Medio Oriente

 

Negociación depende de objetivos viables

Análisis de Trita Parsi (*)
Inter Press Service (IPS), 22/09/06

Washington.– Luego de una tensa semana en la que varios aliados de Estados Unidos rompieron con el gobierno de George W. Bush ante al conflicto nuclear con Irán, cristalizó un acuerdo para dar un poco más de tiempo a la diplomacia.

Consciente de la inutilidad de las presiones para conseguir sanciones a Irán en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a las que se oponen China, Francia y Rusia, Washington hizo de la necesidad virtud y acordó no complicar el diálogo pendiente entre la Unión Europea (UE) y Teherán.

El gobierno de Bush cuestiona el programa nuclear iraní y el procedimiento de enriquecimiento de uranio que, alega, está destinado a fabricar armas estratégicas. Teherán asegura que el desarrollo tiene estrictos fines pacíficos, la generación de electricidad, y se niega a detenerlo.

Los continuos esfuerzos de Washington para imponerle sanciones a Irán daban la impresión de que Estados Unidos quería que fracasaran las discusiones entre Javier Solana, alto representante de la UE para la Política Exterior y la Seguridad Común, y el alto consejero de Seguridad Nacional iraní Ali Larijani.

El acuerdo de paralizar la acción en el Consejo hasta comienzos de octubre, Washington evitó ese escenario mientras los europeos mostraron su capacidad de presionar al gobierno de Bush a comprometerse, por lo menos en materia de plazos.

La nueva resolución impuesta por Europa para presionar al gobierno de Bush obedece a la comprensión de que el camino de las sanciones conduce a una situación de pérdidas para todas las partes y a un camino seguro hacia la guerra, pero también en el perfil más alto de Italia y España dentro de las deliberaciones internas de la UE.

Como dos de los mayores socios comerciales iraníes de la UE, Italia y España tienen relaciones más cercanas con Irán, y consecuentemente también tienen más que perder con las sanciones.

Italia en particular buscó activamente la opción diplomática. El primer ministro italiano, Romano Prodi, un fuerte impulsor del diálogo, fue el primer jefe de gobierno de la UE en reunirse con el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad en la sede de la ONU en Nueva Cork esta semana.

"En una situación tan seria, es sorprendente ver que muchos de los principales protagonistas del asunto nunca hablaron entre sí", dijo Prodi el miércoles a la agencia Reuters.

Italia también participó en la reunión de las grandes potencias donde se debatió el plazo límite de octubre, convirtiendo en los hechos al grupo P5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania) en P5+2.

Esta maniobra volvió a poner la pelota en la cancha de Irán. Previamente, Teherán había hecho correr la idea de "congelamiento por congelamiento", alegando que Irán no avanzaría en su programa nuclear mientras las naciones del P5 se abstuvieran de tomar acción en el Consejo de Seguridad.

En cambio, la UE sugería un camino paralelo para alcanzar un acuerdo sobre la base de una suspensión de las actividades iraníes de enriquecimiento de uranio, cuestionadas por Washington. Sin embargo, esta opción era independiente de cualquier acción del Consejo de Seguridad, lo que significaba que Europa no podría garantizar que Estados Unidos no presionara para conseguir sanciones de la ONU mientras tuvieran lugar las negociaciones.

El acuerdo para detener la acción del Consejo de Seguridad por dos semanas constituye un paso crítico para superar la brecha entre la fórmula iraní y la europea y arreglar los detalles de la suspensión, aunque solamente se dio un tiempo limitado para hacerlo.

Aunque es un paso fundamental hacia una resolución pacífica a la crisis nuclear, iniciando negociaciones en las que tanto Irán como Estados Unidos están en la mesa, es solamente la primera fase de la diplomacia.

La próxima y crucial es acercar las posiciones de los Estados clave sobre la sustancia de la cuestión del enriquecimiento, más que en asuntos de procedimiento. Aquí, de nuevo, existe un abismo significativo entre China, Rusia y algunos estados de la UE, por un lado, y Estados Unidos y Gran Bretaña por otro.

Los países de la UE aceptan cada vez más la idea de que, aunque privar a Irán de capacidad de enriquecimiento de uranio puede ser deseable, no es un objetivo políticamente viable.

