Medio Oriente

 

Piden "urgente" una fuerza multinacional para el Líbano, y convocan al Consejo de Seguridad

Asoma el Plan C: Bush y Blair intentan salvar a Israel de la ratonera

IAR–Noticias, 29/07/06

Con las tropas de Israel empantanadas en la ratonera de Líbano, presionados cada vez más por las críticas internacionales, incapaces de esconder una matanza de civiles que ya contabiliza más de 700 muertos, de los cuales 30 por ciento son niños, con el país libanés invadido por una catástrofe humanitaria y con su economía e infraestructura colapsadas, los principales socios estratégicos de los halcones sionistas de Tel Aviv, la dupla Bush–Blair, invasores de Afganistán, invasores de Irak, guerreros "contraterroristas" de tiempo completo, salieron al unísono a pedir el envío "rápido" de una fuerza multinacional a Líbano para controlar los "enfrentamientos" entre Israel y la guerrilla de Hezbolá. Qué hay detrás de la maniobra.

La actitud del presidente de EEUU y del primer ministro británico ejemplifican, más que ningún otro concepto, la verdadera situación de las tropas israelíes que iniciaron el sábado pasado una invasión terrestre, para –según sus jefes– exterminar los "nidos terroristas" de Al Qaeda en el sur de Líbano.

El Estado mayor israelí anunció el lunes que había tomado la "capital de Hezbolá", pero el infernal circuito (feed back) de la información, que a veces, incluso, supera los intereses de las grandes cadenas, precisó el escenario real: los tanques y blindados judíos se encuentran empantanados en Bint Jebel, sin poder traspasar las barreras y los túneles secretos desde donde la guerrilla libanesa aparece y desaparece asentándole golpes mortales a la infantería judía.

Desde el miércoles pasado, blindados y tropas israelíes, contrariando los informes preliminares del mando israelí que los daban victoriosos, se encontraban empantanados, en los alrededores de Bint Jebel, llamado "la capital de Hezbolá", pueblo de 4.000 habitantes que los blindados y las tropas israelíes no han conseguido tomar hasta el momento.

Ya se habla de una verdadera masacre, donde el mando militar judío esconde sus muertos, pero los reportes no difundidos de las cadenas internacionales y la TV. árabe hablan ya de decenas soldados israelíes muertos y de tanques destruidos en seis jornadas de trampas y emboscadas de las células móviles de la guerrilla libanesa.

Ningún experto se explica como el mando militar israelí decidió dejar la supremacía aérea (donde prácticamente no tiene bajas) para internarse en la ratonera del sur de Líbano a combatir una guerra de guerrillas, casa por casa, calle por calle, con una guerrilla móvil, conocedora del terreno, que cuenta con una intrincada red de túneles, depósitos de armamentos, alimentos y logística que le permiten un desplazamiento relámpago por todo el área.

La "preocupación" enunciada en forma simultánea por Bush y Blair, el carácter de urgente ("rápido") que le otorgan al llamado de una fuerza multinacional para que controle el aérea explica por sí sola la necesidad imperiosa de un repliegue "honroso" de las fuerzas terrestres israelíes metidas en la ratonera de los topos de Hezbolá.

"Acordamos que debe enviarse rápidamente una fuerza multinacional a Líbano", anunció Bush en una rueda de prensa tras reunirse con su par y aliado británico.

Según el mandatario estadounidense, ese contingente "ayudará a acelerar la entrega de ayuda humanitaria, a facilitar el retorno de los desplazados y a respaldar al Gobierno libanés a reafirmar la plena soberanía sobre su territorio y a custodiar sus fronteras.

Se trata del mismo plan B reciclado (despliegue de una fuerza multinacional) que quiso imponer sin éxito la halcona negra de Washington, Condolezza Rice, en la conferencia de Roma, el miércoles, pero esta vez, según parece, sin ninguna alusión al "desarme de Hezbolá", una organización, que gracias a la invasión judía, cobró renovada fuerza política y social en Líbano.

El presidente estadounidense, que reiteró su posición a favor de una paz "duradera" en Oriente Medio, confirmó que la secretaria de Estado Condoleezza Rice viajará de nuevo mañana, sábado, a la región para tratar de convencer a los dirigentes israelíes y libaneses de que deben trabajar por una "paz duradera" y la estabilidad de ambos países.

Blair, por su parte, afirmó que la actual situación en Oriente Medio es "una tragedia. Para Líbano, para Israel y para toda la región en general" y precisó que la solución pasa por tres pasos fundamentales que no detalló.

