Líbano

 

Revolución en el Líbano

Amanecer del Nuevo Siglo, febrero 2007

Recientemente, los partidos de la oposición libanesa y los sindicatos pusieron fin a la huelga general que habían iniciado pocas fechas antes a causa de los enfrentamientos violentos ocurridos con los seguidores del gobierno del primer ministro Fuad Siniora. El 23 de enero, tres personas murieron y 133 resultaron heridas en choques entre facciones en el Líbano, mientras que varios cientos de miles de manifestantes respondieron a una llamada de los sindicatos, respaldados por Hezbollah y Amal, los dos partidos shiíes, y el Movimiento Patriótico Libre (MPL), formado por cristianos y liderado por el carismático líder Michel Aoun, que se ha aliado con Hezbollah a cambio del apoyo de la organización a sus planes para convertirse en presidente. Los sindicatos han acusado al gobierno de poner en práctica un programa económico, dictado por las potencias occidentales, que está empujando a los trabajadores libaneses hacia una situación de pobreza. Los portavoces sindicales criticaron los nuevos impuestos que el gobierno ha aprobado y calificaron su programa económico de “desastroso” para los obreros y los agricultores. Asimismo, rechazaron los planes gubernamentales dirigidos a privatizar los servicios públicos, tales como la compañía de electricidad y el sector de las telecomunicaciones.

En realidad, el gobierno de Fuad Siniora ha fracasado. Su elección de los ministros del gabinete resultó decepcionante porque le fue impuesta por la Alianza del 14 de Marzo y no representa a todos los grupos políticos o religiosos del Líbano. El gabinete parece estar siempre más interesado en culpar a Siria de sus errores que en hallar soluciones reales a los problemas a los que hace frente el país. Su posición antisiria ha sido mal recibida por muchos libaneses que en virtud de la historia, el matrimonio, el origen y la tradición están aliados con o son simpatizantes de Damasco.

Además, cabe señalar que todos los líderes antisirios tenían fuertes vínculos con Damasco hace tan sólo unos años. Siniora era ministro de Finanzas cuando Siria tenía el Líbano bajo su control. Marwan Hamadeh, una de las voces más antisirias, fue ministro de Salud en esa época, y Walid Jumblatt fue un estrecho aliado de Damasco y ministro de los Desplazados. En la actualidad, todo el mundo en el Líbano sabe que si las elecciones se repitieran, la coalición gubernamental no obtendría ya la mayoría. Por el contrario, el carisma y la popularidad de Hezbollah se han disparado no sólo en Líbano, sino también en el mundo árabe y el musulmán, debido al heroísmo de la organización durante la guerra del pasado verano contra Israel.

Hezbollah, Amal y el MPL retiraron sus ministros del gobierno en noviembre de 2006 y están demandando que el ejecutivo dimita. Hezbollah y sus aliados quieren un nuevo gobierno de unidad nacional, que daría a la oposición un poder de veto, y unas nuevas elecciones generales. El 1 de diciembre del pasado año, 800.000 personas se manifestaron en Beirut e iniciaron una acampada. Una ciudad de tiendas de campaña situada en el centro comercial de Beirut, en la que participan miles de personas, se ha mantenido allí desde entonces. El Sheij Naim Qassim, vicesecretario general de Hezbollah, manifestó en la víspera de la huelga que la oposición libanesa no estaba únicamente haciendo frente al gobierno de Siniora, sino a “una conspiración internacional contra nosotros, dado que EEUU tiene una voz decisiva en todos los asuntos del gobierno.” Hezbollah ha dejado claro también que no posee ninguna ambición de tipo sectario. Las pancartas que se utilizan en las protestas y en la televisión del movimiento, Al Manar, dicen: “Uno y unidos”.

Así pues, el centro de Beirut ha quedado ocupado por shiíes, la comunidad más pobre del Líbano, haciendo así que esta revolución tenga una versión tanto social como política. Cuando hordas de manifestantes sunníes, cristianos y drusos protestaron del mismo modo, ocupando el centro de la ciudad, hace dos años para presionar en favor de la retirada de las tropas sirias, hechos éstos que fueron conocidos en todo el mundo con el nombre de la “Revolución de los Cedros”, los libaneses denominaron a estas protestas “la Revolución de Gucci” en referencia a los gustos caros y elevada clase social de sus participantes. Los manifestantes shiíes no compran productos de Gucci y no pueden permitirse tampoco comprar o bailar en los exclusivos establecimientos del centro de la ciudad. “Esta parte de la ciudad es para los franceses, los norteamericanos y los ricos,” manifestó Ali Hamdan, de 30 años y miembro del partido shií Amal, a Los Angeles Times. “Ya no es nuestra. No es realmente el Líbano.”

