Medio Oriente

 

La historia se repite

Análisis de Bill Berkowitz
Inter Press Service (IPS), 18/04/06

Oakland, EEUU.- Algunas figuras de la política exterior de Estados Unidos claman por un "cambio de régimen" en Irán. Esos mismos círculos pedían lo mismo respecto de Iraq en los meses e incluso años que precedieron a la invasión a ese país del Golfo.

Michael Ledeen, del Instituto de la Empresa Estadounidense, es una de las personalidades que ha encabezado ambas campañas.

Aunque no es muy conocido fuera de Washington, las opiniones de Ledeen "virtualmente definen el drástico cambio de la filosofía de política exterior estadounidense que existía antes de la tragedia del 11 de septiembre de 2001", comentó en mayo de 2003 William Beeman, experto de la agencia de noticias Pacific News Service.

"Básicamente, él cree que el destino manifiesto de Estados Unidos es el ejercicio de la violencia al servicio de la propagación de la democracia. Consecuentemente, se ha vuelto el legitimador filosófico de la ocupación estadounidense de Iraq", afirmó..

Más allá de lo que Ledeen pueda pensar sobre el conflicto en Medio Oriente, Irán estuvo en la mira de George W. Bush durante mucho tiempo.

Funcionarios de los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión Europea advirtieron que un conflicto con Irán en torno de su programa nuclear puede ser inevitable, particularmente a la luz del anuncio, la semana pasada, de que ese país se las había arreglado para perfeccionar su proceso de enriquecimiento de uranio.

En su reciente documento de política de defensa Estrategia Nacional de Seguridad, la Casa Blanca ubicó a Irán directamente en el centro del interés.

Todavía resta saber en qué derivará la política de Estados Unidos hacia Teherán, pero las sanciones económicas y el uso de fuerza militar parecen opciones sobre la mesa.

Si el desarrollo del conflicto con Irán parece familiar es porque, efectivamente, lo es.

Las instancias en curso, en que se maneja la posibilidad de un ataque militar contra Irán, no parecen reflejar directamente la misma etapa en el proceso hacia la guerra en Iraq, pero hay varias similitudes.

Como en el caso de Iraq, organizaciones de expertos de derecha y neoconservadores vinculados con el gobierno están presionando para que se produzca un cambio de régimen. Igual que antes de la invasión a Iraq, funcionarios del gobierno alegan que el programa nuclear de Irán constituye una amenaza contra Estados Unidos.

Organizaciones de exiliados iraníes y sus dirigentes compiten por la atención y el apoyo financiero del gobierno estadounidense. Lo mismo sucedió con el los exiliados iraquíes, entre ellos Ahmad Chalabi, otrora favorito de Estados Unidos para reemplazar a Saddam Hussein en Iraq y luego acusado de transmitir información secreta a Irán.

Dentro del gobierno hubo desacuerdos políticos en cuanto a cómo proceder. Eso no impidió que el caso de Irán esté a consideración del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El presidente de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Mohamed ElBaradei, recuerda muy bien aquellos días tan cargados política y emocionalmente en la ONU, antes de la guerra en Iraq.

En un reciente foro en Doha, la capital de Qatar, ElBaradei dijo que la comunidad internacional debería "alejarse de las amenazas de sanciones contra Irán". El programa nuclear de ese país no constituye "una amenaza inminente" y llegó el momento de "bajarle el tono" al debate, aseguró.

Los comentarios conciliadores de ElBaradei en Qatar sobrevinieron luego de que el Consejo de Seguridad de la ONU acordó a fines de marzo darle a Irán un mes de plazo para que cumpla con los requisitos de por la AIEA y detenga sus procesos de enriquecimiento de uranio.

"No hay una solución militar a esta situación", dijo ElBaradei. "Es inconcebible. La única solución duradera es una solución negociada."

Tres años después de la invasión a Iraq, muchos de los prominentes halcones neoconservadores que promovieron la guerra están apartados de las cámaras de televisión.

