Afganistán

 

Paulatinamente se aclara el objetivo real de la ampliación de la OTAN

Carne de cañón báltico–georgiana

Por Viacheslav Titiokin
Sovietskaya Rossia, 06/02/07
Rebelión, 12/02/07
Traducido por Josafat S. Comín

La semana pasada, el Seim (parlamento) de Lituania aprobó por 63 votos a favor, 21 en contra y 8 abstenciones, el envío a Afganistán de militares de los cuerpos de élite del ejército lituano, para la participación en “operaciones especiales de inteligencia” bajo mando estadounidense. El texto aprobado permite el envío a Afganistán de hasta 75 militares.

De este modo, los soldados de la república báltica participarán ya no en maniobras conjuntas de la OTAN o en operaciones “de paz” de la OTAN–ONU, sino en operaciones de combate del ejército colonial de los EE.UU. A Lituania, le ha sido concedido el alto honor de convertirse en uno de los sostenes del mundo unipolar.

La decisión del gobierno lituano causó gran alegría al Secretario General de la Alianza, Jaap de Hoop Scheffer. Es comprensible: el resto de miembros de la OTAN intentan eludir el dudoso honor de enviar contingentes significativos de sus tropas a Afganistán. Y si las envían procuran que sea al norte del país, lo más lejos posible de los combates cada vez más encarnizados, que se libran entre talibanes y las tropas anglo–americanas. Este ardor guerrero solo es respaldado por canadienses y holandeses. El resto prefiere mirar la guerra desde lejos, evitando acudir en ayuda de las tropas británicas y estadounidenses. Se escudan en el hecho de que para tomar parte en combates se necesita la aprobación especial de sus parlamentos nacionales.

En la reciente cumbre de la OTAN celebrada en Riga (Letonia), los americanos, que iniciaron la guerra y cargan con la responsabilidad mayor, pusieron sobre el tapete la cuestión de la “solidaridad atlántica”. Los europeos refunfuñaron algo ininteligible, pero finalmente prometieron echar una mano a los americanos. Solo que por lo que parece no se apresuran en cumplir lo prometido. La desagradable tarea de conseguir mercenarios de la UE para Afganistán ha sido encomendada al Secretario General de la OTAN.

¡Y de repente llega ese regalo del báltico! De Hoop Scheffer aplaudió entusiasmado a los lituanos, declarando que: “si Lituania puede, el resto también”.

Hasta ahora en Afganistán había ocho valerosos soldados lituanos, incluidos tres sanitarios y cuatro “especialistas en logística” (para entendernos, personal de carga y descarga). Tras la decisión aprobada en el Seim, serán enviados a Afganistán 40 voluntarios del cuerpo de operaciones especiales “Aytvaras” (“Duende”) y del batallón de cazadores “Príncipe Vitautas el Grande”. De momento serán destinados allí durante medio año, con un sueldo mensual de mil euros. Una perragorda, la verdad.

Equiparán a los “Rambos” lituanos con subfusiles kalashnikov (ilegales) de fabricación búlgara (con munición de calibre 5’56mm de uso habitual en la OTAN), además de jeeps con ametralladoras de calibre 12.7 mm. Los americanos suministrarán a los lituanos equipos de comunicación vía satélite, guía láser para misiles y bombas, visión nocturna etc. En una palabra: “tú dispara y despreocúpate del resto”.

Sin embargo los lituanos, conocidos de siempre por su destreza, en absoluto están dispuestos a cargar ellos solos con el “pesado fardo del hombre blanco” en el Asia bárbara. Han propuesto compartir el honor a los “dzhiguitas” de Georgia (hábiles jinetes del Cáucaso. N de la T.). La belicosidad (o más bien arrogancia) de estos, es más que suficiente. De momento no parece que vayan a entrar en guerra con Osetia del Sur y Abjasia, en vistas a que estas repúblicas (con el apoyo de Rusia) están preparadas para ofrecer una feroz resistencia. Por eso en Georgia ha sido bien recibido el ofrecimiento a estirar músculos, a mayor gloria del “mundo civilizado”, en Oriente Próximo.

