Pakistán

 

Una jugada con demasiados riesgos

Por Matthew Pennington
Agencia AP, 05/11/07
Traducción de Mirta Rosenberg

Islamabad.- La suspensión de los derechos básicos y el despido de jueces independientes podrían conseguirle más tiempo en el gobierno al general Pervez Musharraf, pero los poderes excepcionales que se atribuyó probablemente agravarán la crisis política en Paquistán y envalentonarán a los militantes islámicos.

Además, a los aliados occidentales de Musharraf les resultará cada vez más difícil respaldar a un líder militar que se apoderó dos veces del poder por la fuerza y se ha convertido en una figura aborrecida por muchos paquistaníes.

"Es posible que Paquistán esté ahora en un callejón sin salida, del cual difícilmente pueda salir sin perjuicio", dijo ayer en un artículo publicado por el periódico Dawn el conocido defensor de los derechos humanos, I. A. Rehman, que anoche fue arrestado por la policía.

Se esperaba que Musharraf colgara su uniforme militar este mes e inaugurara una era, largamente prometida, de democracia. Pero, temeroso de que la Corte Suprema estropeara sus planes de gobernar cinco años más como civil, optó por recurrir a medidas dictatoriales.

Las autoridades han bloqueado las cadenas de televisión independientes, por lo que le correspondió a la prensa paquistaní condenar con dureza la declaración de estado de emergencia, que muchos comparan con una ley marcial porque da poder absoluto al jefe militar.

Musharraf destituyó al presidente de la Corte Suprema y las autoridades arrestaron en las últimas horas a cientos de rivales políticos del general e incluso allanaron la Comisión de Derechos Humanos de Paquistán, donde Rehman fue arrestado junto con más de 30 personas.

Calificando la medida de "segundo golpe del general Musharraf", Dawn publicó fotos del mandatario, con su uniforme de combate, en el momento en que derrocó a un gobierno electo en 1999, al lado de imágenes de Musharraf, vestido de civil, cuando declaró, anteayer, el estado de emergencia por TV.

Al justificar la medida, Musharraf dijo que los militantes islámicos se han convertido en una grave amenaza para Paquistán. En efecto, los combatientes islámicos han logrado el control de áreas del noroeste del país y han lanzado docenas de ataques suicidas. Cientos de personas han muerto por la ola de violencia este año.

Pero gran parte de la declaración del estado de emergencia se refiere al activismo de la Corte Suprema, a la que se acusa de trabajar "en contradicción" con el gobierno, socavando sus esfuerzos por combatir al extremismo. Entre otras cosas, se la critica por defender la liberación de docenas de paquistaníes sospechosos de terrorismo que los servicios de inteligencia mantienen, en secreto, bajo arresto.

Musharraf decidió actuar en el momento en que la Corte estaba a punto de decidir si validaba su polémica victoria en las elecciones del 6 de octubre, un triunfo que sus oponentes consideraron inconstitucional.

El analista Shafqat Mahmoud dijo que la percepción de que se había declarado el estado de emergencia para prolongar el poder personal de Musharraf, cuya popularidad ha caído en picada en los últimos meses, sólo afectaría aún más su imagen.

"Musharraf se ha convertido en una figura muy odiada en el país. Ahora tiene el estatus de un paria", dijo Mahmoud.

"Bush debería advertirle a Musharraf sobre el peligro que corren las relaciones entre Paquistán y Estados Unidos si no vuelve a poner en vigencia la Constitución, no permite elecciones libres y justas, y no se quita el uniforme tal como prometió", dijo Joseph Biden, que preside el comité de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano.

Sin embargo, hay pocas señales de que Estados Unidos y otras naciones occidentales estén dispuestas a abandonar al general que convirtió a Paquistán en un valioso aliado en la lucha contra Al-Qaeda y los talibanes después del 11 de Septiembre.

El gobierno de Bush dijo estar profundamente preocupado por la situación en Paquistán, pero fuentes del Pentágono dijeron que no hay planes de suspender la ayuda militar a Islamabad. Washington ha proporcionado miles de millones de dólares en ayuda militar y económica a Paquistán desde que suspendió las sanciones contra Paquistán después del 11 de Septiembre.

La posición de Washington podría despertar aún más hostilidad entre los paquistaníes, ya enfurecidos con la actitud de sus gobernantes y una guerra que, según consideran, se libra a instancias de Estados Unidos. Es muy probable que los militantes islámicos busquen aprovechar la crisis política para sembrar aún más descontento.

"Debemos esperar también una ola de ataques de los talibanes y de Al-Qaeda", escribió Najam Sethi, editor del periódico liberal Daily Times.

Musharraf también puede encontrar cierta resistencia en las filas del ejército, principal fuente de su poder. "El ejército combate en dos frentes: la guerra contra el terrorismo y la batalla por su propia imagen", dijo el analista Ikram Sehgal. "Musharraf sólo podrá redimirse si deja el uniforme y anuncia elecciones libres para el futuro próximo", añadió.

Con elecciones o sin ellas, los más tenaces opositores sólo ven una solución posible. "Creemos que debe implantarse un gobierno de reconciliación nacional, sin Musharraf", dijo Asma Jehangir, una destacada opositora, bajo arresto domiciliario en Lahore.