Medio Oriente

 

Mirando a Irán

La peligrosa apuesta de Chirac

Por Paula Lego
Agencia de Información Solidaria (AIS), 26/01/06

Especial desde Francia. “Los dirigentes de Estados que recurrieran a medios terroristas contra nosotros o que pretendieran utilizar, de una u otra manera, armas de destrucción masiva deben entender que se expondrían a una respuesta firme y adaptada de nuestra parte, que puede ser convencional o de otra naturaleza (nuclear)”. ¿George W. Bush? No, Jacques Chirac, el presidente de Francia, el pasado día 19 en la base militar gala de Ile Longue, al oeste del país.

Efectivamente, el que se erigiera en símbolo político contra la guerra de Irak, defensor del multilateralismo y azote de la guerra preventiva apostó en su discurso sobre el potencial nuclear francés por... ¿la guerra preventiva? Ante las lógicas dudas, Chirac insistió en los días posteriores en que el armamento nuclear francés es únicamente “defensivo” y que sus palabras no suponían un abrazo de la tesis estadounidense del “Ataca primero”.

La lectura de la frase, sin embargo, no tranquiliza lo más mínimo. Hasta el cauto Partido Socialista (PS), la principal fuerza de oposición al Gobierno conservador, acabó por señalar, tras varios días de titubeos, que “las necesarias clarificación y adaptación de la doctrina nuclear francesa no pueden ocultar un cambio de doctrina”.

La peligrosa apuesta de Chirac, que sorprendentemente opta por responder con medios clásicos a una amenaza novedosa, abstracta y sin espacio físico propio como es el terrorismo, plantea los mismos interrogantes que hizo saltar en su momento: ¿Cuándo un estado está detrás de un ataque terrorista? ¿Quién lo determina? ¿Qué es “pretender utilizar” armas de destrucción masiva? Una vez más, ¿quién lo determina?

Un potencial disuasorio

Francia, que posee entre doscientas y trescientas armas nucleares, según las distintas estimaciones (el número real es secreto de estado), es desde 1964 uno de los cinco países (junto a Estados Unidos, Rusia, China y Gran Bretaña) con armamento nuclear y “derecho” para tenerlo, gracias al Tratado de No Proliferación nuclear (TNP).

En un país fuertemente endeudado, el mantenimiento del potencial nuclear cuesta al Estado unos 3.300 millones de euros anuales, un diez por ciento del presupuesto de Defensa. Chirac percibe este gasto como “el precio justo y suficiente para dotar a nuestro país de una garantía de seguridad creíble y duradera”, un ‘sacrificio’ por la presunta autonomía respecto al poder estadounidense que a cambio reporta y que siempre ha guiado la doctrina nuclear gala. “Nos da el poder de ser dueños de nuestros actos, nuestra política y la pervivencia de nuestros valores democráticos”, dijo el presidente francés.

París siempre ha planteado la posesión de armas nucleares desde la doctrina de la “disuasión”, propia de la Guerra Fría, según la cual su mera tenencia neutraliza la posibilidad de ser atacado por otros países, dada la devastadora respuesta que originaría.

“Voluntad y capacidad”

En su intervención, Chirac fue, sin embargo, más allá de este enfoque disuasorio. Aunque señaló que “en ningún caso se emplearán medios nucleares con fines militares durante un conflicto”, inmediatamente después añadió que el hecho de que las armas nucleares sean frecuentemente calificadas como ‘armas de no–empleo’ “no debe plantear dudas sobre nuestra voluntad y capacidad” para hacer uso de ellas.

Anunció además que Francia ha reducido el número de cabezas nucleares en algunos de sus misiles en submarinos, lo que permitiría lanzarlos sin toda su carga nuclear y con ello “aumentar su alcance y hacer algo diferente del ataque estratégico masivo”, señala François Heisbourg, director de la Fundación para la Investigación Estratégica. Así, del casi imposible escenario de una respuesta “total y definitiva” que destrozase al enemigo (que tradicionalmente defendía la doctrina militar francesa) se pasaría a una respuesta “adaptada”, es decir, utilizable. “Más precisos y menos devastadores, estos misiles ¿se convierten en armas tácticas y, de facto, de ‘empleo’, una noción que podría debilitar el concepto mismo de la disuasión?”, se preguntaba Laurent Zechini en el diario Le Monde.

Es decir, el riesgo de que las palabras del presidente galo no “disuadan” a los países de la adquisición de armas, sino que les convenzan de que dotarse de la bomba atómica es la única garantía de que no serán atacados, lo que relanzaría la carrera armamentística.

Mirando a Irán

“Contra una potencia regional, nuestra elección no es entre la inacción y la inercia”, señaló Chirac, que hablaba también en calidad de jefe de las fuerzas armadas. “La flexibilidad y capacidad de reacción de nuestras fuerzas estratégicas nos permitirían ejercer nuestra respuesta directamente sobre sus centros de poder”, añadió.

Para Dominique Moïsi, investigador del prestigioso Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), la referencia a la potencia regional es un aviso a Irán, en pleno ojo del huracán por reanudar su programa nuclear, según Teherán con fines pacíficos, afirmación de la que desconfía la comunidad internacional.

Por otra parte, la alusión a la “respuesta directa sobre los centros de poder” incide en la “lógica de empleo en vez de disuasión”, en palabras del diputado del Partido Comunista Francés (PCF) Jacques Brunhes.

Intereses vitales

Otra de las novedades de la intervención presidencial fue la ampliación del concepto de “intereses vitales” del país, cuya amenaza podría implicar el empleo de estas armas. A los tradicionales (integridad territorial, protección de su población y libre ejercicio de su soberanía), Chirac sumó la “defensa de los países aliados” (una forma de potenciar la autonomía defensiva de la Unión Europea) y la “garantía de nuestros aprovisionamientos energéticos”.

“La mención a los aprovisionamientos energéticos se refiere en particular a los recursos petrolíferos, y también sin duda a los países de los que Francia importa parte de sus necesidades energéticas. Si, hipotéticamente, dichos intereses fueran amenazadas por potencias regionales (Irán, ¿Corea del Norte?), Francia reaccionaría”, interpretaba Zechini. Detalle que tampoco pasó por alto el partido ecologista Los Verdes, “escandalizado” al pensar que el presidente de Francia “pueda considerar que haga falta pagar a todo un pueblo la locura asesina de sus gobernantes”.

Evidentemente, el discurso de Chirac no supone un brusco giro hacia el empleo de armamento nuclear, pero sí un paso –muy en consonancia con los tiempos– hacia una “diplomacia de la amenaza”.