Líbano

 

Entrevista a Thierry Meyssan (*)

"La ofensiva israelí contra el Líbano no era más que una etapa del remodelamiento del Medio Oriente
por EEUU"

Por Mahdy Mostafa
El Corresponsal de Medio Oriente y África, junio 2007

La ofensiva israelí de julio y agosto de 2006 contra el Líbano no tenía como objetivo el rescate de los soldados que el Hezbollah había hecho prisioneros y no fue resultado de una iniciativa de Tel Aviv. En realidad, no fue más que una etapa del vasto plan de estadounidense de remodelamiento del Gran Medio Oriente, afirma Thierry Meyssan en entrevista concedida al diario egipcio Al–Ahram en ocasión de la publicación en árabe de su libro “L’Effroyable imposture 2”.

– Usted afirma en su libro, “L’Effroyable imposture 2”, que la guerra israelí de julio de 2006 fue planificada de antemano. ¿Cuáles son los detalles de esa operación?

– Al día siguiente de la invasión contra Irak, Estados Unidos ya había designado su próximo blanco. Al adoptar la Syrian Accountability Act, el Congreso autorizaba al presidente Bush a hacerle la guerra al Líbano y a Siria cuando le pareciera necesario. En aquel entonces, Francia protegió al Líbano al negociar la resolución 1559, pero se enemistó con Siria, nación de la cual esperaba que –a cambio– se retirara del país de los cedros. Sin embargo, esa corta resolución de la ONU es particularmente ambigua. Se presta a dos interpretaciones contradictorias, según se analice desde París o desde Washington. Para Jacques Chirac, se trataba de afirmar la independencia del Líbano. Para George W. Bush, por el contrario, se trataba de debilitar la defensa del Líbano. Y como siempre sucede en esos casos, el quid pro quo acabó favoreciendo al más fuerte. Sobre todo porque el presidente Chirac cometió un error de graves consecuencias: al confundir sus relaciones personales con Rafic Hariri con las relaciones de Estado a Estado, comprometió toda la influencia francesa en el Líbano al apoyar exclusivamente a Rafic Hariri, llegando incluso a distanciarse de los tradicionales socios maronitas de Francia en el Levante.

A partir de ahí, el proyecto de guerra fue modificado por primera vez. Estados Unidos se vio obligado, debido a la resolución 1559, a subcontratar a Israel para llevar adelante las operaciones militares. Los partidarios del enfrentamiento eliminaron a Rafic Hariri para sacar a Francia del juego. Mediante la manipulación de la psicología de las multitudes, suscitaron en el Líbano un estado de opinión contra Siria, esperando que se produjera una explosión general.

Pero, una vez más, no sucedió lo que habían previsto. En vez de buscar problemas, Siria se retiró espontáneamente del Líbano, donde en el pasado había desplegado su ejército a pedido de los libaneses. Entonces hubo que modificar de nuevo el plan porque a partir de ahí la guerra ya tenía que ser nada más que contra el Líbano.

– Usted mencionó también el nombre de Farid Ghadry, personalidad siria protestante de la que mucho se habló y que ha desaparecido de las noticias. ¿Qué papel desempeñó él en la Syrian Accountability Act?

– Inicialmente, Estados Unidos tenía previsto desembarcar en las costas libanesas e invadir Siria después. Los estadounidenses hubieran llegado con nuevos gobiernos, formados en Washington con elementos nacionales, como hicieron en Afganistán con su títere Hamid Karzai y en Irak con Ahmed Chalabi e Iyad Allaui. Ziad K. Abdelnur habría gobernado el Líbano y Farid N. Ghadry hubiera gobernado Siria.

Este último es un cristiano sionista que trabaja para fabricantes de armamentos vinculados al Pentágono. Es miembro activo de las principales organizaciones sionistas estadounidenses: AIPAC y JINSA. Creó un partido político sirio en Estados Unidos y una radio que transmite hacia Siria desde Chipre. Trató infructuosamente de reunir en torno de sí mismo a la oposición siria, pero no resultaba muy creíble: generalmente (y se trata de un problema que la CIA enfrenta a menudo), la gente que se presta para organizar gobiernos colaboracionistas en detrimento de los intereses de su propia patria no resulta simpática y no puede esperar entonces alcanzar sus fines mediante la vía democrática.

