Medio Oriente

 

Historia oculta del fracaso de Bush y Rice

Análisis de Gareth Porter [1]
Inter Press Service (IPS), 13/06/06

Washington.– Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña pretenden ocultar que ya fracasaron sus gestiones por la imposición de sanciones a Irán a raíz de su programa de desarrollo nuclear. Sin el aval de China y Rusia, todas sus presiones quedan en la nada.

Los tres países no lograron que Rusia y China dieran su consentimiento en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a una dura resolución contra la negativa de Irán a suspender sus actividades de enriquecimiento de uranio.

Sin embargo, los detalles de la propuesta final y las subsiguientes declaraciones de Rusia confirman que Estados Unidos debió aceptar un paquete que excluía la amenaza de acciones del Consejo de Seguridad con la que había contado.

La lista de "posibles medidas en caso de que Irán no coopere", de las que informó la agencia de noticias Reuters el 9 de este mes, incluye 13 medidas económicas y disuasivas de aplicación progresiva, cuya implementación dependerá de la actitud de Irán.

Pero el documento no hace referencia a la posibilidad de que el Consejo de Seguridad imponga a Irán una obligación cuyo incumplimiento podría servir al gobierno de George W. Bush para justificar un posible ataque militar a ese país.

Al comenzar este mes las negociaciones decisivas sobre el programa nuclear iraní, entre Washington y las otras cinco potencias ––Alemania, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia––, el gobierno de Bush consideró clave una acción coercitiva del Consejo de Seguridad para elevar la presión sobre ese país.

Funcionarios estadounidenses describieron un plan de Rice para conseguir apoyo a una resolución del Consejo de Seguridad que obligue a Irán a cesar su enriquecimiento de uranio mencionando el capítulo VII de la Carta de la ONU, informó el diario The New York Times del 30 de abril.

El capítulo VII autoriza la fijación de sanciones y, en caso de que no dar resultado, permite recurrir a la fuerza militar.

Queda claro que Rice esperaba contar con el consentimiento de las otras cinco potencias al ofrecerse a participar en las conversaciones entre los tres europeos (Alemania, Francia y Gran Bretaña) e Irán, algo a lo que su gobierno se opuso durante meses.

Luego, altos funcionarios del Departamento de Estado informaron a The New York Times que Rice había confiado a sus asistentes durante el viaje a Nueva York, donde se realizaría la reunión con representantes de las otras cinco potencias el 8 y 9 de mayo, su plan de comunicarles esa concesión a sus contrapartes.

Estados Unidos quería, a cambio, que las otras cinco potencias accedieran a votar sanciones bajo el capítulo VII. Pero los rusos y los chinos tenían sus propios planes.

Antes de la reunión en Nueva York, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Manouchehr Mottaki, logró que Rusia y China le aseguraran que no respaldarían ninguna resolución del Consejo de Seguridad que incluyera la imposición de sanciones y obligaciones.

El 2 de mayo Mottaki aseguró al diario conservador Kayhan que "lo que estos dos países nos dijeron oficialmente e hicieron saber en negociaciones diplomáticas fue que se oponían a sanciones y ataques militares".

El ministro iraní se mostró confiado en que "ninguna sanción o algo similar estaría en la agenda del Consejo de Seguridad".

Ni el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ni su par chino, Li Zhaoxing, se conmovieron por el sorpresivo cambio de actitud de Estados Unidos de participar en negociaciones multilaterales con Irán.

Reuters informó esa misma noche que "China dejó claro que cualquier referencia a posibles sanciones o guerra debían eliminarse de una resolución de la ONU tendiente a limitar el programa nuclear de Irán. Tanto Moscú como Beijing se opusieron mencionando el capítulo VII".

Steve Weisman, de The New York Times, confirmó el día 19 que Lavrov había dejado en la reunión de Nueva York que Rusia no se sumaría a ninguna resolución del Consejo de Seguridad que estableciera la obligatoriedad del sometimiento de Irán.

Los europeos que participaron en la reunión, más realistas, sólo esperaban que Rusia aceptara amenazar con sanciones al margen del capítulo VII, observó.

La verdadera historia tras el espectacular anuncio del 31 de mayo y la propuesta anunciada en silencio al día siguiente en Viena es que Estados Unidos se echó atrás y aceptó un paquete que no incluía la amenaza de sanciones que Rice y Bush tanto ansiaban antes de la reunión en Nueva York. Fue un duro golpe que tanto Rice como otros funcionarios del gobierno rápidamente comenzaran a tapar.

El día después de la funesta reunión de Nueva York, Rice sólo admitió "algunas diferencias tácticas sobre cómo expresarlo en el Consejo de Seguridad" y sugirió que todas las discrepancias quedarían resueltas en "un par de semanas".

Ese mismo día, el subsecretario de Estado Robert Zoellick aseguró a legisladores estaodounidenses que Beijing estaba "de acuerdo en principio" con los planes de Estados Unidos de establecer sanciones para Irán, algo que seguramente ya sabía que no era así.

Aunque una lectura cuidadosa de su discurso hubiera revelado su clara intensión de presionar a China señalando que las relaciones de ese país con Estados Unidos quedarían "determinadas por cómo actuara ante la cuestión nuclear de Irán".

Durante las siguientes tres semanas, Rice continuó con sus maniobras junto con Francia y Gran Bretaña para conseguir un acuerdo.

La agencia de noticias Associated Press informó el 20 de mayo que los tres gobiernos se habían puesto de acuerdo en un borrador que decía, "Cuando corresponda, estas medidas serán adoptadas bajo el capítulo VII, artículo 41 de la Carta de la ONU".

La desesperación del gobierno de Estados Unidos por conseguir el apoyo de rusos y chinos queda de manifiesto en la llamada telefónica del presidente Bush a su par de Rusia, Vladimir Putin, el 30 de mayo, de la que dio cuenta el diario Los Angeles Times el 1 de junio. Bush no logró que el presidente ruso cambiara de opinión.

El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Lavrov, indicó que su país respaldaría las "medidas" del Consejo de Seguridad contra Irán sólo si ese país "comenzaba a actuar en contra de sus obligaciones previstas por el Tratado de No Proliferación" nuclear (TNP), según informó la agencia rusa de noticias RIA Novosti el 8 de junio.

El programa iraní de enriquecimiento de uranio por sí mismo no constituye una violación al TNP, por más que consterne a Estados Unidos, que propuso cambios para que tales actividades pasaran a ser ilegales.

Rice eludió la pregunta sobre si había conseguido el aval de Rusia y China respecto de las sanciones durante su conferencia de prensa del 31 de mayo, y respondió: "Creo que hay un entendimiento y acuerdo sustancial sobre la clara opción que tiene Irán."

El fallido intento de Washington de conseguir el respaldo de las principales potencias para amenazar con llevar a cabo acciones militares no quiere decir que el gobierno de Bush desista de declarar una guerra. Pero sí le dificulta la tarea, otorgándole otra dimensión al dicho de Rice de que "Irán no es Iraq".


[1].– Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005.