Medio Oriente

 

Informe de la 5ª Conferencia de El Cairo

Los principales debates

Por David Karvala, delegado
Enviado por el autor, 20/04/07

Asistí a la Conferencia del Cairo (del 29 de marzo al 1 de abril de 2007) como delegado de la Plataforma Aturem la Guerra, de Barcelona.

Escribo este informe, en principio, para la Plataforma. Pero dado que fui el único delegado de toda la península ibérica, aprovecho para hacer difusión de la Conferencia entre el movimiento anti guerra en otras partes de la península. Además, esta escasez de delegaciones me ha impulsado a extenderme más de lo normal en las explicaciones de la conferencia, para ampliar al máximo el conocimiento de este evento. David, Barcelona, 20 de abril de 2007 – davidxx@teleline.es

Egipto ahora

Egipto lleva 26 años bajo la presidencia de Hosni Mubarak, firme aliado de EEUU. En 2005, dio unos pequeños y simbólicos pasos para, supuestamente, democratizar su régimen, con una apertura mínima a la participación electoral de candidatos opositores. Los Hermanos Musulmanes (HM), la principal organización islamista del mundo, ganaron el 20% de los escaños, lo que parece haber agotado el entusiasmo de Mubarak por la democracia. Así que las leyes de emergencia, vigentes desde su acceso al poder, fueron endurecidas mediante un referéndum –ampliamente denunciado como fraudulento– en marzo de 2007.

Los cambios fueron interpretados como un intento de abrir el camino a la presidencia a Gamal Mubarak, hijo del presidente actual. Incluyeron prohibiciones hacia partidos religiosos –esencialmente los Hermanos Musulmanes, ampliamente reconocido como la mayor fuerza política del país– y nuevos poderes “antiterroristas”, sin control judicial, para la policía. El régimen tiene detenidos a centenares de activistas, sobre todo de los HM, a los que se propone juzgar en tribunales militares.

El autoritarismo de Mubarak no ha quedado sin respuesta.

En 2005, surgió el movimiento por la democracia, Kifaya, que aglutinó a diversas corrientes políticas, desde la izquierda radical hasta los HM. Sigue existiendo, aunque se encuentra algo estancado.

Lo más reciente ha sido una ola de luchas obreras casi insurreccionales, con huelgas salvajes (no apoyadas por el “sindicato” estatal) y manifestaciones espontáneas de decenas de miles de trabajadores[1].

También se han dado luchas campesinas muy importantes, contra el intento de Mubarak de invertir la reforma agraria de Nasser, y así devolver sus tierras a los antiguos terratenientes.

¿En qué consiste la Conferencia?

La Conferencia del Cairo se celebró por primera vez en diciembre de 2002. La organizaron grupos de la izquierda radical y organizaciones naseristas en Egipto, con la participación de activistas del movimiento anti guerra internacional, especialmente de la Stop the War Coalition de Gran Bretaña.

A partir de la segunda edición, empezaron a participar los Hermanos Musulmanes.

Para la 5ª edición, los convocantes fueron: El Partido Karama (naseristas), los Hermanos Musulmanes, el Partido Comunista Egipcio, el Partido Wasat (el “Centro”), el Partido del Trabajo y la organización de los Socialistas Revolucionarios. Las fuerzas egipcias más visibles y activas fueron los Hermanos Musulmanes, los socialistas revolucionarios y los naseristas, en este orden. También tuvieron una notable participación grupos profesionales, como abogados y periodistas.

Hubo delegaciones de mucho peso del resto de Oriente Medio. De Palestina, asistieron altos cargos del Parlamento Palestino y de Hamas, además de gente del FPLP y otros. De Líbano, hubo representantes importantes de Hezbolá, del Partido Comunista, y de diversos movimientos sociales.

