Medio Oriente

 

La crisis de la ocupación de Iraq y la negociación EEUU–Irán

La negociación respecto a Iraq divide a la Administración Bush

Por Gareth Porter (*)
Asia Times / IraqSolidaridad 28/03/06
Traducción de Beatriz Morales

"Si los iraníes llegan a implicarse más profundamente en las negociaciones internas en Iraq y la utilidad de su papel llega a ser reconocida ampliamente, para EEUU será sin duda más difícil resistir las presiones político–diplomáticas para que dialogue con Teherán sobre cuestiones más amplias que amenazan la paz en la zona, como son el programa nuclear de Irán y los intentos de Washington de aislar y desestabilizar al régimen."

El acuerdo entre Washington e Irán la semana pasada de mantener conversaciones directas sobre Iraq [1] ha forjado un nuevo vínculo entre las crisis de Irán e Iraq. Los partidarios de la línea dura en la Administración Bush se resisten a cualquier relación de este tipo porque quieren evitar presiones respecto a un acuerdo más amplio con Irán. Pero ya han perdido la batalla para impedir las conversaciones con Irán acerca de la estabilización de Iraq. Estas negociaciones posiblemente aumentarán la presión para negociaciones bilaterales acerca del programa nuclear de Irán y cuestiones relativas a la seguridad iraní. La convergencia de ambas cuestiones se está produciendo por la necesidad que tiene las facciones políticas estadounidenses e iraquíes de la ayuda iraní para resolver la violencia sectaria y el impasse político en Iraq, y por el deseo iraní de llegar a un acuerdo más amplio con Washington.

Las reacciones estadounidenses ante la aceptación por parte de Irán de conversaciones sobre Iraq revelan un fuerte contraste en las actitudes de la secretaria de Estado Condoleeza Rice y otros funcionarios de la Administración respecto a las conversaciones. Antes de volar a Australia la semana pasada Rice declaró que las conversaciones con Irán sobre Iraq "[...] podrían ser útiles". Sin embargo, al día siguiente algunos funcionarios de la Administración Bush empezaron a quitar importancia a tales conversaciones con Irán. El consejero de Seguridad de la Casa Blanca, Stephen Hadley, declaró que no eran más que "[...] una artimaña de los iraníes para tratar de desviar la presión que perciben en Nueva York". Hadley sugirió que EEUU no necesitaba en absoluto dialogar con el régimen iraní porque "[...] estamos hablando con Irán todo el tiempo: nosotros hacemos declaraciones; ellos hacen declaraciones".

Ese mismo día, un "alto funcionario estadounidense", hablando con los periodistas al tiempo que pedía permanecer en el anonimato, calificó la oferta iraní de conversaciones de truco, y afirmó que Washington tan solo participaría en ellas para evitar "[...] ser criticado por no haber hecho todo lo posible para calmar las sangrientas tensiones en Iraq". Y otro funcionario de la Casa Blanca buscó igualmente a los periodistas para decirles que la oferta iraní era "simplemente bombo".

Bush, a favor del diálogo con Irán

Los ataques de los partidarios de la política línea dura respecto a Irán dentro de la Administración Bush revelaban grandes diferencias acerca de qué es lo más importante, si aislar a Irán políticamente o sacar ventaja de su influencia en el liderazgo político chií en Iraq para ayudar a resolver la crisis de este país. Al grupo del vicepresidente Dick Cheney y del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, cuyos puntos de vista fueron expresados por Hadley y los funcionarios anónimos que minimizan la importancia de las conversaciones con Irán, claramente les importa menos lo que ocurre en Iraq que mantener la política de cambio de régimen implícito, si no explícito, en Teherán. Sin embargo, Rice y el embajador estadounidense en Iraq, Zalmay Jalilzad, aparentemente están deseando arriesgarse a un debilitamiento o ruptura de la política de aislamiento y amenaza a Irán porque reconocen lo desesperado de la situación político–sectaria en Iraq y creen que Irán podría ayudar.

Bush está de parte de Rice y Jalilzad en contra de Cheney y Rumsfeld desde finales del año pasado, cuando aquéllos convencieron al presidente de que autorizara las conversaciones con Irán acerca de la crisis en Iraq. Según el periódico en árabe publicado en Londres Al–Hayat, a finales de diciembre o principios de enero Jalilzad envió un mensaje a las autoridades iraníes proponiéndoles cooperar acerca de Iraq [2].

El grupo Cheney–Rumsfeld no atacó entonces la decisión porque confiaban en que Irán iba a rechazar una invitación a discutir únicamente cuestiones relacionadas con Iraq. El ministro de Asuntos Exteriores iraní lo confirmó rápidamente, cuando declaró que Irán no aceptaría estos términos.

