Pakistán

 

Venganza islámica:18 soldados paquistaníes muertos en ola de atentados

"Afganización" de Pakistán

IAR-Noticias, 14/07/07

Luego de exterminar con su ejército a 300 militantes islámicos en la Mezquita Roja de Islamabab, el dictador de Pakistán, Pervez Musharraf, resolvió ratificar su alineamiento incondicional con la "guerra contraterrorista" de Washington anunciando que eliminará el extremismo "allí donde exista".

Como respuesta, y en venganza por la masacre en la Mezquita Roja, desde el jueves las organizaciones islámicas lanzaron una ola de ataques y atentados que ya mataron a más de 25 soldados paquistaníes y amenazan con sumir al país en un derramamiento de sangre parecido al que se vive en Irak y Afganistán.

Según un portavoz militar citado por Reuters y otras agencias internacionales, un coche bomba mató el sábado a 18 soldados paquistaníes e hirió a otros 24, en un atentado vinculado al asalto del Ejército a la Mezquita Roja de Islamabad.

"El convoy estaba patrullando cuando se produjo el ataque", dijo el portavoz militar el mayor general Waheed Arshad sobre la explosión en Waziristán Norte.

El general Arshad reconoció que el número de soldados fallecidos en el ataque podría aumentar ya que las tropas todavía están buscando uno de los cuatro vehículos que fueron atacados en la carretera.

El atacante hizo estallar su coche contra un convoy militar en la región de Waziristán Norte, en la frontera con Afganistán, a 20 kilómetros de la principal ciudad de la región, Miranshah.

Fue el segundo ataque contra las fuerzas de seguridad en el noroeste de Pakistán el sábado.

Dos agentes de seguridad resultaron heridos en una explosión anterior en la ciudad de Bannu, en la provincia Frontera Noroccidental.

Waziristán Norte es considerada una de las bases principales de los talibanes y de la red Al–Qaeda.

Tras la masacre de la Mezquita Roja los líderes tribales prometieron venganza y anularon un  acuerdo de paz que firmaron con el gobierno, mientras el gobierno de Musharraf  enviaban miles de soldados a la región para cumplimentar su nueva estrategia de "guerra contra el terrorismo".

En la orientación de los deseos expresados por los funcionarios de la Casa Blanca, el presidente Musharraf subrayó que profundizará la campaña contra los militantes islámicos "radicalizados" , especialmente en la frontera con Afganistán, en donde supuestamente se refugian los líderes talibanes y miembros conspicuos de Al Qaeda como el mítico Bin Laden.

"El terrorismo y el extremismo no han terminado en Pakistán", advirtió Musharraf, "pero es nuestra determinación eliminar el extremismo y el terrorismo allí donde exista" y garantizó que serán "derrotados en cualquier rincón del país".

En medio de manifestaciones que claman por venganza contra el gobierno de Musharrah se espera que los partidos religiosos lideren más manifestaciones a lo largo y ancho de Pakistán en protesta por el asalto a la mezquita y como respuesta a la guerra represiva lanzada por el aliado de Washington.

En Islamabad, cientos de manifestantes participaron en una marcha organizada por la principal alianza de oposición, los Muttahida Majlis–e–Amal (MMA).

"Esta masacre será el último clavo en el ataúd del régimen dictatorial de Pervez Musharraf en Pakistán", le dijo uno de los líderes del grupo, Maulana Abdul Ghafoor Hydri, a la multitud.

"Ahora habrá mezquitas rojas por todos lados en Pakistán", agregó.

Las fuerzas islamistas dijeron que en el asalto militar a la Mezquita Roja  hubo "al menos ochocientos muertos" y repartieron carteles que rezaban "¡Musharraf asesino!" por todo el país, produciéndose también la quema de fotos del presidente.

En otra de las principales ciudades de Pakistán, Lahore, los manifestantes siguieron la intervención de Liaqat Baluch, líder del MMA, quien señaló que "esto no acaba así, es tan sólo el inicio de la gran revolución islámica en Pakistán".

En las provincias del norte se registraron las concentraciones más numerosas.

De esta región del país, fronteriza con Afganistán, venían la mayor parte de alumnos de la Mezquita Roja y es la zona donde más extendidas están las llamadas "escuelas radicales" o madrassas.

En la última semana, treinta personas han muerto en esta parte del país debido a ataques suicidas, tres ciudadanos chinos han sido abatidos a tiros y se han quemado las tiendas de campaña de varias ONG.