Del resto del mundo, vinieron delegaciones de muchos de los principales movimientos antiguerra que siguen organizados y activos. De Gran Bretaña, una delegación importante de la Stop the War Coalition, además de activistas sindicales y de grupos de solidaridad con Palestina. De Canadá llegó una delegación grande de Canadian Peace Alliance, así como de algunas de los centenares de organizaciones locales y regionales que la integran. La mayor delegación internacional fue la de Corea del Sur, con más de 70 personas. En ese país, han hecho campañas de solidaridad con el movimiento egipcio por la democracia, lo que ha aumentado el interés entre los activistas coreanos.

Hubo varios puntos débiles respecto a la asistencia internacional. Según yo sepa, no hubo ningún delegado de Francia o Italia, ni del África subsahariana. Y sólo vino una delegada de toda América Latina, procedente de Venezuela (entiendo que incluso esto es un avance respecto al año pasado). Los organizadores mostraron un interés especial en establecer más contactos con los movimientos en América Latina.

Estructura de la conferencia

La Conferencia consistió en sesiones plenarias, organizadas por los convocantes, y en talleres, que podía organizar cualquier entidad participante.

Las sesiones plenarias se centraron en las guerras y las ocupaciones en Oriente Medio, y la solidaridad con las diferentes resistencias ante estas agresiones. Dentro de esto, hubo una sesión dedicada al problema de la islamofobia y a cómo crear puentes entre el movimiento antiglobalización y las corrientes islamistas, y otra sobre cómo superar las divisiones dentro de las resistencias.

Hubo foros sectoriales con muchos y diversos ponentes sobre: mujeres; trabajadores; campesinos; estudiantes; contra la tortura; contra la discriminación religiosa (que dentro de Egipto significa defender los derechos de la minoría copta, una variante del cristianismo).

Luego se desarrollaron talleres organizados por diversos colectivos. La mayoría por parte de grupos egipcios, sobre temas locales (democracia; libertad de prensa…). También hubo unos talleres, muy interesantes, organizados por los movimientos internacionales, sobre cuestiones actuales clave, como el Boicot al Estado de Israel; la lucha contra la islamofobia en occidente; la guerra en Afganistán…

La declaración se adoptó en una sesión final, tras incluir algunas enmiendas propuestas desde la sala, y rechazar otras.

Los Debates centrales

Unidad, no “choque de civilizaciones”

Un objetivo principal de la Conferencia es establecer y fortalecer las conexiones entre los movimientos antiguerra y antiglobalización internacionales y las diversas organizaciones de Oriente Medio que luchan contra el imperialismo, por la democracia y la justicia social, incluyendo a los movimientos islamistas.

Esta colaboración sigue siendo controvertida en muchos ámbitos, tanto en los movimientos occidentales como entre los sectores islamistas menos avanzados. Pero su necesidad es reconocida por todas las fuerzas que organizan la Conferencia, incluyendo a los máximos representantes de los Hermanos Musulmanes, además de los altos cargos de Hamas y Hezbolá presentes en Cairo. El rechazo a la idea de “choque de civilizaciones” fue expresado desde todos los sectores.

Al hablar del islamismo político, es esencial distinguir bien entre sus diferentes corrientes. Ali Fayyad, de Hezbolá, en su intervención en la sesión sobre la colaboración entre la izquierda y el islamismo político, identificó tres sectores de éste: los que apoyan al imperialismo (pensemos en la familia real saudita); los islamistas sectarios que ni siquiera son capaces de colaborar con otros musulmanes y que “fracasarán” (se refiere a los círculos de Bin Laden); y finalmente los que forman parte de la resistencia al imperialismo, como Hezbolá y Hamas, y que no tienen problemas para colaborar con la izquierda. Y Fayyad también sabe muy bien que dentro de la izquierda laica, hay un sector que se niega a colaborar con el islamismo político, y otro que sí está abierto a un trabajo conjunto.[2]

Relacionado con esto está la continuada centralidad de la guerra en Oriente medio –la “Guerra global contra el terror” de Bush– en la política mundial. La magnitud de las protestas del 15–F revolucionó muchas visiones respecto a la política internacional. Hubo la famosa cita del New York Times, de que los movimientos se habían convertido en la segunda superpotencia del mundo, pero también muchos activistas islamistas en Oriente Medio se plantearon la posibilidad de colaborar con este nuevo movimiento.