Al principio, toda su actividad giraba exclusivamente alrededor del derrocamiento de los regímenes prorrusos en Europa Occidental. Poco a poco, la Nacional Endowment for Democracy (NED) y el US Institute for Peace (USIP) se interesaron por el resto del mundo. En enero de 2004, George W. Bush duplicó el presupuesto de la NED dándole explícitamente la misión de tomar el control del Gran Medio Oriente.

– Usted mencionó también a la National Endowment for Democracy fundada por Ronald Reagan para derrocar a los gobiernos que se oponen a las políticas estadounidenses. Sabemos de muchas ONG del Medio Oriente que son financiadas por esa institución. ¿Significa eso que la mayoría de esas asociaciones están vinculadas a la CIA?

– Después de las revelaciones de los años 70, la CIA está completamente desacreditada. Bajo Reagan, los neoconservadores imaginaron un nuevo medio de injerencia, más «limpio». Más que organizar golpes de Estado y asesinatos políticos, Estados Unidos prefirió penetrar los movimientos políticos y sindicales y corromperlos. La National Endowment for Democracy (NED) fue creada al margen del Departamento de Estado y el US Institute for Peace (USIP) al margen del Departamento de Defensa. Ambas estructuras constituyen desde entonces el brazo visible de los servicios secretos estadounidenses. Actuaron primero en Europa oriental y luego en Europa occidental, incluyendo a Francia, donde financian partidos políticos de manera ilegal.

En enero de 2004, el presidente George W. Bush duplicó el presupuesto de la NED dándole como misión que tomara el control de todas las organizaciones políticas y sindicales del mundo árabe. Para ello, la NED creó numerosas ONG y ofreció gratuitamente su ayuda a las ONG que ya existían en el mundo árabe. Es una forma de actuar extremadamente perniciosa. Esa gente llega siempre derrochando simpatía y no piden nada a cambio de su ayuda. Pero rápidamente logran imponer un modo de actuar y ciertas problemáticas, desviando así la energía de los militantes –a la que tanto temen– hacia temas secundarios, e imponen en los primeros planos a las personas que a ellos les convienen otorgándoles medios de acción considerables.

No se puede decir que los que aceptan la ayuda de la NED trabajan para la CIA. Pero sí es seguro que, aunque lo hagan de buena fe, se ponen en una situación en la que no tardarán en verse manipulados por esta en detrimento de los intereses de sus propios países.

En el caso de Egipto, la NED se interesó de forma particular por penetrar las organizaciones patronales.

– ¿La resolución 1559 es acaso un preludio de lo que usted ha llamado la destrucción del Líbano y, posteriormente de la orientación hacia Siria? Esta otra pregunta requiere una respuesta franca. ¿Por qué insiste usted en las relaciones entre Rafic Hariri y Jacques Chirac?

– Se supone que el presidente de la República Francesa tiene que concentrarse en su propio mandato en vez de dedicarse a negocios personales que puedan convertirse en fuente de conflictos de intereses. Yo no dispongo de ningún elemento probatorio que permita afirmar que la familia Hariri se ocupaba de administrar los haberes de la familia Chirac. Pero si me interrogo sobre la significación de los suntuosos regalos que los Hariri le han hecho a los Chirac, desde joyas que están entre las más caras del mundo hasta el apartamento que actualmente ocupan en París.

En todo caso, las relaciones privadas entre los Hariri y los Chirac fueron dictando progresivamente su propia lógica a las relaciones entre el Líbano y Francia. Es un grave error y tuvo consecuencias graves.

– ¿Esta relación personal entre Rafic Hariri y Jacques Chirac explica la transformación de las relaciones entre Francia y los maronitas del Líbano?

– Jacques Chirac identificó los intereses de la familia Hariri con los intereses de Francia en el Líbano. Debido a ello, ignoró a todos los demás protagonistas, cualesquiera que fuesen. En lo tocante a los maronitas, que constituyen la vía tradicional de la influencia francesa en esta región desde hace siglos, él se negó a conversar con Michel Aun, aunque éste último había estado exilado en Francia durante 15 años. Interrumpió todo contacto con Emile Lahud, siendo éste presidente de la República. Sin embargo, mantuvo las relaciones con los falangistas y con las Fuerzas Libanesas, o sea con una pequeña minoría que constituye el ultimo partido fascista del Mediterráneo.