El escenario que dejó la masacre en la Mezquita

EEUU, Pakistán, y el "doble juego" con el "terrorismo islámico"

IAR–Noticias, 13/07/07

Finalmente, y al costo de 120 muertos (fuentes extraoficiales hablan de 800) el ejército de Pakistán tomó el control  de la Mezquita Roja luego de ocho días de ataques y bombardeos que convirtieron en escombros al edificio donde se encontraban estudiantes y combatientes islámicos opuestos al gobierno del general  Pervez Musharraf, un aliado de Washington en la "guerra contra el terrorismo", al que la Casa Blanca viene acusando sutilmente de mantener un "doble juego" con la yihad islámica y las organizaciones talibanes que protegen al mítico Bin Laden supuestamente "escondido" en la región.

Informe especial

Históricamente, la Mezquita Roja de Pakistán, en estos momentos demolida por el fuego del gobierno aliado de Washington, fue la fragua doctrinaria de los mujaidines que iniciaron la "Guerra Santa" contra el Imperio soviético en Afganistán en la década del 80, con financiación y entrenamiento de la CIA y reconocidos por EEUU como "luchadores de la libertad".

Coincidentemente, tanto Al Qaeda como el "fundamentalismo checheno", y sus principales líderes, Bin Laden y Shamil Basayev, tuvieron como génesis común la CIA y la guerra en Afganistán de la época del imperio soviético.

También históricamente el régimen pro–Washington de Pakistán se ha valido de las madrassas (escuelas ialámicas) para concretar sus propios proyectos políticos, tanto internos como en su disputa regional con la India, en la cual las organizaciones islámicas juegan un papel de provocación digitadas por el servicio de inteligencia pakistaní, tradicional vínculo de esos grupos fundamentalistas con al CIA y los servicios occidentales.

Desde la década del ochenta, y con la finalidad de desestabilizar al ex imperio soviético en la región, la CIA  infiltró los cuadros combatientes islámicos utilizando de intermediario al servicio de inteligencia paquistaní (ISI), que en la actualidad sigue actuando de nexo entre los grupos terroristas que operan en Asia, los Balcanes y Medio Oriente, principalmente la red Al Qaeda.

Según la BBC, antes del 11–S y la invasión a Afganistán, Washington utilizó la infraestructura islámica como un instrumento político para salvaguardar sus intereses en Afganistán e India apoyando al Talibán y a varias organizaciones en la disputada región de Cachemira.

El Pakistán "terrorista"

Paradojalmente, luego del 11–S y de de la invasión norteamericana a Afganistán, Washington comenzó a considerar el noroeste pakistaní, en la frontera con Afganistán, como el principal "refugio de terroristas del mundo".

En ese escenario (sólo explicado por el "doble juego" y la política de "tercerización terrorista" de la CIA con los grupos islámicos) la política esquizofrénica del presidente Pervez Musharraf (adherir a la "guerra contraterrorista" y a la vez mantener una relación de aprovechamiento político con el movimiento islamista afgano Talibán y con la red "terrorista" Al Qaeda) pasó a ser severamente cuestionada en Washington.

La crisis que terminó con la masacre en la Mezquita Roja había comenzado apenas unos días después de que el periódico The New York Times informara el 28 de junio que el propio Ministerio del Interior pakistaní le había alertado a Musharraf que la "política de contemporización con el Talibán" sólo sirvió para "fortalecer aun más al extremismo islámico", sobre todo en Afganistán.

No obstante, el gobierno de Bush mantuvo –en el discurso–  apoyo incondicional a Musharraf.

El portavoz del Departamento de Estado (cancillería) estadounidense, Sean McCormack, se limitó a decir a periodistas que "todavía hay mucho por hacer" para someter a los radicales islámicos en Pakistán y destacó que Washington "respalda los esfuerzos" de Islamabad.

Los analistas de las grandes cadenas norteamericanas deslizaron que la Casa Blanca sabía que Musharraf siempre ha mantenido un doble juego con Al Qaeda y con el Talibán, no obstante, Bush y los halcones siguen considerándolo un aliado clave en la "guerra contra el terrorismo".

El "doble juego" de Musharraf

No obstante, los tanques de pensamiento conservador en EEUU señalan que los acuerdos que logró el gobierno de Musharraf en 2004 y 2006 con los grupo pro–talibanes en las provincias fronterizas Waziristán del Sur y del Norte ayudaron al movimiento islamista afgano a crecer en número de combatientes y en capacidad logística.

