Palestina no
se rinde

 

El final de un Estado palestino viable

El error fatídico que aqueja a la mayoría de los análisis del conflicto Israel-Palestina, consiste en creer que si los palestinos pueden lograr un estado propio, todos los problemas quedarán resueltos. Que se trate de un estado en el conjunto de los Territorios Ocupados (Resolución 242 de la ONU), en la mayor parte de ellos (Oslo, Mapa de Ruta hasta la Iniciativa de Ginebra), o, incluso, en sólo la mitad (la idea de Sharon), carece de importancia. Una vez logrado un Estado palestino se acabó el conflicto y podemos pasar al siguiente punto del orden del día.

Por Jeff Halper
Revista Pueblos, España, 01/04/05

Crasa equivocación. Un estado palestino puede ser lo mismo una prisión que un estado legítimo capaz de atender las aspiraciones de su pueblo. La cuestión decisiva es la viabilidad. Israel es un país pequeño, pero triplica en extensión a las áreas palestinas. Tomadas éstas en su totalidad -Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza- ocupan solamente el 22% de Israel/Palestina. Eso quiere decir que aunque Israel renunciara a todos los territorios conquistados en 1967, todavía controlaría un 78% del país. ¿Podrían las áreas palestinas constituir un estado viable? Con dificultad. Con apenas la extensión del estado norteamericano de Delaware (pero con el triple de población antes del retorno de los refugiados), dispondría al menos de un territorio coherente, fronteras con Israel, Jordania, Siria y Egipto; una capital en Jerusalén, un puerto sobre el Mediterráneo, un aeropuerto en Gaza, una economía viable (basada en el turismo de Tierra Santa, la agricultura y la alta tecnología) y acceso al agua del río Jordán. Como miembro reconocido de la comunidad internacional, aprovechando el comercio con sus vecinos -y la contribución de una diáspora extensa, altamente cualificada y acaudalada- un estado palestino podría ser viable pese a su reducido tamaño.

Esto es lo que Israel quiere impedir. Ya desde que estuviera a la cabeza del Comité Ministerial sobre los Asentamientos del gobierno Begin en 1977, Ariel Sharon ha sido meridianamente claro sobre sus intenciones de afianzar la totalidad de la Tierra de Israel para el pueblo judío. La “seguridad” no tiene nada que ver con las políticas expansionistas de Israel. Sucesivos gobiernos israelíes decidieron establecer 200 asentamientos no por razones de seguridad. Tampoco construyeron por razones de seguridad una gigantesca infraestructura de autopistas sólo para uso de Israel que conectan irreversiblemente los bloques de asentamientos con Israel. Tampoco la ruta de la Valla de Separación ni la política de expropiaciones de tierras palestinas ni la destrucción sistemática de viviendas palestinas puede ser explicada por la “seguridad”. Todas estas decisiones emanan de un objetivo central: pretender todo el país para Israel. Punto.

No obstante, Israel no puede “digerir” los 3,6 millones de palestinos que viven en los Territorios Ocupados. Otorgarles la ciudadanía equivaldría a aniquilar a Israel en cuanto Estado judío; pero no otorgársela mientras se les mantiene bajo la ocupación equivaldría a un apartheid explícito. ¿Qué hacer entonces? La respuesta es clara: dar forma a un minúsculo Estado palestino de, pongamos, cinco o seis cantones (el término es de Sharon) en el 40-70% de los Territorios Ocupados, rodeado y controlado enteramente por Israel. Un estado palestino de esta naturaleza ocuparía solamente el 10-15% de todo el país y no dispondría de soberanía ni de viabilidad significativa: ni de coherencia territorial, ni de libertad de movimiento, ni de control sobre las fronteras, ni de una capital en Jerusalén, ni de viabilidad económica, ni de control sobre el agua, ni sobre el aire o las comunicaciones, ni militar; ni siquiera dispondría del derecho propio de un estado soberano de formar alianzas sin el permiso de Israel.

Y como los palestinos nunca aceptarán algo así, Israel debe “establecer realidades sobre el terreno”, que deterioren las negociaciones aun antes de que den comienzo. La información de la semana pasada de que Israel está construyendo 3.500 unidades habitacionales en el E-1, un corredor que une Jerusalén con el asentamiento de Ma’aleh Adumim en Cisjordania, sella el destino del Estado palestino. En cuanto elemento clave de un “Gran Jerusalén” israelí, el plan E-1 elimina toda viabilidad de un Estado palestino. Corta Cisjordania en dos mitades, permitiendo a Israel controlar el movimiento entre ellas y al mismo tiempo aísla Jerusalén Este del resto del territorio palestino. Y dado que el 40% de la economía palestina gira en torno a Jerusalén y su economía basada en el turismo, el plan E-1 recorta efectivamente el corazón económico del Estado palestino sea cual sea, reservándole nada más que un grupo de reservas indias no viables.

Si se puede encontrar algún elemento positivo en el plan E-1 es que ha puesto en evidencia la complicidad de Estados Unidos con la expansión de los asentamientos en Israel. La administración Bush, pese a haber calificado de estorbo el plan E-1, formalmente ha reconocido el bloque de asentamientos de Ma’aleh Adumim, así como el E-1, en el acuerdo entre Bush y Sharon del año pasado -un cambio fundamental en la política norteamericana que fue ratificado en el Congreso casi por unanimidad-. Esto coloca a los EEUU en una posición muy incómoda pues supone minar su propia iniciativa del Mapa de Ruta, que deriva de la “visión de Bush” de una paz israelo-palestina. Paralelamente invalida por completo el papel de Norteamérica como un mediador fiable y le enfrenta a los otros tres miembros del Cuarteto del Mapa de Ruta -Europa, la ONU y Rusia- que deploran el cambio en la política norteamericana. Todavía más grave, el apoyo estadounidense al proyecto de asentamientos de Sharon destruye irreversiblemente la posibilidad de un estado palestino viable, condenando a los pueblos de Israel y Palestina a un conflicto sin fin. Cómo cuadrará esto con los intereses americanos de un Oriente Próximo estable, es algo que nadie sabe.


(*) Jeff Halper es Coordinador del Comité Israelí Contra la Demolición de Viviendas (ICAHD). Este artículo ha sido traducido por Martín Alonso para New Profile (Movement for the Civilization of Israeli Society).

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