Hay que acotar que en la "tragedia" enunciada por Blair, Líbano, un país sometido hasta hoy a 16 jornadas de bombardeos ininterrumpidos, vive una tragedia humanitaria de proporciones, con más de 700 muertos, con miles de heridos y desaparecidos, con su economía e infraestructura destruidas, mientras que Israel (el país agresor) ha sufrido la baja de 70 personas, la mayoría soldados muertos a mano de la guerrilla de Hezbolá.

También Blair se refirió a la nueva visita de Rice a la región (una especie de Plan C) con "un paquete de propuestas" para tratar de que israelíes y libaneses lleguen a un acuerdo sobre lo que hay que hacer para frenar la escalada militar agresora a la que llaman "crisis". (Ver: La derrota militar de Israel en Líbano y la guerra entre "halcones" y "moderados" en Tel Aviv).

Blair precisó que la segunda etapa, después del viaje de Rice, es la reunión del próximo lunes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de la que Blair espera que surja el envío de una "fuerza de estabilización internacional" a territorio libanés.

En tercer lugar el primer ministro británico subrayó la necesidad de contar "cuando antes" con una resolución de Naciones Unidas que establezca el marco para el "cese de la violencia", en el cual seguramente la sociedad Washington–Tel Aviv–Gran Bretaña va a tratar de incluir el "desarme de Hezbolá", un de los objetivos centrales de la invasión judía a Líbano.

No obstante, Blair precisó que nada de esto funcionará si no se toman "las medidas necesarias para evitar que (la crisis) ocurra de nuevo", con lo cual obviamente intenta reforzar la idea de que nada funcionará sin la destrucción de la estructura militar de Hezbolá.

Hay que tener en cuenta, según ambos socios del Estado judío, que la violencia actual se enmarca en una situación que afecta a toda la región y en la que también juegan un papel muy importante otros países, como Siria e Irán.

Como se puede apreciar, y habiendo fracasado el Plan A militar, y el Plan B diplomático en la conferencia de Roma, ahora la estrategia judeo–norteamericana–británica apuesta a la imposición de un "tercer plan", esta vez en el Consejo de Seguridad, para conseguir lo que no lograron hasta ahora: la derrota de Hezbolá y el control político y social de Líbano.

Se trata de un naciente Plan B, a desarrollar sobre las ruinas de Líbano y del vergonzoso fracaso militar de los halcones israelíes alimentados por el lobby judío que controla la Casa Blanca.


El mito del "triunfo" de EEUU en la conferencia de Roma, la derrota militar de Israel en Líbano y la guerra entre "halcones" y "moderados" en Tel Aviv

Las claves de la invasión

Por Manuel Freytas
IAR–Noticias, 29/07/06

Ningún analista del sistema (salvo IAR Noticias, que no es del sistema) enfocó los resultados de la conferencia de Roma, el miércoles, como un fracaso de la diplomacia de EEUU para imponer un plan previamente consensuado entre Rice y la plana mayor del Estado judío, sino que, por el contrario, lo interpretaron como "un triunfo" del lobby de presión norteamericano.

La mayoría, interpretó la no imposición de un alto el fuego como un éxito de la presión de EEUU sobre los países y potencias presentes en la conferencia de Roma, sin analizar la trama y el contexto general estratégico de la invasión militar de Israel a Líbano, y el objetivo central que guía a la misma en su desarrollo operativo.

En realidad hay un desarrollo secuencial de los acontecimientos que prueban que el plan agendado por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, no triunfó, sino que, por el contrario, fracasó en la conferencia de Roma del miércoles pasado.

Esto queda en evidencia cuando se analiza el desarrollo, paso por paso, de la escalada militar israelí que ya dejó más de 700 muertos civiles, produjo la destrucción de la infraestructura y de la economía de Líbano, y sumió al país en una devastadora catástrofe humanitaria con cientos de miles de personas huyendo de los bombardeos genocidas del Estado judío.