El vicepresidente Dick Cheney visitó Islamabad en febrero, acompañado del vicedirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Stephen R. Kappes, cuando funcionarios estadounidenses no identificados dijeron al periódico The Washington Post que tenían evidencias de que campamentos de Al Qaeda en Pakistán estaban entrenando a combatientes islámicos.

Horas después de trascender que Cheney advirtió con suspender la asistencia a Pakistán si Islamabad no actuaba decididamente contra Al Qaeda, el gobierno de Musharraf divulgó un comunicado subrayando que "Pakistán no acepta los dictados de nadie".

Funcionarios estadounidenses, afganos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) concluyeron que el servicio de inteligencia pakistaní ha seguido colaborando con las bases del Talibán y Al Qaeda en las provincias de Waziristán del Norte y del Sur.

Finalmente, y como dejaron trascender las usinas ultraconservadoras de Washington, Cheney y el ala ultradura del gobierno de Bush comenzó a presionar para que la Casa Blanca definiera en términos claros que la política de Musharraf estaba favoreciendo el crecimiento y la proyección del "terrorismo talibán" en Afganistán.

El gobierno colaboracionista de Afganistán, distribuyó entre periodistas en enero una grabación de vídeo  en la que Muhammad Hanif, portavoz del Talibán detenido por las fuerzas de la coalición, aseguraba que el mulá Omar, máximo líder de los talibanes, vivía en la occidental ciudad pakistaní de Quetta bajo protección de los servicios de inteligencia de Pakistán.

El analista Barnett Rubin, especializado en temas afganos para la Universidad de Nueva York, dijo en una entrevista a la cadena de televisión pública estadounidense PBS que los militares de la coalición en Afganistán creían que Pakistán podía hacer un daño severo a las fuerzas talibanes si detenían a sus líderes en Quetta.

"El principal centro del terrorismo mundial es Pakistán", dijo Rubin en un testimonio ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos.

Para los sectores y analistas demócratas de EEUU, la actitud tolerante del gobierno de Musharraf con el "extremismo islámico" se explica como una estrategia para usar a los partidos políticos de esa ideología como base de apoyo para contrarrestar a las "fuerzas democráticas" opuestas al régimen militar  nstaurado en el golpe de Estado de 1999.

Según esa usinas, Musharraf ayudó al partido Jammat–e–Islami, que tuvo en el pasado vínculos con Al Qaeda, y a otros cinco grupos musulmanes aliados a ganar las elecciones regionales de octubre de 2002 en las provincias fronterizas con Afganistán.

Según un informe del Grupo Internacional de Crisis divulgado en diciembre, y citado por la agencia IPS, el gobierno pakistaní "liberó a combatientes, les devolvió sus armas, desarmó puestos de vigilancia y permitió a terroristas extranjeros permanecer dentro del territorio si renunciaban a la violencia".

Esta política "facilitó el crecimiento de la militancia y de los ataques en Afganistán, dándole a los elementos pro–talibanes libertad para reclutar, entrenar y armar", añade el informe.

El escenario post–masacre en la Mezquita

Tanto la Casa Blanca como la "oposición" demócrata" siempre han acusado al dictador de Pakistán, general Pervez Musharraf,  de tolerar "elementos" en el ejército y los servicios de inteligencia que mantienen vínculos ideológicos y estratégicos con militantes islámicos "extremistas".

¿Significa la actual ofensiva militar en la Mezquita Roja  que el general Musharraf ha decidido plantar cara a esos "elementos"? ¿Cuáles serían las consecuencias?, se pregunta en un análisis la cadena británica BBC.

La periodista Carlotta Gall, corresponsal del diario The New York Times, que visitó la frontera afgano–pakistaní en enero, descubrió "señales de que las autoridades de Pakistán fomentan a los insurgentes, si no los auspician".

En las provincias pakistaníes fronterizas con Afganistán abundan las madrassas (escuelas islámicas), de donde surgen combatientes musulmanes. El número de partidarios del terrorismo islámico en Pakistán se estima en cientos de miles, señaló la corresponsal.

Cabe recordar que Musharraf ayudó al partido Jammat–e–Islami, que tuvo en el pasado vínculos con Al Qaeda, y a otros cinco grupos musulmanes aliados a ganar las elecciones regionales de octubre de 2002 en las provincias fronterizas con Afganistán.

