Irán

 

A ningún otro país excepto a Irán le ha sido requerido renunciar a su propios derechos aprobados por el TPN (Tratado de Proliferación Nuclear): la administración Bush espera que las Naciones Unidas anulen una parte del Tratado sólo para adecuarlo a sus infundadas sospechas.

Cuenta regresiva que conduce a la guerra con Irán

Por Mike Whitney (*)
www.radiokcentrale.it / @DIN, 31/01/06
Traducción de Susana Merino

Irán deberá defenderse si es atacado por los EEUU o Israel. La defensa propia en caso de agresiones injustificadas se halla sancionada por leyes internacionales y constituye un atributo del verdadero liderazgo. Nadie esperaría otra cosa si fueren atacados los EEUU o Israel.

Las administraciones de Bush y de Sharon han realizado una formidable tarea envenenando a la opinión pública en contra de Irán, interpretando las declaraciones del Presidente Ahmedinejad sobre Israel y sobre el holocausto como una amenaza potencial al bienestar israelí. Tales afirmaciones si embargo, por más ofensivas que fueren, son una práctica común en Medio Oriente y no pueden ser interpretadas como una amenaza creíble.

En los hechos Irán no ha demostrado ninguna ambición territorial ni se halla tampoco involucrado en la ocupación de ningún país, como sí lo están en cambio los EEUU e Israel.

La fanfarria de los medios: suenan una vez más tambores de guerra

Los medios han asumido una vez más su papel tradicional, insuflando aire sobre el fuego bélico, y concediendo un amplio espacio a las falsas acusaciones a los funcionarios administrativos, a los analistas de la derecha y de los disconformes exiliados iraníes, omitiendo con mucho cuidado, al mismo tiempo, informaciones destacadas que podrían ser usadas en defensa de Irán. Como siempre el New York Times ha estado a la vanguardia de la propaganda de guerra con un artículo firmado por Richard Bernestein y Steven Weisman, en el que juntos se toman el trabajo de exponer incompleto el caso de Irán. En el primer párrafo este dúo sugiere que Irán ha reiniciado investigaciones que podrían proveerle tecnología para fabricar armas nucleares. "¿Armas nucleares?" Talvez el New York Times sepa algo que los inspectores de la IAEA no lo saben: si así fuera los dos periodistas deberían avanzar y revelar lo que saben. Es más que probable, en realidad, que estén siguiendo los pasos de Judith Miller, cuyos injuriosos artículos de primera página fueron capaces de engañar a todo el país convenciéndolo de la necesidad de llevar a cabo la guerra de Iraq.

No existen pruebas de que Irán disponga de un programa de fabricación de armas nucleares. No existe prueba alguna. Ni siquiera George Bush podría afirmarlo.

Tampoco existen pruebas de que Irán disponga de las centrífugas que se necesitan para enriquecer el uranio y adecuarlo a la fabricación de armas. Estos son los dos temas que habría que analizar en profundidad para poder establecer si es verdad o no que Irán constituye un peligro concreto para sus vecinos y tales son, precisamente, los datos ausentes en los casi 2500 artículos escritos sobre el tema durante los últimos tiempos.

El director de la IAEA, Mohammed El Baradei, ha declarado repetidamente que su equipo de inspectores, que ha podido "recorrer y verlo todo" no ha encontrado nada que permita corroborar las afirmaciones de los EEUU o de Israel.

Por otra parte sabemos que los EEUU han desarrollado una nueva clase de armas nucleares de baja potencia "útiles" para destruir bunkers subterráneos. También sabemos que los militares del Pentágono han amenazado con el uso de armas nucleares en un "primer ataque" preventivo y que los integrantes más importantes del Departamento de Defensa creen unánimemente que las armas nucleares deberían ser usadas como parte integrante de la estrategia estadounidense para mantener la seguridad global.

Irán afirma que el desarrollo de armas nucleares está contra las propias creencias religiosas mientras que para la administración Bush (como para la Nuclear Posture Review) constituyen una parte integrante de la "guerra contra el terrorismo". Incluso Rumsfeld ha proporcionado también al Pentágono una fuerte excusa para rodearse, aún más, de personas que sostienen dicha tesis.

¿No deberíamos afirmar acaso que nuestro miedo a Irán se basa en un engaño?

Actualmente, la administración Bush está tratando de llevar a Irán al seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, denunciándolo por violaciones de hace más de dos años.

Desde aquel momento no se han producido más violaciones e Irán ha asumido al más estricto respeto a las obligaciones que le impone el Tratado tanto en lo referente al NPT (Tratado de Proliferación Nuclear por sus siglas en inglés), como hacia otras medidas tendientes a "construir confianza", deliberadamente aceptadas como signo de buena voluntad.

En realidad Irán ha calificado plenamente, en cuanto a enriquecimiento de uranio, según los términos establecidos por la IAEA y ha aceptado proceder de acuerdo: de modo que respeta las estrictas normas impuestas por la AIEA. Irán no renunciará por lo tanto a su inalienable derecho de usar uranio para fines pacíficos, como lo es el de producir energía en usinas nucleares.

A ningún otro país excepto a Irán le ha sido requerido renunciar a su propios derechos aprobados por el TPN: la administración Bush espera que las Naciones Unidas anulen una parte del Tratado sólo para adecuarlo a sus infundadas sospechas. Pero ¿por qué tendría que aceptar ser tratado Irán como un país subalterno sólo para satisfacer a Bush? Después de todo Irán suscribió en principio el TPN como una manera de reducir las armas nucleares, mientras Israel, EEUU y otros países se hallan empeñados en construir bombas de una nueva generación.