– Según usted, ¿Jacques Chirac sabe con precisión la identidad de los asesinos de Hariri?

– No. Jacques Chirac vivió la muerte de su amigo Rafic Hariri como un drama personal. De cierta manera, él se considera indirectamente responsable. Incluso llegó incluso a sospechar de todo el mundo.

– Usted sugiere en su libro que Estados Unidos es responsable del asesinato de Hariri. ¿En qué se basa?

– La muerte de Rafic Hariri resultaba indispensable para la realización de los planes estadounidenses en la región. Estados Unidos e Israel eran los únicos interesados en [que se cometiera] ese crimen, que –por lo contrario– resultaba embarazoso para Siria. Sin embargo, el hecho de que sacaran provecho del crimen los convierte en sospechosos, no en culpables. Para pasar a esto último, yo observo que Estados Unidos reaccionó con una rapidez que demuestra que sabía por adelantado la fecha y hora del asesinato. Por consiguiente, son por lo menos culpables de no haber prestado ayuda.

Y he aquí la prueba: el US Committee for a Free Lebanon (USCFL), o sea el grupo que preside Ziad K. Abdelnur, a quien mencioné hace un momento, desató su ofensiva mediática en los minutos que siguieron al atentado contra Rafic Hariri. Le recuerdo que ese grupo fue formado para constituir un gobierno proestadounidense de cambio que los marines instalarían en el poder después de desembarcar en las playas libanesas. Al cambiar las modalidades del proyecto, este grupo estaba destinado a tomar el poder durante una «revolución naranja».

En los minutos subsiguientes a la explosión de Beirut, siendo de noche en Washington, el USCFL afirma que despertó a sus administradores, reunió a su buró político y redactó un comunicado. Muy bien informado, ese grupo sabía que Rafic Hariri era la víctima principal del atentado, cuando las agencias de prensa estaban hablando de la violencia de la explosión sin haber identificado todavía con certeza el objetivo de la misma. El USCFL difundió su comunicado, enviándolo por correo electrónico y por fax a las agencias de prensa, a los periódicos más importantes del mundo entero, utilizando para ello listas preparadas con antelación, y a importantes medios de difusión también previstos desde mucho antes. De forma que numerosos medios se enteraron de la muerte de Hariri por ese fax, no por los agencias de prensa. Claro, el comunicado del USCFL describía a Hariri como un benefactor del Líbano y a Siria como organizador de su muerte. Los periodistas que, por estar en el otro extremo del mundo, no saben nada de las interioridades de la política interna libanesa, no trataron de verificar la lógica del USCFL. Si hubieran echado un vistazo al sitio de esa asociación en Internet, que no fue actualizado hasta una semana después, se hubieran encontrado con sus diatribas contra Hariri y con su exhortación a matarlo, ya que –como todos los seudópodos de la CIA– el USCFL deseaba la muerte del ex primer ministro y la utilizó contra Siria derramando lágrimas de cocodrilo.

–¿Qué quiere decir usted cuando afirma que el 7 de febrero de 2005 fue el último día del chantaje que se ejerció sobre Siria para que se retirara del Líbano? ¿Qué relación tiene eso con el atentado del 14 de febrero?

– Antes del lanzamiento de la operación contra Hariri –o antes de permitir que otros lo ejecutaran–, Estados Unidos lanzó un ultimátum a Siria. El 7 de febrero de 2005, convocaron al embajador sirio en Washington y lo intimaron a retirar las tropas del Líbano y a poner fin al apoyo prestado a la Resistencia en Palestina, en el Líbano y en Irak. La negativa siria tuvo como respuesta la ejecución de Hariri.

– En ese contexto, usted menciona a Elliot Abrams y a David Satterfield. ¿Qué conclusión se puede sacar de sus responsabilidades?

– El embajador Satterfield fue el que amenazó a Siria. Y fue Elliot Abrams quien supervisó el asunto –en lo tocante al Líbano y Siria, quiero decir– en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Así que los investigadores libaneses y el señor Mehlis deberían haber interrogado prioritariamente a esas dos personalidades.

– Usted señala que los diplomáticos y militares egipcios insistieron en que Siria no estaba implicada. ¿Por qué desapareció esa voz en la vorágine de los hechos, contrariamente a lo que sucedió con otras voces árabes?

