Medio Oriente

 

El ejército norteamericano se enfrenta a las milicias shiíes en Iraq

Amanecer de un nuevo siglo, septiembre de 2007

Recientemente, el clérigo shií iraquí Muqtada al Sadr, líder de un gran movimiento político y de la milicia del Ejército del Mahdi, ha rechazado un llamamiento en favor de negociaciones directas con el ejército de EEUU y ha acusado a los norteamericanos de conspirar para tratar de asesinarle. "No hay nada de que hablar," dijo Al Sadr. "Los estadounidenses son ocupantes y ladrones, y deben fijar un calendario para la retirada de este país. Debemos tener constancia de que se van a ir y cuando." Al Sadr ha culpado también a los ocupantes norteamericanos por la violencia sectaria en Iraq. "Yo culpo a las fuerzas extranjeras por el estallido de la violencia sectaria entre los iraquíes," señaló. El periódico Al Sabah citó las declaraciones de Al Sadr en una entrevista que éste concedió a la televisión estatal Iraqiyya TV, en las que afirmó: "Descarto que se pueda producir una guerra civil en Iraq. El pueblo iraquí no caerá en la trampa de esas fuerzas que actúan para hacer que esto ocurra, al frente de las cuales está EEUU."

Al Sadr añadió: "Los norteamericanos han intentado matarme en el pasado, pero han fracasado... Estoy seguro de que todavía me quieren muerto y están intentando asesinarme. Soy iraquí, soy musulmán, soy un ser libre y rechazo todas las formas de ocupación. Quiero ayudar al pueblo iraquí. Esto es todo lo que los norteamericanos odian." Al Sadr siempre lleva un turbante negro, el símbolo tradicional de un clérigo shií que puede seguir el rastro de sus ancestros hasta el Profeta Muhammad. Sin embargo, últimamente él ha vestido también un sudario blanco – un símbolo de su disposición a morir como mártir.

Recientemente, el consejero de Seguridad Nacional Iraquí Muwaffaq Rubai confirmó las declaraciones de Al Sadr. Él señaló que el ejército norteamericano intentó matarle o capturarle después de atraerle a unas negociaciones de paz en la ciudad santa de Nayaf. El intento de asesinato o de secuestro tuvo lugar en agosto de 2004, cuando Al Sadr y su Ejército del Mahdi estaban sitiados por los marines estadounidenses. Al Sadr escapó ileso en el último momento. Este incidente ayuda a explicar por qué él desapareció de la vista cuando el presidente George W. Bush provocó una escalada en su confrontación con su Ejército del Mahdi el pasado mes de enero.

Es probable que el llamamiento de Al Sadr en favor del fin de la ocupación resuene con fuerza en Iraq, donde la comunidad sunní se ha mostrado favorable a esta reivindicación desde la invasión de 2003. En la actualidad, la comunidad shií, mayoritaria en el país, está pidiendo, cada vez con mayor determinación, la fijación de un calendario para la retirada de las tropas estadounidenses, según indican las encuestas de opinión.

El movimiento sadrista está también en contra de la ley del petróleo iraquí, que beneficiaría a las corporaciones de EEUU y otros países. "El petróleo iraquí debería beneficiar a todo el pueblo. No podemos entregar nuestros pozos de petróleo a compañías extranjeras mediante estos acuerdos de producción conjunta. La soberanía del país quedaría comprometida," señaló un portavoz del movimiento. Los seguidores de Al Sadr se muestran en este punto de acuerdo con Saddam Hussein, que nacionalizó la industria petrolífera iraquí en 1972.

El pasado mes de febrero, el ejército estadounidense comenzó a desplegar miles de soldados extra en los alrededores de Bagdad y otras áreas, en un intento de controlar el país. Al Sadr ha intentado evitar los choques entre el Ejército del Mahdi y las fuerzas de seguridad iraquíes, señalando que aquellos servirían a "los intereses de los ocupantes." Sin embargo, ha habido enfrentamientos entre milicianos shiíes y fuerzas norteamericanas en la capital y otros lugares.

