Iraq resiste

 

No se contabilizan hasta 3.000 millones de dólares anuales en ventas de petróleo

¿Cuánto petróleo iraquí se está robando?:
El 'misterio' de los contadores perdidos

CorpWatch, 02/03/07
IraqSolidaridad, 14/05/07
Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Consuelo Delgado

“En estos cuatro años de ocupación estadounidense, ni los responsables estadounidenses ni las empresas han dado razones satisfactorias de por qué los contadores no se han calibrado, reparado o sustituido. […] Existen dos explicaciones posibles: que el proyecto se haya retrasado por la burocracia o que los intereses creados por la falta de medición del petróleo (tales como los de los contrabandistas o los funcionarios corruptos) hayan impedido que el proyecto se realice.”

La hilera de barcos, que esperan pacientemente bajo el calor abrasador del norte del Golfo Pérsico mientras se cargan cuatro superpetroleros gigantes en la terminal de petróleo de Basora, se extiende desde el sur hasta el horizonte. Muy cerca, dos petroleros más llenan sus depósitos en la terminal más pequeña de Jawr al-Amaya. Docenas de tropas que viven en las plataformas, tanto de la marina estadounidense como iraquí, custodian, fuertemente armadas, ambas terminales.

Estas dos terminales, un laberinto de tuberías y precarias pasarelas metálicas, situadas a unos kilómetros de la costa, suministran alrededor de 1,6 millones de barriles de crudo, el 85 por ciento de la producción iraquí como mínimo, a compradores de todo el mundo. Si los campos petrolíferos del sur constituyen el corazón de la economía de Iraq, sus principales arterias son tres oleoductos de un metro de ancho que se extienden a lo largo de los alrededor de 84 kilómetros que van desde los pozos de petróleo hasta los puertos.

Los soldados, fuertemente armados, se pasan los días en las terminales de petróleo vigilando el horizonte en busca de algún terrorista suicida y de algún barco de pesca perdido (conocidos como dhows). Mientras tanto, y ante sus mismas narices, se calcula que los contrabandistas desvían hasta mil millones de crudo a los petroleros porque el sistema de medición del petróleo que se supone que controla cuánto crudo entra y sale de las terminales de Basora y de Jawr al-Amaya no funciona desde la invasión estadounidense de Iraq en marzo de 2003 [1].

Los responsables culpan del retraso, de cuatro años, en la reparación de este sistema relativamente sencillo a “problemas de seguridad”. Otros culpan a las dos empresas estadounidenses contratadas para reparar los campos petroleros del sur y para arreglar las dos terminales y los contadores [de petróleo]: Halliburton, de Houston (Texas), y Parsons, de Pasadena (California). Está previsto que el inspector general para la Reconstrucción de Iraq publique esta primavera un informe que se supone que criticará que las empresas no hayan concluido su trabajo.

Entre los recelosos iraquíes abundan los rumores sobre el fiasco de la medición del flujo de petróleo. “[…] Iraq es víctima del mayor robo de su producción petrolera en la historia moderna”, era el llamativo titular que aparecía en marzo de 2006 en az-Zaman, el periódico más leído en Iraq. Un estudio de mayo de 2006 sobre las cifras de producción y de exportación de petróleo, realizado por la revista Oilgram News de la Platt [empresa asesora en temas energéticos], demostraba que no se contabilizaban hasta 3.000 millones de dólares al año [2].

“[...] El petróleo iraquí se saca regularmente de contrabando fuera del país de muchas maneras distintas”, decía el mes pasado un comerciante de crudo en Amán a la revista estadounidense Nation. “[...] El emir al-Hakim, [máximo] dirigente del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq (CSRII) [3], se pasa todo el tiempo en Basora vendiendo petróleo como si fuera suyo. La gente de allí le llama Uday al-Hakim, para indicar que se comporta de la misma manera que Uday Sadam Husein en el pasado. Otros comerciantes, como yo mismo, tenemos que hacer los grandes negocios a través de él o pasar de contrabando pequeñas cantidades por nosotros mismos. El petróleo se reparte ahora entre los partidos políticos en el poder”.

La “maldición de los recursos”

Las operaciones de contrabando y del mercado negro guardan sorprendentes paralelismos con las tácticas de Sadam Huseín para burlar el embargo de Naciones Unidas (NNUU). A Sadam Husein se le acusó de vender alrededor de 5.700 millones de dólares en productos petrolíferos en el mercado negro durante los seis años del programa Petróleo por Alimentos mientras los inspectores de NNUU hacían la vista gorda [4]. Hoy día, a sus sucesores se les acusa de abusos similares.