Veamos un breve desarrollo secuencial táctico de la invasión hasta el momento:

El fracaso del Plan A (la invasión militar)

El 12 de julio Israel lanzó una operación militar a alta escala en Líbano (ataques aéreos masivos complementados, luego, por una invasión terrestre de infantería y blindados) atendiendo a tres objetivos esenciales:

1) la destrucción de Hezbolá y de sus estructuras militares y políticas operativas en Líbano,

2) (como consecuencia de la derrota de Hezbolá) conseguir el control territorial y político de Líbano mediante una ocupación "legal" con las fuerzas de la ONU,

3) en control de Líbano, y destruida Hezbolá, proceder al objetivo encubierto de la operación militar: utilizar a Líbano como plataforma y cabecera de playa para un ataque militar a Siria, en una segunda fase complementaria de la invasión. (Ver: Las claves ocultas de la invasión al Líbano: el objetivo es Siria).

La operación fue diseñada y planeada por los sectores ultra–militaristas de Tel Aviv, en sintonía con los tecnócrata del lobby judío que controla la Casa Blanca y los resortes estratégicos e institucionales de la política exterior norteamericana.

Esta banda de halcones militaristas de Tel Aviv, con radio de influencia en el Likud, en las fuerzas armadas y en complejo militar de Israel, cruza mayor "sintonía" con el lobby judío que controla la Casa Blanca, la Reserva Federal y los resortes claves de la política interna y exterior de EEUU.

Este lobby, dirigido políticamente desde la Casa Blanca por el vicepresidente Dick Cheney, y liderado en la secretaría de Defensa por su titular, Donald Rumsfeld, representa en esencia el interés de las armamentistas, las petroleras y los consorcios de servicios que operan contratos millonarios con el Pentágono estadounidense.

El grupo de neoconservadores (neocons), ejecutor de la línea matriz de la política exterior norteamericana desde el 11–S, defiende abiertamente la intervención militar en todo el mapa de Medio Oriente para eliminar "la amenaza árabe a Israel".

Los neocons del lobby de Washington, como se dijo, sintonizan en la misma frecuencia que el ministro de Defensa israelí, Amir Peretz, y sus halcones militaristas, cuyo objetivo de máxima (en el cual Líbano conforma solo una fase) es el llamado "plan de remodelación del Medio Oriente".

Este lobby defiende abiertamente la intervención militar en todo el mapa de Medio Oriente para eliminar "la amenaza árabe a Israel" e impulsa "la guerra total" y el cambio de régimen en Irán y Siria bajo el marco de la "guerra contraterrorista· lanzada tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Después de planificar la invasión a Afganistán (bajo el pretexto de destruir a la red "Al Qaeda"), y de la ocupación militar de Irak (bajo el pretexto de terminar con las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein) el lobby judío y los halcones norteamericanos, fortificados por la reelección de Bush,, han puesto la mira en tres países claves: Siria, Líbano e Irán.

Siria –como ya anticipó el año pasado IAR Notticias– es un objetivo aún más "inmediato" que Irán, dado que el Pentágono necesita neutralizar una posible convergencia masiva de los guerrilleros islámicos (provenientes de Siria y el Medio Oriente) a Irán en caso de que éste sea atacado militarmente por EEUU.

IAR Noticias, en sucesivos informes, viene adelantando que el verdadero objetivo de la escalada militarista de Israel en Líbano es la destrucción de Hezbolá y la preparación de una plataforma de lanzamiento de un ataque a Siria, con una "cabecera de playa" situada en Líbano, Jordania e Irak (las tres fronteras). (Ver: objetivo Siria)

Las ideas fuerza de "Siria protectora del terrorismo de Hezbolá", lanzadas masivamente por medio de consignas periodísticas desde las cadenas norteamericanas, "cierran" con el plan madre del sionismo judeo–norteamericano de Washington fogoneado por la troyka de expertos neoconservadores del lobby judío de la Casa Blanca y el Pentágono.

En esa fuentes y objetivos estratégicos abrevan los halcones israelíes que lanzaron la operación militar de exterminio en Líbano, el 12 de julio pasado, lo que demuestra que la escalada militar a Líbano no fue improvisada ni coyuntural, fue parte de un plan estratégico diseñado a largo y mediano lazo, y cuyo objetivo es el control político y militar de Medio Oriente.

Después de 16 días de bombardeos consecutivos que causaron más de 700 civiles muertos, la devastación de la economía y de la infraestructura libanesa, y una crisis humanitaria que ya suma cerca de un millón de personas huyendo de sus hogares, Israel no pudo conseguir sus objetivos.

No obstante esa masacre militar, los halcones de Tel Aviv no pudieron lograr los dos objetivos prioritarios del Plan A de invasión militar: Destrucción de Hezbolá y control político y militar de Líbano.

Por lo que hubo que implementar un Plan B, que buscaba alcanzar los mismos objetivos, pero por vía diplomática.