– En este caso, como en muchos otros entre los que se encuentra el 11 de septiembre, Egipto hace análisis razonables y argumentados mientras que tantas voces se dejan llevar por la emoción y la sin razón. Esa cualidad duradera es lo que le permite a la diplomacia egipcia seguir desempeñando un papel central en la región. Sin embargo, debido a la actual correlación de fuerzas, Egipto no tiene posibilidades de hacerse oír en el plano mediático ante el estruendo ensordecedor de la propaganda estadounidense.

– Marwan Hamade, n°2 del PPS de Walid Jumblat, afirmó que se trataba de «un crimen abominable cuyas responsabilidades son conocidas: empiezan en Damasco, pasan por [el palacio presidencial libanés] Baabda y por el gobierno libanés y los servicios de inteligencia libaneses». Se trata de una acusación formal. ¿Estaba planeada junto al asesinato?

– Nada hay que permita afirmar que Marwan Hamade fuese cómplice de los asesinos, pero él hizo esa declaración solamente 4 horas después del atentado. Aún con la excusa de la emoción, su comportamiento es indigno: no se puede acusar a nadie de haber cometido un asesinato si no se tienen pruebas, y no se debe utilizar el dolor de la familia del difunto para señalar a los adversarios políticos como chivos expiatorios.

– Usted critica duramente al fiscal Mehlis y lo acusa de «colonialismo judicial». ¿Qué quiere decir con eso?

– Detlev Mehlis tendría que haber sido rechazado como jefe de la misión de la ONU por estar vinculado a una de las partes interesadas en el caso. En su condición de fiscal alemán, fue él quien dirigió la investigación sobre el atentado contra la discoteca La Belle, en 1986, y lo hizo de forma tal que el crimen fue falsamente atribuido a Libia para justificar el bombardeo estadounidense contra el palacio de Khadafi. En 1995, interrogó en Yemen a Johannes Weinrich, que fue el lugarteniente de Carlos cuando los ministros de la OPEP fueron tomados como rehenes. Mehlis apareció así como la mano vengadora de Washington. Detlev Mehlis trabajó después para varios tanques pensantes estadounidenses, como la Rand Corporation y el WINEP.

Desde su llegada al Líbano, Mehlis fue más allá de lo que le permitía su mandato. Su misión consistía en ofrecer asistencia a la justicia libanesa y lo que hizo, por el contrario, fue despreciarla y actuar en lugar de ésta. A tal punto que hoy lo presentan como jefe de la misión investigadora de la ONU, cargo que nunca tuvo porque la comisión investigadora de la ONU nunca existió. El caso es que Mehlis exigió que los funcionarios libaneses le rindieran cuentas y se negó a respetar el Código Penal libanés. Así que se trata de un caso de colonialismo judicial. El objetivo de esa injerencia fue, por supuesto, justificar un ataque contra Siria al imputarle el crimen.

Lo que sucede es que Detlev Mehlis se complicó porque los servicios secretos sirios lo dejaron enredarse en una red de falsos testimonios y luego lo desenmascararon de pronto haciéndolo así caer.

– Usted menciona que los individuos que trataron de asesinar a Hasan Nasrallah (líder del Hezbollah) son agentes del Mossad. ¿Con quién fue que se dijo que estaban vinculados y por qué no se han descubierto aún los detalles de ese asunto?

– Los enemigos del Líbano tenían previsto eliminar también a Hasan Nasrallah. Fracasaron y el segundo grupo fue arrestado. Hasta ahí, no hay nada sorprendente. Pero los asesinos habían recibido sus armas de Salim Diyab, el jefe de la milicia del clan Hariri. En otras palabras, los Hariri están ciegos. No se dan cuenta de que sus amigos estadounidenses e israelíes quieren destruir a su país y que ordenaron la muerte de Rafic. Por eso son fácilmente manipulables y actúan contra su propio país y, en definitiva, contra sí mismos.

– Durante los años que van de la década del 50 a la de los 70, la izquierda francesa tuvo una fuerte presencia en el Medio Oriente, presencia que ha ido atenuándose recientemente. ¿A qué se debe esto, desde su punto de vista?