Luego de esa victoria electoral, líderes de esos partidos comenzaron a colaborar activamente en las operaciones transfronterizas del Talibán y de Al Qaeda.

Sin embargo, funcionarios de Washington –citados por la agencia IPS– señalan que los arrestos de varios líderes de Al Qaeda hechos por Pakistán desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington son una evidencia de la buena fe de Islamabad.

Por su parte, el periodista James Risen, corresponsal de The New York Times, señaló en su libro "State of War" ("Estado de guerra") que el gobierno de Musharraf está lejos de cooperar con Estados Unidos en los esfuerzos para destruir a Al Qaeda.

Risen indicó que miembros de esa red terrorista instalaron un nuevo centro de operaciones en Waziristán del Sur tras huir de Afganistán en 2002, y que los militares pakistaníes impidieron que las fuerzas estadounidenses los persiguieran.

Agentes de la CIA se instalaron luego en Pakistán para buscar al líder terrorista saudita Osama bin Laden, pero estos eran siempre escoltados por funcionarios pakistaníes que limitaban sus acciones, aseguró Risen.

Según la BBC, los observadores argumentan que el gobierno de Musharraf sigue  protegiendo sus conexiones "terroristas" dentro de los servicios de seguridad, sin cuya complicidad los militantes en la Mezquita Roja no hubieran podido aprovisionarse de armas para combatir durante más de una semana.

La cadena británica sostiene este miércoles que los movimientos de tropas durante los últimos cuatro días en áreas sensibles del noroeste del país indican que el gobierno desea llevar la campaña contra los militantes de la Mezquita Roja hasta las mismas puertas de los "islámicos radicales".

Según la BBC, los militares ha sido desplegados en el distrito de Swat. También, en el distrito tribal del norte de Waziristán, en la frontera con Afganistán, el ejército se ha arriesgado a poner en peligro un tratado de paz al reocupar puestos de control que había abandonado como parte de un acuerdo con militantes"extremistas"  locales.

En venganza –señala la BBC– durante el asedio a la Mezquita Roja han sido asesinadas 19 personas –incluidos 11 funcionarios públicos– en la provincia de la Frontera Noroeste, cuya capital es Peshawar, considerada una conexión entre Pakistán y Afganistán

Según el analista vasco, Txente Rekondo, "los enfrentamientos en torno a la mezquita Lal Masjid (la Mezquita Roja) han mostrado con toda su crudeza los desesperados intentos del General Pervez Musharraf por mantener su supervivencia política".

"Tras su pulso con el máximo juez del país, con buena parte de los medios de comunicación locales, con una oposición política que aprovecha cada conflicto para buscar sus propios réditos políticos, unido todo ello a la fuerte presión que desde Occidente se mantiene para que lance una ofensiva contra toda esa nebulosa forjada en torno al movimiento islamista radical, el presidente pakistaní ha optado por actuar con mano firme para desactivar todas esas presiones".

La masacre en la Mezquita Roja –según Rekondo–  puede desembocar en un baño de sangre por todo el país, tal y como ya han adelantado algunos círculos jihadistas que amenazan con lanzar ataques en las principales ciudades pakistaníes.

"Además, –continua el analista– esos grupos han decidido romper también los acuerdos de paz que mantenían con el gobierno central en las zonas tribales del país. Los primeros resultados ya se han visto, con diferentes ataques suicidas contra el ejército en las citadas regiones, y con ataques contra miembros de la administración central. También el ataque contra el avión del propio Musharraf nos muestra hasta donde están dispuestos a llegar en su respuesta esas organizaciones".

En la capital pakistaní circulan algunas noticias que apuntan también a un intento por parte del presidente de adelantarse a una especie de "golpe de mano" que estarían preparando diferentes sectores del país, precisa Rekondo.

Para la cadena BBC, la masacre del ejército pakistaní en la Mezquita Roja, indica que el gobierno de Musharraf  ha decidido romper su política de equilibrio con el "terrorismo islámico" en función de mantener el poder garantizado por su alianza estratégica con Washington.

¿Podrá el general Musharraf continuar trabajando en esa línea en los próximos meses?, se pregunta la cadena británica.