En muchos países, los activistas y las organizaciones abandonaron su actividad antiguerra tras la caída de Bagdad, y el movimiento dejó de existir. Pero donde se ha continuado trabajando y movilizando contra las guerras y las ocupaciones, el movimiento ha sobrevivido y se ha convertido en una contraparte reconocida por los masivos movimientos árabes inspirados en el Islam. Dado el contexto de la “guerra global” y su ideología de islamofobia, esta colaboración, con todos sus problemas, representa un hecho de primerísma importancia.

Contra la división sectaria

Se identificó al sectarismo, y a la supuesta enemistad entre los chiítas y los sunitas, como una estrategia de EEUU, así como de sus aliados, para defender sus propios intereses y debilitar a la resistencia.

Donde más se fomenta este sectarismo es en Irak. La declaración final mantiene que “La resistencia no será capaz de liberar a Irak salvo si evita la trampa del sectarismo y convierte la resistencia en una fuerza unificada y nacional, que una a chiítas y sunitas contra el ocupante estadounidense”. Un delegado, que se presentó como “antiimperialista”, rechazó esta formulación, manteniendo que la resistencia iraquí no necesitaba consejos, y además dejó patente su hostilidad hacia el principal dirigente chiíta opuesto a la ocupación, Muqtada Al Sader. Pero la enorme mayoría de la conferencia mantuvo su insistencia frente al sectarismo y a favor de la unidad.[3] Y una llamada de esta naturaleza suscrita por los Hermanos Musulmanes, Hamas y Hezbolá, no son palabras vacías. Representa una declaración de principios por parte de las organizaciones islamistas de mayor prestigio en el mundo, de la rama sunita y la chiíta del Islam.

Contra las amenazas a Irán

Hubo una amplia unidad frente a las amenazas contra Irán.

Casi todos los delegados expresaron su solidaridad con el pueblo de Irán frente a EEUU y sus aliados. Otra vez destacan las declaraciones de los Hermanos Musulmanes y Hamas –organizaciones sunitas– que enfatizaron que el chiísmo de la mayoría de los iraníes no debía afectar en lo más mínimo esta actitud.

Pero igual que en el tema anterior, hubo una pequeña minoría de delegados que discreparon. Un puñado de delegados “antiimperialistas”, así como un par que reivindicaron la figura de Sadam Hussein, querían poner condiciones a esta solidaridad, acusando a Irán de colaborar con EEUU en la ocupación de Irak. La declaración final llama a movilizaciones en todo el mundo frente a cualquier ataque a Irán, sin que esto implique ni acuerdo ni desacuerdo con el gobierno iraní actual.

Hubo un poco de debate respecto a la cuestión nuclear. La declaración defiende el derecho de los países a tener la tecnología nuclear para usos pacíficos, y denuncia el doble rasero en el trato a Israel e Irán. Pero una propuesta de ir más lejos, para estar activamente a favor del programa nuclear iraní, fue respondida con claridad por unos delegados de los movimientos antiguerra occidentales, que explicaron los problemas implícitos en la mencionada energía.

Temas de talleres

Democracia

La lucha por la democracia en los países árabes fue una constante en la Conferencia; algunos de los primeros pasos en la colaboración entre los organizadores del encuentro se habían dado como movimiento por la democracia.

Lo que los neoconservadores ven como la “paradoja democrática” –el hecho de que, al permitir a las poblaciones árabes votar libremente, no voten las opciones vistas desde occidente como “democráticas”– realmente subraya el hecho de que sólo la ausencia de democracia permite que los gobiernos árabes apoyen a EEUU e Israel.