El 8 de agosto, las tropas norteamericanas lanzaron una gran incursión en Ciudad Sadr, un enorme distrito shií de Bagdad, en la que 32 insurgentes shiíes fallecieron en los combates y bombardeos. Otros doce fueron detenidos. El raid fue uno de los mayores llevados a cabo por fuerzas estadounidenses contra las milicias shiíes. La revista Time informó de que el ataque era una evidencia de que "incluso en un momento en el que están llevando a cabo una campaña contra los militantes sunníes, las fuerzas norteamericanas están incrementando sus operaciones contra lo que ven como una mayor amenaza a largo plazo: las milicias shiíes apoyadas por Irán."

Los residentes en Ciudad Sadr han hablado de operaciones de arresto muchos más amplias de lo que los informes oficiales norteamericanos señalan. Estas operaciones han creado un enorme resentimiento en el distrito. Ahmed al Shaibani, un portavoz de Al Sadr, condenó el raid. Él señaló que el antiguo director de la oficina del clérigo, Amir al Husseini, había sido arrestado en la operación y que un gran número de mujeres y niños inocentes habían muerto. "El gobierno iraquí es responsable del derramamiento de sangre de los inocentes," declaró Shaibani al Washington Post.

Hace algunas semanas, fuerzas estadounidenses atacaron también la Oficina de Al Sadr en el distrito de Kadhimiya, en Bagdad, que alberga un importante mausoleo shií. Se produjo entonces un intenso intercambio de fuego y dos Humvees resultaron destruidos. El resultado ha sido que las tropas norteamericanas no pueden acercarse ahora a menos de un kilómetro de distancia de cualquier importante mausoleo shií.

En las últimas semanas, el Ejército del Mahdi se ha enfrentado asimismo a las tropas británicas en varias batallas y emboscadas que tuvieron lugar en la ciudad sureña de Basora. El 25 de mayo, soldados británicos e iraquíes mataron al jefe de la milicia del Ejército del Mahdi en la ciudad. Los milicianos shiíes respondieron lanzando ataques contra las tropas británicas. Cinco británicos fueron secuestrados además el 28 de mayo en un edificio situado cerca de Ciudad Sadr.

Según el periódico LA Times, los miembros de la milicia del Mahdi se han infiltrado en una gran parte del aparato de seguridad del país, incluido el Ejército, donde intimidan y sobornan a los soldados y oficiales, que miran a otro lado cuando los militantes operan. "Existe un miembro del Ejército del Mahdi en cada familia y en cada casa de Iraq y el Ejército no es una excepción," señaló Abu Mohammed, un policía iraquí que es miembro de la milicia. "El Ejército no iría detrás del Ejército del Mahdi porque muchos de sus miembros pertenecen a la milicia. Aquí en Ciudad Sadr, por ejemplo, hay desplegada una compañía y 35 de sus miembros pertenecen al Ejército del Mahdi."

Abu Mohammed representa uno de los principales desafíos a los que los estrategas norteamericanos hacen frente en Iraq. Mientras las fuerzas norteamericanas patrullan en busca de combatientes de la milicia y tratan de construir una fuerza policial y un ejército pro-norteamericanos, individuos como Abu Mohammed actúan con sigilo para deshacer su trabajo. De este modo, los policías y soldados hacen la vista gorda cuando los combatientes de Al Sadr atraviesan los puntos de control. En uno de los ejemplos más claros acerca de la relación entre la milicia y el gobierno iraquí, el Ministerio de Defensa autorizó el pasado mes de enero al diputado Baha Arayi, un seguidor de Al Sadr, para que formara una unidad militar no uniformada destinada a patrullar el distrito shií de Kadhimiya según indicaron oficiales del Ejército estadounidense y un político shií al diario The Times.

El 15 de septiembre, el jefe militar estadounidense, general David Petraeus, se dirigirá a la Casa Blanca y el Congreso para hablar de los resultados del incremento de tropas que Bush ordenó en enero. El Ejército norteamericano ha indicado que el informe pondrá de relieve que el ascenso de las milicias shiíes constituye el más poderoso desafío a la ocupación estadounidense. A principios de agosto, el teniente general Raymond Odierno, el segundo al mando de Petraeus, señaló que las milicias shiíes eran las responsables del 73% de todos los ataques llevados a cabo contra las tropas de EEUU. Sin ofrecer prueba alguna, él declaró a continuación que las bombas situadas junto a la carretera "suministradas por Irán" habían sido responsables de un tercio de las muertes norteamericanas en Iraq el pasado mes de julio. En los últimos meses, los responsables estadounidenses han estado acusando provocadoramente a Irán de entrenar, financiar y armar a los insurgentes de Iraq. Estas acusaciones buscan justificar las políticas agresivas de EEUU contra Teherán. Por su parte, Irán niega esta alegación y culpa a la presencia de las fuerzas estadounidenses en Iraq por la violencia.