Por su parte, Sheij Hassan Nasrallah, el líder de Hezbollah, señaló que la organización y sus aliados no buscaban derrocar al gobierno por la fuerza, pero advirtió que la organización y sus aliados continuarían incrementando la presión sobre Siniora en las próximas semanas y prometió no echarse atrás con respecto a sus demandas. “La oposición tiene la fuerza política, popular y organizativa suficiente para derrocar a este gobierno inconstitucional hoy o mañana,” declaró Sheij Nasrallah a los fieles shiíes que celebraban la fiesta shií de la Ashura en los suburbios del sur de Beirut. “Lo que hasta ahora ha impedido la caída del gobierno, que está sujetándose al poder, no es el apoyo internacional de que goza, sino los sentimientos patrióticos de la oposición y su deseo de preservar la paz civil.”

Por su parte, la Alianza del 14 de marzo intentó convertir el funeral de Pierre Gemayel – el asesinado ministro de Industria libanés- en una protesta y una muestra de fuerza en su lucha por el poder contra Hezbollah y sus aliados. Sin embargo, la enorme participación que los líderes de la Alianza y Siniora habían esperado no se materializó. El número de personas que lograron reunir fue mucho más pequeño que las masivas multitudes que salieron a las calles tras el asesinato de Hariri en 2005. Esto es una señal del declive de la popularidad de la Alianza.

Poco después de que tres shiíes fueran muertos por disparos en la Universidad de Beirut, Nasrallah culpó a las milicias pro-gubernamentales por estos episodios de violencia e insistió en que la oposición había respetado siempre la ley en sus protestas. “La guerra de julio mostró cuantas armas tenemos,” señaló. “Pero no recurrimos a estas armas ayer. Aquellos que insisten en que no tienen ninguna, sin embargo, las utilizaron.” Nasrallah es presentado a menudo en la prensa occidental como un provocador, pero él ha mantenido la paz en los últimos meses en el país y está decidido a evitar una guerra civil. Hace tan sólo algunos días, manifestó: “Incluso si ellos matan a 1.000 de nosotros, no utilizaremos aún así nuestras armas contra ellos.”

Hezbollah y sus aliados están decididos a demostrar que su movimiento de protesta no tiene ninguna motivación sectaria. Ellos gozan del apoyo de un gran número de cristianos, partidarios de Michel Aoun. “Estas protestas no tienen vinculación alguna con la pertenencia a un grupo religioso o una clase social determinados. Somos islamistas shiíes y aquellos de allí son cristianos,” manifestó Ayman Mashlab, de 22 años -que perdió a 12 de sus amigos en los bombardeos israelíes contra su ciudad natal, Nabatiyeh, el pasado verano-, al Chicago Tribune. “Éste es un asunto entre los ladrones y la gente honesta.”

Hezbollah y sus seguidores no tienen prisa. “Si esto lleva un año, no hay problema,” declaró Sayid Awada, de 33 años, un pintor del Valle de la Bekaa que se ha mudado a una tienda de campaña con su esposa y dos hijos, al Tribune. Él apenas ha trabajado un solo día desde la guerra del pasado verano contra Israel y confía en que un nuevo gobierno restaure la economía y fomente el empleo.


Michel Aoun, el aliado cristiano de Hezbollah

Amanecer del Nuevo Siglo, febrero 2007

El general Michel Aoun, de 71 años, uno de los líderes de la comunidad cristiana en el Líbano, ha culpado al gobierno de Siniora y a sus aliados antisirios por los actuales problemas en el Líbano. En una reciente entrevista de televisión, Aoun señaló que no abandonaría la oposición ni rompería su acuerdo con Hezbollah. Él ha apoyado también al presidente Emile Lahud en contra de las fuerzas antisirias –la así llamada “Alianza del 14 de Marzo”- que tratan de obligarle a dimitir. “Que lo intenten”, señaló Aoun.

Aoun no acudió al funeral de Pierre Gemayel, el ministro de Industria que fue recientemente asesinado, porque su familia le comunicó que no era bienvenido. Los Gemayel son una poderosa familia con una amplia influencia dentro de la comunidad cristiana. Poco después del funeral, los pósters de Aoun en Beirut fueron quemados por algunos indignados individuos que habían acudido al funeral. Los enemigos de Aoun le han acusado de dar una “cobertura cristiana” a las políticas de Hezbollah en el Líbano.