La relativa falta de manifestaciones contra la guerra en el mundo árabe –salvo movilizaciones espontáneas, como las grandes manifestaciones en El Cairo del 19 y 20 de marzo de 2003, que acabaron con represión policial– refleja esta falta de democracia. En el momento de la conferencia, unos 300 activistas de los HM estaban en la cárcel. Unos 40 de ellos, incluyendo a su Vice Presidente, se enfrentan a juicios ante un tribunal militar por sus actividades, a pesar de que muchos de ellos fueron encontrados inocentes en tribunales civiles.[4]

La solidaridad con estos detenidos es un deber para los movimientos occidentales, de la misma manera que las organizaciones sindicales occidentales deberían buscar formas de solidarizarse con los trabajadores egipcios.

Un tema que se tocó en la conferencia, pero que queda por desarrollar, es que la democracia no consiste únicamente en votar de vez en cuando a representantes políticos, sino también en la justicia social, en elementos de la democracia económica. Esto queda implícito en la inclusión del movimiento antiglobalización como parte íntegra de la Conferencia, pero existen contradicciones. Es el caso de los Hermanos Musulmanes especialmente, que se declaran a favor de la democracia y la justicia social, pero defienden un modelo económico puramente capitalista.

De todas formas, esta contradicción afecta principalmente a los movimientos dentro de los países árabes, y sobre todo a Egipto, con el auge reciente de luchas obreras. La tendrán que resolver ellos mismos, entre los movimientos islamistas –sobre todo sus bases, que no tienen nada que ganar con el neoliberalismo– y la izquierda radical.

Antisionismo sí, antisemitismo no

Dada la confusión que siembra el Estado de Israel y muchos de sus defensores al respeto, fue muy significativa la claridad de todas las delegaciones sobre este tema.

Desde la izquierda radical hasta las organizaciones islamistas, afirmaron que lo que se combate es el sionismo y la actuación del Estado de Israel, no el judaísmo ni “los judíos”. Como dijeron varios ponentes: “No todos los judíos son sionistas, y no todos los sionistas son judíos”, citando como ejemplos de sionistas no judíos a Bush y a sus aliados entre los dirigentes árabes.

Hubo una participación importante en la conferencia de activistas antisionistas de origen judío, entre ellos John Rose, autor del excelente libro Los mitos del sionismo (desafortunadamente aún no existe traducción castellana), y Suzanne Weiss, que fue encarcelada en Auschwitz muy pequeña, y ahora está activa en Canadá (entre otras cosas, en “No en nuestro nombre: Voces judías contra la guerra de Israel”: www.nion.ca). Los dos presentaron un taller sobre “los judíos y el sionismo”, que provocó muchísimo interés.

Afganistán

Hubo un taller muy útil, organizado por el movimiento antiguerra canadiense, sobre la movilización contra la guerra en Afganistán.

Como explicaron diferentes representantes de los movimientos antiguerra, desde Canadá hasta Dinamarca, sus gobiernos se niegan a participar en Irak, pero se enorgullecen de su “intervención humanitaria” en Afganistán. Los ponentes canadienses desmontaron los argumentos que defienden esta distinción: las agresiones indiscriminadas a la población afgana, por parte de los ocupantes, sólo aumentan el apoyo a los Talibanes, que estaban desacreditados desde 2001; el dinero de la “reconstrucción” se pierde en corrupción; el respaldo a los antiguos señores de la guerra, convertidos ahora en parlamentarios, no libera en absoluto a las mujeres afganas… En resumen, la guerra en Afganistán es una parte más de la “guerra contra el terror” de Bush, y la participación canadiense (y europea) sólo sirve para liberar a más soldados estadounidenses con el fin de que luchen en Irak.