Iraq se asienta sobre 115.000 millones de barriles de reservas de petróleo garantizadas [5], las terceras reservas más grandes del mundo (detrás de Arabia Saudí y Canadá). Si antes era una sociedad que utilizaba los ingresos del petróleo para crear un Estado de bienestar social que proporcionaba educación, sanidad y servicios sociales, ahora el país ha caído en picado hasta situarse entre los países más pobres del mundo. Los economistas llaman a esto la “maldición de los recursos”. Los países bendecidos con recursos no renovables, a menudo son los que menos se benefician [de ellos], bien porque unos pocos poderosos controlan los recursos o bien porque la guerra impide que prácticamente nadie pueda beneficiarse.

La principal fuente de ingresos de Iraq —los beneficios procedentes de la exportación de petróleo, productos petrolíferos y gas natural— la administra actualmente el Fondo para el Desarrollo de Iraq (FDI). El documento [de establecimiento] del FDI del 21 de mayo de 2003, la Resolución 1483 del Consejo de Seguridad de NNUU, asigna este dinero para beneficio del pueblo iraquí. Esta resolución sustituye al anterior programa Petróleo por Alimentos de NNUU que abarcó desde 1997 hasta la invasión de marzo de 2003.

Casi cuatro años después de la creación del FDI, las ventas de crudo registradas oficialmente han generado más de 80 mil millones de dólares. La Autoridad Provisional de la Coalición (APC), bajo el mando de EEUU, dirigió el FDI inmediatamente después del derrocamiento de Sadam Husein hasta el 28 de junio de 2004, cuando la APC se disolvió. Durante esos 14 meses, la APC gastó 19.600 millones de dólares de los fondos del FDI de Iraq. Los tres sucesivos gobiernos [iraquíes] han estado oficialmente encargados de los ingresos del FDI, aunque la influencia de los consejeros políticos y militares de EEUU ha pesado significativamente. En los 32 meses posteriores a la disolución de la APC, los tres gobiernos han gastado 47 mil millones de dólares más.

‘Halliburton’ y ‘Parsons’

Las empresas estadounidenses han desempeñado un papel clave en la reparación y modernización de las infraestructuras petroleras de Iraq y esperaban que fuera la industria [petrolera] la que pagara la reconstrucción. En enero de 2004, dentro del proyecto Restablecer el petróleo iraquí II (en inglés, RIO II), el gobierno Bush contrató a Halliburton para operar en los campos petroleros del sur de Iraq y a Parsons para encargarse de los campos del norte. Se supone que las dos compañías estarían supervisadas por otra empresa, la Foster Wheeler, radicada en Nueva Jersey. El primer contrato RIO fue el contrato infame, secreto y sin licitación concedido a Halliburton antes de la invasión de Iraq. Aunque para RIO II concursaron distintas empresas, Sheryl Tappan, un antiguo empleado de Bechtel, escribió un libro criticando la adjudicación por injusta.

Halliburton y Parsons tienen un largo historial en Iraq de más de 40 años. Brown & Root, que ahora forma parte de Halliburton, empezó a trabajar en Iraq en 1961, mientras que Parsons entró en el sector petrolero iraquí en los años cincuenta. El trabajo de Foster Wheeler en Iraq comenzó en los años treinta.

Estas empresas tienen mucha experiencia en las terminales donde ahora prospera el mercado negro. De hecho, Halliburton construyó la terminal de Basora —entonces conocida como Mina al-Bakr— a principios de los años setenta. Tras sufrir daños durante la guerra entre Irán e Iraq en los años ochenta, Halliburton reparó la terminal antes de que fuera bombardeada de nuevo durante la Guerra del Golfo de [enero-febrero de] 1991.

La terminal petrolífera de Jor al-Amaya también vivió un ciclo similar de destrucción y reconstrucción. Construida con la ayuda de Halliburton en 1973, durante la guerra entre Irán e Iraq resultó muy dañada por comandos iraníes; posteriormente durante la operación “Tormenta del Desierto” en 1991 y, más recientemente, en mayo de 2006, por un incendio que destruyó el 70 por ciento de sus instalaciones. Durante el periodo de sanciones, Ingersoll Dresser Pump Company, una subsidiaria de Halliburton, tenía un contrato secreto que le permitía vender a Iraq recambios, compresores y equipos contra incendios para las obras de restauración.