Aunque el proceso de reconversión tiene lugar ante de los inspectores de la AIEA y de las telecámaras que han sido colocadas para filmarlo, se le ha requerido además a la IAEA que informe al Consejo de Seguridad sobre cualquier violación con el objeto de proceder a una eventual acción punitiva. La Oficina de control de las Naciones Unidas ha anunciado que el análisis de la verdadera situación del "presunto" programa de Irán sobre armas nucleares fue realizado exitosamente. No es necesario sospechar que no cumplirán también aquí sus compromisos (Israel, Pakistán e India en cambio han evitado todas esas reglamentaciones y han desarrollado secretamente armas nucleares).

Las gotas de Straw que hacen rebasar el vaso

El Ministro británico de Relaciones Exteriores Jack Straw -que jugó un papel de singular importancia en la divulgación de las mentiras que precedieron a la guerra con Iraq- ha sido igualmente deshonesto con relación a Irán:

"Durante cuatro años y medio, trabajamos con Irán y con el resto de la comunidad internacional para obligar a Irán a cumplir con sus definidas obligaciones de no hacer nada que pudiese despertar sospechas sobre el desarrollo de un potencial nuclear".

Straw sabe, naturalmente que Irán no ha violado, durante más de dos años, sus compromisos con el tratado y que desde entonces los ha respetado siempre. Sus afirmaciones confirman solamente lo que la gente razonable ya sabe, es decir que Washington quiere desatar otra guerra.

La administración Bush sabe muy bien que no existe ninguna posibilidad de que el Consejo de Seguridad adopte una resolución con sanciones contra Irán. Ni Rusia ni China estarían de acuerdo con esa sanción ni tampoco existen pruebas de que haya mala conducta. Esta situación será usada simplemente para infundir e incentivar el miedo entre la gente, mientras Israel y Washington dan los últimos toque a sus planes bélicos.

Se desprende sin embargo que Irán será atacado sin que exista la menor prueba que demuestre que el país tiene armas nucleares, un programa para la fabricación de armas nucleares o ni siquiera un plan a largo plazo que prefigure hostilidades contra los EEUU e Israel. En otras palabras, Irán es completamente inocente.

Ahora que la administración estadounidense ha abandonado la señal de referencia, reconocida a nivel internacional, de existir una "amenaza inminente", ha renunciado también a esgrimir cualquier otro motivo razonable que pueda justificar una agresión no provocada. Irán será atacado sin pretextos y sin autorización ni del Congreso ni de las Naciones Unidas, sólo con la invocación de la autoridad que tiene el ejecutivo de proseguir la "guerra al terrorismo" usando "todos los medios apropiados y necesarios".

La determinación de atacar a Irán lleva ya más de diez años y se basa en aquellos actualmente famosos (o infames) documentos políticos que forman parte del proyecto "Para un Nuevo Siglo Americano", que sostienen la idea de integrar las reservas iraníes a las reservas globales y eliminar al mismo tiempo de la región a un adversario político de Israel. La primera fase tiene el objetivo de debilitar el régimen y volverlo vulnerable a una futura invasión y a un posterior cambio de régimen.

El inminente ataque se concretará probablemente a través de una serie de golpes aéreos, "quirúrgicos", de Israel que con toda probabilidad serán descargados sobre por lo menos 12 fábricas de producción de armas. Tanto Israel como los EEUU le han hecho saber a Irán que cualquier reacción terminará por evolucionar velozmente hacia una guerra nuclear. En efecto, los halcones del pentágono podrían desear que se produzcan este tipo de conflictos para desalentar a futuros adversarios, tanto de América Latina como en Asia.

Si Irán responde con la fuerza, no es posible saber como terminará todo. Los mercados podrían precipitarse en picada, el dólar podría caer estrepitosamente y las vitales provisiones de petróleo podrían verse interrumpidas por tiempo indefinido (basta leer la página de negocios de la prensa para ver cuan nerviosos estamos muchos analistas). Si la conflagración se vuelve nuclear, podríamos esperar que China, Rusia y Venezuela adopten decisiones contundentes que muestren su desaprobación. Venezuela podría interrumpir su provisión de petróleo mientras que China podría encarar una destructiva venta de sus 769 mil millones de dólares en divisas.

Luego, naturalmente, existe la concreta posibilidad de que los ataques impulsen a los chiítas iraquíes a aliarse con la resistencia apoyada por los Sanitis debilitando en consecuencia la ocupación de Iraq. Y también es posible que los Mullahs organicen en todo el planeta una verdadera jihad esponsorizada por el Estado y destinada a tomar por asalto todas las instalaciones de producción de energía y de intereses comerciales de los EEUU. Cualesquiera de estas opciones significaría pagar un precio demasiado alto por el comportamiento alentado por Washington.

Cualquiera fuere el costo, el ataque se producirá muy pronto, antes o durante el mes de marzo próximo, cuando Irán prevé abrir una nueva caja bancaria para el petróleo. Un nuevo mercado de cambios, que desafiará directamente al persistente dominio del dólar en el mercado del petróleo (la mercadería de mayor venta en todo el mundo) introduciendo una "amenaza existencial" al bienestar de las instituciones financieras occidentales y de las élites.

Más allá del subterfugio a que recurren los medios sobre las "armas nucleares" y sobre "la disconformidad", lo verdaderamente cierto es que el imperio se está dirigiendo resueltamente hacia la guerra, corriendo voluntariamente el riesgo de desencadenar un holocausto nuclear, con el objeto de preservar un sistema basado en el privilegio y la riqueza concentrada en pocas manos.


(*) Mike Whitney vive en el estado de Washington; se le puede escribir a la siguiente dirección electrónica: fergiewhitney@msn.com