Palestina no
se rinde

 

Hamás, Lenín, y la lógica del león democrático que se comió a Tarzán

IAR–Noticias, 27/01/06

Tras su rotundo triunfo en las elecciones parlamentarias palestinas, el grupo militante islámico Hamás se encuentra bajo una creciente presión internacional para que "renuncie a la violencia contra Israel".

El argumento con que se presiona al grupo de liberación armada palestino se sustenta en un axioma: no se puede estar con un pie en la "democracia" y otro en el "terrorismo".

El grupo de potencias mundiales que patrocina el proceso de paz para el Medio Oriente, conocido como el "Cuarteto", exhortó a Hamas a que decida si desea ser una organización terrorista o política.

Parece ser que para el Imperio norteamericano, Israel y el resto de sus socios capitalistas la "democracia" parlamentaria es incompatible con los derechos del pueblo palestino a recuperar por la vía armada sus territorios robados por el Estado sionista.

Las evidencias (y las reacciones tras su triunfo en las urnas) muestran que el establishment capitalista internacional intenta relegar a Hamás al rol que venía cumpliendo el Al Fatah de Arafat y Abas: servir de legitimación formal de un "Estado Nacional" (controlado por EEUU e Israel) que cumpla servilmente con las reglas "democráticas" y "legalistas" establecidas por el invasor del pueblo palestino.

De tal manera que, para que Hamás encaje en el nuevo rol "democrático" y "pacifista" que se le quiere asignar deberá abandonar las armas, dedicarse a administrar y legislar en el "estado de derecho", y combatir al "terrorismo" como ordenaron los invasores sionistas a la ANP controlada hasta ahora por Abas y Al Fatah.

Esto es, y según lo expresan, para que Hamás sea "aceptada" por el Imperio y sus socios (hay que recordar que mediante la elección Hamás ya fue aceptada y elegida mayoritariamente por el pueblo palestino) deberá abandonar el uso de las las "armas ilegales" contra Israel (el invasor) y utilizarlas contra el "terrorismo" de los que combaten a Israel (los representantes armados del pueblo palestino invadido por Israel).

En otras palabras: Estado parlamentario, gobierno "democrático" y respetuoso de su "vecino" (y las armas palestinas solo utilizadas para reprimir al pueblo palestino), mientras Israel y su arsenal nuclear cumplen el rol de gendarme imperial "legalmente" armado en la región.

Nada nuevo: es la lógica (de dominio) que Washington impone en todo el planeta: democracia y urnas para los pueblos sometidos. Armas, complejos militares industriales, y arsenales nucleares para las potencias centrales y el Imperio dominante del sistema capitalista.

Esta lógica, crudamente expresada, revela por sí sola la tesis que la guía: la paz es el negocio del dominador.

En este contexto, EEUU, Naciones Unidas, la Unión Europea y Rusia, emitieron un comunicado en el que llaman a la agrupación Hamás a "desarmarse, y reconocer a Israel".

"Una solución al conflicto requiere que todos los participantes del proceso democrático renuncien a la violencia y el terrorismo, acepten el derecho de Israel a existir y dejen las armas", señala el comunicado.

Esto es, para que Hamás sea aceptado en el "club democrático" del Imperio debe dedicarse a la gestión parlamentaria, y a vehiculizar sus reclamos del territorio usurpado por la vía "burocrática y pacifista". De lo contrario, la victoria electoral, la voluntad del pueblo palestino, quedará anulada.

Por su parte, la secretaria de Estado de EE.UU., Condoleezza Rice, afirmó que el "Cuarteto" había acordado que Hamas debe renunciar a la violencia.

"Reafirmamos la visión de que no se puede tener un pie en el terrorismo y el otro en la política", declaró Rice a la agencia de noticias Reuter.

El primer ministro en funciones de Israel, Ehud Olmert, descartó cualquier diálogo con "una organización armada terrorista que reclama la destrucción de Israel".

Alevoso y sencillo de entender: Hamás solo será aceptada sino no representa un "peligro cierto" para el Estado sionista de Israel.

O sea que, su aceptación y elección democrática por parte de la mayoría del pueblo palestino, quedará invalidada si la organización no se aviene a gerenciar un gobierno en las reglas (pacíficas) de los que invadieron y se apoderaron ilegalmente (por medio de las armas) del territorio palestino.

En otras palabras, después de ser elegida democráticamente por la mayoría palestina, la organización Hamás deberá someterse al arbitrio "legal" de los que quebraron toda legalidad al apoderarse por la fuerza de un territorio que no les pertenece.