Lo impresionante y especial del caso canadiense es que en ese país ha habido movilizaciones amplias a favor de la retirada de sus tropas de Afganistán, convocadas por la Alianza Canadiense por la Paz (www.acp–cpa.ca). ACP–CPA es la organización “paraguas” del movimiento antiguerra en Canadá que aglutina a todas las sensibilidades antiguerra: partidos parlamentarios de la izquierda; sindicatos mayoritarios; grupos cristianos y pacifistas; la izquierda radical; y sobre todo movimientos antiguerra locales y regionales.

Los activistas que defendían la retirada de las tropas no fueron por su cuenta, sino que trabajaron duro para ganar el debate en el conjunto de la ACP–CPA, mediante jornadas y seminarios, la producción de materiales de formación, debates en sus asambleas… Así que la llamada para la retirada de las tropas de Afganistán es una posición unitaria, compartida por el Canadian Labour Congress, referente canadiense de CCOO y UGT, y el New Democratic Party, el referente canadiense del PSOE.

Boicot al Estado de Israel

Hubo un taller muy fructífero sobre el Boicot al Estado de Israel.

Un activista egipcio y otra canadiense (www.caiaweb.org) explicaron las diferentes iniciativas en sus países respecto al boicot.

Lo más novedoso fue la aportación de unos académicos británicos que describieron el boicot académico que impulsan en las universidades de su país, mediante el sindicato de profesores universitarios. Han recogido y producido una amplia documentación a favor del boicot, demostrando las fuertes conexiones entre las universidades israelíes y el ejército de ese país, y el valor del boicot como un método pacífico de presionar a Israel y de apoyar al pueblo palestino (ver su web: www.bricup.org.uk)

Lo impresionante del boicot académico, más allá de sus efectos prácticos, es el interés mediático que provoca, lo que ayuda a difundir una consciencia respecto a la lucha palestina. Por el mismo motivo, atrae muchos ataques por parte de los sectores pro sionistas. Esto subraya la importancia de preparar bien los argumentos.

Hay un creciente interés en el movimiento internacional –tanto en los países árabes como en otras partes del mundo– por impulsar el boicot al Estado de Israel, y si se trabaja de forma seria y organizada éste podría convertirse en un movimiento muy fuerte.

Unidad y acción

Dos elementos que se repitieron en toda la conferencia fueron: que los muy diversos movimientos, más allá de las diferencias que existan, tenemos que unirnos entorno a lo que compartimos, frente a un enemigo común; y que necesitamos “acción, no sólo palabras”.

La unidad se entiende en diferentes sentidos. Dado el lugar y la composición de la Conferencia, evidentemente, se planteó la unidad entre los movimientos occidentales con los del mundo árabe. Como dijo Mohamed Mandi Akef, presidente de los Hermanos Musulmanes, dando la bienvenida a la Conferencia:

“Espero que de esta conferencia nazca una coalición popular transnacional que sobrepase las fronteras y las afiliaciones políticas, y que llegue a un acuerdo para rechazar las ocupaciones de los países de los demás, una coalición que defienda a la gente en todo el mundo, su derecho a llevar una vida digna y su derecho a disfrutar de la democracia y la libertad.”

Para casi todas las delegaciones, esta unidad también se tiene que construir en los movimientos de cada país, y tiene que traducirse en actividad, no en meras declaraciones.

Un puñado de delegados presentaron su rechazo hacia trabajar con fuerzas más amplias, dentro de los países occidentales, como una actitud “más antiimperialista”. Los delegados de los movimientos antiguerra más fuertes, al contrario, defendieron que el antiimperialismo real consiste, no en aislarse de los que no comparten las visiones más radicales, sino en buscar formas de movilizar contra la guerra, conjuntamente con todas las personas y los sectores dispuestos a oponerse a la guerra, aunque éstos no se vean, necesariamente, como antiimperialistas.

