Medio Oriente

 

Las caricaturas de Mahoma y las reacciones en el mundo islámico

¿”Libertad de expresión” o provocación deliberada?

Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 10/02/06

La publicación en el periódico danés Jyllands Posten de una serie de caricaturas de Mahoma, profeta del Islam, inició una reacción mundial en cadena. En varios países de mayoría musulmana, derivó en violentas movilizaciones, que incluyeron la quema de embajadas europeas.

Esto dio la oportunidad para que los medios, especialmente en Europa y EEUU, redoblaran hasta lo inaguantable la campaña racista “islamofóbica” que se ha convertido en uno de sus discos preferidos. Los noticieros de TV –que en su mayoría reproducen a un puñado de “cadenas” mundiales que siguen las “orientaciones” de Washington– presentaron la cosa como una explosión de la “intolerancia” que caracteriza, por supuesto, a esos pueblos “bárbaros”, fanáticos e incapaces de “vivir en democracia”.

Junto con ese refrito televisivo de consumo popular –algo que se podría bautizar como “hamburguesas para engordar ideologías”–, se sirvieron también platos más “refinados”. La prensa “seria” se llenó de “columnas de opinión” escritas por “expertos“ y “profesores” que explicaron al vulgo lo del “choque de civilizaciones”. ¡Y en Europa hasta se sumó a esta cruzada un amplio sector del “progresismo”! Así, Bernard Cassen , director de Le Monde diplomatique, presidente honorario de ATTAC-France y cofundador del Foro Social Mundial salió a la palestra para defender “el derecho a dibujar a Dios”.

En su artículo, Cassen nos explica cómo esto hace al “fundamento constitutivo de la Europa moderna heredera de la de las Luces”. [1] “Luces” que, evidentemente, no brillan entre esos bárbaros islámicos... Finalmente, como cuadra a todo “progre” francés, Cassen desarrolla su artículo prendiendo una vela a la “vaca sagrada” del “laicismo”... y alabando la medida del gobierno francés de expulsar de las escuelas públicas a las alumnas que se cubrieran la cabeza con el pañuelo musulmán.

¡La “Europa de las Luces” tuvo, entonces, un amplio arco de defensores! ¡Desde el refinado director de Le Monde diplomatique hasta las “barras bravas” de nazis que en esos días fueron a los estadios de fútbol de varios países europeos a corear “Mueran los musulmanes”!

El contenido y el contexto

Presentar esto como un debate sobre la “libertad de expresión” o de “dibujar a dios” o a quien sea, es una falsificación del problema. No sólo Cassen sino la casi totalidad de la prensa, sobre todo europea, desarrolla esa chicana.

Es una maniobra tan hábil como habitual. Consiste en vaciar la cuestión de todo contenido concreto (y, además, sacarla de su contexto concreto).

Alguien hizo unas caricaturas. ¿Quién puede estar contra la “libertad de expresión” y “de dibujar”, aunque se trate de Mahoma? ¡Sólo un “intolerante”! En Occidente tenemos la libertad de hacer chistes sobre Jesucristo y nadie dice nada. Sin embargo, si se alude a Mahoma, los musulmanes reaccionan así, violentamente. Es que son bárbaros y fanáticos... Pero estamos en la Europa democrática y laica, donde existe libertad de hacer bromas y dibujar lo que se nos dé la gana.

Este argumento repetido hasta el cansancio en la prensa occidental, comenzó a deshilacharse cuando se hizo público un “detalle”: dos años atrás, el mismo periódico Jyllands Posten había

rechazado una caricatura relativa a Jesucristo. Y lo hizo por escrito con el siguiente argumento: “publicarla ofendería a los creyentes”.

¡Las cosas empiezan a aclararse! Hay “libertad” para ofender a los creyentes... musulmanes. Pero si son cristianos... se acaba la broma... Hay “libertad para dibujar a dios”... siempre que no sea el dios de Occidente. Todos los dioses son iguales, pero algunos son más divinos que otros.

Sigamos bajando a tierra desde la estratosfera de la “libertad de dibujar”. ¿Por qué hacen tanta bulla esos intolerantes musulmanes? ¿Es que a Mahoma lo dibujaron feo? El contenido es que la serie de caricaturas podría titularse “Mahoma, el terrorista”. En varias, el Profeta lleva una bomba en el turbante. En otra, está a las puertas del Paraíso dando la bienvenida a los “terroristas islámicos” inmolados, etc. Todas son por el estilo.

Las caricaturas, entonces, tienen poco que ver con la religión. Son, simplemente, otra expresión de esa basura ideológica y política, la infame y mentirosa campaña contra “el terrorismo islámico”, que lleva adelante el imperialismo para justificar el sometimiento de esos pueblos y el saqueo de sus riquezas naturales. El cuento de la “guerra contra el terrorismo islámico” ha sido el supremo pretexto para la invasión y ocupación de Iraq y Afganistán, y la matanza de cientos de miles de hombres, mujeres y niños. Es también la coartada de las atrocidades de los sionistas en Palestina, que han montado un estado racista y un régimen de apartheid al lado del cual el de Sudáfrica aparece como un juego de niños.

Asimismo, la campaña “islamofóbica” es “multiuso”. Además de los servicios que presta al intento de establecer imperios colonial-petroleros en Medio Oriente, da otros réditos menores pero nada despreciables. En la “democrática” Europa reina la más brutal discriminación contra las poblaciones provenientes de la emigración. Como sectores importantes vienen de países “islámicos”, la islamofobia es excelente para aislarlos de los trabajadores “blancos”, para justificar la represión, los maltratos policiales, la negativa a darles empleo... todas esas bestialidades de la alabada “Europa de las Luces” que llevaron al estallido de la juventud de los suburbios de París el año pasado.

Otro dato de ese contexto no es menos significativo. Las provocativas caricaturas de Mahoma aparecen justo cuando en el democrático Occidente comienza a batirse el parche de una nueva cruzada contra el “terrorismo islámico”, esta vez contra Irán. Ahora no son las “armas de destrucción masiva” de Saddam sino la “bomba atómica” de Ahmadinejad. Y en esta aventura ya se han anotado algunos de los gobiernos europeos que recularon en la anterior ocasión.

Es todo eso lo que está sobre el tapete; no la “religión” ni mucho menos la “libertad de expresión”.


Nota:

[1].- Bernard Cassen, “El derecho a dibujar a dios”, El Periódico, Catalunya, 04/02/06.