Halliburton tiene también un largo historial cerca del puerto turco de Ceyhan, desde donde Iraq vende petróleo producido en Kirkuk, al norte de Iraq. Halliburton dirige la cercana base militar estadounidense de Incirlik, que fue el centro de ordenamiento de la operación “Vigilancia del norte”, que durante los años noventa dio protección aérea a los kurdos.

La medición del petróleo

Con miles de millones de dólares para gastar y una amplia experiencia en infraestructuras petroleras y en puertos iraquíes, Halliburton y Parsons parecen incapaces de abordar el cotidiano problema de los contadores rotos en las terminales del sur de Iraq. Los tipos de contadores que se suponía que tenían que arreglar o sustituir en la terminal de Basora son los que normalmente se encuentra en cientos de yacimientos similares en todo el mundo. Como están hechos por encargo, se envían por barco y luego se montan y calibran en el yacimiento; el proceso puede durar un año. Pero el problema ha persistido durante cuatro años.

Después de la invasión de 2003, parece que han desconectado los contadores y desde entonces no ha habido cálculos fiables de cuánto crudo se ha transportado desde los campos petroleros del sur. Los campos petroleros del norte en Kirkuk, que suministran a la refinería de Beiji en Iraq [la más importante del país] y exportan crudo al puerto turco de Adana, tienen sistemas de medición fiables, pero poco petróleo para medir debido a que los ataques de la resistencia paralizan en gran medida las instalaciones.

El teniente Aaron Bergman, oficial de la Marina estadounidense encargado del Escuadrón de Seguridad Móvil número 7 en la terminal de petróleo de Basora, afirma que las autoridades en materia de exportación han hecho una “estimación aproximada”, con una fórmula de andar por casa, de cuánto se está vendiendo: cada centímetro que un petrolero se hunde en el agua equivale a 6.000 barriles de cargamento de petróleo. “[...] Así que puede usted imaginarse”, dijo a principios de este mes a Stars & Stripes, un periódico para los militares estadounidenses, “que los números pueden bailar, [...] unos cinco centímetros podrían equivaler a 180.000 barriles de petróleo”. “[...] Yo diría que probablemente entre 200.000 y 500.000 barriles diarios estén sin contabilizar en Iraq”, afirmó en la embajada de EEUU en Bagdad ante la KTV, un canal de televisión de Texas, Mikel Morris que trabajó en el Organismo para la gestión de la reconstrucción de Iraq.

En estos cuatro años de ocupación estadounidense, ni los responsables estadounidenses ni las empresas han dado razones satisfactorias de por qué los contadores no se han calibrado, reparado o sustituido. Una excusa es que el trabajo de calibración requiere unos dispositivos especiales para ajustar los contadores actuales y las cuestiones de seguridad hacen que la importación de estos dispositivos sea problemática. Sin embargo, estas y otras explicaciones relacionadas con la seguridad carecen por completo de consistencia dado que las terminales de crudo están las 24 horas bajo vigilancia de alta seguridad, se hallan mar adentro a 80 kilómetros de la costa y sólo son accesibles mediante helicóptero o barco.

Existen dos explicaciones posibles: que el proyecto se haya retrasado por la burocracia o que los intereses creados por la falta de medición del petróleo (tales como los de los contrabandistas o los funcionarios corruptos) hayan impedido que el proyecto se realice.

Los costes se disparan

El proyecto RIO II, que incluye la reparación de los contadores, ha sido muy criticado a pesar de que los detalles que trascienden son escasos.

Por ejemplo, el gobierno Bush firmó el contrato de RIO II con Halliburton en enero de 2004 y le dio órdenes específicas de su cometido en junio. Pero a pesar de no comenzar el trabajo hasta noviembre de 2004, la compañía facturó al gobierno millones de dólares por [salarios de] ingenieros que estaban parados. La factura de Halliburton por valor de 296 millones de dólares incluía al menos un 55 por ciento de gastos generales. (En la valoración que se espera que haga el inspector general de la reconstrucción de Iraq a finales de este mes, puede que calcule incluso costes generales más altos.)