Vladimir Ilich Lenín, el fundador de la Unión Soviética, solía decir que el Imperio capitalista se mueve con consignas y acciones habitualmente estúpidas, pero tremendamente efectivas y pragmáticas para sus estrategias de dominación.

Y lo sintetizaba en una frase: "la estupidez es lo más difícil de combatir".

Y vale esta frase para los que, desde el sentido común, se preguntan ¿cómo se entiende que una potencia militar (EEUU) invasora y violadora del derecho universal y la soberanía de los pueblos, se erija en el árbitro y exportador de los "procesos democráticos" con elecciones en el mundo?

¿Cómo puede ser que las decrépitas potencias imperialistas europeas (protectoras del Estado sionista de Israel), cuyos países y riquezas han sido fundados sobre la esclavitud y el dominio armado, se erijan en un tribunal examinatorio de la "democracia", la "paz", y la "voluntad de los pueblos"?

¿Cómo un Imperio dominador (armado hasta los dientes) que ha invadido y masacrado pueblos por todo el planeta puede exportar democracia, pacifismo y "estado de derecho" a escala universal?

Que los invasores imperialistas, norteamericanos y europeos, exporten y regulen los funcionamientos de las "democracias y estados de derecho", equivale a que los leones y los tigres (máximos cazadores y depredadores) impartan el "pacifismo" como única regla aceptada entre sus presas del mundo animal.

A estas normas del dominio capitalista con la "paz", predicadas por los agentes políticos y mediáticos del sistema, exaltadas como "progresistas" y "civilizadas" por los intelectuales de izquierda, aceptadas sumisamente por las mayorías alienadas que votan gobiernos en las reglas del dominador, Wladimir Ilich Lenin, si viviera, seguramente las englobaría en la frase: la estupidez es lo más difícil de combatir.

Pero, como en el planeta capitalista (controlado por la ideología, los ejércitos y arsenales nucleares de las potencias que quieren "pacificar" a Hamás) no reinan el sentido común ni la búsqueda de la verdad y la justicia, seguramente la estúpida tesis de "desarmar a Hamás" será aceptada y "normatizada" para consumo de las mayorías.

El punto está en saber que hará Hamás frente a la encrucijada (con distintos costos) de ceder a la presión imperial o de seguir enfrentándose, en una guerra asimétrica, al invasor sionista de su territorio.

Si Hamás intenta el "doble juego" (simular que se desarma y negocia en las reglas de Israel y EEUU, y por debajo intenta construir un poder armado a partir del control del Estado palestino), cosechará sus peores enemigos y denunciantes entre los sectores perdedores de Al Fatah, que durante años sirvieron de "gerencia administrativa" al Imperio sionista.

Si, por el contrario, Hamás no negocia ni se presta a las reglas del juego político del invasor, sus dirigentes serán nuevamente sometidos a las operaciones de los asesinatos "selectivos", y los tanques israelíes (ya sin Sharon) ingresarán para exterminar a los seguidores civiles de la organización combativa.

Por supuesto que esa nueva operación, de concretarse, será legalizada por la Unión Europea y la ONU en nombre del combate contra el "terrorismo islámico fundamentalista".

Por lo tanto, en el escenario emergente de los comicios parlamentarios en Palestina, no hay mucho para elegir: o Hamás acepta las "nuevas reglas" del juego, o deberá enfrentarse nuevamente al poder mediático, diplomático y militar de los "dueños de la democracia y las elecciones" exportadas como estrategia de dominio para todo el planeta.

Y en ese terreno, los únicos acompañantes son la soledad y la "condena mundial".

Según los resultados dados a conocer el jueves por la comisión electoral, Hamás obtuvo 76 de los 132 escaños del Parlamento palestino frente a los 43 de Al Fatah, partido del presidente Mahmud Abas, lo que le da la posibilidad de elegir e incluso encabezar el próximo gobierno.

Ese resultado electoral, en EEUU o en cualquier potencia capitalista (en el "libre juego de las instituciones democráticas"), garantiza la representatividad y el derecho a gobernar para la "defensa de la seguridad nacional" al vencedor de los comicios.

Por ejemplo, ni la ONU ni el resto de las potencias capitalistas cuestionan que EEUU, Rusia o cualquier otro Estado del "club" se armen para defenderse de agresores a su "seguridad nacional".

Esas reglas no rigen para el vencedor de las elecciones palestinas.

Y la razón es muy simple: lo que es "seguridad nacional" en los países imperialistas centrales, en los países dominados se convierte en "terrorismo".

Es un simple cambio de carátula sobre la que a ningún analista le interesa indagar.

De esta manera, el Imperio dominante de turno convierte en realidad a la máxima de Lenin: la estupidez es lo más difícil de combatir.