La solución militar del conflicto en torno a Lal Masyid, la Mezquita Roja de Islamabad, podría dar origen a la radicalización del Islam en Pakistán, opina el profesor Hagai Segal, conocido experto británico en temas de lucha antiterrorista, citado este miércoles por la agencia rusa RIA Novosti.

"Es probable que la operación (militar) ayude a neutralizar a un grupo extremista pero, al mismo tiempo, será una fuente de inspiración y entusiasmo para otras formaciones de islamistas radicales", señaló Segal al comentar el sangriento asalto a la Mezquita Roja.

"Cualquiera que sea la versión oficial de estos acontecimientos, serán interpretados como una masacre en los círculos islámicos", afirmó.

Lo sucedido podría debilitar las posiciones del presidente Pervez Musharraf, tener "repercusiones negativas en el nivel de confianza hacia el régimen laico" y "empujar hacia los extremistas a la gente que hasta ahora se encontraba al borde", señala Segal.

Según Txente Rekondo, luego de la masacre de la Mezquita Roja, "No es sencillo anticipar el escenario hacia el que se dirige ese país asiático, pero la mayoría de los análisis coinciden en señalar que sea cual fuese la salida a esta nueva crisis, el difícil equilibrio que sostiene Musharraf puede acabar pasándole factura".

Los gobiernos occidentales –continúa el analista– son conscientes de esa situación, de ahí sus maniobras para buscar algún recambio consistente, pero al no haberlo encontrado pueden seguir apoyando al cada día más debilitado Musharraf.

El "segundo frente islámico"

En la valoración de IAR Noticias, Washington y la CIA, luego de la masacre en la Mezquita Roja,  van seguir utilizando y financiando a grupos de la yihad "terrorista" en Pakistán  en la búsqueda de dos objetivos precisos:

A) Derrocar al general Musharraf (que ya no resulta confiable a Washington) e instalar en el país una versión pakistaní de "guerra civil" con represión y persecución de grupos islámicos vinculados a Al Qaeda y  a la red Talibán que actúa contra la OTAN y EEUU en Afganistán.

B) Utilizar a los grupos radicalizados de la yihad pakistaní (fragua histórica de la "guerra santa" contra occidente) como "segundo frente" de "amenaza terrorista" proyectado en Europa y EEUU, luego de Irán, y consecuentemente extender la "guerra contraterrorista" a Pakistán.

En esa orientación se vienen moviendo desde hace unos meses Cheney y los halcones de la Casa Blanca, además de las usinas mediáticas y "tanques de pensamiento" ultraconservadores de Washington.

La masacre en la Mezquita Roja fue solo el punto de partida para un proceso represivo–militar a los grupos islámicos paquistaníes que traerá como consecuencia la "venganza" y una nueva declaración de "guerra santa" contra EEUU y Occidente.

Se trata, en definitiva, de crear una nueva lógica manipuladora con el "terrorismo islámico" (esta vez procedente de Pakistán) que arrime más argumento  justificatorio y consenso internacional para que los tres grupos de ataque aeronaval nuclear posicionados en el Golfo  lancen la ofensiva contra Irán y vayan por la recaptura de Medio Oriente.

Lo que queda de la segunda gestión de Bush va a girar sobre ese objetivo.


Culmina el sangriento asalto a la Mezquita Roja y "aparece" Al Qaeda

IAR-Noticias, 13/07/07

La operación militar en la Mezquita Roja de Islamabad  culminó, según la versión oficial, con 73 militantes islámicos  y 9 soldados muertos, pero según fuentes de inteligencia citadas por la prensa internacional, luego de la masacre el ejército sacó 286 cadáveres de los escombros de la institución del islamismo paquistaní. Simultáneamente, se informaba que  presidente Musharraf anunciará una estrategia de "guerra contra el terrorismo", y el segundo de Al Qaeda advertía que comenzaba una "guerra santa" en venganza por la masacre de militantes islámicos en la Mezquita.

Luego de ocho días de asedio, las fuerzas de seguridad pakistaníes ingresaron a sangre y fuego en la Mezquita Roja, apagaron los últimos focos de resistencia y tomaron  el control del complejo religioso de Islamabad.

No obstante, para la prensa internacional existen aún muchas dudas acerca del número final de víctimas y de si en el asalto al complejo religioso conocido como Lal Masjid murieron mujeres y niños.

Casi 300 cadáveres han sido retirados de la Mezquita Roja de Islamabad, aseguró este jueves a la agencia EFE una fuente de los servicios de inteligencia, que sostuvo que se está preparando una fosa común para ocultar la matanza ocurrida durante el asalto al complejo.

