Irán

 

Rusia–Irán

Principio de acuerdo que en principio cambia poca cosa

Por Piotr Romanov
RIA Novosti, Moscú, 01/03/06

La reciente visita de Serguei Kirienko, responsable de la agencia nuclear rusa, a Teherán ha inyectado en optimistas una nueva dosis de optimismo e infundido a pesimistas todavía más pesimismo, es decir, introducido muy pocos correctivos en la situación configurada últimamente en torno al programa nuclear de Irán.

La interrogante acerca del carácter de este programa – exclusivamente civil o, a la larga, militar – se mantiene sobre la mesa. Y la llave ofrecida por Moscú para resolver el problema, enriqueciendo uranio bajo el control de la AIEA en una empresa mixta instalada en el territorio ruso, no ha pasado de las manos de Kirienko a las de sus colegas iraníes.

Por una vez más, el mundo ha oído desde Teherán prácticamente lo mismo que antes. El vicepresidente de la República Islámica, Gholamreza Aghazadeh, anunció al término de las negociaciones ‘un principio de acuerdo para la creación de empresa conjunta’ y añadió que esa propuesta necesita algunos retoques y será objeto del diálogo en una nueva ronda, a celebrarse en Moscú. ‘ Es una cuestión compleja, que incluye muchos elementos políticos’ – precisó él.

Lo anterior significa que la parte iraní, tal y como ha estado haciendo antes, se reserva un corredor para el retroceso y procura diluir el tiempo por todos los medios. La verdad es que ya quedan pocos días porque el tema ha de ser aclarado, de una u otra forma, antes de que los directores de la AIEA se reúnan para su nueva sesión del 6 de marzo.

Como era de esperar, Rusia y los demás países han reaccionado con moderación y cautela al resultado de las negociaciones celebradas en Teherán por Kirienko. El jefe del Comité parlamentario de asuntos internacionales, Konstantin Kosachov, opina que el preacuerdo de instalar en Rusia una empresa conjunta para enriquecimiento de uranio ‘es un paso positivo, correcto y plausible pero no final’ porque representa apenas un elemento en el desenlace que procura encontrar Moscú.

Stephen Hadley, quien es asesor del presidente de EE.UU. para seguridad nacional, cree que todavía es prematuro evaluar la situación. En acuerdos como ése, el diablo está en los detalles y hay que ver en qué termina todo, dijo él en declaraciones a la cadena CNN. Su postura es comprensible, como la del ministro de Exteriores nipón Taro Aso, quien intentará averiguar algunos detalles al respecto durante la próxima visita a Teherán. La reacción de otras capitales mundiales ha sido parecida.

Es lógico que haya tanta cautela pues el propio Irán, con un esmero digno de mejores aplicaciones, genera un ambiente de desconfianza. Baste con recordar casi dos décadas de trabajos secretos en materia nuclear o la intención de borrar del mapa el Estado israelí, declarada  en múltiples ocasiones por el presidente Ahmadineyad, o las interminables evasivas con que Irán acoge la iniciativa rusa, muy estricta y completamente satisfactoria para la AIEA. También infunden recelos las palabras de que Irán, al margen de una empresa con Rusia, se reserva el derecho de enriquecer uranio en territorio propio, lo cual desautoriza obviamente todo el proyecto. El enriquecimiento de uranio en Rusia y en Irán, de forma paralela, no tiene ningún sentido para la comunidad internacional.

El jefe de la diplomacia rusa Serguei Lavrov se ha pronunciado a este respecto en términos inequívocos: ‘Teherán todavía vincula la creación de empresa conjunta con programas nacionales, aunque limitados, de investigación y desarrollo en territorio propio... Rusia no puede aceptar una empresa mixta en esas condiciones porque ello quita el sentido a la idea en sí y se contradice con la resolución adoptada por la junta directiva de la AIEA en febrero, la cual sugiere a Irán cesar por completo las obras de enriquecimiento de uranio’. Dicho sea con otras palabras, las buenas noticias sobre el avance y el acuerdo de principios logrado por Kirienko en Teherán son algo exageradas.

Con la postura que mantiene la parte iraní, es poco probable que el asunto se resuelva para el próximo 6 de marzo, ni siquiera si la comunidad internacional logra para esa fecha un ‘sí’ definitivo de Teherán a la propuesta rusa, la suscripción de un convenio sobre la creación de empresa conjunta para enriquecimiento de uranio y la vuelta formal de Irán a la moratoria mencionada por Lavrov.

Las palabras y hasta la firma del régimen existente en Irán no son, lamentablemente, fiables al cien por cien.

Por muy favorable que sea el eventual desenlace, el asunto del programa nuclear iraní pasará simplemente a otra fase, menos visible para la opinión pública. Los técnicos de la AIEA y los servicios secretos de numerosos países deberán sudar tinta para controlar el cumplimiento de los compromisos que haya asumido Teherán.

Ni EE.UU., ni Rusia, ni Europa, ni Israel, ni otros muchos países quieren ver el ‘maletín nuclear’ en las manos de un militar iraní.