El fracaso del Plan B (la vía diplomática)

Tras el enpantanamiento de la invasión militar, la estrategia del eje Washington–Tel Aviv intentó imponer sus objetivos primero, ejerciendo una presión directa sobre el gobierno de Beirut, y segundo por medio de un "lobby de presión" diplomática en la conferencia de Roma, el miércoles pasado, a través de EEUU y Gran Bretaña (aliado estratégico principal de la dupla Washington – Tel Aviv).

En Beirut, esta semana, Rice ejecutó la primera fase del plan que fracasó con la negativa del gobierno libanés de suscribir un acuerdo del cese del fuego con la aceptación de los tres puntos centrales descriptos del Plan B, que representaban una capitulación de Líbano y una derrota de Hezbolá que no fue aceptado por los propios interesados: Hezbolá y el gobierno de Líbano.

Ante el fracaso de la presión "diplomática" sobre Beirut, Rice y Tel Aviv pasaron a la segunda fase del plan B, diseñando una estrategia para imponerlo en la conferencia de Roma, el miércoles pasado.

Repasemos nuevamente los objetivos, esta vez del Plan B:

1) establecimiento de un cese el fuego ordenado por la ONU,

2) creación de una "franja de seguridad" en la frontera de Líbano con Israel, y despliegue de una fuerza multinacional bajo control operativo de la OTAN,

3) desarme y retiro del sur de Líbano de la guerrilla de Hezbolá ordenado por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Si la estrategia de Rice para conseguir los tres puntos del plan (consignados más arriba) triunfaba por vía diplomática en la conferencia de Roma, el Plan B judeo–norteamericano (que sustituía al Plan A del mando militar israelí) hubiera alcanzado su objetivo: Washington y Tel Aviv se hubieran apoderado de Líbano sin disparar un solo tiro más.

Como se sabe, la conferencia de Roma, en su comunicado resolutorio, solo consiguió consenso para un "abstracto" pedido de cese el fuego a futuro, y un, también pedido a futuro, de despliegue de una fuerza multinacional en el sur de Líbano, además de "ayuda humanitaria" para las víctimas.

La decisión de la conferencia no precisó nada sobre el punto esencial, de interés prioritario para la dupla Washington–Tel Aviv: el desarme y retiro del sur de Líbano de la guerrilla de Hezbolá ordenado por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Esta es la prueba más fehaciente de que la estrategia diplomática de EEUU no salió victoriosa de la conferencia en Roma, sino que fracasó estrepitosamente al no poder imponer el objetivo prioritario y central que guió la invasión militar a Líbano.

Esta situación, a su vez, detonaría (a partir del jueves) un nuevo marco de situación internacional en torno a Líbano, y un nuevo escenario de correlación de fuerzas en Israel, donde, a raíz del fracaso militar, comenzó un proceso de guerra interna entre halcones y moderados por el control de los resortes políticos de decisión.

Los emergentes del fracaso militar

El objetivo prioritario del fracasado Plan B en la conferencia de Roma, buscaba conseguir el repliegue "honroso" de las fuerzas israelíes tras el llamado del Consejo de Seguridad a un cese del fuego, convirtiendo la derrota militar (la no consecución del objetivo central de destruir a Hezbolá en 16 día de ataques y bombardeos) en un triunfo militar por vía diplomática.

En el actual cuadro de situación tres causas principales enmarcan la crisis israelí que surgió como consecuencia del fracaso militar y diplomático:

1) El empantanamiento de sus fuerzas terrestres en el sur de Líbano (infantería y blindados), donde han fracasado en el operativo de destrucción de las fuerzas, búnkeres y refugios de la guerrilla de Hezbolá, y están sufriendo severas bajas a mano de la guerrilla irregular.

2) el impacto social, político y económico que están produciendo en la población y en el gobierno israelí los ataques con cohetes de Hezbolá.

3) Las presiones y condenas internacionales que están produciendo las muertes civiles y la destrucción de Líbano por los bombardeos israelíes.

Desde el punto de vista social los cohetes de Hezbolá sobre ciudades israelíes fronterizas está generando entre la población israelí el pánico a los ataques con cohetes que hasta el momento han producido más de 70 muertos entre civiles y soldados. La oposición política culpa de esta situación a la ofensiva militar en alta escala desatada por los halcones militaristas en Líbano, el 12 de julio.

