Medio Oriente

 

Confesiones de un soldado israelí

"Tratamos a los palestinos como animales"

Por Hernán Zin [1]
Viaje a la guerra (blogs.20minutos.es/enguerra), 20/07/06

Comienzan a surgir en la sociedad israelí las primeras voces contra la guerra. El domingo, hubo una marcha en Tel Aviv para pedir el final de los bombardeos en Gaza y el Líbano. Hoy, una noticia que conmocionó a la opinión pública: el sargento Itzik Shabbat anunció que se negaba a participar en la ofensiva contra Beirut, “Lo hago para oponerme a esta locura y para romper con la ilusión de que todos estamos a favor de esta guerra innecesaria basada en mentiras”, afirmó este joven reservista de 28 años que vive en Sderot, ciudad próxima a Gaza en la que suelen caer los misiles Qassam de Hamás.

Se acerca la hora del regreso a Gaza. Apuro las últimas entrevistas en Jerusalén. En un café de Jaffa Road, me encuentro con Yehuda Shaul, fundador de la ONG Breaking the Silence (Rompiendo el silencio). Esta organización publicó fotos de represión a los palestinos tomadas por soldados israelíes que desató un  escándalo.

“Todo es una locura: la ocupación, la forma inhumana en que tratamos a los palestinos”, me dice. “En Israel entras al ejército con 18 años porque quieres luchar contra el enemigo de tu país, porque quieres dejar tu marca en la historia, y haces lo que te dicen, sin pensar. Y allí todo te ayuda para que no pienses. Misiones que cumplir, órdenes que seguir”.

“Y no ves a los palestinos como seres humanos, los ves como animales. Entras a su casa durante la noche, los despiertas, les gritas, las mujeres allí, los hombres allí, y rompes todo. Son cosas que no harías aquí en Israel, pero las haces allí. Y, para poder hacerlo, niegas la realidad. Es la única forma. Creas entre tú y la realidad un muro de silencio”.

“Te pongo otro ejemplo: si encuentras en la noche un paquete sospechoso que puede ser una bomba, llamas al primer mohamed que encuentras en la calle y le dices que lo abra. Podrías llamar a un experto que lo desactivase, tardaría diez minutos en venir, pero mejor hacer que un palestino se juegue la vida, ya que para ti es lo mismo, no lo ves como un ser humano. Yo hacía eso con mis soldados en Hebrón".

“Y también en Nablus, cuando quería entrar a una casa, si pensaba que podía haber una bomba trampa, cogía al mohamed de turno y lo obligaba a que abriera la puerta. Es parte de la rutina del ejército: usar a los palestinos como escudos humanos”.

“Lo mismo cuando estás en un check point, los obligas esperar mucho más de los necesario, a veces durante horas, y coges a un palestino al azar y le das una paliza, de cada quince o veinte que pasan, para que el resto tenga miedo y esté tranquilo. Sólo así, tú que estás con cuatro soldados más los dominas a ellos que son miles”.

“Y cuando entras a Gaza con el carro de combate y ves un coche nuevo, aunque tengas espacio en la carretera, pasas por encima. Y también disparas a los tanques de agua. Para meterles miedo, para que te respeten, porque esa es la lógica de lo que nos enseñan a los soldados israelíes”.

“Además, eres joven y empiezas a disfrutar de ese poder, de que la gente haga todo lo que les digas. Es como un video juego. Estás en un check point en medio de la ruta, tienes a veinte coches esperando, y con sólo mover el dedo hacen lo que tú quieras. Juegas con ellos. Los haces avanzar, retroceder. Los vuelves locos. Tienes 18 años y te sientes poderoso”.

“Tres meses antes de abandonar el ejército, dirigía una unidad en Hebrón, había hecho una buena carrera, así que tenía tiempo libre. Una mañana me miré ante el espejo y comprendí que todo aquello era un error y supe que no podría seguir adelante con mi vida si no hacía algo. Por eso, apenas salí, junto a los soldados de mi unidad, montamos una exposición con nuestras fotos, se llamaba Traer Hebrón a Tel Aviv”.

“Cayó como una bomba en la sociedad. Vinieron parlamentarios, periodistas. Pasaron siete mil personas. Entonces creamos Breaking the silence, donde damos espacio para que los soldados cuenten los abusos que cometen sistemáticamente. Más de 350 lo han hecho. Ahora tenemos exposiciones y vídeos en Europa, en Israel”.

“Alguna gente dice que son casos aislados. Las madres dicen: mi hijo, que está ahora en el ejército es bueno, no hace estas cosas, esto sólo lo hacen los soldados beduinos o los etíopes. Pero no es cierto. Todos las hacemos, porque es la lógica de la ocupación israelí: aterrorizar a los palestinos”.

“Los check points no sirven para detener a los palestinos de entrar a Israel, es para que la realidad no entre a Israel. Porque esta es una sociedad de soldados, todos pasamos por el ejército tres años cuando somos jóvenes y luego un mes al año. Y todos hacemos eso. Por eso existe el muro de silencio, de negación, porque todos somos responsables y no lo queremos admitir”.

