Líbano

 

Hezbollah toma las calles de Beirut para exigir la marcha de Siniora

Por Joan Cañete Bayle
Corresponsal
El Periódico, 11/12/06

Una nueva marea humana de centenares de miles de personas convocada por Hezbollah y el resto de la oposición se dio ayer cita en Beirut para exigir la dimisión del Gobierno antisirio y prooccidental de Fuad Siniora. Es la segunda manifestación de estas características en 10 días y se produce en el contexto de la protesta continua que los partidos opositores han organizado en la capital libanesa, bloqueándola y causando cuantiosos daños económicos. El jeque Naim Kassem, número dos de la milicia chií, reafirmó ante la multitud que las movilizaciones continuarán "meses" hasta que caiga el Gobierno de Siniora.

"¿No quiere Bush expresión popular en el Líbano? ¿No quiere Occidente y los países árabes escuchar la voz del pueblo del Líbano? Decidles: '¡Muerte a América!' 'Muerte a Israel!'", arengó Kassem a los manifestantes, apoyado por los gritos de unos protestantes que se concentraron en un ambiente festivo, rodeados por un gran despliegue militar que impedía que se acercaran a la sede del Gobierno y con pancartas en contra de Siniora, EEUU e Israel.

En un discurso grabado en vídeo, el general Michel Aún –líder cristiano aliado de Hizbolá– dio un ultimátum "de unos pocos días" a Siniora para aceptar un Gobierno de unidad nacional o afrontar la formación por parte de la oposición de un Gobierno transitorio paralelo.

En la sede del Gobierno donde permanece atrincherado, Siniora reiteró que la oposición pretende orquestar un golpe de Estado bajo los auspicios de Siria e Irán. "No queremos que Líbano sea el escenario de las guerras de otros", dijo Siniora, que dijo que las manifestaciones y la crisis política pueden desembocar en enfrentamiento sectarios.

Para compensar la demostración de fuerza de la oposición, miles de personas se manifestaron en apoyo de Siniora en Trípoli, la segunda ciudad del país. Esta concentración se une al desfile diario de antisirios que acuden cada día a la sede del Gobierno desde que empezó la campaña callejera de los prosirios.

Bloqueo económico

Siniora también admitió que la crisis política amenaza con bloquear económicamente el Líbano, e hizo un llamamiento a la oposición para que regrese a la mesa de la negociación. Pero ya puede ser tarde después de que el sábado el presidente libanés, el cristiano maronita prosirio Emile Lahud, rechazara el decreto gubernamental que proponía la creación de un tribunal internacional para investigar el asesinato, en el 2005, del exprimer ministro Rafic Hariri. Lahud argumentó que el Gobierno es "ilegítimo y anticonstitucional".

Este es el meollo de la crisis, que estalló cuando los seis ministros de Hezbolá, el partido chií Amal y Aún dimitieron y que se exacerbó con el asesinato, el 21 de noviembre, del ministro de Industria y destacado líder antisirio Pierre Gemayel.

Tras la salida de los seis ministros, la oposición exigió a Siniora su dimisión con el argumento de que sin su presencia el Ejecutivo ya no era legítimo ni constitucional. Siniora no opina lo mismo, ha seguido gobernando con sus ministros fieles y hace 15 días aprobó el plan del tribunal internacional que rechazó Lahud, con el argumento de que la dimisión de los ministros había sido dictada por Siria –acusada del asesinato de Hariri– para bloquear la puesta en marcha del tribunal.

Crisis institucional

A las manifestaciones se les unirá un bloqueo institucional, ya que Siniora pretende enviar el plan del tribunal al Parlamento, donde los antisirios tienen mayoría. Según la constitución, que trata de mantener un difícil equilibrio entre las facciones religiosas, una ley debe ser aprobada por el Gobierno, el Parlamento y el presidente. Sin embargo, el presidente del parlamento, el chií Nabih Berri, ya ha anunciado que no convocará un debate sobre el tribunal.