En enero de 2004, se adjudicó un contrato a una sociedad conjunta de Parsons (con la empresa Worley de Australia); en junio se le dieron órdenes detalladas de su cometido y empezó a trabajar en julio. [Esta empresa] también ha sido acusada de facturar sobrecostes estando parados, aunque no tan altos como los de Halliburton. La valoración del inspector general de la reconstrucción de Iraq fija sus gastos generales en un 43 por ciento.

Además, en una serie de informes internos sumamente críticos desvelados por el congresista Henry Waxman, los supervisores de Foster Wheeler critican los costes de Halliburton. El 29 de enero de 2005, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense emitió un aviso, para poner remedio, ordenando a Halliburton que mejorara su trabajo o que se tomarían medidas. Después de que Halliburton mejorase el control de sus costes, a mediados de 2005 el ejército traspasó el trabajo de los campos petroleros del sur a Parsons.

Cuando Parsons se hizo cargo de los contratos, dos años después de la invasión, contrató a un subcontratista de Arabia Saudí, Alaa for Industry, para que le ayudase a reparar o sustituir los contadores.

Los contadores de la turbina se enviaron a Kuwait para su reparación, pero no parece que los hayan arreglados a su debido tiempo, aunque a principios de este año han arreglado y reinstalado algunos. Fuentes no oficiales sugieren que la burocracia kuwaití retrasó el trabajo de reparación: “[…] La auténtica razón para obstaculizar el trabajo en la terminal de Basora es que Kuwait tiene interés creados en que las exportaciones de petróleo iraquí disminuyan”, dijo a CorpWatch una fuente anónima que trabajó en el proyecto. Su afirmación no pudo comprobarse.

A mediados de septiembre de 2006, el ministerio de Petróleo iraquí anunció de repente que paralizaría el proyecto de medición del petróleo, lo que hace aún más incierto el control futuro. Asim Jihad, el portavoz del ministerio de Petróleo, afirmó a al-Hayat:

“[…] La empresa estadounidense incumplió su promesa de terminar la instalación de estos contadores; además se negó a revelar el coste exacto, sólo ha dicho que éste está dentro de las partidas económicas que EEUU otorga a Iraq y la suma de estas partidas la desconocemos también. Esto exime al ministerio de sus obligaciones con ellos. Además, debido a su importancia, muchas compañías internacionales presentaron buenas ofertas para llevar a cabo el proyecto en un tiempo récord.”

El ministerio de Petróleo invitó entonces a British Petroleum y a Shell a elaborar un proyecto completo de medición a escala nacional que no sólo cubriría las terminales de petróleo sino también los pozos de producción petrolera y sus pares: las refinerías.

En noviembre de 2006 un equipo del inspector general de la Reconstrucción de Iraq viajó a la terminal de Basora para verificar cómo iba el trabajo [de este proyecto]. Su informe, no publicado, sugiere que ni siquiera se ha completado la mitad del trabajo.

De repente, en diciembre de 2006, un equipo estadounidense de alto nivel viajó hasta Basora para inspeccionar los contadores. En una declaración que pasó casi desapercibida, pues fue emitida un sábado justo antes de Navidad, John Sickman, el experto en petróleo adscrito a la embajada de EEUU en Bagdad, afirmó que se habían arreglado los contadores y que funcionaban Perfectamente. “[…] La medición que se hace en la terminal marina de Basora con los contadores existentes de turbina y de movimiento de fluido es transparente y los dispositivos de medición son más que adecuados”, fueron las palabras de Sickman citadas en la nota de prensa. “[…] Es más, los buques petroleros tienen medidores de calidad para las muestras”.

De hecho, era así como la compañía holandesa Saybolt medía la exportación de petróleo en el programa Petróleo por Alimentos de NNUU. El problema, incluso hoy, según expertos consultados por CorpWatch, es que aún hay que calibrar los contadores de modo que los datos son básicamente inservibles.

Incluso si los contadores funcionan correctamente, el contrabando se puede seguir produciendo. “[…] Es fácil robar crudo si se sabe lo que se hace”, dijo a CorpWatch Don Deaver, un experto en medición de petróleo que trabajó en Exxon durante 33 años. “[…] Si mides demasiado bajo o demasiado alto, alguien perderá o alguien ganará. Por eso es por lo que se necesitan profesionales que comprendan cómo funcionan los contadores para asegurarse de que no se pierde ni se roba nada”.