Con las fuerzas norteamericanas, británicas e iraquíes todavía realizando operaciones en contra del movimiento y la milicia de Al Sadr, el clérigo shií ha advertido que está preparado para lanzar otra insurrección armada. "Los ocupantes han intentado provocarnos, pero he ordenado una resistencia no violenta por bien del pueblo," indicó. "Hemos sido pacientes y dado muestras de que poseemos un sentido de Estado, pero si la ocupación y la opresión continúan, entonces lucharemos."

Muqtada al Sadr se convierte en el líder shií más poderoso en Iraq

El pasado 5 de junio, el clérigo shií Muqtada al Sadr, que es el líder de un poderoso movimiento político shií y de la milicia del Ejército del Mahdi, apareció en público por primera vez tras varios meses de silencio para reiterar su demanda de que las fuerzas norteamericanas se retiren de Iraq y presentarse a sí mismo como un líder de todos los iraquíes. En un apasionado sermón ante 6.000 fieles en una mezquita de la ciudad santa de Kufa, Al Sadr dijo: "Yo renuevo mi demanda de que los ocupantes se vayan o fijen un calendario para su retirada, y pido al gobierno que no permita que ellos extiendan su ocupación ni siquiera durante un día más." Seis ministros sadristas se retiraron del gobierno de Maliki en mayo en protesta por la negativa del primer ministro a fijar un calendario para la retirada de las tropas estadounidenses.

Al Sadr es considerado ya como la figura shií más popular de Iraq y tiene un gran número de seguidores provenientes sobre todo de las filas de las masas de shiíes pobres y desencantados, cuyo apoyo él heredó de su padre y su tío, ambos prominentes clérigos que fallecieron durante el período de Saddam Hussein. Su milicia posee ahora más de 60.000 miembros. La mezcla de Islam, nacionalismo iraquí y políticas sociales que el movimiento sadrista realiza ha demostrado ser muy atractiva para los shiíes. EEUU intentó eliminar a Al Sadr en dos confrontaciones armadas en abril y agosto de 2004, pero fracasó. El movimiento sadrista sobrevivió y obtuvo un buen resultado en las elecciones parlamentarias de 2005, en las que consiguió 32 escaños en la Asamblea Nacional, que cuenta con 275 miembros, y seis puestos ministeriales. Los sadristas, el Partido del Dawa Islámico –encabezado por el actual primer ministro Nuri al Maliki- y el Consejo Supremo Islámico Iraquí (CSII) son los principales componentes de la Alianza Iraquí Unida (AIU), el frente shií, que está apoyado por la jerarquía religiosa o Marya´iyyah.

Los sadristas dan muestra de poseer una serena confianza y están atrayendo a más seguidores a sus filas. "El movimiento de Al Sadr no puede ser marginado; tiene una amplia base popular," señaló Sheij Salah al Obaidi, portavoz y un alto estratega del movimiento de Al Sadr. "Los intentos de marginarnos no nos afectarán porque somos el pueblo. Sentimos los sufrimientos cotidianos de la población." Muchos shiíes de la clase trabajadora reflejan este mismo sentimiento en sus declaraciones acerca de la milicia del Mahdi y Al Sadr. Muchos tienen parientes y vecinos que trabajan en las oficinas de Al Sadr y en la milicia, desdibujando así la línea que existe entre los programas sociales y la actividad militar.

"Él es poderoso," manifestó Yabir Habib, un parlamentario shií que es profesor de Ciencias Sociales en la Universidad de Bagdad, al New York Times. "Éste es un hecho que hay que aceptar, incluso aunque a alguien no le guste." "Al Sadr ocupa el centro del escenario político en Iraq," señaló Joost Hiltermann, director de la Oficina del International Crisis Group en Amman (Jordania). "Ellos son nacionalistas, quieren mantener unido el país y son la única organización política que goza de un apoyo popular entre los shiíes."

