que reemplazará a los salientes ministros chiítas por tecnócratas, sin importar a qué grupo étnico pertenezcan. Mientras el gobierno iraquí intentaba recomponerse, la violencia siguió sacudiendo a todo el país, dejando cerca de 40 muertos.

Según los medios iraquíes, Al Maliki planea ocupar la cartera de Defensa por los próximos meses. Se trata de un cargo muy sensible. El año pasado, el premier había querido poner a un dirigente sunnita para equilibrar el poder de los chiítas en el cuestionado Ministerio del Interior, del que depende la policía. Sin embargo, eligió a un sunnita, que estaba más cerca de las figuras más duras del gobierno que de las fuerzas políticas sunnitas. Por eso, la bancada sunnita más fuerte en el Parlamento, el Frente para el Consenso en Irak, había amenazado en los últimos días con abandonar la coalición gubernamental si Al Obeidi continuaba en el cargo.

El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, minimizó ayer las bajas en el gobierno iraquí y negó que hubiera una crisis. “Hay una oportunidad para cambiar lo que parece tener un potencial negativo y transformarlo hacia un desarrollo positivo”, aseguró Gates, durante su visita a Jordania. El funcionario norteamericano intentó así bajarle el tono a la salida de los seis ministros iraquíes, fieles a Muqtada al Sadr, un líder chiíta que no conciliaba con los objetivos de Estados Unidos y que demandaba la retirada de sus tropas.

Mientras tanto, las fuerzas iraquíes y estadounidenses mataron a al menos 25 personas en una ofensiva en la provincia de Wasit, al sudeste de Bagdad. Según los voceros militares, los hombres estaban armados. Otras operaciones en Bagdad y en Falluja dejaron ocho supuestos terroristas detenidos. Además, el ejército norteamericano informó que cuatro de sus soldados murieron y cinco fueron heridos en cuatro operaciones el lunes pasado. Según la cadena de televisión árabe Al Jazeera, las víctimas estadounidenses habrían sido siete. Siguiendo los cálculos oficiales, Estados Unidos ya perdió 50 soldados en lo que va de este mes y más de 3300 desde que comenzó la guerra en 2003.

Al norte de la capital, al menos tres iraquíes murieron y otros cuatro resultaron heridos cuando un coche bomba explotó en la provincia de Huweiya. Al mismo tiempo, en Diyala, otra provincia norteña, dos iraquíes fueron asesinados y otros cinco resultaron heridos por varios hombres armados no identificados. En Bagdad, en tanto, mataron a uno de los guardaespaldas del presidente del Parlamento de Irak, Mahmud al Mashadani, cuando estaba por entrar en su casa. Este atentado llega días después que el edificio del Parlamento fuera atacado, dejando dos diputados muertos y varios heridos.

El número de víctimas asciende aún más si se tiene en cuenta que la célula de Al Qaida en Irak, el Estado Islámico de Irak, aseguró haber ejecutado a los 20 militares y policías iraquíes que mantenía como rehenes desde el domingo. El grupo insurgente le había dado 48 horas al gobierno iraquí para liberar a todas las mujeres sunnitas que fueron detenidas por el Ministerio del Interior y a todos los policías acusados de abusarlas, torturarlas y secuestrarlas. “Tras expirar el plazo dado al gobierno apóstata de Al Maliki hemos decidido aplicar el castigo de Dios sobre ellos”, señaló el grupo en el comunicado difundido en Internet, a pesar que horas antes el Ministerio del Interior iraquí había desmentido que algún policía o militar hubiera sido secuestrado en los últimos días. Uno de los líderes de esta célula de Al Qaida, Abu Omar al Bagdadi, también anunció ayer que habían conseguido desarrollar un misil de gran alcance.

Además, y como ya es una costumbre diaria, la policía iraquí encontró 25 cadáveres con tiros en la cabeza y señales de tortura en distintos puntos de la capital. Estos cuerpos, que ya se cuentan por miles, generalmente no llegan a ser identificados. Esto no permite comprobar las denuncias de los sectores sunnitas que sostienen que se tratan de víctimas de la limpieza étnica que estarían llevando adelante comandos chiítas amparados por el Ministerio del Interior. Mientras las cifras de muertos disminuyeron levemente en Bagdad con la implementación del plan de seguridad iraquí–estadounidense, el número de cadáveres con signos de ejecución y tortura tirados en zanjas o al costado de las rutas sigue aumentando.