Y cada vez más funcionarios concluyen que un programa de enriquecimiento limitado en suelo iraní ––bajo estrictas inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), dependiente de la ONU–– parece ser el mejor resultado realista que Occidente puede perseguir.

Y el tiempo corre en contra. En pocos meses, convencer a Teherán de conformarse con un acuerdo que le conceda apenas un programa de enriquecimiento a pequeña escala puede quedar fuera de alcance.

Sin embargo, Washington parece determinado a oponerse a cualquier compromiso sobre estos criterios. Aunque el gobierno de Bush mostró flexibilidad en los plazos y los temas de procedimiento, insiste en objetivos maximalistas en el fondo del asunto.

La posición de Washington sigue siendo que la única garantía de que Irán no use su programa de enriquecimiento de uranio para propósitos militares es que no se le permita realizar ningún enriquecimiento en su propio suelo.

Así, mientras en Teherán distintos sectores del poder debaten cómo responder al nuevo plazo de octubre y a la idea de suspender temporalmente el enriquecimiento para permitir que comiencen las negociaciones, una pregunta crítica que se están formulando los propios iraníes es si la UE puede convencer a Estados Unidos en la sustancia, así como en materia de tiempos y procedimientos.

Si Estados Unidos e Irán no muestran disposición a comprometerse en asuntos sustanciales, las negociaciones fracasarán, volviendo irrelevante el triunfo de haberlas iniciado.


(*) Trita Parsi, experto en política exterior iraní de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, es autor de "Treacherous Triangle –– The Secret Dealings of Iran, Israel and the United States" ("Triángulo de traición: Las relaciones secretas de Irán, Israel y Estados Unidos"), a publicarse en 2007 por Yale University Press.


Bush accede a dialogar

Por Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 19/09/06

Washington.– Mientras en los pasillos de la ONU en Nueva York era evidente el ajetreo para evitar que el presidente estadounidense George W. Bush se topara con su par iraní Mahmoud Ahmadinejad, en Washington surgían señales alentadoras para el vínculo entre los dos países.

Este mismo martes, cuando Bush pronunciaba su discurso anual ante la Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), el ex secretario de Estado (canciller) James Baker anunciaba que la Casa Blanca le había encargado la misión de aceitar el diálogo con Irán.

Baker, copresidente del Grupo de Estudios sobre Iraq creado por el Congreso legislativo, indicó que aún está por determinarse cuándo se reunirá con un "alto representante" de Irán, a quien no quiso identificar. Pero el gobierno estadounidense ya autorizó la entrevista, aseguró.

"Confío en que nos reuniremos con un alto representante del gobierno iraní", dijo en una conferencia de prensa en el Instituto de la Paz, una de las instituciones privadas que apoya con su andamiaje académico al Grupo de Estudios sobre Iraq.

Para muchos en Washington, el anuncio deja en evidencia que la balanza de la política exterior se inclina una vez más en beneficio del ala "realista" del gobierno, en perjuicio de los halcones de extrema derecha encabezados por el vicepresidente Dick Cheney.

Baker es un realista consumado, que, según numerosas versiones, ha manifestado en privado críticas hacia la política del gobierno respecto de Medio Oriente.

Mientras, los halcones de Cheney, también predominantes en las oficinas civiles del Departamento (ministerio) de Defensa, se oponen a cualquier tipo de diálogo tanto con Irán como con Siria.

De hecho, Baker anunció el martes que el Grupo de Trabajo se reunirá esta semana con el canciller de Siria, un vínculo que el gobierno ha boicoteado durante casi dos años. Ya se reunió con el embajador de Siria en Estados Unidos.

Nativo de Houston, en el estado de Texas, la carrera política de Baker comenzó en 1970, cuando colaboró con la infructuosa campaña por una banca en el Senado de George Bush, padre del actual presidente.

En el último año de la presidencia de Gerald Ford (1975–1976), fue subsecretario del Tesoro, y ascendió a secretario en la primera presidencia de Reagan. En la segunda, se desempeñó como jefe del Estado Mayor de la Casa Blanca.

Entre 1976 y 1992 dirigió todas las campañas presidenciales republicanas.