Los responsables del gobierno estadounidense afirman que se está robando poco. SGS (una consultora británica) “[…] está proporcionando in situ certificados independientes a los clientes con cargo a terceros. Esto, unido a la reciente instalación de contadores ultrasónicos nos proporciona una capacidad de medición más que suficiente”, afirmó Sickman en diciembre.

A principios de enero de 2007, días después de que se publicara en la prensa, Parsons empezó a trabajar en los contadores con un contrato financiado por el gobierno estadounidense de 57,8 millones de dólares y con la supervisión del comandante Dale Winger de la Comandancia de Contrataciones Conjuntas de Basora. Casi nada más empezar el trabajo, Winger fue sustituido por el teniente Brian Schorn. Cuando CorpWatch contactó con Schorn, [éste] manifestó que no era la persona adecuada para hablar del trabajo que se había realizado y nos remitió a preguntar en su “jefatura” en Bagdad, en el Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense.

El portavoz de la sociedad conjunta de Parsons en Iraq, Don Lassus, también se negó a hacer comentarios a CorpWatch. El contrato con el Ejército no permite hacer pública “[…] ninguna información [aunque] no sea secreta”, sin la aprobación previa del ejército, afirma.

Hoy día ningún responsable gubernamental ha sido capaz de afirmar categóricamente si se está haciendo contrabando con el petróleo o no. Incluso el futuro del sistema de medición del petróleo sigue siendo incierto. El último informe emitido por el inspector general de la Reconstrucción de Iraq, en enero de 2007, señala que está previsto que el trabajo de reparación y rehabilitación en la terminal de Basora concluya en mayo de 2007, pero “[…] no está claro que el proyecto se termine debido a exigencias que impidan cumplir esa obligación”, es decir que la financiación podría interrumpirse.


Notas de  IraqSolidaridad:

1.  Sobre el tema de la contabilización del petróleo iraquí, véase en IraqSolidaridad: ¿Cuánto petróleo ha exportado Iraq?: Iraq firma un acuerdo con 'Royal Dutch Shell' para cuantificar la producción y exportaciones de crudo.

2. Según informa el diario The New York Times del 12 de mayo de 2007, un próximo informe de la Oficina de Supervisión del Gobierno (GAO) de EEUU estima esta cifra entre cinco y quince millones al día.

3. El CSRII, con fuertes vínculos a Irán, es la principal formación del bloque confesional shií asociado a los ocupantes y que domina las nuevas instituciones iraquíes. Sin embargo, los enfrentamientos entre el CSRII y otras formaciones sectarias shiíes colaboracionistas en Basora por el control de las exportaciones y contrabando de petróleo son habituales: Pedro Rojo y Carlos Varea: ¿Está jugando Irán a la 'resistencia' en Basora? Las milicias chiíes se disputan Basora, mientras Irán bloquea la negociación con EEUU sobre Iraq y Mohamad Abu Nasser: La otra guerra de Iraq. La confrontación entre Reino Unido e Irán en el sur del país.

4.  Según H.C. von Sponeck (Autopsia de Iraq, Ediciones de Oriente y del Mediterráneo, 2007), ex coordinador de NNUU para el programa Petróleo por Alimentos, el gobierno de Iraq obtuvo de exportaciones de petróleo fuera del control de Naciones Unidas y de tasas ilegales una cantidad estimada de unos 2.000 millones de dólares al año entre 1997 y 2003. El valor de los productos obtenidos mediante el programa Petróleo por Alimentos fue inferior a 60 céntimos por persona y día, es decir, poco más de 200 dólares anuales, cuando la renta per cápita en Iraq en 1989 era superior a los 3.000 dólares. Incluso si el gobierno de Sadam Husein no hubiera utilizando fondos provenientes de ingresos ilegales para otros fines, la suma disponible no habría superado los 70 céntimos.

5. Véase en IraqSolidaridad: Kamil al-Mehaidi: La distribución geográfica de los campos petrolíferos y su gestión bajo ocupación. El futuro del petróleo iraquí y sus enlaces relacionados sobre el petróleo iraquí y la nueva Ley de Hidrocarburos.


Desde 2003, el precio de la gasolina ha pasado de 1,3 céntimos a un cuarto de dólar por litro

Tres tipos de contadores, de contrabando y de gasolina

Por Pratap Chatterjee
CorpWatch, 02/03/07
IraqSolidaridad, 14/05/07
Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Consuelo Delgado

“Paradójicamente, , mientras los iraquíes tienen que comprar gasolina de contrabando de Irán, se está traficando con sus propias reservas en dirección contraria, desde Iraq a Irán.”

