Asia Central

 

EEUU, Rusia y China: lucha por el control de Asia central

Por Alfredo Jalife–Rahme
La Jornada, México, 08/07/05

Siddharth Varadarajan (SV) advierte en un sólido análisis que el pacto de defensa con EEUU "hace entrar a India en un territorio riesgoso e inexplorado" (The Hindu; 1/7/05), y asienta que el "nuevo acuerdo militar con EEUU ayudará a Washington a avanzar sus objetivos estratégicos en Asia y a expandir el mercado global para los contratistas del Pentágono, pero no deja claro qué beneficio dejará a India y Asia". SV destaca los niveles "inimaginables" y "sin precedente" de cooperación entre EEUU e India: "el acuerdo refleja el deseo de llevar las marcas comerciales existentes a una cooperación estratégica entre los dos países a un plano cualitativamente diferente, en el que algunas de las tareas militares de la unipolaridad –operaciones multinacionales, respuestas a desastres, medidas de pacificación, expansión de la democracia (sic) en el mundo– puedan ser deslocalizadas en India". Baby Bush se ha arrojado literalmente a los pies de India; ¿llegará a la suprema perfidia de balcanizar Pakistán y vender Cachemira para complacer a India? Ni dudarlo.

SV refiere que "India está siendo cultivada como palanca de EEUU para realizar un objetivo fundamental: permanecer arraigado en Asia cuando el continente emerge como el nuevo centro de gravedad mundial y China como el rival sin paralelo de EEUU", y enumera que el ejército estadounidense, con su "interminable guerra" en Irak, "representa la principal fuente de inestabilidad tanto en la parte occidental de Asia" como en su parte oriental, y "las amenazas de Washington contra Norcorea socavan la perspectiva de un arreglo negociado".

Respecto a la seguridad energética, "Bush intenta aislar a Irán y desestabilizar Asia Central en nombre de la democracia, lo cual demuestra claramente el hecho de que los intereses asiáticos chocan con los de EEUU". Cita a un alto funcionario de Washington, quien, durante una reunión de estrategas a puerta cerrada en Nueva Delhi, aseveró que "el peor resultado es que seamos excluidos de Asia" y agregó que en los "pasados cien años el principal desafío de EEUU ha sido permanecer comprometido en todas partes y no permitir que cualquier potencia industrial domine una región dada".

Nada nuevo aporta el anónimo estratega: es la misma postura de los neoconservadores straussianos y su doctrina Wolfowitz, que desde más de una década hace agua, desde el punto de vista militar en Irak y Afganistán, y desde el geopolítico en Latinoamérica, donde EEUU enfrenta la rebelión contra la imposición de su modelo neoliberal feudal. El anónimo estratega alega que "China tiene como objetivo expulsar a EEUU de Asia, donde Washington tiene varias alianzas, pero carece en forma preocupante de una arquitectura", lo cual SV considera que le puede conferir el "acuerdo del 28 junio" entre EEUU e India "como elemento vital de la planificada arquitectura".

En India y EEUU padecen obsesión por la deslocalización (outsourcing), que les ha rendido frutos en el software compartido de la globalización y que ahora pretenden hacer extensiva a la "vigilancia global" que contempla el "despliegue de fuerzas indias en operaciones multinacionales en el mundo, no muy bien definidas, sin tomar en cuenta su autorización por la ONU" cada vez que se encuentren en juego "sus intereses comunes". Entonces, ¿para qué desea India su legítimo asiento como miembro permanente en el Consejo de Seguridad si pretende, en conjunción con EEUU, ignorar las resoluciones de la ONU? ¿Cuáles son los "intereses comunes" de India y EEUU ¿con quién o contra quién?

EEUU nunca se ha subordinado a nadie en sus operaciones multinacionales y en ese renglón el ejército indio pisa un "campo minado", asienta SV. ¿Aceptará el ejército indio el mando denigrante de los generales de EEUU? ¿Admitirá el Partido del Congreso del primer ministro Manmohan Singh, cuya coalición depende para gobernar del poderoso Partido Comunista (con 60 escaños de la mayoría de 272), aquello que le negó a la anterior coalición de la Alianza Democrática Nacional con el Partido Barathya Janata, epígono del fundamentalismo hindú?

SV pregunta si la poderosa "armada india se unirá a la de EEUU para detener a las embarcaciones sospechosas de transportar armas de destrucción masiva", en particular cuando EEUU desee aplicar en forma unilateral la muy controvertida Iniciativa de Seguridad sobre la Proliferación (PSI, por sus siglas en inglés) –prohibición unilateral de EEUU de zarpar en alta mar a un tercer país sospechoso de transportar armas de destrucción masiva–, que todavía no firma India y que rechazan China y los países islámicos Irán, Indonesia y Malasia. Este punto es muy fino porque el mendaz unilateralismo bushiano puede arrastrar al gobierno de Singh a cometer actos de bandidaje en alta mar que pueden resultar contraproducentes para la hasta ahora excelente imagen internacional de India y, sobre todo, perjudicar sus exportaciones mundiales. En similitud: ¿no habrán sido diseñadas las "misiones de paz (sic)" del desorbitado Fox para rellenar el faltante del reclutamiento en crisis del ejército de EEUU?