– A que ya no hay izquierda francesa. El Partido Socialista es una yuxtaposición de individuos que se detestan y que tienen puntos de vista imposibles de conciliar. Y su naufragio ha arrastrado a sus aliados. En realidad, el mundo ha cambiado desde el derrumbe de la URSS y el escenario político francés es obsoleto. En el mundo entero se puede ver el desplazamiento de las líneas de fractura. Ya no se trata de escoger entre la economía de mercado o el colectivismo, sino entre la dominación estadounidense o la resistencia, entre el Imperio y la multipolaridad. Si Nicolas Sarkozy resultó electo presidente fue porque se presentó –fue el único en hacerlo– como representante de esta nueva línea de fractura. Él es el líder de los proestadounidenses y no hubo un bando constituido que le hiciera frente. Las personalidades de la izquierda proestadounidense, como Bernard Kouchner, se unen a él, mientras que las personalidades de la derecha antiimperialista ya no saben hacia dónde ir.

Tenemos que rediseñar completamente los grupos políticos. Para eso creé la conferencia Axis for Peace, que reúne a intelectuales, diplomáticos, militares y políticos de todos los países con el objetivo de reafirmar los valores humanistas ante el proyecto neoconservador. La próxima conferencia se desarrollará en noviembre, en el Medio Oriente. Esa será quizás mi respuesta concreta a su pregunta.

–¿Por qué esta evolución de Francia de una política árabe hacia un apoyo a las posiciones de la derecha israelí?

– No creo que así sea ya en este momento. Creo más bien que, desde que se derrumbó la URSS, Francia se inclina ante Estados Unidos, mientras que prosigue su propia política como puede. Es cierto que las declaraciones de los dirigentes franceses no son muy positivas, pero sus acciones aún son a menudo valientes.

Francia se opuso a la invasión contra Irak; negoció la resolución 1559 para prevenir un ataque estadounidense contra el Líbano y Siria; impidió el despliegue de la OTAN en la frontera israelí, en agosto de 2006; protegió a la Resistencia durante el conflicto y también después del mismo, incluso cuando seguía dando la prioridad al clan Hariri.

Desgraciadamente, la llegada de Nicolas Sarkozy a la presidencia podría darle a usted la razón. Como usted, yo observo esto con inquietud.

– Usted publicó como anexo varios mapas del Nuevo Medio Oriente. ¿Qué fuentes tiene usted? ¿El Líbano será dividido en un Estado maronita y un Estado druso?

– El proyecto de división del Líbano en tres zonas no es nuevo. Ya Ben Gurion había previsto anexar el sur y crear dos mini–estados confesionales maronita y druso. Pero Estados Unidos decidió ir mucho más lejos. Su deseo es fragmentar a todos los Estados de la región para que no quede ninguno que pueda oponerle resistencia. Los mapas que yo publico representan la reflexión actual del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos. Fueron publicados por el coronel Peters en el Armed Forces Journal. No son definitivos pero han sido objeto de discusión durante el tiempo suficiente como para que se los considere lo bastante precisos. Es lo que púdicamente llaman «remodelamiento del Gran Medio Oriente». Eso exige, concretamente, una fase de guerra civil generalizada. Resulta entonces vital que nos opongamos a todo lo que divide al mundo árabe–musulmán, a todo lo que lo debilita y lo somete a la hegemonía estadounidense. El deslizamiento de la oposición entre shiítas y sunnitas del plano teológico al de la política resulta particularmente peligroso. Una grave responsabilidad recae sobre los que en él participan. Ante la máquina de guerra de Washington y Tel Aviv, el deber es unirse para poder resistir.

–¿Piensa usted que Estados Unidos logrará llevar a cabo sus planes?

– La victoria de la resistencia libanesa constituye un freno definitivo a la expansión estadounidense en esta región. Hasta ahora, la disyuntiva planteada era entre el callejón sin salida militar ante el ejército más grande del mundo y una serie interminable de maniobras diplomáticas. Ahora existe una tercera opción: la resistencia popular puede conducir a la victoria. Pero la máquina estadounidense de guerra es demasiado pesada como para ponerse a sí misma en tela de juicio, y proseguirá su impulso devastador, sin esperanza de éxito, hasta desfallecer definitivamente.


(*) La fuente: Al–Ahram (Egipto). La versión en español es publicada por gentileza de la Red Voltaire.