En lo político, el fracaso militar, la no destrucción militar de Hezbolá y su estructura, así como la enorme presión internacional en contra que están generando los asesinatos a civiles, creó una fisura entre los halcones militaristas encabezada por el ministro de Defensa, y la franja moderada de los políticos del Likud y del partido de Olmert.

Los moderados buscan un repliegue honroso de sus tropas en Líbano antes de que sufran más bajas y se empantanen definitivamente en ese país como le está sucediendo a las fuerzas norteamericanas en Irak.

Los halcones militaristas intentan aprovechar el no establecimiento de un alto el fuego en Roma interpretando que la situación representó una "luz verde" para una ampliación de la ofensiva aérea y terrestre orientada a la destrucción de Hezbolá por la vía militar.

Sobre este punto central, profundizar la ofensiva o buscar un repliegue "honroso" gira la actual interna política en Tel Aviv, corazón estratégico del poder israelí.

La estrategia que Rice llevó agendada a la conferencia de Roma, fue consensuada con el primer ministro Olmert y los sectores políticos más moderados, y contó con la resistencia de los sectores ultraderechistas del Likud y de las fuerzas armadas israelíes.

Esto explica porque, el jueves a primera hora, el ministro de Defensa, Amir Peretz, anunció un ampliación de la ofensiva militar en Líbano, aduciendo (falsamente) que la conferencia de Roma le había dado "luz verde" a Israel para continuar hasta el fin con sus operaciones de exterminio de Hezbolá.

Horas después, y como producto de las contradicciones internas entre partidarios de la contraofensiva y partidarios del repliegue militar, surgió otro comunicado oficial, esta vez del gabinete de seguridad de Olmert, anunciando que no se iba a ampliar la ofensiva.

De esta manera, en horas de la tarde del jueves en Tel Aviv,se desmentía el primer comunicado emitido por el sector de los halcones militaristas que hablaba de una contraofensiva a a escala global para acabar con Hezbolá por la vía militar.

Fue un triunfo de la línea "moderada" del Estado judío, en base a una evaluación de las reacciones internacionales de condena y rechazo que está generando la "opción militar" de los ultra halcones, incluso entre países aliados en la ONU, como es el caso de Francia y Alemania, cuyos gobiernos han expresado posturas críticas a la ampliación de la escalada militar.

Y en escenario se plantea la disyuntiva principal: si Israel produce un repliegue unilateral de sus tropas, concede tácitamente la victoria a Hezbolá y a todo el espectro de la resistencia en Medio Oriente y en Gaza, además de fortalecer a Irán y a Siria, países claves en los futuros objetivos de Israel y del lobby judío de la Casa Blanca.

Si, por el contrario, Israel no repliega sus tropas y amplia la ofensiva difícilmente va conseguir los objetivos que en 16 días de bombardeos y acciones militaresde destrucción no pudo conseguir.

Finalmente, y como consecuencia de la lucha interna, el Estado judío parece haber adoptado una posición intermedia: mantener la ofensiva invasora dentro de un statu quo, sin ampliar las operaciones militares, hasta la consecución de una nueva estrategia y un Plan C, que por estas horas los arquitectos judíos de Washington y Tel Aviv parecen no tenerlo.

Estratégicamente las condiciones internacionales variaron hacia dos ejes principales:

1) el fracaso militar y diplomático de la invasión militar fortaleció en lo político interno y en el plano internacional a Hezbolá, que, hasta ahora, emergió como la gran triunfadora enarbolando la causa y la bandera de la resistencia de Líbano invadido por las fuerzas sionistas.

2) A la luz del fracaso de la estrategia diplomática en Roma, ya se conformó un bloque de potencias, por ahora "críticas" a la invasión, que rechazan puntualmente la ampliación de la invasión por aire y por tierra, y cuyos líderes en la conferencia de Roma fueron claramente, Rusia, Francia y Alemania, quienes frenaron el plan de Condoleezza Rice para establecer un inmediato cese del fuego, el desarme y el aislamiento de Hezbolá.

Y aquí hay que aclarar un detalle: ese bloque de potencias occidentales no se opone a un alto el fuego (de hecho lo solicitaron) sino al punto complementario del plan diplomático presentado por Rice en Roma: el desarme y la destrucción de Hezbolá y el establecimiento de una "franja de seguridad" en el sur de Líbano que favorecía la expansión imperial de Israel.

De cualquier manera, ni en Israel ni en el campo internacional existe hoy una estrategia y un plan claro para salir del genocidio militar que ha asesinado indiscriminadamente a civiles y creado una catástrofe humanitaria y económica de dimensiones siderales en Líbano.