Pocos imaginaban hace unos años que Aoun se convertiría en uno de los líderes de la así llamada “alianza pro-siria” en el Líbano. En 1991, él era el jefe de una milicia antisiria, que fue derrotada por las tropas sirias, tras una dura guerra de seis meses de duración, y se vio obligado a huir a Francia, donde pasó 14 años. En mayo de 2005, volvió al Líbano e hizo un llamamiento para poner fin al sectarismo y las divisiones en el país, acabar con la corrupción y dar inicio a una nueva era. Él fundó el Movimiento Patriótico Libre junto con un grupo de cristianos pro-sirios y, para consternación de algunos de sus antiguos seguidores, estableció una alianza política con Hezbollah y otras fuerzas pro-sirias.

“No es que ame a Hezbollah,” señaló Aoun en una entrevista. “No estoy intentando defender a Hezbollah tanto como estoy tratando de buscar acuerdos, ya que un enfrentamiento con ellos nos arruinaría.” Ésta honestidad, señalan responsables de Hezbollah, permitió a Aoun granjearse la confianza de los líderes de la organización. “Esta actitud creó un sentimiento de confianza entre shiíes y cristianos,” indicó Galib Abu Zeinab, miembro del Buró Político de Hezbollah. “No queremos establecer una república islámica; queremos relaciones diplomáticas y normales con Siria, y queremos una democracia basada en el consenso, y esto es también lo que quiere el Movimiento Patriótico Libre.”

Durante la actual crisis política, Aoun ha estado pidiendo la dimisión del gobierno de Siniora. “Consideramos que este gobierno se halla en una posición irregular, porque la Constitución ha sido repetidamente violada,” señaló Aoun. Sus seguidores acamparon en el corazón de la ciudad y protagonizaron enfrentamientos con militantes de las Fuerzas Libanesas, partido liderado por Samir Geagea, y de la Falange, liderada por la familia Gemayel. La familia Gemayel y Geagea se han aliado con la coalición del 14 de Marzo, que apoya al gobierno de Siniora. Los Gemayel han sido antisirios desde que Damasco intervino, a mediados de los años setenta, en la guerra civil del Líbano. Por su parte, Geagea estuvo en prisión hasta 2005, cuando las tropas sirias se retiraron del Líbano. Él encabeza ahora el bloque parlamentario de las Fuerzas Libanesas. “La Falange y las Fuerzas Libanesas han utilizado la muerte de Pierre Gemayel para ir en contra de Aoun,” señala Paul Salem, director del Carnegie Middle East Center en Beirut.

Algunos incidentes violentos ocurridos en Beirut Este han agravado las tensiones entre ambos grupos. “Hoy existe una gran diferencia de opiniones entre los cristianos y no creo que nadie vaya a cambiar de postura fácilmente,” declaró George Adwan, diputado de las Fuerzas Libanesas, al Christian Science Monitor. Estas diferencias arrojan una sombra de pesimismo sobre el futuro de una comunidad que dominó en su día el Líbano tras la independencia del país, pero que hoy se siente marginada. En realidad, estas divisiones no son nuevas. Desde la independencia de Francia en 1943, se han producido rivalidades y enfrentamientos entre las grandes familias cristianas maronitas a la hora de competir por el puesto de la Presidencia, que está reservado para los miembros de esta religión.

Muchos cristianos esperaban que la retirada de las tropas sirias del Líbano el pasado año, tras el asesinato del ex primer ministro Rafiq Hariri, supondría la revitalización política de la comunidad. En lugar de ello, los cristianos se han visto atrapados en una confrontación cada vez más enconada entre los dos principales campos políticos del Líbano. “Los cristianos se hallan en un estado de confusión. No sé qué van a hacer,” señaló Abdullah Bouhabib, un antiguo embajador libanés en Washington. El cardenal Sfeir, el respetado patriarca maronita, ha intentado buscar una solución que sirva para acercar a los dos grupos enfrentados de la comunidad cristiana, pero parece ser pesimista con respecto a sus posibilidades de éxito.

Pese a todo, Aoun parece estar ganando la partida. Él obtuvo el 70% de los votos cristianos en las recientes elecciones parlamentarias de 2005 y podría convertirse en el próximo presidente, especialmente si es apoyado por las organizaciones shiíes, incluyendo Hezbollah. Él está considerado también por muchos cristianos como el único líder cristiano maronita viable y carismático. “Para nosotros, él representa la soberanía y la dignidad,” señaló Gebran Bassil, un antiguo miembro del Movimiento Patriótico Libre que está casado con la hija del general. “El general no forma parte del sistema corrupto, y esto es por lo que los políticos están en su contra.”