Parece ser que recientemente Jalilzad ha vuelto a hacer a Irán su propuesta de discutir sobre la estabilización de Iraq. Según un artículo de Lindsey Hilsum, director de la sección internacional de los informativos del Canal 4 de la televisión británica, publicado el 12 de marzo por el London Sunday Times, un alto funcionario de los servicios de inteligencia iraníes declaró que a finales de febrero se había renovado la invitación estadounidense a dialogar sobre Iraq. Esta vez los iraníes no rechazaron la propuesta estadounidense. Su buena disposición a ayudar a estabilizar la situación en Iraq sin ningún compromiso de ampliar las conversaciones [a otros aspectos] refleja que Teherán es cada vez más consciente del peligro de una confrontación militar con Washington.

Desde el primer rechazo iraní de la propuesta de conversaciones hecha por Jalilzad la Administración Bush ha ido aumentando su presión sobre Teherán en relación a la cuestión nuclear y ha ido orquestando una campaña para llevar dicha cuestión al Consejo de Seguridad de NNUU, donde espera ahora una resolución del mismo.

Al acceder a ayudar a EEUU en Iraq, los iraníes están fundamentalmente interesados por la posibilidad de utilizar las conversaciones sobre Iraq como un puente hacia unas más amplias negociaciones diplomáticas con Washington. El funcionario de los servicios de inteligencia iraní dijo a Hilsum que Teherán aceptaría la oferta estadounidense de conversaciones, pero que quería que éstas se celebraran en un país neutral, y esperaba que también llevaran a un diálogo sobre la cuestión nuclear.

Al anunciar la aceptación por parte de Teherán de los términos establecidos por EEUU para las conversaciones, Ali Larijani, el jefe del equipo negociador en relación a su programa nuclear, que es conocido por su cercanía al líder supremo del régimen, el gran ayatolá Ali Jamenei, daba a entender el deseo de llegar a un acuerdo con Washington tanto en relación a la cuestión nuclear como a otras cuestiones. "Si los estadounidenses dejan de crear problemas en la región y si examinan su conducta y comportamiento previos, pueden ocurrir muchas cosas", declaró Larijani.

Línea dura o diálogo

Los partidarios de la línea dura en Washington están decididos a evitar precisamente este tipo de negociaciones sobre el programa nuclear de Irán. En cuanto se hizo público el acuerdo con Irán para discutir sobre Iraq el pasado jueves el vicesecretario de Estado, Nicholas Burns, descartó públicamente toda discusión con Irán sobre la cuestión nuclear. Burns afirmó que cualquier negociación de ese tipo sería "[...] inútil, dado el historial del país al respecto". Pero también reveló que rechazar las negociaciones sobre el programa de enriquecimiento nuclear de Irán era parte de la estrategia de la Administración [estadounidense] de presionar a Irán, refiriéndose al "[...] cálculo [de la administración estadounidense] de que es mejor aislar al régimen iraní".

Aunque la Administración estadounidense trata de mantener la cooperación con Irán respecto a la crisis en Iraq separada de su estrategia de aislamiento del gobierno de Teherán, la evolución de la crisis iraquí puede hacer que esta separación sea imposible. La discusión sobre Iraq tendrá que implicar diferentes fórmulas políticas que puedan apoyar tanto Irán como EEUU. Se pediría a Irán que ayude a convencer a los partidos confesionales chií de aceptar un plan de acuerdo con compromisos desagradables para tales formaciones.

Si los iraníes llegan a implicarse más profundamente en las negociaciones internas en Iraq y la utilidad de su papel llega a ser reconocida ampliamente, para EEUU será sin duda más difícil resistir las presiones político–diplomáticas para que dialogue con Teherán sobre cuestiones más amplias que amenazan la paz en la zona, como son el programa nuclear de Irán y los intentos de Washington de aislar y desestabilizar al régimen.

Irónicamente ha sido Abdul Aziz al–Hakim, el líder del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, el partido mayor en el bloque chií dominante [la Alianza Unida Iraquí], quien ha pedido la ayuda iraní para mediar en el compromiso político entre chiítas y sunnitas. Mientras tanto, los dirigentes políticos sunníes han rechazado la idea de conversaciones entre estadounidenses e iraníes sobre un acuerdo respecto a Iraq, a pesar del hecho de que la ayuda iraní es necesaria para conseguir que los chiíes accedan a demandas clave de los sunníes.

Notas de IraqSolidaridad:

(*) Gareth Porter, historiador y analista de la política de seguridad nacional. Su último libro, 'Perils of Dominance: Imbalance of Power and the Road to War in Vietnam', fue publicado el pasado mes de junio. De este mismo autor puede leerse en IraqSolidaridad: “Bush busca la ayuda de sus enemigos en Iraq”.

1. Véase en Iraqsolidaridad: Carlos Varea: EEUU e Irán, dispuestos a negociar sobre Iraq – La operación 'Swarmer' en Samarra, cortina de humo del fracaso militar estadounidense en Iraq

2. Véase en Iraqsolidaridad: Gareth Porter: Bush busca la ayuda de sus enemigos en Iraq.