Habíamos señalado que una extensión del tiempo en la destrucción militar de Hezbolá iba perjudicar el plan de conquista militar de Israel, con su consecuente derrota en el plano internacioanal. (Ver: Cuál es el plan y qué puede pasar en la invasión terrestre de Israel a Líbano).

Y ese es el marco estratégico que engloba la actual situación de empantamiento de los tanques y la infantería israelí que está viviendo la sensación de estar en una ratonera. Y las evidencias muestran que están en una ratonera.


Cuál es el plan y qué puede pasar en la invasión terrestre de Israel a Líbano

En una ratonera

IAR–Noticias, 25/07/06

Una avanzada de blindados y soldados israelíes ingresaron al sur libanés en una clásica operación de "testeo" para evaluar las defensas de Hezbolá, con cuyos integrantes mantienen combates en la modalidad de guerra de guerrillas, casa por casa, y calle por calle, donde las fuerzas judías no cuentan con la supremacía de los ataques aéreos. Para los expertos, se trata de una expedición "preparatoria" de una invasión a gran escala, cuyos posibles efectos relatamos en este informe.

Los tanques y soldados israelíes, ingresaron el sábado a territorio libanés, después de que los aviones judíos masacraran durante doce días poblaciones civiles e infraestructuras, dejando más de 370 muertos y miles de heridos.

Un escenario de pelea marcado por las tácticas de guerra de guerrillas, del combate casa por casa, en un teatro de operaciones urbano, donde Hezbolá se maneja en su propio territorio y cuenta con la adhesión de los pobladores, y donde la supremacía aérea y militar de Israel pierde gran parte de su contundencia y efectividad.

Como lo hicieron las tropas norteamericanas en Irak, el ejército judío abandonó la supremacía del aire y se metió en un escenario de combate donde los expertos no le auguran el mismo éxito de destrucción que tuvieron con los bombardeos impunes sobre poblaciones desarmadas e infraestructuras.

El mando militar israelí aclara que no se trata de una "invasión a gran escala", con lo que también coinciden algunos analistas, que ven la incursión terrestre judía como una operación de "testeo de terreno" preparatoria de una ofensiva a gran escala a ser lanzada en las próximas horas. Algo así como tantear la temperatura del agua antes de meterse en el río.

La "argumentación" que esgrime el estado mayor israelí para esta "mini–invasión" por tierra es la de la creación de una "zona de seguridad" en la frontera, para impedir que las columnas de Hezbolá ataquen a las poblaciones israelíes aledañas.

Sin embargo, los especialistas, tanto de Europa como de EEUU, ven, para las próximas horas una operación militar terrestre a gran escala combinada con ataques aéreos masivos y bombardeos navales a objetivos situados en todo Líbano.

Ayer uno de los más influyentes diarios norteamericanos, The Washington Post, señaló que Israel y EEUU planean que una fuerza multinacional integrada por entre 10 mil y 20 mil soldados controle el sur de Líbano, territorio asediado por los ataques de la aviación israelí.

Según el rotativo, los "detalles" de cómo estará conformado ese contingente serán discutidos la semana próxima por la secretaria norteamericana de Estado, Condoleezza Rice, con líderes de las naciones del Medio Oriente.

De acuerdo con el Post, la fuerza multinacional no incluirá efectivos del Pentágono, ya involucrado en la ocupación de Irak, Afganistán y en otros conflictos.

Aunque los expertos –más allá de lo que sostenga el Post– saben que operativamente las "fuerzas de paz" de la ONU siempre están controladas, en forma directa o bajo cuerda, por oficiales norteamericanos y de las potencias europeas.

Se trata de un objetivo, que IAR Noticias ya había adelantado la semana pasada, a desarrollar luego de que las tropas judías, por aire y por tierra, peinen todo el territorio libanés y destruyan la mayor cantidad de blancos en búnkeres, arsenales, y centros logísticos y organizativos de Hezbolá.

Se trata de una estrategia resumida en el dicho popular de "entro, toco y me voy", donde las tropas judías, a diferencia de las tropas norteamericanas en Irak, ingresan, destruyen lo más posible las estructuras de la resistencia de Hezbolá, y luego, tras un llamado de alto el fuego de la ONU y el anuncio del despliegue de una "fuerza internacional de paz", se repliegan a la frontera.