El anuncio de la invitación de Lituania a Georgia para participar en la operación en Afganistán, lo hizo público el primer ministro lituano Guedeminas Kirkilas, en la rueda de prensa conjunta celebrada en Tbilisi, con su homólogo georgiano Zurab Nogaideli.

Según él: “a Lituania se le ha propuesto realizar una operación de pacificación en una de las provincias montañosas de Afganistán, y hemos invitado a las tropas georgianas para participar conjuntamente en ella”. “Georgia es un país montañoso. Nuestro país tiene otro relieve. Por eso confiamos en que los militares georgianos, que tienen experiencia en este terreno, compartan con nosotros sus experiencias”– apuntilló Kirkilas.

Esto es muy propio del espíritu báltico: nunca viene mal poder esconderse tras la espalda de un compañero que tenga “la pericia requerida”. Después de todo Lituania es un país llano, donde el monte más alto tiene 300 metros.

Así que mejor que en las montañas combatan los más acostumbrados georgianos, que los lituanos ya les ayudarán en todo lo que necesiten. A poder ser en la retaguardia…

Nogaideli confirmó, que Georgia ya había recibido de Lituania la correspondiente invitación, y que el tema sería tratado pronto en futuras conversaciones. En realidad, ya el 23 de enero en un encuentro con estudiantes de la Universidad de Tbilisi, el responsable de exteriores georgiano Guela Bezhuashbili, declaró que Georgia estaba lista para tomar parte en las operaciones de paz en Afganistán bajo mando de la OTAN.

¿De qué conversaciones hablan? Hace tiempo que está todo decidido. Pero no en Vilnius ni Tbilisi, sino en Washington. Todo lo demás no deja de ser un espectáculo llamado a demostrar, que Lituania ha tomado la honrosa decisión de echar una mano en Afganistán a la debilitada OTAN de un modo absolutamente voluntario, y que Georgia ha adoptado la misma medida aceptando el ofrecimiento hecho por Lituania. Como si los yankis no tuvieran nada que ver aquí. Un cuento lozano en el que cuesta creer. El guión del montaje fue escrito allende los mares, y los embajadores americanos en Tbilisi y Vilnius estuvieron bien alerta para que los actores no improvisaran e hicieran solo lo que el director había ordenado.

Ahora podemos ver claramente para qué durante todos estos años han estado arrastrando a la OTAN a los países de Europa Oriental y del Báltico. Los americanos necesitan carne de cañón para sus guerras coloniales. Con la suya no tienen suficiente. El ejército en los EE.UU. es profesional, por contrato. Lo mismo que quieren introducir en Rusia. Hasta ahora todo había ido más o menos bien. Voluntarios para incorporarse al ejército con unas buenas condiciones, no faltaban. Pero en cuanto empezó a oler a pólvora, y de Iraq y Afganistán comenzaron a llegar ataúdes, el número de deseosos de firmar ese “contrato” ha descendido notablemente. La situación ha llegado a un punto, en que si antes se permitía enviar soldados a Iraq solo por dos plazos, ahora esa limitación ha sido suprimida. Es decir, aquellos a los que se les ocurrió la idea de alistarse antes del comienzo de la guerra en Iraq, están ahora condenados a no salir de allí. Hasta que no te maten. Igual que los alemanes en su día encadenaban a los soldados a las ametralladoras.

Pero aún así no tienen suficiente solo con los suyos. La sociedad estadounidense está muy sensibilizada con el tema de las bajas.

Por eso el aporte de los mercenarios de la OTAN, aunque sea tan enclenque como el de los “paladines” lituano–georgianos es muy importante para los EE.UU.

En cuanto a las cifras, los 40 primeros “voluntarios” son sólo para no asustar a la opinión pública. Luego irán ampliando gradualmente hasta unos centenares, y llegarán al millar. A lo hecho, pecho. La “solidaridad atlántica” exige sacrificios. Humanos…