Hay tres clases de medidores de petróleo que actualmente se utilizan en todo el mundo: de movimiento de fluido, de turbina y ultrasónicos. Un contador de movimiento de fluido mide la velocidad de llenado, con líquidos o gases, de tanques con un volumen conocido; un contador de turbina es simplemente una tubería con un cono que mide el volumen que pasa por él y un contador ultrasónico utiliza la frecuencia de sonidos para medir la velocidad de flujo. Cada sistema tiene sus ventajas e inconvenientes.

Con anterioridad a la Guerra del Golfo de 1991, en la plataforma A de la terminal de Basora se instalaron 10 contadores de turbina, y en la plataforma B 16 contadores de movimiento de fluido. En enero de 2007, el gobierno estadounidense instaló contadores ultrasónicos para comprobar las mediciones de los contadores más antiguos.

A finales de la década de los 90, NNUU contrató a la compañía alemana Saybolt Internacional, para asegurarse que Sadam Husein sólo vendía crudo bajo el programa Petróleo por Alimentos. Sin embargo, las entrevistas de CorpWatch indican que en aquel momento los inspectores no podían confiar en los contadores porque no estaban calibrados. Por el contrario Saybolt Internacional confió en una forma sencilla y efectiva de saber cuánto crudo se estaba cargando en los petroleros: medía el crudo que se cargaba en los tanques.

Tres formas de contrabando

Se cree que el contrabando de petróleo se produce de tres formas en Iraq:

1. Crudo iraquí. En la terminal petrolífera de Basora, los responsables de la Compañía Petrolera del Sur —estatal— que extrae el crudo, y los responsables del Organismo de Comercialización del Petróleo del Estado, que transportan el crudo por los oleoductos hasta las terminales, tendrían que saber algo de contrabando, aun cuando no se estén beneficiando de él.

Todos los compradores, desde Brasil hasta la India o desde Tailandia hasta EEUU, compran el crudo de Iraq en Basora. Los operarios de los petroleros también tendrían que haber formado parte de la trama de contrabando. Estos firmarían recibos por una cantidad inferior a la que realmente reciben y pagarían la cantidad extra directamente a los contrabandistas. Los colaboradores más probables son los responsables iraquíes o los estadounidenses que supervisan la producción y entrega, o ambos.

2. Petróleo importado. Iraq se gasta una pequeña fortuna en comprar petróleo a los países vecinos, como Irán, Kuwait, Arabia Saudí y Turquía. Gran parte de este combustible va a parar a los conductores locales a unas tarifas subvencionadas y constituye posiblemente la partida más costosa de los presupuestos nacionales, detrás de los salarios del gobierno. En 2005 Iraq gastó 4.200 millones de dólares de sus 24.200 millones del producto interior bruto en petróleo importado; se espera que la factura de 2006 que supere los 5.000 millones de dólares. Los contrabandistas desvían una significativa cantidad del combustible subvencionado por el gobierno para venderlo de nuevo en el extranjero a su precio real [de mercado]. El ministerio del Petróleo calcula el coste en 800 millones de dólares.

3. Robo de la gasolina producida en Iraq. La gasolina iraquí se roba de las refinerías o de los oleoductos a través de grifos ilegales y se vende de nuevo dentro del país o se pasa de contrabando al extranjero. Otros 800 millones de dólares es el valor del combustible que se vende en el mercado negro en todo Iraq, desde Penjwin, al norte, hasta Abu al-Jasib, al sur.

Los militares estadounidenses creen que el dinero obtenido de estas operaciones financia las operaciones de la resistencia, a pesar de que las pruebas hacen pensar que algo también se desvía hacia las corruptelas.

Según The Wall Street Journal, a mediados de marzo de 2007, los militares estadounidenses lanzaron la operación Manos limpias, que puso la refinería de Beiji bajo el control de la 82º División Aerotransportada. El gobierno estadounidense pagó la instalación de videocámaras, pesos digitales para los camiones y “sofisticados métodos de análisis de datos” para identificar a los altos responsables iraquíes vinculados con los círculos de venta de petróleo en el mercado negro.