El primer ministro libanés vive encerrado en la sede del gobierno: Siniora no sale desde que hace 12 días, al iniciarse la protesta pidiendo su dimisión

El preso del Serrallo

Por Ricardo Mir de Francia
Corresponsal
El Periódico, 12/12/06

La intimidación hasta ahora impecablemente democrática de los seguidores del movimiento radical chií libanés Hezbollah está dando sus frutos. Desde hace 12 días, el primer ministro, Fuad Siniora, vive atrincherado en sus oficinas del palacio del Serrallo. No sale de allí; duerme y come dentro, mantiene las reuniones políticas propias de un primer ministro y recibe a sus simpatizantes. Pero siempre sin cruzar el umbral de su fortín, protegido por alambradas, tanquetas militares y decenas de soldados.

Desde su ventana, como si fuera una princesa cautiva o un reo con privilegios, puede contemplar como a menos de un kilómetro miles de personas acampadas piden su dimisión y la de su Gobierno.

Añoranza de libertad

Para más sorna, en un edificio cercano han colgado un cartel con una fotografía de Condoleezza Rice, tocada con un velo de novia, abrazando a Siniora. "Gracias, Condi", reza el fotomontaje.

La demostración de fuerza "sin precedentes" de la oposición prosiria el domingo, formada por los chiís y los cristianos seguidores de Michel Aún, ha puesto todavía más en vilo la continuidad de su Ejecutivo, alineado con Occidente.

"Echo de menos mi libertad... cuando podía pasear con mi mujer por las calles sin sentirme amenazado", explicó ayer Siniora a la agencia France Press. Su señora y su hijo le acompañan en su ostracismo, ocupando toda el ala norte del segundo piso del lujoso Serrallo. Con ellos, una docena de ministros viven en el edificio, que fue remodelado por el exprimer ministro Rafiq Hariri tras la guerra civil.

Varias amenazas

"No estamos aquí para escondernos de los manifestantes sino por razones de seguridad después de haber recibido varias amenazas", aseguró la ministra de Asuntos Sociales, Nayla Mouawad. Vive junto a otros 10 ministros en el ala reservada a los huéspedes de más rango, en el primer piso del imperante edificio, y es la única ministra del Ejecutivo recluída en el Serrallo.

En la mente de todos sigue vivo el reciente asesinato a quemarropa del titular de Industria, Pierre Gemayel. Fue la sexta destacada figura antisiria asesinada en dos años. Desde el Gobierno, del que forman parte sunís, drusos y un sector minoritario del voto cristiano, se culpó a Damasco, foco también de todas las sospechas del magnicidio de Hariri.

"Solo tienen que matar a otros dos más de nosotros para echar el Gobierno abajo", decía la viuda del presidente Rene Mouawad, asesinado en 1989, cuando todavía los sirios ocupaban las calles de Beirut. Se refería a la aritmética del Gobierno libanés. Tras la dimisión el mes pasado de seis ministros prosirios y la muerte de otro, solo hace falta la desbandada o desaparición de dos más para que el Ejecutivo de Siniora deje de ser constitucionalmente viable.

Vida normal

No es la primera vez que el antiguo barracón militar del Serrallo, reconvertido después en sede de los gobernantes otomanos, se convierte en refugio de Siniora. Ya lo fue durante los 34 días que duró la guerra entre Hezbollah e Israel.

En esta nueva etapa el primer ministro está acompañado de su séquito de colaboradores, y todos tratan de hacer una vida normal. "Mi vida aquí se desarrolla de manera bastante normal", explicó el ministro de Deportes, Ahmed Fatfat. "A veces a última hora de la tarde nos reunimos para ver las noticias en la televisión o para comer juntos", añadió. Los ocupantes también intentan desarrollar sus obligaciones como políticos en la forzada residencia del Serrallo: reciben las habituales visitas oficiales y de periodistas. Aunque sienten la amenaza cercana.

Porque la calle ha pasado a ser para ellos territorio comanche. "Salimos solo de vez en cuando", concede la ministra Moawad. Para ella su reclusión en un paso más en "una batalla personal contra la hegemonía siria que ha corrompido este país".

Hezbollah mantiene su pulso y su líder, el jeque Hasan Nasralá, ha dicho que no se detendrán hasta que caiga el Gobierno. Hay algo preocupante que tendrían que saber los hombres de Siniora: Nasralá siempre cumple su palabra. En este caso, todavía no la ha cumplido, pero ha logrado algo impensable. Siniora se ya se ha convertido, tal y como lo han bautizado los seguidores de Hezbollah, en "el prisionero del Serrallo".