No es ése el caso de Michael Ledeen, quien trabajó en el Pentágono, el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional y estuvo involucrado en la transferencia de armas a Irán durante el caso conocido como Irangate, durante el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989).

Experto del conservador Instituto de la Empresa Estadounidense, con sede en Washington, Ledeen dijo a la periodista Larisa Alexandrovna que la invasión a Iraq, en marzo de 2003, fue la "guerra equivocada, en el momento equivocado, del modo equivocado y en el lugar equivocado". Desde hace varios años, el interés de Ledeen es que haya un "cambio de régimen" en Irán.

En una conversación con Connie Bruck, de la revista The New Yorker, Ledeen indicó que ya en 2001 y 2002, cuando ejerció presión en el caso de Irán "con amigos en el gobierno", tuvo "apoyo de funcionarios en el Pentágono y en la oficina del vicepresidente Dick Cheney".

Según Ledeen, sin embargo, funcionarios del gobierno sintieron que "el camino a Teherán se extiende a través de Bagdad".

The New Yorker señaló que "Ledeen predijo durante años que Irán estaba al borde de una revolución popular, que sólo requiere alguna ayuda del exterior para convertirse en realidad".

Hace pocos años fue lo suficientemente desenvuelto como para decirles a un grupo de exiliados iraníes en Los Ángeles, donde viven unos 600.000: "Tengo contactos en Irán combatiendo al régimen. Necesitan fondos. Denme 20 millones y tendrán su revolución."

En marzo, Ledeen aumentó sus críticas al gobierno de Bush en la publicación NationalReviewOnline, acusándolo de no estar atento ante la amenaza iraní.

Ledeen alegó que el gobierno no había hecho nada "para hacer más difíciles las vidas de los mulás (clérigos), aunque hay abundante evidencia del involucramiento iraní en Iraq", incluidos "esfuerzos incesantes de matar soldados estadounidenses".

Si la Casa Blanca tuvo serias intenciones de expandir la democracia, "nosotros apoyaremos activamente una revolución democrática en Irán", escribió Ledeen.

La secretaria de Estado (canciller) Condoleeza Rice "pidió al Congreso 75 millones de dólares extra para 'apoyar la democracia' en Irán", pero "la letra chica muestra que los primeros 50 millones de dólares se dirigirán a los tigres sin dientes de la Voz de los Estados Unidos de América y otros comunicadores estadounidenses oficiales, es decir, para empleados del Departamento de Estado", agregó.

Ledeen recomendó que Estados Unidos "actúe contra Irán y su media hermana Siria, por la carnicería que desataron contra nosotros y los iraquíes. Conocemos en detalle la ubicación de los campamentos de entrenamiento de terroristas dirigidos por los maestros del terror iraníes y sirios. Deberíamos atacarlos a ellos y a las bases dirigidas por Hezbolá y las Guardias Revolucionarias como puntos de partida para misiones terroristas en Iraq".

"Incluso podríamos ampliar la agenda de asuntos iraquíes al problema real: negociar su partida, y luego organizar referendos nacionales por gobiernos libres, y elecciones para dar poder a las ex víctimas de una tiranía asesina y fanática que se convenció a sí misma de que era invencible", aseguró..

La evaluación de ElBaradei sobre la actual situación con Irán se basa menos en ideología y más en su trabajo en el área. El gobierno de Bush ignora un detalle: los inspectores de la ONU no encontraran ninguna señal de un programa de armas nucleares en Iraq.

Los años transcurridos, sin embargo, demostraron que la AIEA tenía razón cuando determinó que el ex presidente iraquí Saddam Hussein (1979-2003) no poseía ningún arma nuclear ni programas para fabricarlas.

"Yo trabajo en base a hechos", dijo ElBaradei a la agencia de noticias Reuters. "Afortunadamente se demostró que teníamos razón en Iraq. Fuimos los únicos que dijimos en ese momento que Iraq no tenía armas nucleares y espero que esta vez la gente nos escuche".

* Bill Berkowitz es un connotado observador del movimiento conservador estadounidense. Publica periódicamente la columna "Conservative Watch" en la revista electrónica WorkingForChange.org.