“Ellos son las víctimas, nosotros los victimarios. Pero como victimarios, también pagamos un precio. Esta es una sociedad que no se anima a mirar a los ojos a la verdad, a sus propios actos. Es una sociedad, como consecuencia, moralmente enferma”.


Confesiones de un soldado israelí 2

"Nos apetecía ver el Mundial"

Por Hernán Zin
Viaje a la guerra (blogs.20minutos.es/enguerra), 20/07/06

Sigo en Gaza, donde la situación tras varios días de incursiones en el campo de refugiados de Al Maghazi, que provocaron 17 muertos, parece haberse estabilizado. Me he quedado pensando en la conversación que mantuve con Yehuda Shaul. Me ha mostrado el reverso de lo que veo aquí cada día, la otra cara. Ahora, cuando un palestino se queja de la brutalidad de los soldados israelíes, de alguna forma llego a comprender de qué es consecuencia, al menos a nivel estratégico, táctico, porque aún no logro vislumbrar las causas de tanto afán por destruir, por causar daño, por humillar, someter y negar al otro.

– ¿Por qué los soldados os hacéis esa clase de fotos, no lo entiendo?

– Sucede en todos los ejércitos de ocupación, como con las fotos de Abu Graib. Es una forma que tienen los soldados de llevarse un trofeo, un recuerdo de lo que han hecho y por lo que están orgullosos. Si matan a un palestino, se ponen una marca en el fusil. Y, si tienen una cámara a mano, se hacen una foto como una especie de “souvenir”. Como en la película sobre Vietnam, La delgada línea roja, en la que hay un soldado que va guardando en una bolsa los dientes de los enemigos a los que mata. Es lo mismo.

– Una de las fotos está retocada con Photopshop. ¿Por qué?

– Algunos, que no se han podido hacer fotos para mostrar luego a sus amigos, cogen las que han hecho sus compañeros y se ponen a ellos mismos con Photoshop. En esta foto, como ves, que fue sacada en Gaza, también han agregado unas granadas y un fusil para dar mayor aspecto de fiereza al palestino asesinado, para que su hazaña parezca mejor.

– ¿Pero no ven en el palestino al que matan a una persona, no llegan a vislumbrar su sufrimiento, el de su familia y amigos, al menos su dignidad, como hombre muerto?

– Desde la visión de un civil, claro que esto es una barbaridad, una salvajada, pero no desde la lógica de un soldado del ejército israelí, un ejército de ocupación, que sistemáticamente aterroriza a la población civil palestina, ya sean mujeres, ancianos o niños. Para los soldados esto es lo más natural del mundo.

– El otro día me hablaste del sistema de operación llamado el gusano. ¿Me podrías dar más detalle?

– El militar que inventó eso es un genio, deberían darle el premio Nóbel, realmente. Como el ejército israelí actúa en una zona urbana, y los campos de refugiados y pueblos palestinos tienen calles estrechas, resulta muy arriesgado avanzar abiertamente, por esas calles, ya que en cualquier momento te tienden una emboscada. Así que, lo que haces es entrar a una casa por algún muro externo y luego vas pasando de vivienda en vivienda, haciendo agujero tras agujero.

– ¿No importa que haya niños, mujeres o ancianos, del otro lado? ¿No hay forma de saberlo, de avisarles?

– No, porque te pueden tender una trampa. Así que tu haces detonar la pared y luego la destruyes a martillazos sin importarte quién esté del otro lado. En Nablus, recorrimos toda la ciudad con el gusano. Creo que no dejamos una sola casa sin agujerear. Muchas veces me encontré con personas muertas del otro lado, o con bebés o ancianos que se salvaron por milímetros de morir.

– En las semanas que llevo aquí decenas de palestinos me han dicho mismo: Nuestras vidas no tienen valor en comparación con las de los israelíes.

– Es cierto, para los soldados el palestino es como un objeto, es alguien al que deben aterrorizar o matar, sin ninguna otra consideración. Te cuento una anécdota, durante el Mundial queríamos ver la televisión, ya que era la final. Así que en Hebrón entramos a la primera casa que encontramos, metimos a toda la familia en una habitación y luego vimos el partido. ¿Te crees que alguien dijo algo o tuvo remordimientos de conciencia? Al contrario, nos lo pasamos muy bien, hasta nos comimos la cena de la familia.


[1].– Mi nombre es Hernán Zin. Desde hace 13 años me dedico a recorrer el mundo para tratar de dar voz a los excluidos, los marginados, los que se encuentran en el último peldaño de la escala social. He rodado documentales, he escrito libros y reportajes, desde una treintena de países de África, Asia y América Latina. Quizás el trabajo más duro, pero más gratificante por sus resultados, fue el que realicé en 2002 siguiendo y denunciando a pederastas en Camboya. Como consecuencia del documental que rodé y del libro "Helado y patatas fritas" (ed. Plaza Janés), se puso en marcha una vasta campaña que permitió que varios turistas sexuales entraran en prisión. Ahora me he puesto el casco y las botas para sumergirme en las entrañas de la guerra. Un viaje que, si todo sale bien, me llevará por Sudán, Uganda, Palestina, Ruanda, Congo, Afganistán, Colombia, Haití, Irak... En este momento estoy en Palestina.