El retiro de las tropas de Israel y la ocupación del Líbano por una fuerza multinacional (controlada bajo cuerda por EEUU), ese es el "plan", analizado, como siempre a media lengua, por algunos analistas del sistema que cuentan parcialmente el panorama estratégico.

La mayoría de los medios y expertos en EEUU señalan que la escalada militar invasora (a la que llaman "guerra") que Israel libra desde hace doce días contra Hezbolá en territorio libanés, cuenta como nunca con el aval y el visto bueno de Washington, su principal socio y sostén militar.

"Esta vez, el gobierno (de Washington) actúa como si hubiera una identidad de intereses entre Israel y Estados Unidos", comentó MJ Rosenberg, analista de Israel Policy Forum.

"No recuerdo una situación así anteriormente", añadió. "Creo que la visión del mundo de George W. Bush es idéntica a la de Israel (...). En un momento dado, Bush decidió que Israel tenía razón".

Para Steven Cook, del Council on Foreign Relations, la situación actual es comparable al respaldo manifestado por Estados Unidos hacia Israel tanto durante la guerra de los Seis Días, en 1967, como durante la guerra del Yom Kippour, en 1973.

Según este experto, la convergencia de visiones entre Washington y el Estado judío se explica por numerosos intereses comunes, especialmente, por el deseo en neutralizar a Hezbolá, calificado como "el as" del terrorismo mundial por Richard Armitage, el secretario de Estado adjunto para Medio Oriente durante el primer mandato de George W. Bush.

No obstante, y más allá de lo que digan estos analistas del sistema, que ven la "sociedad" EEUU–Israel solamente con implicancia en Líbano, en realidad, la operación militar de masacre y exterminio en territorio libanés es solo la primera fase de un "plan general" cuya próxima escala es Siria, y más adelante Irán.

IAR Noticias, en sucesivos informes, vino adelantando que el verdadero objetivo de la escalada militarista de Israel en Líbano era la destrucción de Hezbolá y la preparación de una plataforma de lanzamiento de un ataque a Siria, con una "cabecera de playa" situada en Líbano, Jordania e Irak (las tres fronteras).

Los jefes militares israelíes no esconden que han ingresado a Líbano para acabar con la guerrilla de la resistencia libanesa y sus campos de entrenamiento, organización y logística.

Pero para un conjunto de expertos ésa es sólo la excusa que tapa el verdadero objetivo que no es otro que el ataque militar a Siria, con Líbano sirviendo como "cabecera de playa".

Así como en Palestina las fuerzas israelíes intentan acabar con el gobierno de Hamás y establecer un régimen dócil a la ocupación, en Líbano intentan liquidar a Hezbolá para después controlar al gobierno libanés y a sus fuerzas armadas.

Sin la presencia de Hezbolá, y con las fuerzas libanesas bajo control operacional de oficiales israelíes y norteamericanos, el Líbano va a servir como nueva cabeza de playa fronteriza para el ataque militar de EEUU e Israel a Siria.

Un plan estratégico que comenzó con la expulsión de las tropas sirias del Líbano adoptada tras la resolución 1.559 del Consejo de Seguridad de la ONU (citada por Bush más arriba) impulsada por EEUU, Francia y Gran Bretaña.

El primer tramo de ese objetivo –señalan fuentes de inteligencia en Damascco– consistió en la expulsión de las fuerzas sirias del territorio libanés con la complicidad de la ONU y de las potencias europeas.

La operación –señalan los sirios– fue precedida por operaciones de inteligencia que realizaron la CIA y el Mossad con el asesinato del ex primer ministro Hariri, con el cual se culpó a las fuerzas sirias y se argumentó la resolución de la ONU ordenando su retiro del Líbano.

En la interpretación de la inteligencia siria, la operación con el asesinato de Hariri para culpar luego al gobierno de Damasco situó la primera fase de la operación de exterminio militar que lanzó luego Israel, en Beirut el miércoles 12 de julio.

La impunidad y la baja resistencia a la operación de invasión al Líbano que está en curso, se posibilitó con la maniobra de expulsión de las tropas del gobierno de Damasco, que constituyó la primera fase clara del "Objetivo Siria".

EEUU–Israel propone y Hezbolá dispone

Este sábado, con el ingreso de soldados y tanques israelíes en el sur de Líbano, comenzó la operación de testeo de "resistencia" que el mando israelí va a procesar antes de ordenar la operación terrestre masiva.