La fuente, que pidió el anonimato, sostuvo que 286 cadáveres han sido trasladados desde la mezquita a un almacén frigorífico privado a unos 20 kilómetros de distancia, mientras cientos de trabajadores cavan en un cementerio para enterrarlos antes del alba.

Los cadáveres retirados del complejo religioso han sido trasladados al depósito frigorífico privado 'Sarhad Balochistán' en el sector I–8 de Islamabad, que según agregó, está siendo vigilado por contingentes paramilitares y policiales.

Asimismo, el jefe de la Fundación humanitaria Edhi, Abdul Sattar Edhi, reveló a la prensa en Islamabad que, tras la operación contra la mezquita, las autoridades militares le encargaron 400 sudarios blancos, que los musulmanes emplean para cubrir a sus muertos.

Esta circunstancia sería especialmente negativa para el presidente Pervez Musharraf, que se enfrenta a unas elecciones para revalidar un segundo mandato por cinco años.

El primer ministro, Shaukat Aziz, advirtió que el Gobierno "no tolerará más el uso de 'madrassas' para promover ideas extremistas", aunque seguirá apoyando la enseñanza religiosa.

Aziz aseguró que la ley seguirá su curso si el Ejecutivo detecta otra mezquita involucrada en actividades militantes como la Roja de Islamabad.

La "guerra santa"

En tanto, el supuesto "número dos" de la red terrorista Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, hizo ayer un llamamiento a los paquistaníes a que se unan a la guerra santa (o Yihad) contra el régimen del general Pervez Musharraf en venganza por el asalto a la Mezquita Roja de Islamabad.

Así lo manifiesta en un video de cuatro minutos titulado "La agresión contra Lal Masjid (Mezquita Roja)" difundido  por la página multimedia de Al Qaeda 'As Sahab'.

Su autenticidad no ha sido confirmada todavía, pero grupos estadounidenses de control antiterrorista también han informado de estas imágenes.

"Musulmanes y paquistaníes: vuestra salvación sólo está en la Yihad", subraya Al Zawahiri en el vídeo, que contiene subtítulos en inglés. "Las elecciones no os salvarán, los políticos no os salvarán y las negociaciones con los criminales y las maniobras políticas no os salvarán", señala, al tiempo que advierte de que "Musharraf y sus perros de presa han atacado vuestro honor en un sucio servicio a los cruzados y los judíos".

El "número dos" de Al Qaeda califica la muerte del clérigo radical Abdul Rashid Ghazi durante el asalto a la Mezquita Roja de "sucio y despreciable crimen cometido por la inteligencia militar paquistaní". "Este crimen sólo puede ser lavado con el arrepentimiento o la sangre", afirma Al Zawahiri.

Respuesta "terrorista" a Musharraf

Mientras fuentes del gobierno citadas por agencias internacionales adelantaban que el presidente aliado de Washington, Pervez Musharraf, formulará los lineamientos de su nueva estrategia de "guerra contra el el terrorismo" la "guerra santa" contra su gobierno comenzaba.

Tres agentes de Policía murieron este jueves en un atentado suicida con coche bomba en el noroeste de Pakistán, mientras que dos funcionarios del Gobierno perdieron la vida en otro ataque suicida cerca de la frontera con Afganistán, según informaron las autoridades.

Aunque nadie asumió la responsabilidad de los ataques, se producen después de los últimos llamamientos de los talibán y los miembros de Al Qaeda, en los que pedían ataques para vengar la ofensiva del Ejército contra la Mezquita Roja de Islamabad.

En el primero de los atentados, el conductor del coche bomba detonó sus explosivos después de que unos policías lo detuvieran en un puesto de control en una carretera y le pidiera a él y sus acompañantes que salieran, según indicó un responsable de la Policía local, Mohamed Iqbal. Varias personas también sufrieron heridas en el ataque, que tuvo lugar cerca de Mingora, la principal ciudad del Valle del Swat, indicó Iqbal.

Mientras tanto, los dos funcionarios del Gobierno perdieron la vida cuando un suicida se inmoló frente a la sede del Gobierno, en la región Waziristán Norte, cerca de la frontera con Afganistán. El ataque ocurrió en Miran Shah, principal ciudad de la región, considerada bastión de milicianos e insurgentes.