En su sermón en Kufa, Al Sadr se presentó también como un líder nacional preparado para defender los intereses de los musulmanes sunníes y de los cristianos, además de los de los shiíes, mayoritarios en el país. Al Sadr añadió que estaba dispuesto a cooperar con los sunníes "en todos los temas." "Estoy totalmente dispuesto a defenderles (a los sunníes y los cristianos) y a ser su coraza frente a sus enemigos," señaló. Él quiere que el país permanezca unido y se opone a los esfuerzos de otros partidos shiíes para crear una región semiautónoma en el sur de Iraq. Cuando algunos miembros del Ejército del Mahdi se apoderaron de los barrios sunníes del sur y oeste de Bagdad, intentando expulsar de allí a sus residentes, Al Sadr condenó y desautorizó el ataque a través de su portavoz Salah al Obaidi. Este último señaló que los jefes locales de la milicia en Bayaa y Amil habían actuado siguiendo su propio instinto, sin obedecer las órdenes de Al Sadr.

Al Sadr está trabajando no sólo para acercarse a los sunníes, sino también a los kurdos. Recientemente, él se ha posicionado en favor de los kurdos y en contra de Turquía, que ha estado amasando tropas a lo largo de su frontera norte con Iraq y amenazando con invadir el Kurdistán iraquí para expulsar de allí a los combatientes kurdos del PKK. Aunque Al Sadr se opone a la creación de una región autónoma kurda y desconfía de los kurdos por las buenas relaciones que estos mantienen con los norteamericanos no puede dejar que sus propios puntos de vista se interpongan en su camino para convertirse en un líder de todos los iraquíes. Recientemente, Al Sadr advirtió a Ankara en contra de un ataque contra el Kurdistán iraquí. "No guardaremos silencio frente a esta amenaza,"señaló. Esta advertencia se produjo después de que Turquía hubiera bombardeado varios pueblos de Dohuk, una provincia del norte de Iraq, con su artillería.

Al Sadr ha criticado los esfuerzos para crear una nueva coalición de partidos shiíes y kurdos, sin la presencia de los sunníes y de los sadristas, señalando que los esfuerzos encaminados a aislar a algunos grupos políticos no solucionarían la crisis de Iraq. La creación de esta nueva coalición es vista en Iraq como un intento dirigido a marginar al movimiento de Al Sadr. Un parlamentario sadrista, Nasser al Saidi, sugirió que los norteamericanos desean un realineamiento político que permita aprobar de una legislación que distribuya las rentas del petróleo, convocar elecciones provinciales y derogar las normas que expulsaron a miles de seguidores de Saddam Hussein de sus trabajos y cargos. "Esto no es un bloque político," señaló Al Saidi. "Es un bloque que busca reunir al mayor número posible de diputados para que aprueben unas leyes..."

Además, Al Sadr está tratando de crear una nueva imagen de sí mismo, no sólo como un líder nacionalista iraquí, sino también como una figura religiosa de relieve dentro de la comunidad shií. Él ha visitado al Gran Ayatollah Ali Sistani, el clérigo shií más reverenciado del país, en su hogar de Nayaf. El encuentro estuvo dirigido supuestamente a tratar el tema de la salud de Sistani. El retiro de este último ha durado algún tiempo, pero él ha salido de nuevo a la luz recientemente y se dedica ahora a ofrecer consejos sobre temas políticos, aunque se concentra más, sin embargo, en los asuntos religiosos, filosóficos y sociales. Los seguidores de Al Sadr han presentado a su líder y a Ali Sistani como dos iguales, "dos autoridades religiosas."

Dado el apoyo popular de que disfruta y su credibilidad como líder nacionalista, Muqtada al Sadr se ha convertido en una pieza esencial para cualquier tipo de solución en Iraq. Sin embargo, él ha advertido claramente que cualquier posible solución tendrá que incluir la retirada de las fuerzas estadounidenses del país. Si Washington se niega a admitir esta realidad e intenta perpetuar su ocupación, las milicias shiíes y la totalidad del pueblo iraquí continuarán su lucha por la liberación hasta la victoria final.