Pero el hombre propone y Dios dispone: nadie puede prever con exactitud si las tropas judías van a poder salir del Líbano con la facilidad que está prevista en el objetivo trazado.

Se sabe (por lo menos así lo manifestó su jefe), que Hezbolá, una fuerza de guerra de guerrillas, con alto poder de movilidad, conocimiento del terreno, y en su propio territorio, no va acatar el alto el fuego de la ONU y de las potencias cómplices de Israel y EEUU.

Con lo cual se puede interpretar que, a pesar de que Israel –siguiendo el plan madre– acate el alto el fuego, las columnas de Hezbolá seguirán sometiendo a las fuerzas invasoras judías a diferentes tácticas de ataques, como atentados, emboscadas, francotiradores, y a operaciones de comandos, con las cuales pueden producir bajas más que importantes y complicar el repliegue de Israel.

En este escenario proyectado, difícilmente los blindados y fuerzas israelíes puedan salir de Líbano con la facilidad que ingresaron, y, si hay matanza de soldados israelíes en la operación, la cuestión interna se les va a complicar a los halcones militaristas de Tel Aviv, ya que dará causa a los que se oponen en Israel a esta invasión terrestre, que no son pocos.

Un punto de importancia clave lo conforma el hecho de que los halcones israelíes enfrentan en esta etapa no solamente la posibilidad de una "ratonera" para sus tropas en el Líbano, sino también a los cohetes que Hezbolá lanza todos los días contra ciudades fronterizas que ya han matado a 37 israelíes, han causado un impacto en su economía y creado un creciente temor entre la población, según informa este lunes The Wall Street Journal, el más influyente diario financiero estadounidense.

"La guerra ha paralizado una gran parte del norte de ese país, forzando el cierre de fábricas, oficinas y tiendas. Se calcula que más de un tercio de los dos millones de personas que viven en el norte de Israel ha buscado refugio en el sur", señala el financiero estadounidense, agregando que esta situación podría llevar a que Israel renuncie a su meta de destruir a Hezbolá.

El otro punto, también central, es que el ingreso del contingente multinacional de "paz" tampoco garantiza que Hezbolá renuncie a la acción militar, y pueda someter a los invasores multinacionales, "legalizados" por la ONU, a la misma estrategia de ataques y de "guerra asimétrica".

Y queda un cuarto factor, también de importancia clave

El mando militar israelí, así lo reconocen sus propios altos jefes, no consiguió con los bombardeos ( y a pesar de haber masacrado población civil y destruido la infraestructura y la economía de Líbano) su objetivo prioritario que era la destrucción de las bases y centros operativos de la guerrilla de Hezbolá.

A raíz de no haberse cumplido ese objetivo, se decidió lanzar una operación relámpago terrestre en alta escala con el propósito de asestar un golpe complementario y demoledor para terminar con Hezbolá o dejarla con su capacidad operativa al mínimo.

Lo que se preguntan los expertos por estas horas es ¿Qué va a pasar si Israel no consigue el objetivo central de exterminar a Hezbolá a las 48 o 72 horas posteriores a una invasión terrestre a gran escala?

Este es el escenario más temible que se plantea para los invasores judíos, ya que una extensión del tiempo de los combates terrestres, en la modalidad de guerra de guerrillas, casa por casa, calle por calle, con los combatientes de Hezbolá apareciendo y desapareciendo sin dejar rastros, puede horadar la moral de los soldados israelíes diseminando entre sus filas el "sindrome Irak".

El otro punto que se plantea en un supuesto escenario de "prolongación" de los combates terrestres, son las reacciones y movilizaciones sociales a nivel internacional que pueden comenzar a presionar sobre los gobiernos –hasta ahora cómplices silenciosos de la invasión– para que pidan en grupo un cese el fuego sin que Hezbolá sea doblegada, lo cual conllevaría la "derrota" tácita del ejercito invasor israelí.

Lo que, a su vez, conduciría a otro "efecto" secundario: el retraso del ataque militar a Siria planeado como operación complementaria del asalto al Líbano.

La extensión del tiempo y los frentes de conflicto descriptos que acechan a las tropas judías son claves y determinantes para definir una victoria o un Watergate para Israel en esta operación de invasión.

Fundamentalmente la extensión del tiempo de las operaciones, es el flanco débil que algunos expertos –entre ellos IAR Noticias– ven en esta invasión terrestre planeada en conjunto por el eje Tel Aviv–Washington, que hasta ahora permanece como algunas películas de Hollywood: en suspenso y a la espera del desenlace.