Entre 1997 y 2004, encomendado por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, negoció una solución política para el conflicto de Sáhara Occidental.

El Grupo de Trabajo sobre Iraq fue creado por el Congreso y discretamente apoyado por la Casa Blanca en abril, a sugerencia del legislador del gobernante Partido Republicano Frank Wolf.

La convocatoria a Baker fue motivada tanto por los riesgos en Iraq y las amenazas que plantean para todo Medio Oriente como por el tono cada vez más maniqueo del debate sobre política exterior en Estados Unidos.

Baker fue secretario de Estado de la presidencia de Bush padre (1989–1993). Antes de aceptar la designación del Congreso, solicitó el aval a Bush hijo.

El otro copresidente del Grupo de Trabajo es el ex diputado demócrata Lee Hamilton, director del Centro Internacional Wilson para Académicos con sede en Washington.

Los restantes integrantes son cuatro republicanos y cuatro demócratas, entre quienes figuran ex prominentes funcionarios de las presidencias de Ronald Reagan (1977–1989), Bush y Clinton (1993–2001).

La variedad de ideas oscila entre las del halcón republicano Clifford May, experto de la derechista Fundación para la Defensa de las Democracias, y el presidente del Consejo de Políticas para Medio Oriente y embajador retirado Charles Freeman.

Más de 60 expertos en Medio Oriente asisten al Grupo de Trabajo, que a comienzos de este mes estuvo cuatro días en Iraq.

Baker ordenó a todos los miembros del Grupo y a sus colaboradores no hablar con nadie sobre las deliberaciones hasta que su trabajo haya concluido, para no influir en las elecciones legislativas de noviembre.

El informe final será entregado al Congreso y a Bush, y hecho público de inmediato, aseguró Hamilton.

De todos modos, el Grupo de Trabajo aún no comenzó a discutir sus recomendaciones, informaron Baker y Hamilton el martes, en su primera aparición pública desde la creación del cuerpo.

Baker "nunca criticó abiertamente a Bush", sostuvo Steve Clemons, director del Proyecto Estrategia de la New American Foundation.

Los cuestionamientos de Baker se limitaron al modo en que el Pentágono manejó la invasión a Iraq y la ocupación de ese país del golfo Pérsico o Arábigo. De todos modos, condujo una gestión diplomática en 2004 para reducir la enorme deuda externa iraquí.

De todos modos, Baker, cuyo bufete de abogados representa a algunas de las principales compañías petroleras de Estados Unidos, ha cuestionado el alineamiento incondicional de Bush con Israel y la negativa presidencial a dialogar con Siria e Irán.

"Siempre ha sido un impulsor del diálogo", dijo el experto en asuntos iraníes Trita Parsi. El diálogo que encabezará Baker "ayudará a reducir la tendencia pesimista y la pérdida de confianza" entre Estados Unidos e Irán, afirmó.

"El mero hecho de que vaya a haber conversaciones es muy significativo en sí mismo", agregó Parsi.

De hecho, el director del Instituto Baker de Políticas Públicas (dependencia de la texana Universidad Rice que tiene al ex secretario de Estado como presidente de honor), Edward Djerejian, dijo el mes pasado, durante la guerra en Líbano, que el gobierno debería dialogar directamente con Siria e Irán.

Djerejian fue también el principal asesor en cuestiones de Medio Oriente de Baker, y también brindó consejos a la actual secretaria de Estado, Condoleezza Rice. El experto fue el mentor de la actual subsecretaria de Estado para Diplomacia Pública, Karen Hughes.

Rice, quien ha tratado con poco éxito de imponer una política exterior más flexible, en particular respecto de Irán, comparte esos puntos de vista, pero no ha podido aplicarlos por la presión de los halcones como Cheney.

"Me parece que Bush le dio a Rice espacio para avanzar en esta alternativa con Irán y Medio Oriente en general... pero eso no significa que haya comprado el proceso", dijo Clemons a IPS.

Hace 10 meses, el gobierno acordó, a sugerencia de su embajador en Iraq, Zalmay Khalilzad, iniciar negociaciones con Irán sobre la estabilización del área. Pero por presiones de los halcones, dejó de lado la iniciativa.