Es sintomático del progreso ya conseguido que el debate respecto a la necesidad de un movimiento amplio y unitario, y de acción y no sólo de lemas, pasó por encima de las supuestas líneas divisorias entre el mundo occidental y el mundo árabe: las voces más firmes a favor de la unidad en la acción fueron las de un dirigente de la Stop the War Coalition británica y de otro de Hezbolá. Precisamente dos fuerzas que, de formas muy diferentes, han protagonizado movilizaciones muy importantes y amplias. Las pocas delegaciones –fuesen del mundo árabe u occidental– que se opusieron a esta visión, parecían carecer de experiencias parecidas.[5]

Conclusión

Toda conferencia de este tipo tiene sus limitaciones. Pero lo que se ha logrado hasta ahora, con las 5 ediciones de la conferencia, es un reconocimiento de los y las organizadoras, que han trabajado bajo muy difíciles circunstancias. Esta última edición, con la participación al más alto nivel de los movimientos de resistencia más importantes del mundo árabe, y de los movimientos antiguerra internacionales, representa un paso importante adelante.

Los retos son muchos. Sobre todo, poner en la práctica las decisiones acerca de promover la unidad y la actividad de los movimientos.

Para los movimientos occidentales, hará falta superar las sospechas que siguen existiendo en diferentes sectores del movimiento y de la izquierda: es irónico que los grupos islámicos tengan menos recelos ante esta colaboración que algunos movimientos occidentales, que se supone que serían más progresistas y tolerantes.

Los organizadores tienen muchísimo interés en fomentar relaciones con los movimientos latinoamericanos que se enfrentan a la política de Bush, pero hasta ahora con un éxito muy relativo.

De todas formas, la clave es seguir trabajando a nivel local y nacional, para que las reuniones internacionales tengan sentido.

En Barcelona, algunos temas que se podría trabajar más que hasta ahora serían: prepararnos para movilizaciones ante un eventual ataque contra Irán; desarrollar los argumentos, y con el tiempo acciones, a favor de la retirada de las tropas españolas de Afganistán; hacer un trabajo más sólido entorno al boicot al Estado de Israel; fortalecer las conexiones con los grupos musulmanes locales, así como la solidaridad con los movimientos en los países árabes (por ejemplo, la solidaridad con los detenidos en Egipto).

Para terminar, unas palabras de la intervención final de Ali Fayyad, alto cargo de Hezbolá, que resumen bien el espíritu de la conferencia:

“Una persona de otra religión, sea cristiano o judío, o cualquier ateo, que lucha contra la opresión y el imperialismo, está más cerca de mí que un musulmán que apoya al imperialismo. Victoria a la resistencia. El futuro es de los pobres y los oprimidos. El mañana nos pertenece a nosotros, no al imperialismo.” Trabajemos por ello.


[1]  Hay informes y fotos en www.arabist.net/arabawy; análisis en www.merip.org/mero/mero032507.html; ambos en inglés.

[2]  Sobre la manera en que la nueva izquierda radical egipcia trabaja con los Hermanos Musulmanes, se recomienda el reciente artículo: “Comrades and Brothers”, por Hossam El-Hamalawy: www.merip.org/mer/mer242/hamalawy.html. (El autor es el blogger egipcio, www.arabist.net/arabawy).

[3]  La manifestación convocada por Muqtada Al Sadr en Nayaf el 9 de abril de este año, donde centenares de miles de personas, incluyendo tanto a chiítas como a sunitas, protestaron contra la ocupación, confirma la actitud defendida por la Conferencia. Ver: www.jornada.unam.mx/ultimas/2007/04/09/cientos-de-miles-de-chiitas-manifiestan-contra-eu-en-irak

[4]  Hay más información en la versión inglesa de la web de los HM: www.ikhwanweb.com

[5]  El mismo debate, con una alineación parecida, surgió en la reunión internacional celebrada en Beirut en noviembre de 2006. Ver en informe (en catalán) en www.aturemlaguerra.org/?q=node/76