Al contrario de los mordaces críticos, quienes consideran que "EEUU no habla en serio de vender armas de alta tecnología a India, por lo que no puede ser confiable como abastecedor a largo plazo", SV descuella la puesta en acción de un grupo bilateral de "producción y adquisiciones para vigilar el comercio de defensa para la coproducción y la colaboración tecnológica": EEUU incrustó la "lucrativa venta de armas" para "edulcorar el paquete total de asociación estratégica ofrecido a India".

Sin pudor, EEUU intenta armar tanto a India como a Pakistán mediante la venta de aviones F16, por lo que se frotan las manos de regocijo los coyotes de la trasnacional genocida Lockheed Martin, fabricante de los 126 aviones destinados a India. La venta a los dos países enemigos en la óptica bushiana "fortalece la presencia estadounidense en las fronteras de China y abre los mercados (sic) a los contratistas militares en toda Asia" (NYT; 16/4/05). ¿Cuál será la reacción de Pakistán y China cuando EEUU "asesore" a India en los sistemas misilísticos de defensa? Quizá SV sea demasiado quisquilloso (cual debe ser en tales circunstancias de destino) para las mentes intoxicadas por la deslocalización (outsourcing) ahora militarizada, pero antes el primer Singh (de la secta de los célebres sikhs) deberá franquear el mayúsculo obstáculo del Partido Comunista, muy ligado a Rusia, que puede descarrilar su mayoría gobernante; además no se puede soslayar que la mayoría del Partido del Congreso (de la dinastía Nehru–Gandhi) representa al nacionalismo indio y nada es más ajeno a su agenda consolidada que el "choque de las civilizaciones" del racista Samuel Huntington.

La perfidia balcanizadora de la dupla anglosajona Bush–Blair busca repetir el "gran juego" (acuñado por el escritor británico Rudyard Kipling) del siglo XIX, escenificado entre Rusia y Gran Bretaña por el control de los "mares calientes", por lo que, a nuestro juicio, pretende empujar a India a cerrar el acceso del océano Indico a Moscú y a Pekín, que luchan para calmar las turbulencias creadas por el eje EEUU–Gran Bretaña desde el Transcáucaso hasta el mar del sur de China a lo largo y ancho de Asia central: la antigua "ruta de la seda", hoy en llamas deliberadas. India es la reina del océano Indico y sus rutas marítimas vitales conectan el mar Arábigo al superestratégico estrecho de Malaca, vinculado al Mar del Sur de China, donde pasa el petróleo proveniente de Medio Oriente.

No fue casual que después de la cumbre histórica de Moscú y la declaración del "nuevo orden mundial del siglo XXI" (Ver Bajo la Lupa; 3/7/05), el presidente chino Hu Jintao haya visitado Kazajstán, relevante potencia petrolera y gasera centroasiática, donde firmó un acuerdo estratégico bilateral (China Daily; 4/7/05), pero, más que nada, donde se celebra la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (cuyos miembros son Rusia, China y las incandescentes repúblicas islámicas centroasiáticas de Kazajstán, Tadjikistán, Uzbekistán y Kirguizia), a la que concurre India en forma espectacular como "invitada especial". India puede ser uncida con el estatuto de observador permanente para "combatir el terrorismo internacional" y participar en una "cooperación económica estrecha" (sic) –lo cual huele a petróleo y a gas, como a nuevos trazados de oleoductos–, a lo que parece estar muy dispuesta, según declaró su ministro del exterior, Natwar Singh (Daily India; 4/7/05). El presidente de Kazajstán ha lanzado la audaz iniciativa de crear una unión de los estados centroasiáticos que expulsaría a la dupla anglosajona de la región y la inmunizaría por un buen rato contra los intentos balcanizadores.

India, verdadera potencia pivote (pero muy vulnerable por su carencia energética), no cesará –a riesgo del suicidio, como ha ocurrido con el México neoliberal de la generación aciaga de De la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox– de pertenecer a su geografía asiática sin por lo tanto dejar de colaborar con EEUU, Gran Bretaña, Japón e Israel en el océano Indico.

En el horizonte parece perfilarse la triple apuesta geopolítica de India de abordaje multidimensional con sus ventajas (la deslocalización del software) y sus vulnerabilidades (petróleo y gas): 1) cooperación en el océano Indico con EEUU, la mayor potencia marítima del planeta (mientras se desconozcan los alcances de los nuevos submarinos nucleares rusos); 2) colaboración en la "ruta de la seda" centroasiática con Rusia y China, dos magnas potencias terrestres que carecen de profundidad estratégica en los "mares calientes"; y 3) la "política hacia el este": el sudeste asiático (la antigua Indochina).

Pero nada se asemeja a la dimensión geopolítica de Asia central, donde EEUU, Rusia y China –las tres principales potencias militares del planeta– se disputan su destino, que marcará el siglo XXI. ¿De qué lado estará India en el momento inapelable de las definiciones?

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