Hasta ahora han sido arrestados dos altos funcionarios: Ibrahim Muslit, que dirigía las operaciones de distribución del petróleo de la refinería de Beiji y quien supuestamente permitió que 33 petroleros recibieran fuel en un solo día sin ninguna documentación; y Ahmed Ibrahim Hamad, un alto funcionario de transportes de la refinería quien supuestamente intentó colaborar en sacar de contrabando siete petroleros cargados de gasoil.

En las cercanías de la refinería los soldados también registran los camiones y las gasolineras para intentar apresar a los contrabandistas cuando comenten el hecho delictivo.

Tres tipos de gasolina

A unos pocos pasos de la frontera con Irán, bajando por la carretera que viene de Penjwin y las montañas kurdas y que serpentea a través de una de las zonas iraquíes más intensamente minadas, niños y hombres venden abiertamente la gasolina de contrabando. Un chico sonriente corre hasta los conductores, que aminoran la marcha y se paran. Saca con rapidez un embudo y vacía enteramente bidones llenos en sus depósitos de gasolina. Ésta es la versión iraquí no oficial de una gasolinera.

Las autoridades son muy conscientes del contrabando, pero no pueden hacer nada. “La traen del otro lado de la frontera con Irán”, dice un policía señalando hacia el este al puerto de montaña que hay unos kilómetros más allá. […]

Hoy en Iraq el precio oficial de la gasolina normal es de unos 300 dinares el litro y de 350 dinares el diesel (aproximadamente un dólar por cuatro litros) [1]. Hay escasez de suministro oficial de gasolina y está muy racionada. Los conductores suelen hacer largas colas durante más de un día para la escasa cuota asignada. Esta situación contrasta enormemente con el Iraq de Sadam Husein, en el que los coches nuevos estaban restringidos para las personas ricas o con buenos contactos y la gasolina subvencionada se vendía a 1,3 céntimos el litro.

Hoy día en muchas esquinas de las calles concurridas de Iraq se puede disponer fácilmente de gasolina en el mercado negro. En el norte de Iraq, por ejemplo, los compradores tienen tres tipos de gasolina a su disposición: la gasolina iraquí transparente, más barata, de la que un bidón de plástico de 20 litros de se vende por 12.000 dinares, [que] procede de la refinería de Beiji, al norte de Iraq; la gasolina iraquí amarillenta de mejor calidad se vende por 15.000 dinares [el bidón] y procede de la refinería bagdadí de Dora. La mejor de todas, la gasolina iraní de un rojo pálido y transportada en camiones a través de las montañas, se vende en un bidón más pequeño, de 16 litros, por 17.000 dinares. Esto supone dos o tres veces el precio oficial y es cinco veces más caro que en Kuwait o en Arabia Saudí.

Paradójicamente, mientras los iraquíes tienen que comprar gasolina de contrabando de Irán, se está traficando con sus propias reservas en dirección contraria, desde Iraq a Irán.

Unos mil kilómetros al sur de Penjwin, en la ciudad ribereña de Abu al-Jasib, cerca de Basora, una pequeña flotilla de barcos de pesca sale a navegar cada mañana. Los barcos, cargados con petróleo suministrado por el gobierno iraquí al precio especial subvencionado de sólo 10.000 dinares la tonelada (unos siete dólares y medio), regresan todas las noches sin pesca pero cargados de dinero. La fuente de su riqueza son los buques iraníes que descargan en el puerto de Abú Flus, donde los precios son casi cien veces más altos.

Irónicamente, el coronel Najim Abdulá, el jefe de las patrullas de la Guardia Costera de Basora, dijo a un periodista que a sus fuerzas armadas no les daban suficiente combustible para perseguir a los que trampean la ley. “[…] No puedo apresar contrabandistas que conocen bien nuestras limitaciones”, afirmó.


(*) Pratap Chatterjee es un periodista de investigación británico de origen indio. Es director de ‘CorpWatch’ y desde 1998 a 2003 fue asesor medioambiental de la Universidad de Berkely; también ha sido asesor de la radiotelevisión pública de San Francisco. Es asimismo autor de ‘ Actualmente reside en California.

Nota de IraqSolidaridad:

1. En 1990 un dinar iraquí correspondía a más de tres dólares; durante los peores años de sanciones, la primera mitad de los años 90, un dólar equivalía a 1.800 dinares. En la actualidad, un dólar equivale a 1.260 dinares.